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Opinus

Sendai Zea May 16, 2012 | Actualizado hace 12 años
Demosclerosis por Gabriel Reyes

En un país que se debate entre la incertidumbre política y la anarquía ciudadana, he revisado algunos textos que tal vez expliquen la naturaleza de nuestros males, en función de analizar las causas y no las consecuencias del fenómeno. En este orden de ideas, me topé con lecturas interesantes de Fukuyama, de Jonathan Rauch y de Mancur Olson, quienes desde diferentes perspectivas abordan las crisis políticas de las naciones como consecuencia de la miopía colectiva en la detección de los vicios que generan la descomposición del Estado.

Ningún paciente puede lograr su cura, sin un diagnóstico correcto, y esto debe ser previo al tratamiento. Pretendo en las próximas líneas compartir la idea de que Venezuela atraviesa por una crisis de Demosclerosis, porque sufrimos de esclerosis en nuestro sistema institucional de toma de decisiones que garanticen futuro estable y próspero para todos los venezolanos.

No podemos confundir la enfermedad con sus síntomas. Jonathan Rauch, en su obra, define a la «demosclerosis» como «la pérdida progresiva de la capacidad adaptativa de los gobiernos». Y esto guarda relación directa con la forma en la que se ha hecho política los últimos años en Venezuela. Para nadie es un secreto que nuestra sociedad está compuesta en un 80% por las clases más desfavorecidas, es decir, las clases D y E. Más allá de los intentos propagandísticos de un gobierno ineficiente, esto indica a todas luces, que Venezuela es un país de pobres.

¿Cómo lograr las simpatías colectivas de un pueblo que no ha superado la barrera de la pobreza? La estrategia ha sido segmentar a la población creando «grupos de interés» organizados y con vida propia en la agenda pública y asociarle de inmediato una política redistributiva que se oriente a «resolver» sus principales problemas. De allí provienen las famosas «misiones», nominalmente concebidas para parecer «acciones de rescate» y manejadas de forma excluyente para garantizar la plataforma electoral del oficialismo. Entonces, el pobre, sin importar el segmento al que pertenezca pasa a ser un «cliente» del gobierno, quedando excluido, más que antes, de la sociedad, pero atornillado al proselitismo político de su benefactor.

Por el año de 1982, un economista de la Universidad de Maryland publicó un trabajo llamado «Auge y Decadencia de las Naciones Unidas» (Yale University Press). Fue Mancur Olson quien explicó por qué las sociedades de nuestros tiempos tienden a estancarse en la medida en la que sus sistemas políticos se convierten en cuerpos rígidos que fragmenten a sus pueblos. El principal argumento de Jonathan Rauch para explicar la Demosclerosis se basa en el trabajo de Olson, quien utilizando la teoría de juegos clásica de la economía política demostró que los individuos racionales que actúan por su propio interés no logran alcanzar intereses comunes. Olson refuta la presunción generalizada de que el interés «pluralista» es la única fuerza de la democracia occidental y asoma la idea de que la suma de todos los intereses de los grupos no es igual al interés general de un país. Por otra parte, indicó que, «cuanto mayor es la creación de grupos, menos se van a promover sus intereses comunes».

Olson aseguró en su trabajo que en todas las sociedades hay dos maneras para que la gente mejore su calidad de vida. Una de ellas es producir más, y la otra es capturar más de lo que otros producen. Hacer esto último es posible, pero requiere fuerza política; a veces violentando el Estado de Derecho que garantiza libertades individuales y colectivas. Para nadie es un secreto que en Venezuela cada vez se produce menos de todo, incluyendo menos petróleo. Esto nos obliga a una voraz competencia por darle a los «clientes» lo que demandan y aquí vienen las expropiaciones, intervenciones, y otras formas sofisticadas y leguleyas de tomar por asalto lo que no producimos para satisfacer las necesidades de los «grupos de interés». Las madres precoces, los ancianos, las «madres del barrio», todos estos segmentos son beneficiados de mecanismos redistributivos clientelares que distorsionan los estudios de opinión pública, que generan la expectativa de satisfacción con una gestión que se apalanca irresponsablemente en el endeudamiento de nuestro futuro para lograr objetivos políticos inmediatos.

