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Impacto

Ene 12, 2015 | Actualizado hace 9 años
Golpe, golpe y más golpe por Armando Durán

Golpes

 

Más o menos así definía Ramón Piñango, en un tuit del 27 de diciembre, lo que sucedía en la Asamblea Nacional y en las calles de todo el país. Golpes parlamentarios para garantizar el continuismo cada día más totalitario del régimen y descalabros muy penosos en supermercados y farmacias. Imagen categórica de un proceso degenerativo que ha venido destruyendo sistemáticamente a Venezuela a lo largo de estos últimos 15 años, hasta colocarla en su muy difícil situación actual, que a todas luces, inexorablemente, se le escapa de las manos a un Nicolás Maduro tan desconcertado que ni siquiera logró hacerse escuchar en Pekín.

Por supuesto, el primero de los golpes chavistas ocurrió el 4 de febrero de 1992, fecha de la frustrada intentona de Hugo Chávez contra el sistema democrático, todo lo deficiente y agotado que se quisiera entonces, pero proceso democrático al fin y al cabo, con sus mecanismos de rehabilitación intactos. Golpe que ha continuado en su labor devastadora hasta este fin de año, cuando a partir del 22 de diciembre el chavismo se apoderó en la AN, una vez más y sin contratiempo alguno, de todos los poderes públicos, comenzando por el mal llamado Poder Moral.

Después le tocó su turno al CNE, estructura esencial del continuismo, para dejar bien instaladas en su sitio nada más y nada menos que a Tibisay Lucena y a Sandra Oblitas. Un acto en que solo se sustituyó al supuesto representante de la “alternativa democrática”, Vicente Díaz, en verdad instrumento invalorable del régimen para poder jugar a su antojo con la voluntad de los electores, como aspiran a seguir haciendo con su sucesor en el directorio.

El último episodio de esta obscena seguidilla de trancazos inconstitucionales se produjo con la selección de los nuevos 12 magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. Decisión como las otras perfectamente previsible desde siempre, gracias a la sinrazón de gestos como el infeliz disimulo de Edgar Zambrano, quien, estando presente en la AN a la hora de la votación, hizo que su suplente, que no estaba incorporado, cargara con la vergüenza de darle su voto a representantes del chavismo menos democrático. Como si con esa infantil argucia pudiera ocultar su enmascarada colaboración con el régimen, a cambio de unos pocos espacios de interés personal y beneficios materiales.

No obstante, el régimen no ha podido encubrir dentro ni fuera del país su bancarrota material y espiritual. El rechazo chino basta para medir la magnitud de ese desastre. En estos 15 años los gobernantes chavistas han realizado el milagro de hacer desaparecer millardos y billones de dólares sin rendirle cuentas a nadie, le han abierto de par en par las puertas del país a la hiperinflación, el desabastecimiento y la inseguridad, y han transformado estos días, que en todo el mundo son de alegría y desenfado, en un elogio masivo a la locura oficial y la miseria de la población.

Los tumultos y las riñas que a diario estallan en comercios y farmacias apenas son los signos más visibles de la indignante humillación que sufren los ciudadanos de todas las tendencias y reducen a Venezuela, nación que cada día lo es menos a pesar de que hasta hace muy poco era el espejo en que trataban de mirarse otros pueblos menos afortunados de la región, a un simple poblado bajo amenaza de colapso como casi segura opción presente y como preludio del abismo al que nos aproximamos ominosamente, sin que haya ya puertas que se les abran a nuestros gobernantes en ningún rincón del planeta y a la vista de golpes tras golpes tras golpes que nos condenan, sin remedio, a enfrentarnos al nuevo año con la certeza abrumadora de que solo podemos esperar lo peor.

@aduran111

El Nacional 

Ene 06, 2015 | Actualizado hace 9 años
El trasvase por Beatriz de Majo

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Una de las inquietudes que agobia a los ciudadanos de los países vecinos de Colombia tiene que ver con las consecuencias para ellos de un eventual éxito de las conversaciones de paz con la guerrilla de las FARC y el retorno de los terroristas a la vida civil. La pertinencia de esta angustia es total, porque la activación de la normalidad para un contingente tan importante de criminales –que podrían pasar de 12.000 en  número–, cuya ocupación más reciente no les proporciona armas para fraguarse un porvenir adecuado en la vida ciudadana, podría colocar a muchos en la necesidad de refugiarse en el crimen o en el narcotráfico.

