Es realmente asombroso observar como en la delicada coyuntura que atraviesa el país,  buena parte de su liderazgo político, esto es la MUD,  así como un buen grupo de analistas y comunicadores sociales se han puesto de espaldas a los pedidos de los estudiantes y de la sociedad civil, sobre la urgente necesidad de crear las condiciones para forzar a la brevedad posible  un cambio del régimen, el cual, por cierto,  sin exagerar, está destruyendo a nuestra nación.

Las argumentaciones de estos grupos escapan a toda racionalidad posible y pivotean en las más absurdas corrientes del pensamiento de la propia izquierda  -que precisamente nos encontramos combatiendo-  la cual en las últimas décadas han sido maceradas con el estrafalario ideario del postmodernismo. La lucha de clases evocada por Marx, ha sido permeada por las ideas relativistas y racistas  de esa corriente de pensamiento, creando un extraño compendio de proposiciones políticas muy  difícil de catalogar por lo entreverado de su origen.

No llamar las cosas por su nombre se ha convertido en un muy practicado deporte de esos grupos. Este relativismo desenfrenado, en donde una dictadura se convierte en un “régimen con déficit democrático” y en donde, también,  son obviadas olímpicamente cuestiones trascendentales para la nación como el sometimiento del gobierno venezolano a los designios de los hermanos Castro, son elementos típicos del ideal  postmoderno para el cual no hay verdades absolutas y hechos ciertos pasan a ser catalogados como “construcciones sociales”.

Pero una de las peores cuestiones presenciadas en los últimos tiempos,  ha sido la perspectiva racista con el cual esos grupos han pretendido evaluar a buena parte de la sociedad venezolana. Es así como no han tenido el menor  rubor en considerar que por el hecho económico de ser pobres,  buena parte de nuestro  pueblo es incapaz de profesar deseos de libertad y autodeterminación y por lo tanto solo se manifiestan ante las necesidades más básicas,  como por ejemplo la alimentación. De esta manera abrazan, supongo que sin conocerlo, la trágica concepción postmoderna que  nos condena  -como descendientes directos de los africanos-  a vivir un mundo en donde los valores más preciados de la Ilustración nos deben ser indiferentes, ya que la Universalidad de esos valores es una cuestión que profesan los grupos de poder tan solo para servir a sus intereses.

Nosotros somos pesimistas en cuanto a la capacidad de rectificación de este grupo,  ya que presenta una  mezcla de soberbia, incapacidad,  incultura, aliñados con intereses creados, no obstante si somos optimistas en cuanto a que los pueblos que batallan por su libertad, normalmente consiguen su objetivo.

Leopoldo E. Colmenares G.

@LCOLG

Centro Latinoamericano de Estudios de Seguridad.

Universidad “Simón Bolívar”