¿Ahora bien, esta enfermedad tiene cura? Si, afortunadamente la tiene, y es sencilla pero compleja. Necesitamos más ciudadanos y menos clientes. Necesitamos generar sensibilidad sobre nuestra realidad, no la microrealidad de la beca al particular, la realidad de un país con una estructura de producción ineficiente, controlada y moribunda, donde la demagogia sustituye los planes de negocios de una economía desmantelada por un gobierno rapaz y donde nuestro futuro está anclado en la capacidad de crédito, es decir en más endeudamiento para nuestros hijos y nietos.

¿Cómo generamos esos ciudadanos? Retomando principios elementales de pensamiento colectivo. Entendiendo que nuestra pobreza es el caldo de cultivo de nuestra esclavitud a un régimen sin futuro, que solo a través del trabajo responsable y a la noción de trabajo en equipo podremos salir de este atolladero. Pero esto no podrá ser posible mientras en Venezuela existan miopes de egoísmo gigante y razonamiento enano que ante las circunstancias que vivimos pretendan construir agenda política alrededor de su infantil deseo de mantener la tarjeta de su partido en una coyuntura donde la unidad no puede ser solo discursiva. Estos eunucos serán atropellados por la voluntad mayoritaria de quienes deseamos un proyecto de país alternativo donde no se creen «grupos de interés» y todos los venezolanos gocemos del mismo derecho a abandonar la pobreza y generar riquezas sin complejos para disfrutar de verdadera calidad de vida.

La estrategia debe comenzar por aterrizar al venezolano en la tragedia que vive y en empoderarlo para salir de ella con los instrumentos de sus derechos, de sus libertades, y con el único norte de producir más, para vivir mejor. Esto sólo será posible en democracia, figura que se desdibuja en una sociedad cleptocrática e indiferente. Venzamos la apatía y transformemos esta crisis en una gran oportunidad para superar la realidad que nos agobia.

Decía Olson en su trabajo: ¡Ánimo, las cosas están empeorando».

@greyesg

Sendai Zea May 08, 2012 | Actualizado hace 12 años
¡La estrategia errada! por Gabriel Reyes

Mientras todo parece indicar que la enfermedad del presidente Chávez agota las expectativas más conservadoras de perdurabilidad en el ejercicio del poder, un grupo de acólitos, iluminados por lunas caribeñas, plantean una estrategia que aspira derrotar el efecto inexorable del tiempo. Esto se traduce en el hecho innegable de tratar de congelar todo el entorno, para que a pesar de que nos acercamos cada vez más al 7 de Octubre, deben diluir las expectativas individuales y colectivas de cara al evento electoral.

En paralelo, el descontento por la falta de materialización de promesas elementales como seguridad, vivienda, inflación, etc, son neutralizadas con la construcción de agendas distractoras, siguiendo las máximas de Chomsky. Es por esto, que se percibe que está en pleno desarrollo un ejercicio de guerra psicológica que propicia directamente la construcción de una Agenda Pública que no advierta la cercanía a Octubre y que permita que a través de la Agenda de Medios la atención colectiva se aparte de una Agenda Política, que debería apuntar a los comicios presidenciales.

Todo pasa por el dilema de crear confusión entre los ciudadanos, generar decepción entre quienes aspiran a un cambio, lograr la frustración y desesperanza entre los constructores de caminos alternativos, para al final, como la fábula de la rana en el agua tibia, alcanzar la adaptación de la mayoría a la situación que existe entre nosotros actualmente y que aspiran se asuma de forma natural.

Algunos especialistas llaman a este proceso la «Destrucción de la Mentalidad Despierta» y se logra inoculando apatía general por decepción. Por esto, es importante alertar a todos los venezolanos sobre la construcción de esta matriz de opinión que se orienta hacia un estado de indefensión ciudadana, donde nos sintamos atropellados por los reiterados abusos derivados de interpretaciones acomodaticias de la Constitución Nacional, de las leyes de la República y de hechos que parecieran no poder ser evitados y que van orientados a erosionar la capacidad de aguante del venezolano.

