Juan Vicente Gómez tuvo grandes huéspedes en su residencia de Maracay. Uno de ellos fue el gran Charles Lindbergh, quien vino a visitarlo en el año de gracia de 1928, cuando los estudiantes de la UCV le movieron el piso a la vieja dictadura andina. El piloto norteamericano llegó a Venezuela rodeado de su gran aureola como el héroe que había cruzado el Atlántico en un pequeño avión llamado El espíritu de St. Louis.
No cabe duda, fue una de las grandes hazañas de la aviación mundial. Según refieren las crónicas Lindbergh fue recibido en el aeropuerto de Maracay por una delegación integrada por el coronel José Vicente Gómez Núñez, Florencio Gómez y Arturo Uslar Pietri, quienes se acercaron al avión una vez tocó tierra aragüeña.
Minutos después Charles Lindbergh fue presentado al general Juan Vicente Gómez y a los miembros de su gabinete que se trasladaron hasta el campo de aviación para darle la bienvenida. En la comitiva del general estaban también varias de sus hijas, curiosas de conocer al héroe. Se calcula que alrededor de cuatro mil personas vitorearon al piloto en Maracay. La visita de Lindbergh se prolongó en Venezuela por varios días.
Al piloto lo invitaron a Venezuela para que aconsejara al general Gómez, quien hacía muy poco había fundado la Aviación Militar en nuestro país, y este dato le interesó al piloto. Para Charles Lindbergh conocer al general Gómez fue todo un suceso. Le habían contado que era el hombre fuerte, prácticamente el amo del país, y de quien se decía que había procreado más de 74 hijos debidamente documentados por el mismo general. Ya para entonces llevaba veinte años en el poder, pues había derrocado a don Cipriano Castro en 1908.
La visita del piloto fue aprovechada por el dictador para disipar el ambiente de impopularidad creado por la rebelión de los estudiantes de la Universidad Central. Su visita estimuló al general para que impulsara la aviación militar. Cuando un año después el general Delgado Chalbaud invadió la tierra venezolana por Cumaná a bordo del “Falke”, Gómez ya disponía de algunos pequeños aviones que se disponían a bombardear al barco invasor. No fue necesario porque el barco se retiró una vez que Delgado Chalbaud cayó abatido en los primeros minutos.
SIMÓN ALBERTO CONSALVI