Si Colombia, para ventura propia, transitara, al fin, la entrega de las armas de los insurgentes, estaría obligada a blindarse por distintas vías para proteger a los suyos de una distorsión social como la planteada, una que se ha producido ya en el terreno del paramilitarismo y en otros ejercicios de pacificación en Colombia y el mundo.

La vulnerabilidad de Venezuela en este caso es superlativa. En primer lugar, porque la atención del gobierno colombiano, para que la paz sea realmente un avance plausible y estable, deberá volcarse a evitar el retorno de los desmovilizados a sus tropelías de antaño, dentro del territorio propio.

En segundo lugar, porque un trasvase hacia Venezuela, siguiendo el criterio que siempre ha prevalecido en Bogotá de que sus responsabilidades llegan hasta la frontera, lejos de inquietar a los gobernantes pudiera presentar, si no una salida adecuada, al menos no un problema ni inmediato ni grave que atender. Venezuela está tan obligada a proporcionar a su población orden, como Colombia.

La porosidad de nuestra frontera está allí para hacernos la tarea más dura, y nuestra debilidad institucional en el manejo de los crímenes, del secuestro, de la droga y del delito en general no se constituye precisamente en una pared de hormigón difícil de atravesar para los antisociales. Veamos, si no, hasta dónde han llegado los niveles de violencia y de impunidad en Venezuela en los últimos 15 años.

Hay que atenerse a que algunos frentes guerrilleros que se nutren de los jugosos proventos de la droga habrán de considerar mucho más relevante el negocio del narcotráfico que el de la paz. No hay que ignorar que quienes pactan el silencio de las armas por el lado guerrillero no recibieron un mandato de sus bases y actuaron por la libre en La Habana. Eso deja muchos frentes huérfanos de autoridad y en absoluto obligados a respetar  acuerdos de paz en los que no tuvieron voceros designados.

¿Dónde mejor refugiarse, pues, que en un territorio con poca vigilancia e inexistente imperio de la ley, como el nuestro?

Todos somos del criterio de que un acuerdo de paz que traiga la tranquilidad que merece la nación hermana es lo mejor que le puede pasar a Colombia. Pero puede no ser lo mejor que le ocurra a Venezuela si la consecuencia es el aumento de la criminalidad y del narcotráfico de este lado del Arauca.

¿Es ello una razón para oponerse? Sin duda que no.

¿Es ello una razón para que aquellos veedores y garantes del proceso de La Habana que portan pasaporte venezolano se inquieten y pongan sobre la mesa las perniciosas consecuencias  para nosotros como receptores de tal perverso trasvase?

La respuesta la tiene el gobierno.

 

@beatrizdemajo

El Nacional

Una razón llamada Mónica por Leonardo Padrón

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 A  Mónica Spear

La noticia esperó que abriera los ojos y saltó sobre mí. Tenía un mensaje en el teléfono, acechándome desde una hora antes: “Primo, ¡qué horror lo de Mónica Spear!” Aún medio dormido, de vacaciones en el imperio, podía pensar cualquier cosa ante una frase tan ambigua. Pero ella no era persona de escándalos, así que no ensayé   especulaciones y le escribí a mi primo: “¿Qué pasó?”. Y entonces vino la frase estremecedora: “¡La mataron anoche!”. Fue un corrientazo eléctrico. Abrí el Twitter y no había prácticamente otra noticia. La red social era un estupor gigante. Me brotaron dos palabras, ahogadas de pánico: “¡Dios mío!”. Fueron apenas un susurro, pero contenían tanto asombro que despertaron a mi pareja. Cuando le conté a Mariaca que su amiga y ex-compañera de trabajo había sido asesinada atrozmente – junto con su esposo- en una carretera venezolana, el dolor se convirtió en nuestro compañero de viaje. Desde entonces, hay un crujido que no cesa.

