¿No será que esta crisis es a propósito? por Francisco J. Quevedo - Runrun
¿No será que esta crisis es a propósito? por Francisco J. Quevedo

Crisis-Económica

 

 

Uno tiene que preguntarse si la angustia que sienten tantos, producto de la crisis económica, si ese pánico que sentimos ante la criminalidad desatada e impune, o si esa sensación de impotencia que nos causa esa narco-corrupción que ha hecho metástasis en un gobierno opresor, de paso, no formarán parte de una política de estado orientada a neutralizar a la sociedad, incluyendo estudiantes y opositores, y si no, cuando menos, a distraernos buscando un kilo de harina, la medicina que falta o ese pote de lubricante PDV® que necesita el carro. ¡¿Serán tan incompetentes, o será más bien propósito?!

EL estrés enferma. Un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard precisa que los efectos en el individuo de crisis como la que vivimos, y situaciones de peligro prolongado, incluyen una sensación de impotencia, dificultad para concentrarse, tensión e irritabilidad, fatalismo, insomnio, magnificación de la amenaza y una incapacidad crónica para razonar y generar ideas. El paralelo con nuestra cotidianidad resulta innegable. Los venezolanos no hablamos sino del último secuestro o asesinato, de la barbaridad que dijo tal o cual ministro, o de nuestros planes para irnos del país, o al menos, sacar a nuestros hijos. Estamos obnubilados por la crisis, y no son pocos quienes piensan que ya todo está perdido.

¿No será eso exactamente lo que se persigue con esta combinación de crisis económica, crimen desatado, opresión y corrupción impune? ¡Neutralizar a la sociedad! Veamos los paralelos: Cuando la oposición terminó negociando aquella “victoria de chiripa” (por no repetir lo que Chávez la llamó) el 2-D, tomando una ventaja mínima pero dejando de contar quizás 10% de las mesas, le dimos al oficialismo otra oportunidad más para venderle al pueblo su invencibilidad, y para reafirmar así esa “sensación de impotencia” de la cual hablan los psiquiatras de Harvard. ¿Y acaso no nota usted que la gente anda agresiva en la calle y al volante? ¿Y cuando nos dicen “¡¿Vamos a votar con este CNE?!” no estamos siendo fatalistas y magnificando la amenaza? Sea a propósito o producto de la ineptitud, en cierto modo, esta crisis, al Gobierno, le conviene. “Mientras más escuálidos se vayan, mejor”  dirán ellos. Menos votos para la oposición, pensarán.

La estrategia de pánico colectivo tiene su base científica. En su libro, “La Naturaleza del Miedo”, el Dr. Majid Ali, sugiere que las redes neuronales actúan como un caleidoscopio que cambia continuamente y se auto-regula. El miedo desencadena la producción de hidrocortisona, hormona que al encontrarse en exceso en el torrente sanguíneo, nos vacía de energías y genera ansiedad, agitación e incluso furia, emociones atenuadas por la oxitocina que –de restituir el balance requerido– nos trae serenidad, compasión y criterio. Y el Dr. Ron Stoop, investigador del Centro de Psiquiatría y Neurociencias de la Universidad de Lusanne  en Suiza, dice que el estrés libera catecolamina, hidrocortisona y encefalina en cantidades importantes, dependiendo de lo cual causan un desequilibrio del organismo con reacciones balanceadas o desbalanceadas.

La idea sería, entonces, si es esa la intención, mantener a la sociedad en jaque, aterrada. ¿Recuerdan aquella frase que se le atribuye a JVR, aquel 13 de Abril, cuando sugirió sacar al lumpen a la calle, “hagan que bajen los cerros que eso los ca…”? Al menos algunos en el gobierno sabían y saben manejar el miedo como estrategia.

Ahora, si la intención es esa, mantenernos en jaque, aterrados, encerrados y neutralizados por el pánico y el fatalismo, también la sociedad debe explorar su propia estrategia, no solo para salir de la crisis, sino para atenuar sus efectos perversos. El Dr. Joseph Goldberg, profesor de la Escuela de Medicina de Mount Sinai, Nueva York, nos presenta sus recomendaciones para evitar ser víctimas del pánico. Primero, dice, adopte una rutina. La depresión altera la estructura de la vida. Es necesario dibujarnos un mapa para volver a la ruta. Luego, fíjese metas. Comience con lo más pequeño, poco a poco. Si hay que escapar, primero encuentre la salida. Haga ejercicios. Actívese. Coma saludable, pescados y vegetales verdes, y duerma lo suficiente. Asuma responsabilidades. No sea parte del problema, sea parte de la solución. Rete al pesimismo. ¡Pensamiento positivo! Consulte al médico, si el problema es crónico. Haga cosas nuevas. “Cuando nos retamos a hacer algo diferente, la química cerebral cambia…” dice el Dr. Cook de la Universidad de Milwakee.  Y diviértase. La risa es un gran generador de endorfinas, las llamadas moléculas del placer. En fin, haga que su felicidad amargue a quienes quieren amargarlo a usted.

 

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No decidir es decidir no hacer nada, dicen. Irónicamente, esa parálisis que pudieran estar experimentando muchos, que nos enferma como individuos y nos paraliza como gerentes o empresarios, también está afectando al Gobierno, por cuanto este tampoco toma las decisiones que ser requieren para salir de la crisis política en la cual se ha metido. Quizás sea cierto entonces que “quien a hierro mata, a hierro muere.”  ¿Karma económico? Así parece. 

@qppasociados