Los intentos de desmoralizar a quien disiente del actual gobierno no pueden materializarse porque tenemos una ruta electoral que debemos defender como un derecho adquirido. El respeto al texto constitucional no es optativo, es mandatorio, y si es desatendido constituye un delito cuyo proceso se llevará a cabo algún día, más pronto que tarde.

Nos enfrentamos a un futuro incierto porque así queremos comprarlo. Nuestro futuro debe estar claro. En Octubre 7, y no en Diciembre como algunos insinúan, celebraremos elecciones y el pueblo decidirá. En acto transparente y democrático. Quien conducirá los destinos del país los próximos seis años. Los anuncios de Consejos que desconocerán la convocatoria a elecciones, militares insurrectos, intervenciones extranjeras, y otras versiones, tienen que quedarse atrapados en el tamiz del «deber ser», porque Venezuela es un Estado Democrático, regido por el imperio de la Ley, y los venezolanos, civiles y militares, de una tendencia o de otra, no tenemos otra opción que respetar la Ley y no permitir el abuso de quienes aspiren a preparar escenarios diferentes a los plasmados en la Carta Magna. Serían aquellos infelices aventureros quienes deben desistir de sus planes, porque sencillamente, están extraviados en el tiempo y en el espacio.

Hugo Chávez o quien designe el PSUV será el candidato que represente al oficialismo en unas elecciones que deben garantizar el respeto a las diferencias de criterio, y esto debe ser protegido por los gendarmes de la democracia, los militares, ciudadanos en uniforme, sin otra convicción política diferente al respeto a la ley y el orden. Si fuera como nos quieren demostrar, el Consejo de Estado estuviera representado por alguno de los «malandros en uniforme» que todos conocemos, y no fue así. La transición es simplemente el paso de un estado estable pasado a otro estable futuro, y eso es lo que todos aspiramos. En la medida que le demos cabida a escenarios alternativos, en esa misma medida serán socavados nuestros principios y derechos constitucionales. ¡No caigamos en esa estrategia!

¡Amanecerá y veremos!

 @GreyesG

Sendai Zea May 02, 2012 | Actualizado hace 12 años
¡Un Consejo para Venezuela! por Gabriel Reyes

Ante la triste situación que parecía involucrar a los hijos inmaduros peleando por la herencia, con el padre vivo, alguna mente lúcida formuló la salida constitucional de convocar al Consejo de Estado, estipulado en los arts 251 y 252 de nuestra Carta Magna, entendiendo que este organismo, según el texto legal, es exclusivamente de carácter consultivo, por lo que no puede ejercer ninguna función de gobierno.

Para dar cumplimiento a lo estipulado, el presidente Chávez tiene la potestad de invitar a cinco miembros de los nueve y los otros cuatro, son el Vicepresidente en funciones, uno delegado por la Asamblea Nacional, uno por el Tribunal Supremo de Justicia y el último, un Gobernador. Hasta este momento, los últimos no habían sido nombrados, pero se espera, sin mayores sorpresas, que sean designados el diputado Cabello, la Magistrada Morales y el Gobernador Adán Chávez. Faltaría esperar por un eventual cambio de Vicepresidente.

El Presidente anunció en su última alocución a José Vicente Rangel y a Luis Brito García, y hoy nos enteramos que oficializó el nombramiento de Roy Chaderton, Germán Mundaraín y Carlos Giacopini Martinez. ¿Qué significan estos nombramientos, de cara al ejercicio de las funciones consultivas de este Consejo de Estado?

Primero que nada, el presidente Chávez no quiere dejar nada en manos de la improvisación de algunos de sus pupilos, quienes con más hormonas que neuronas puedan convertir a Venezuela en un charco de sangre, como muchos analistas han advertido. Es por esto que convoca a la experiencia de más de 350 años de vida en cinco personajes que serán claves para manejar cualquier transición que se presente. En esto no aparece Marx, ni el Ché. No es Nietzsche, ni Bolívar. Es mero y puro pragmatismo. «REAL POLITIK»

José Vicente Rangel Vale, es tal vez el operador político por excelencia, «la mano que mece la cuna», una suerte de anciano consejero del presidente que ha ocupado todos los cargos posibles menos el que tal vez más ha querido, pero siempre ha estado cerca del centro de toma de decisiones en los momentos más difíciles de este gobierno. Sus contactos con la oposición son numerosos, y no necesariamente débiles. Será el pivote mediático de este Consejo y tal vez el vocero del mismo.