No es difícil imaginar el terror que vivieron Mónica y Henry. La sorpresa ante la aparición de los delincuentes. La impulsiva reacción de encerrarse en el carro y agazaparse. El espanto ante la suerte que pudiera correr Maya, su hija de 5 años. Los gritos siniestros de los hampones. Los balazos salvajes. La muerte entrando con furia en el vehículo. Y Maya sola, solísima, en ese desamparo inexplicable, con sus padres durmiendo para siempre, sin beso de buenas noches, como era antes, como eran todas las noches. Antes.

La indignación no cabe en el idioma.

Mi breve estancia en Miami estuvo signada por la terrible muerte de Mónica. No pude soslayar las peticiones de entrevistas de medios como CNN en español, NTN24, o “Al Punto”, el celebrado programa de Jorge Ramos en Univisión. No era nada agradable hablar de Venezuela en términos tan desoladores. Así le pasó a muchos de los artistas y creadores que hoy viven un exilio forzoso en el estado de Florida. Fue un reencuentro de mucho afecto y duelo. En todos los abrazos estaba Mónica. Y en todos los diálogos: la inseguridad como la causa primera de tantas migraciones. Me cansé de oír anécdotas de sangre y miedo. Y esa asfixia, en la punta de las palabras, que se llama desarraigo.

Un humorista y músico que vive en Coconut Grove desde hace un año huyó del país por la sobredosis de violencia: “Lo menos que quería es que una noticia como la de Mónica me diera la razón”. Me habló de dos amigos suyos en terapia intensiva por atracos armados. Esos nunca aparecen en las estadísticas: los sobrevivientes. Me contó del día que se tomaba un café en un centro comercial caraqueño y se le acercó un viejo compañero de farra: “¿Y tú de verdad no te piensas ir del país?”. El alzó la mirada, sin comprender, y el amigo descolgó una frase inesperada: “Estoy en mitad de un secuestro”. Y siguió caminando, vigilado por un hombre y una mujer que lo conducían a un cajero electrónico, y luego, quién sabe adónde.

Las protagonistas no deben morir. Ese es un axioma de hierro que los escritores de historias de amor suelen respetar. Se trasgrede mínimas veces. Mónica Spear, en un perturbador guiño a su destino, murió en tres ocasiones en la ficción. La primera vez en una telenovela de RCTV, ese canal de televisión que también asesinaron. Las reinas tampoco mueren. Pero de nada sirven las palabras. Miss Venezuela 2004 volvió a su país para visitar su lado más luminoso. Y la oscuridad del país la exterminó. La violencia es hoy el sustantivo que nos define. Una palabra que escupe sangre. Una palabra que nos rompe el ánimo. La violencia es el verdadero paisaje del país. El fallecido presidente Chávez viajó a la ONU para descubrir el olor del azufre. Nosotros sólo tenemos que bajar el vidrio de nuestros carros. O accidentarnos en un tramo del camino. Ese es el asfalto de nuestras autopistas: el infierno.

Somos el país de la desmemoria. Solo reaccionamos ante el titular del día. Toda noticia es desplazada por otra. Estamos condenados -diría Hector Lavoe- a ser un periódico de ayer. Recuerdo el impacto nacional ante el asesinato de Yanis Chimaras el 24 de abril del 2007, el día que iba a grabar el último capítulo de Ciudad Bendita. A Pedro Lander pidiendo un minuto de aplausos en la Asamblea Nacional. Las palabras dichas. Los golpes de pecho. Recuerdo la conmoción por el secuestro y asesinato de Libero Laizzo, el manager de la banda musical Caramelos de Cianuro, en el 2012. Los músicos y artistas reunidos en distintas plazas clamando por el derecho a la vida de los venezolanos. Y cien artículos más sobre el problema de la inseguridad. Recuerdo, ese mismo año, el disparo en la cabeza que recibió el cantante OneChot y su milagrosa supervivencia. Más artículos. Más indignación. Más peticiones de políticas de seguridad al gobierno nacional. Todo se fue diluyendo con otras noticias, nuevas elecciones, más escándalos. ¿Quién dice que esta vez no va a pasar lo mismo?

