Diosdado quiere ser Canciller por Milos Alcalay - Runrun

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No es la primera vez que el Capitán Diosdado Cabello asume funciones que la Constitución le reserva de manera exclusiva al Jefe de Estado, como fue el caso cuando estando de visita en la frontera -acompañado por una silenciosa Ministro de Defensa- anunció el traslado inmediato de todos los Generales, sin ninguna potestad para hacerlo, ya que se trata de una competencia que le corresponde al Jefe del Poder Ejecutivo.

Esta semana, el Presidente de la Asamblea Nacional incurrió en una extralimitación de funciones similar, al tratar de imponerle la agenda de encuentros al Embajador de Colombia, lo que nuevamente constituye no solo una inaceptable interferencia en las funciones diplomáticas, sino también un desafío al Jefe de Estado que no se diferencia de la actitud asumida por Giordani al denunciar un vacío de poder en su crítica a Maduro, ya que se puede pecar por exceso o por defecto.
El Jefe de la Diplomacia del Estado es el Presidente Maduro. En uso de esas atribuciones, se  expresó favorablemente en relación al reciente triunfo electoral de su colega Santos, por lo que es inoportuno que Diosdado Cabello  lo contradiga al criticar las actuaciones del Plenipotenciario del país vecino  por reunirse con dirigentes de oposición. Además, Colombia es uno de los tres países de UNASUR invitados por el Gobierno para facilitar el dialogo. Los Embajadores de la Troika acreditados en Caracas (y Colombia es uno) deben tener libertad para poder asesorar  bien a sus Cancilleres en sus funciones de acompañantes, y para ello deben tener todas las facilidades para hacer sus contactos con quien consideren indicado. De no poder hacerlo, seria demostrar que el “dialogo” es un «monologo»
Las funciones de un Embajador y la potestad que tienen de poder reunirse con representantes políticos o de la sociedad civil, está establecido por la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, de la cual Venezuela es parte, por lo que el Gobierno debe garantizarle el ejercicio de sus funciones sin amenazas ni indicaciones que expongan a los funcionarios internacionales a una especie de “auto censura”
La amonestación hecha por el Presidente del Poder Legislativo, ameritaría que la Cancillería del país afectado, convocara al Embajador de Venezuela para exponer su malestar ante este tipo de amenazas. Claro que eso depende exclusivamente de Colombia. Esta inusual advertencia ameritaría también que el Decano del Cuerpo Diplomático (que también forma parte del dialogo con la oposición),  convocara a un grupo de Embajadores para elevar su preocupación por este atropello. Claro que eso depende del Decano y de los diplomáticos.
Pero como parte afectada, tanto la MUD  como los dirigentes políticos, sociales, y culturales del país deben rechazar este tipo de limitaciones y exclusiones que se han venido generalizando dando muestras de una diplomacia primitiva, a menos que el Presidente decida sustituir al Canciller Jaua por su amigo Diosdado.