Luis Brito García, quien sistemáticamente ha sido calificado por Rangel como el intelectual mejor preparado de Venezuela en la actualiadad representará el equilibrio humanista necesario para interpretar los procesos sociales que se gesten en los tiempos difíciles que se avecinan. Es un voto ganado de Rangel, y un hombre de pocas pero contundentes palabras.

Germán Mundaraín aprovechará su experiencia como Embajador, Representante Permanente de la Misión Permanente de la República Bolivariana de Venezuela ante la Oficina de las Naciones Unidas y demás Organismos Internacionales con sede en Ginebra – Suiza y tal vez funcionará como vocero ante el mundo de lo que el Gobierno considere deba conocerse. Será su misión la de garantizar la proyección conveniente de la situación venezolana y para esto contará con el apoyo de un viejo diplomático como Roy Chaderton Matos, quien desde la perspectiva de Embajador Representante Permanente de Venezuela ante la Organización de los Estados Americanos (OEA). tendrá como tarea garantizar que las amenazas de retirarnos de la CIDH no es un hecho aislado y compulsivo.

Este quinteto es completado por el Almirante Carlos Giacopini Martínez, militar graduado en Italia, de dilatada carrera en la Armada, de incuestionable valor estratégico y amplio ascendente en el sector militar. Tal vez, la única persona que pueda anular cualquier liderazgo carismático inconveniente entre los oficiales superiores y con suficiente autoridad para evitar que la anomia militar degrade en niveles que permitan la generación de ingobernabilidad.como elemento disuasivo. Por esto no aparece ningún oficial de perfil elevado en la convocatoria. Es la hora del perfil bajo, y de anular el efecto perverso de los intereses oportunistas.

Ahora bien, esta convocatoria intentará construir la transición, evitar que los cuestionados generales, ávidos de poder y con el pánico de ser presentados ante la justicia global asuman conductas impropias que favorezcan escenarios de altísimo costo social, político y económico para el país, y en especial para sus intereses particulares, familiares y foráneos, ya que no olvidemos el seguimiento que desde diversas latitudes se le hace a la situación política de Venezuela.

La convocatoria de este organismo será positiva para Venezuela, en la medida en la que las resultas de este cuerpo colegiado se orienten a dar cumplimiento a la Constitución Nacional, favorezcan la ejecución del cronograma electoral y garanticen el respeto a los resultados que estos generen. Si este Consejo manejará la transición garantizando la Paz Social, sus actuaciones deben ser bien recibidas por todos los venezolanos.

Si, por el contrario, con esto se pretende construir una «bisagra ilustrada» para una aventura alejada de la Carta Magna, todos los esfuerzos de este Consejo se estrellarán en la voluntad monolítica de un pueblo, que sin distingo político y sin tintes ideológicos desea PAZ y TRABAJO, elementos que garanticen el futuro digno de nuestras familias, y que no permitirán salidas inventadas ni transiciones inexistentes.

¡Amanecerá y veremos!

Los 10 Mandamientos de Noam Chomsky por Gabriel Reyes

Recibo de manos de un académico de la comunicación social un material que me pareció muy interesante ya que se le atribuye a un personaje públicamente admirado y recomendada su lectura por el presidente Chávez, como es Noam Chomsky. Dejo el texto para la lectura y posterior análisis, y cualquier parecido con la realidad que vivimos, seguramente es pura coincidencia.

Noam Chomsky y las 10 Estrategias de Manipulación Mediática

 

El lingüista Noam Chomsky elaboró la lista de las “10 Estrategias de Manipulación” a través de los medios

 1. La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

 2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

 3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

 4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

 5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.

 6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

 7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

 8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

 9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se auto desvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!