Me niego a este Alzheimer que nos designa. Pido que el asesinato de Mónica no se convierta en olvido. Escribo tercamente sobre ella este domingo porque no quiero que la noticia comience a ser pasado.  Que ninguna de las muertes violentas que ocurren en nuestra tenebrosa cotidianidad sea olvidada. Ni la del bartender del Auyama Café, Luis Ánderson Jaimes, asesinado por 3 policías molestos por una cuenta excesiva; ni la de Daniela Sierralta, de 24 años, asesinada y quemada en un tiroteo entre dos bandas delictivas; ni la de Yris Margarita, asesinada en una camioneta de pasajeros en la Avenida San Martín; ni la de Orlando José Páez, mecánico asesinado con 5 balas en la Avenida Sucre; ni la del escolta de la Vicepresidencia, ni la del efectivo de Polisucre, ni una inacabable, vergonzosa, lista de venezolanos caídos bajo el mordisco letal de la violencia.

El hilo de sangre de Mónica Spear recorrió el mundo. El lunes 13 de enero, en el Nuevo País, la periodista Jurate Rosales hizo un recuento minucioso de la onda expansiva: “Lo mundial de la noticia llena siete páginas de nombres de medios que la publicaron. Llama la atención que países muy lejanos le dieron espacio: Kuwait Times en Kuwait: The Press en Nueva Zelanda; el Daily News en Filipinas; The Herald en Suráfrica; el VietNam News; Gulf News  en los Emiratos Árabes Unidos; The Post en  Zambia; The China Post  en Taiwán; The Daily Telegraph (Sydney)  en Australia; The Borneo Post  en Malasia y los únicos medios donde no encontré la noticia fueron los dos principales periódicos rusos: Izvestia y Pravda”.

Tamaña consecuencia pulverizó en segundos el fatuo intento del ministro de cinismo, perdón, de turismo, en posicionar a Venezuela como un país “Chévere” ante el planeta. El impacto mundial le debe haber quitado el sueño a Nicolás Maduro. Porque eso es lo que les importa: su incierta reputación. Solo así se entiende que tantas declaraciones de voceros oficialistas pidan que no se politicen las muertes de Mónica Spear y su esposo. Esta revolución ignora la incompetencia de sus políticas, el fracaso de sus planes de seguridad, la corrupción de sus policías. Sólo habla de responsabilidades ubicadas en el remoto pasado. Y entonces, gacetilla aprendida, salen algunos figurantes de reciente data en el elenco revolucionario a decir que la violencia en el país es culpa de los gobiernos de la 4ta. República. Uno de ellos, actor de telenovelas, llegó incluso a decir, en un programa de televisión, que el epicentro de este desastre se llama Rómulo Betancourt. Vaya, vaya. Si seguimos desenhebrando el hilo llegaremos a Isabel La Católica y el tozudo genovés que le pidió un dinerito para venir con sus tres barcos llenos de truhanes a descubrirnos en la pionera de todas las misiones: la Misión Nuevo Mundo.

Mónica Spear fue la protagonista de una novela que escribí llamada “La Mujer Perfecta”. La historia ironizaba sobre la obsesión de la mujer venezolana por la búsqueda de la eterna juventud. Decidí, entre varias tramas alegóricas, depositar la responsabilidad mayor en una protagonista cuyo rasgo principal era tener Síndrome de Asperger. Caracterizar a un personaje con esa condición implicaba una gran exigencia actoral. Era un personaje en la cuerda floja. Si no lo hacía bien, la novela naufragaría, sin duda. Micaela Gómez debía apreciarse “distinta” al resto del elenco y a la vez generar fuerte empatía con el televidente. Hablarles a los otros personajes sin verlos a los ojos. Esquivar el tacto del hombre que la enamoró. Manejar la comedia y el drama desde una levedad perenne. Descubrir el sentido figurado del idioma.  Transmitir fragilidad y franqueza a manos llenas. Ser Micaela Gómez podía hundirla o terminar de consagrar su carrera.

