PSUVmarino por Héctor Briceño - Runrun
Luisana Solano Jul 24, 2014 | Actualizado hace 10 años

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El pasado domingo 20 de julio la sociedad venezolana fue espectadora de un fenómeno político muy interesante. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) realizó elecciones para seleccionar 537 delegados quienes junto a los más de 400 delegados “natos” (Diputados Nacionales, Gobernadores y Alcaldes que sean militantes del PSUV, así como los integrantes de la Dirección Política Nacional del PSUV – Artículo 25 del Reglamento interno del III Congreso Nacional del PSUV) tendrán la tarea de elegir al nuevo presidente del partido, así como discutir diversos temas ideológicos y estratégicos para el partido, durante el III Congreso Nacional que se llevará a cabo entre el 26 y el 31 del mes de julio.

La jornada del domingo 20 de julio se vio signada por una baja participación, basada en 3  factores, que nos adelantan algunos elementos de que podría ser su dinámica.

En primer lugar, el período que podríamos denominar de precampaña, estuvo determinado por la desinformación. Si bien el artículo 20 del “Reglamento para las Postulaciones y Elecciones de los Delegados y Delegadas Municipales al III Congreso Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela” prohibía expresamente cualquier “tipo de propaganda escrita o por cualquier medio audiovisual o electrónico” sancionando la violación de esta norma como causa de “inhabilitación para participar en el proceso electoral”, mientras el artículo 22 prohibió a los candidatos “convocar a reunión a las UBCH fuera de la programación que cada equipo político estadal determine”, nada impedía el uso de mecanismos tanto tradicionales como alternativos de comunicación y campaña.

Además, la sanción estaba dirigida a castigar el uso de medios de comunicación en la promoción de candidaturas, pero nada decía sobre las campañas de información a la militancia. De hecho, fue este el caso de algunos medios de comunicación tanto privados como públicos y comunitarios, que dedicaron extenso espacio a analizar los preparativos así como el significado de dicho proceso. En todo caso, la desinformación de la militancia fue la regla general del proceso. La pregunta esencial aquí es ¿con qué objetivo se mantuvo a la militancia desinformada del proceso electoral al que estaba convocada y habilitada para participar?

El segundo elemento determinante de la participación fue el bajo número de postulaciones de líderes naturales de base entre los candidatos a delegados. En una cantidad importante de circuitos los candidatos que llegaron a la boleta electoral no eran identificados como hombres o mujeres con trabajo comunitario o  social, quedando así excluidos los principales agentes de movilización en una elección de este tipo. Entre los casos más resaltantes están Nicolás Maduro hijo, los ministros Haiman El Troudi y Ernesto Villegas, quienes seguramente disfrutan de popularidad entre la militancia, pero que poco trabajo comunitario y de base tienen dadas sus responsabilidades como miembros del tren ejecutivo nacional. Esta misma tendencia se repite en muchos circuitos, en algunos incluso, se impuso la voluntad de la Dirección Nacional del partido, filtrando sin necesidad de explicación algunas postulaciones realizadas por las UBCHs, tal como lo había previsto el artículo 16 del Reglamento de Postulaciones.

Por último, una parte muy importante de la baja participación se explica por la creciente apatía y desmotivación en la población chavista. Los signos son evidentes en todas partes. La participación está disminuyendo en todos los espacios políticos y sociales dominados por el oficialismo: desde los Consejos Comunales hasta marchas y concentraciones. Las lealtades parecen resquebrajarse. El descontento contenido por años en los sectores oficialistas se manifiesta, de momento, en forma de protesta silenciosa: ausencia, deserción, abstención. La desesperanza que se propaga en la población como consecuencia de la crisis económica y el deterioro de las condiciones materiales y sociales van desapareciendo del panorama todas las ilusiones y sueños de prosperidad que reinaron hasta hace poco.

Consecuencias de las elecciones y el Congreso

La batalla no librada en las elecciones del PSUV fue entre el poder constituyente y el poder constituido. Alguna vez la gran bandera del chavismo queda en el olvido. El primero representado por la militancia en general, implica el poder distribuido en la población. El poder de la gente, que se ejerce de forma directa. El segundo, se trata de las autoridades tanto electas por sufragio popular como nombradas por los representantes del pueblo. El poder constituido es en pocas palabras, la burocracia estatal.

El diseño de selección de los delegados del pasado domingo 20 de julio y de la participación de “natos”, sobrerrepresentaron (¿intencionalmente?) la burocracia estatal y su distribución de poder, asimilando una vez más Estado y Partido, dejando por fuera una buena parte de las comunidades y sus liderazgos militantes del PSUV.

Es posible que esto facilite la toma de decisiones sobre la reestructuración del Gobierno y la necesidad política inmediata: consolidar el poder político, pero posponiendo el abordaje de la crisis más cercanas a la población, esa que hunde al país completo cual submarino rojo.

 

Héctor Briceño