 10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

 @greyesg

Sendai Zea Abr 25, 2012 | Actualizado hace 12 años
¡El Otro Camino! por Gabriel Reyes

La dinámica política en Venezuela revela un aumento considerable de entropía, definida como desorden sistémico, que afecta todas las instancias y facetas de la vida ciudadana del país. Si revisamos los planteamientos de las últimas dos semanas, pareciera que la salud del presidente Chávez ha disparado las reacciones más diversas desde quienes pretenden ilusamente ser la mayoría de los venezolanos.

Las confesiones de un delincuente, que aparentemente prefirió enfrentar a la justicia foránea que a la local, tal vez por conocerla como pocos, han desatado una guerra verbal que trata de ser atacada desde diferentes frentes, cada uno de ellos asumiendo la desinformación como el instrumento seleccionado para una desesperada defensa. Ante las explosivas declaraciones de Aponte Aponte y el sorpresivo y lamentable asesinato del Gral Moreno, aparece una campaña de rumores sobre la salud del presidente Chávez que logra colapsar el espacio de las redes sociales durante el largo fin de semana que nos precedió, generando un análisis colectivo interesante. Ya el destino del personaje enfermo no es el principal factor de preocupación. La angustia es sobre la formulación de escenarios donde él no se encuentre presente.

Y son estos escenarios precisamente los que recogen los medios nacionales hoy sobre una supuesta reunión que señala el respetado periodista Hernán Lugo Galicia donde los principales líderes del chavismo debatían sobre el futuro de Venezuela. «El Presidente tiene cáncer. No es cualquier cosa y cualquier conflicto se puede desatar» – Del análisis de lo reseñado por Lugo, podemos inferir que la teoría de la ingobernabilidad autoinducida forma parte de las estrategias oficialistas.

Generar caos en los estados gobernados por la oposición mediante huelgas y otras manifestaciones es el comienzo del fin. Es aceptar que es necesario el desorden para evitar el disenso, que debemos romper las reglas de convivencia democrática para garantizar la perdurabilidad de un régimen personalista que parece condenado a seguir el destino de su líder.

Sin embargo, quisiera detener mi análisis en una frase que Lugo atribuye también a Castro Soteldo: «Hay que prepararse para que no haya elecciones porque la oposición está perdida y no querrá elecciones «.

Si la oposición está perdida y no quiere elecciones, el Gobierno debería luchar por lograr el orden social en todas las instancias y rincones del territorio para garantizar el cumplimiento del cronograma electoral y así celebrar un acto democrático que le garantice la victoria al oficialismo. De esta forma, y teniendo el oficialismo el control de todos los poderes públicos enseñarle al mundo que la mayoría de los venezolanos queremos seguir gobernados por Hugo Chávez.

Pero se impone el contrasentido, ya que el vocero oficialista anuncia la posibilidad de que no hayan elecciones porque la oposición no las quiere. Entonces,¿ quién gobierna en Venezuela?¿ La oposición? Y si no hay elecciones, quién queda gobernando? Si no hay elecciones, el chavismo seguiría al frente del poder. ¿O es que eso es lo que quiere la oposición? Esta cantinflada solo fue expuesta para descifrar un mensaje claro de proyección donde el escenario de un proceso electoral huérfano de candidato obliga al oficialismo a crear las condiciones para no celebrar elecciones el próximo 7 de Octubre. ¿Cómo se lograría eso?

La única manera de evitar que en Venezuela se respete y cumpla el cronograma electoral del 7 de Octubre es por la vía de la violencia, de las suspensión de las garantías constitucionales, por el cercenamiento de los derechos individuales y colectivos a la participación política, y estas acciones no las puede llevar a cabo la oposición. Esto sería ingobernabilidad autoinducida, y eso sería un reprochable y costoso error que pudiera significar un retroceso histórico con un elevado costo social.

Invito al gobierno, a los poderes públicos y a sus representantes, y quienes se declaran militantes o simpatizantes del chavismo, a trabajar con todo el esfuerzo posible en garantizar la paz social en Venezuela para que las condiciones sean las óptimas para celebrar el próximo 7 de Octubre comicios ejemplares. Estoy seguro de que toda la oposición democrática trabajaría con ustedes para que este objetivo se cumpla, ¡ya que otro camino sería demasiado trágico y doloroso!