Nunca olvidaré el día en que Mónica Spear y yo nos reunimos a hablar del personaje. Más allá de su abrumadora belleza y su dulzura sin pausa, había en ella un nivel de compromiso total. Leyó hasta la última letra los libros que le sugerí, vio varias veces las películas indicadas y aceptó con entusiasmo reunirse con la gente de Sovenia (Sociedad Venezolana para Niños y Adultos Autistas) y compartir largamente con personas con Síndrome de Asperger. Mónica Spear lo hizo todo y más. Lo que ocurrió en pantalla fue rotundo. Conquistó al público milimétricamente. Hizo que muchos espectadores descubrieran la condición de Asperger en ellos, o en sus hijos y parientes. Logró que los comenzaran a respetar en sus sitios de trabajo o estudio. La sinceridad sin filtros de Micaela convocó a una legión de admiradores. En las elecciones parlamentarias de septiembre del 2010 la gente en las redes sociales pedía a gritos que Tibisay Lucena fuera sustituida por Micaela en el CNE. Terminó siendo Trending Topic varias veces. Incluso, la noche de su primer beso con el protagonista. Lo había logrado. Durante 120 capítulos dibujó una obra maestra. Mónica Spear se había convertido en La Mujer Perfecta.

Ahora es un cadáver. Una muerte absurda. Una estadística subrayada. Una razón para la indignación definitiva. Una causa para luchar por el derecho a la vida de los 28 millones de venezolanos que aún se atreven a transitar por el mapa de sus pesares. Ahora es un dolor. Un dolor que exige un país distinto. Un país donde quepa la vida. Eso merecemos. En nombre de todas las Mónicas que matan diariamente en este corral de balas llamado Venezuela. Es totalmente inaceptable que la verdadera protagonista en este país sea la muerte.

Leonardo Padrón

www.leonardopadron.com

estrategia

¿Cuál debe la estrategia de la alternativa democrática ante  el escenario de un  precio del petróleo  de 46 dólares el barril  y una aceptación de solo 22 puntos del presidente de facto? Algunos, como José A. Gil Yépes  plantean que ¨no hay que sacar a nadie¨ y que  la caída del precio del petróleo ¨es una oportunidad de entendernos porque vamos a tener que jugar en equipo para poder meter gol¨. Otros, como Luís Vicente León, solo consideran sensato acudir a elecciones argumentando que otras opciones no son viables por aquello de ¨con qué  se sienta la cucaracha¨. Respetamos esas opiniones, pero muchos   pensamos que  ante un régimen totalitario se requiere de   algo diferente.

En caso de seguir la estrategia de cohabitar  con el régimen ¿qué podemos conseguir? ¿Acaso no secuestró  nuevamente al CNE, la Fiscalía, Contraloría, Defensoría del Pueblo y TSJ? ¿Acaso el capataz de la Asamblea y el presidente de facto y todas sus focas han ofrecido una amnistía para presos políticos y exiliados? ¿Acaso los tribunales han dado  señales de imparcialidad y de no arrodillarse ante el Ejecutivo? ¿Acaso hay signos de que el régimen estaría dispuesto a rectificar  su obsoleta visión de la economía  y persecución a los medios de comunicación?  Entonces, ¿qué se  puede conseguir con jugar en equipo? ¿Acaso lograríamos más diputados con una estrategia de apaciguamiento o, por el contrario,   muchos votantes  se sentirían confundidos?  ¿ Acaso queremos que nos sigan metiendo goles?  ¿Puede alguno de los proponentes de la cohabitación   informar si   con esta estrategia lograríamos contribuir a que tengamos una mejor calidad de vida?

La estrategia de  ¨solo elecciones¨ sería válida en democracia, pero ante un  totalitarismo tiene el escollo difícilmente superable del enorme ventajismo oficial basado en el control de los poderes del Estado y en los recursos de Pdvsa. Sin duda que dado el derrumbe del apoyo del pueblo al régimen, la alternativa democrática tiene una gran probabilidad de ganar las parlamentarias a pesar de lo mencionado. Quizá el punto a discutir es cuántos diputados podemos obtener. Caso de no  conseguir las dos terceras partes de las curules es poco lo que lograríamos cambiar, es decir requerimos como mínimo lograr 110 diputados. Ello es posible, pero poco probable,   si no adoptamos una estrategia   de mayor confrontación, recalcando los errores del régimen y divulgando lo que haría la alternativa democrática al llegar al poder.