@greyesg

Sendai Zea Abr 16, 2012 | Actualizado hace 12 años
La transición por Gabriel Reyes

Transición: «Situación o estado intermedio entre uno antiguo o pasado y otro nuevo, al que se llega tras un cambio».

Comprender el significado de este término cobra mucho valor en la Venezuela actual. De todos lados llegan mensajes de estrategias y planes de transición, dando como un hecho que el presente ya es pasado. Esta, tal vez, es una tentación que confunde el análisis objetivo de la situación. La realidad indica que Venezuela cuenta con un presidente que lucha por su vida ante una enfermedad que pudiera ser terminal. Pero, el presente sigue siendo el presente, a menos que algunos indicadores demuestren lo contrario.

La designación de Elías Jaua y de Nicolás Maduro como candidatos a las gobernaciones de Miranda y Carabobo respectivamente fueron anunciadas por el presidente Chávez a través de los medios, como la mayoría de sus decisiones, donde exhibe la autoridad que se confunde con autoritarismo en la materialización de su voluntad en todos los ámbitos de la vida política venezolana. Si es cierto que Aristóbulo Isturiz y Rafael Lacava reemplazarán en esas candidaturas a los nombrados por el Presidente, y este no ha hecho el anuncio respectivo, ¿qué está sucediendo? ¿Eso es suficiente para indicar que el presente que muchos manejan es pasado para otros?

De lo que podemos estar seguros es que estamos entre una situación de certeza y una de total incertidumbre, que no se corresponde con el cabal acatamiento de nuestra Carta Magna. La ausencia temporal o definitiva del presidente de la República no debe convertirse en punto de inflexión que defina un tránsito convulso, mucho menos violento. Por esto, debemos pensar que quienes sugieren esta suerte de entelequias discursivas como el «comando antigolpe» realizan un ejercicio de mera proyección donde asoman la real posibilidad de irrumpir el orden constitucional ante un estado de conmoción nacional. Son quienes ostentan los Poderes Públicos los únicos con cualidad y capacidad para suspender libertades individuales y colectivas, para impactar garantías y socavar de manera directa la gobernabilidad de Venezuela. Pero el pueblo venezolano, de profundas raíces democráticas no caería en la tentación de incursionar en el terreno del desorden como expresión de emociones encontradas. Y es aquí donde la Fuerza Armada, como garante de la democracia debería garantizar el cumplimiento de lo establecido.

De modo que para hablar de transición es obligatorio validar que el presente sea pasado, y así comenzar el camino pacífico hacia el futuro. El ejercicio de los escenarios es una oportunidad para validar que la probabilidad de planteamientos inéditos, de aventuras ilusas, de disrupciones del orden para evitar el cambio no son más que técnicas dilatorias para evitar el penoso tránsito que un grupo de personas tiene garantizado entre el poder exultante y la aplicación de la justicia. Por eso, civiles y militares debemos comprender que en el momento en el cual el presente se convierta en pasado, el estado intermedio a nuevas realidades tiene que estar enmarcado en el respeto a la vida, a las leyes y a la democracia.

Quienes no desean entender que el fin de su capítulo puede llegar en cualquier momento, no pueden arrastrar a inocentes a un destino incierto. Cada quien se labró el suyo, y el destino no se endosa…

Amanecerá y veremos…

@greyesg

Sendai Zea Abr 09, 2012 | Actualizado hace 12 años
El Sucesor por Gabriel Reyes

La escena del Jueves Santo sirvió de marco para despertar la necesidad de escribir sobre el tema. Es prácticamente imposible asumir el análisis político de la Venezuela actual sin interpretar la oración, que entre sollozos, le eleva a Dios, para que no se lo lleve todavía. De todo lo dicho, es esa palabra la que aturde: «todavía». ¿Es que ya se lo están llevando? ¿Es que el final es inminente? ¿Es que la necesidad de aferrarse a la vida lo lleva a exteriorizar el justificado temor por un final precoz? Si esto es así, ¿qué sucederá en Venezuela?, o planteado de otra forma, ¿quién es «el sucesor»?

En cualquier otra circunstancia de nuestra historia republicana, la sucesión no debió ser problema. La Constitución Nacional maneja mecanismos expeditos que garantizan que sin mayores traumas se realicen los reemplazos pertinentes, siempre con la legitimidad de origen del Soberano, y por la vía democrática. Pero en la Venezuela actual se hace un poco complicado asumir como un hecho que todo se hará «por el librito».

El Oficialismo no tiene un sucesor legítimo. Tiene un sucesor de poder, tal vez por ser el único que se supo mantener, entre subidas y bajadas, al lado del líder. En el momento que le tocó medirse entre los suyos no fue favorecido por el voto evidenciando el rechazo de quienes lo etiquetan como miembro de algo complejo de explicar que llaman «la derecha endógena», argumentos que tal vez son reforzados por hechos como por ejemplo que nunca haya visitado Cuba, al menos en misión oficial, o no contar con una foto con el Padre del Padre, algo así como el abuelo de la Revolución. Si tiene dinero o no, la oposición lo ha acusado, pero no hay pruebas aparentemente contundentes que lo condenen, ni siquiera hay juicios abiertos, solo eso, un estado de sospecha, algo que aún siendo infundado, despierta suspicacia entre tirios y troyanos. Posee innegables relaciones militares porque proviene de ese mundo, donde fue el líder innegable de su promoción. Pero, ¿son tan fuertes esos lazos castrenses como para contar con el apoyo ciego que evite el cumplimiento del mandato constitucional? Tiene poder político, como cabeza de uno de los poderes públicos y como mentor de un grupo importante de diputados oficialistas, de ministros, directores y otros funcionarios subalternos. Pero, ¿son tan fuertes estos lazos como para permitir que la Constitución Nacional sea ignorada?

El Gobierno tiene un sucesor legal. El Vicepresidente, en el cumplimiento de sus funciones, debería asumir la ausencia del presidente y esperar al proceso electoral, que en este momento ya está convocado por lo que, en cumplimiento al artículo 233 de la CNBV, sería presidente hasta el 7O, y luego asumiría quien resultara vencedor del proceso electoral. El problema es que no hay candidato suplente en las filas rojas. Faltando seis meses para la fecha, ¿quién sería el candidato? ¿Quién lo nombraría? ¿Tendrá tiempo para ganar unas elecciones prácticamente sobrevenidas? ¿Tiene chance cualquier otro candidato para mantener la conexión emotiva que generó el Presidente en los últimos 14 años? ¿El CNE modificaría el cronograma en función de permitir que el candidato oficialista «recupere» el tiempo perdido? ¿Eñ eventual candidato sobrevenido aceptaría su derrota el 7O?

El Presidente tendría un sucesor consanguíneo. Para nadie es un secreto que su hermano mayor, ductor histórico de su formación política, arquitecto de sus comienzos en la política y gestor de muchas relaciones entre elementos del gobierno también considera que tiene méritos de sobra (¿el apellido?) para suceder a su hermano, aunque no cuenta con el apoyo de ningún sector específico del oficialismo, ni goza de simpatía alguna del otro lado del río. Imaginarse al hermano como sucesor es algo que hoy suena contra natura, aún si consideramos que no puede ser nombrado a última hora vicepresidente para ejercer durante ese breve lapso.

Cuba tendría un sucesor. El Canciller parece ser la persona más cercana a los jerarcas de la «Patria Grande» del presidente, y cuenta con la confianza para ejercer la posición. Era para muchos el natural, pero algo sucedió, dicen que intrigas palaciegas, pero fue condenado a un incierto futuro como candidato de un estado en manos de la oposición, responsabilidad de la que nadie habla y tierra que sigue siendo ajena para quien no pierde las esperanzas de conducir los destinos del país, como ha conducido otros entornos.