Sobre la confrontación se ha creado el mito de que es necesaria evitarla porque  la gran mayoría la rechaza. Ciertamente todos preferiríamos vivir en armonía y por ello la respuesta a las encuestas,  pero también a nadie le gusta vivir con escasez de los bienes básicos, con elevado costo de la vida, con inseguridad, con deficientes servicios de salud, educación y transporte,  con persecuciones por pensar diferente y con cadenas para anunciar que harán anuncios o para promover conucos. Caso de no confrontar firmemente al régimen en estos y otros aspectos estaremos acostumbrando a los ciudadanos  a aceptar lo   que tenemos y no se sentirán motivados a contribuir al cambio necesario. Para lograrlo se requiere integrar una unidad monolítica entre la sociedad civil y los partidos políticos para  votar, hacer resistencia  y confrontar. Ciertamente esto último no es cómodo, ni sencillo, pero es condición necesaria aunque no suficiente para  salir del presidente de facto. Caso contrario seguiremos votando y seguiremos declinando  como país y como ciudadanos.

Como en botica:  Quien practica el terrorismo de Estado ofreció canjear a Leopoldo por el  puertorriqueño Oscar López, preso y sentenciado en los Estados Unidos a 70 años por usar la fuerza para robar,  transporte de armas y explosivos,   conspiración sediciosa e intento de fuga.   Leopoldo solo llamó a manifestar pacíficamente  y no hay   prueba de que cometió algún delito, sin embargo el perverso de Miraflores lo tilda de monstruo y de asesino. Vicente Díaz cumplió dignamente en su cargo en el CNE, pero su referencia a Lucena y Oblitas declarando que  ¨conozco bien a esas señoras. Ninguna es capaz de permitir que se alteren los votos¨,  no es una afirmación cierta ya que ellas permitieron  irregularidades y ventajismos y no autorizaron  una auditoría  completa. Eso,  don  Vicente,  constituye una alteración de  votos, aunque quizá no en las máquinas El mejor regalo de navidad es el video¨La otra cara de Venezuela¨, de Patricia Helena González Pacheco. Efectivamente, tenemos una cara con gente muy valiosa y paisajes muy bonitos. Solo tenemos que descartar  a los malandros  comunes y a los  que nos gobiernan. Lamentamos el fallecimiento de Gilberto Aurelio  Morillo C. gran luchador contra la dictadura de Pérez Jiménez y padre de Gilberto Morillo, compañero de Gente del Petróleo .  ¡ No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

Ene 05, 2015 | Actualizado hace 9 años
Entre vacas flacas y esperanzas por Oscar Arnal

bolívares

El año 2015 será un año muy difícil para los venezolanos. El periodo de las vacas gordas se evaporó después de década y media de altos precios del petróleo. De siete dólares el barril en 1998, último año de la administración Caldera, llegó a promediar alrededor de cien. Ahora cuando vuelven las vacas flacas con el desplome del crudo somos más dependientes del rentismo petrolero.

Si algo afectó la «República Civil», donde por primera vez en la historia y durante 40 años se alternaron a través del sufragio presidentes electos por el pueblo, fue la «montaña rusa de los precios petroleros», que subieron y bajaron de manera súbita en múltiples oportunidades.

Antes de la aparición del petróleo, Venezuela fue uno de los países más pobres de la América Latina, a tal punto que a principios del siglo XX no se pudieron pagar las deudas y nuestras aduanas fueron asaltadas por las potencias europeas.

El oficialismo gastó más de la cuenta para asegurar los comicios presidenciales y municipales del 2012 y 2013. Y no ha habido correctivos. El 2014 sin evento electoral alguno era ideal para tomar las medidas indispensables en función de sincerar la economía. Sin embargo, se perdió la oportunidad.

Los ajustes para corregir los males que nos azotan: inflación, escasez y pérdida del valor adquisitivo de la moneda, entre otros, podrían hacer reflotar la economía en el mediano y largo plazo. Aunque ahora será mucho más difícil implementarlos con la caída de hasta 40% de la factura petrolera. Sin el carisma inconmensurable del finado y con el costo político en año electoral.