Luego hay una lista de outsiders, desde el «exitoso» gerente petrolero, el senil periodista, hasta quien parece se «fumó una lumpia» aspirando ocupar un sitio que no le pertenece. Pero, sin ninguna duda, en caso de que el Presidente deba retirarse, el sucesor será presidente solo por poco tiempo. La salida a esta encrucijada es pacífica, electoral y democrática y será el próximo 7 de Octubre la fecha en la cual la voluntad popular decidirá nuestro futuro. Cualquier otra aventura, será solo eso, una aventura, que podrá pasar de gracia a morisqueta, representando un costo social que no puede, por ninguna razón, ser permitida por los venezolanos de buena voluntad, que gracias a Dios, somos la mayoría…

¡ Amanecerá y veremos!

@greyesg

El desenlace fatal no es una constante, pero muchos manejan el asunto como un hecho consumado…
Entre los pasajeros de un tren que partió hace muchos años a recorrer su destino, la remota posibilidad de perder al líder representa una tragedia, más por la orfandad que implica tal ausencia que por la solidaridad con el camarada que debió ausentarse. Y es que resulta impreciso acotar cuál sería el destino de quienes se embarcaron en este tren y ahora sienten que va sin frenos hacia adelante, pero sin un rumbo conocido.
Ya los primeros comenzaron a lanzarse del bólido en marcha. Asumieron que las lesiones que les produzca la aparatosa caída serán sanadas por el tiempo. Tal vez lleguen caminando a su destino final, tal vez nunca lleguen porque están extraviados en medio de la nada, pero prefieren la incertidumbre sobre sus propios pies que la duda en la consecuencia del descarrilamiento que se avecina.
Otros, juran mantenerse embarcados en la unidad, aferrados al sueño del hombre invencible, o a la resistencia mundana de desprenderse de los placeres hasta hace poco desconocidos y que hoy disfrutan con total lujuria. Estos están resignados a no tener un futuro diferente al actual, porque entienden que en cualquier situación alternativa no tienen cómo justificar nada de lo que tienen, ni sus fortunas, ni sus prebendas.
Corren hacia los últimos vagones quienes, en silencio, esperan ser pasajeros del tren en desgracia, pero aspiran salir sin ser vistos después de lo imprevisto, a disfrutar del beneficio de una cleptocracia generosa que los ha convertido en «gente», precisamente criticando a quienes hoy son sus referencias. Orwell no pudo estar más acertado. Todos viven hoy en la casa del amo defenestrado y comen y beben lo mismo que tanto criticaron. Se visten con sus ropas, fuman sus cigarros, pero saben que el tren avanza hacia sitios desconocidos y tienen fe de probar en otras latitudes con el producto de su «patriótico esfuerzo».
Dentro del tren hay pasajeros que entienden lo que sucede, que saben que no conocen el destino del tren, que no quieren ser víctimas de la inercia del móvil en rápido desplazamiento hacia rumbos y parajes desconocidos. Ellos tienen rato utilizando la radio de la unidad pidiendo auxilio, ofreciendo lo que no tienen y prometiendo lo que no cumplirán. Algunos son escuchados y tal vez, en una operación sorprendente, sean rescatados antes del momento final. Siempre es necesario contar con testigos que le expliquen al mundo, cómo el tren llegó hasta allí.
Mientras todo esto sucede, un pueblo expectante no puede contener la angustia que representa el hecho en sí mismo. Un grupo no sabe aprovechar la circunstancia y ya comienzan a pelearse por la ruta del tren sin destino. Otros simplemente se aferran a la esperanza de contar con otro vehículo diferente, tal vez más modesto, un autobús quizás, que los lleve a un sitio seguro a esperar que pase la tormenta. El ruido del silencio invade los corazones de quienes pensaron que podían vivir todos estos años echándole carbón al tren sin ensuciarse las manos. Ahora quieren sentarse como público de galería a comentar el incidente. Es tarde para ellos. Ya los conocemos!!
El final de la historia no puede ser diferente a una que enlutará a un sector de la sociedad. Hay pasajeros inocentes viajando en ese tren. No supieron lo que hacían allí, pero creyeron que el chofer conocía bien la ruta. Los más vivos creyeron que esto no sucedería nunca. Tal vez para ellos la historia del mundo era un pasquín sin interés. Hoy se reafirma aquello que dice que cada quien tiene su destino escrito. Solo es cuestión de tiempo…
Amanecerá y veremos…