De alguna manera, se repite la fábula de la gallina de los huevos de oro. El dueño del animal, en vez de cuidar y alimentar a la gallina, que le ponía un huevo todos los días, terminó con su vida, pensando sacaría todos los huevos de una sola vez. Es lo que también ha pasado con el incremento del clientelismo y el gasto, llegándose a límites insostenibles. El cortoplacismo electoral acaba con el largo plazo. Hay que cuidar aquello de que «después de mí, el diluvio».

Las dos potencias económicas del planeta, EEUU y China, han demostrado que para que exista crecimiento debe haber una economía abierta y con seguridad jurídica. En América Latina, Chile y México, con más de 80 tratados de libre comercio, están entre los que más avanzan. A tal punto que en el país azteca ahora abren las puertas a las inversiones hasta en la estatal industria petrolera.

Un viraje de 180 grados en Venezuela derrotaría a quienes especulan contra la moneda y se aprovechan para apalancar ganancias. Desde que se inauguraron los controles de cambio el centro de la corrupción gira en torno a los dólares preferenciales. Con el consecuente círculo vicioso. Paradójicamente para acabar con el problema monetario e inflacionario habría que liberar el uso de otras monedas o adoptar alguna o algunas distintas al bolívar sin necesidad de eliminarlo.

Investigaciones rebelan que los países sujetos al derecho de origen anglosajón han progresado más. Entre otras razones debido a que lo que está en el subsuelo pertenece a los particulares. Hay más estabilidad. A que la influencia del calvinismo apuntala una moral que castiga la impunidad.

La estatización y las múltiples expropiaciones, en las más distintas áreas de la economía la han colapsado. Han aumentado la ineficacia y la corrupción. Fue lo que sucedió en Perú, en la época de Velasco Alvarado. Lo que provocó su caída, la del muro de Berlín y del modelo marxista. Rectificar y devolver estas propiedades al sector empresarial podría atraer las inversiones que el país está necesitando y empezar a generar confianza. El gobierno debería salir de las empresas que le son deficitarias y que desangran el patrimonio. Es la mejor manera de reducir gastos y generar nuevos ingresos con su venta y los impuestos que empezarán a producir sus ganancias. Una forma de dinamizar la economía. Que tendría que complementarse con la eliminación de subsidios no indispensables, la unificación cambiaría y la reducción al mínimo de las dádivas petroleras. Solo manteniéndolas a aquellos países donde el estado de la economía y la pobreza estén en peores condiciones que la nuestra.

Las cifras del Latinobarómetro de América indican que 80% de la población, proyecta un peor 2015. Lo que indica que las expectativas están muy bajas. El gobierno tomando las previsiones anunció que se reserva la publicación de las cifras económicas.

En el 2015 tendremos elecciones parlamentarias. A pesar de la desconfianza que existe con relación al CNE no hay que sembrar aún más dudas. Una parte de quienes no votan, no concurren por el argumento del fraude. Si la alternativa democrática participa de manera masiva logrará la mayoría. La oposición debe unirse, llamar a votar y no caer en la trampa de la violencia.

@OscarArnal

osarnalg@ucab.edu.ve

Ene 05, 2015 | Actualizado hace 9 años
Venezuela: una nación destruida por Luis Carlos Vélez
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Los regímenes totalitarios, como el de Nicolás Maduro, viven en un mundo imaginario donde la verdad es sólo aquella que les conviene.

Esa realidad paralela, donde abundan los borregos y los áulicos, está construida bajo la premisa de que el único bueno es el líder y lo demás, que pueda hacer pensar de una manera diferente, es la encarnación de lo prohibido, lo enemigo y lo detestable.

Venezuela sólo da pasos hacia atrás desde que Hugo Chávez entró al poder. Sin embargo, ese ritmo de destrucción se ha acelerado desde que su sucesor, Nicolás Maduro, es presidente. Desde entonces, la nación ha puesto el pie en el acelerador en el camino hacia el despeñadero económico, llegando formalmente la semana pasada a la recesión.

Nunca antes ese país, otrora envidia de millones en América Latina, había estado en peores condiciones económicas. Sólo en 2014 su inflación fue superior al 60%, una de las peores en el planeta, y su crecimiento por dos períodos consecutivos, negativo.

Esta situación se ejemplariza con tan sólo recorrer las calles de Caracas. Hacerlo es una invitación a la muerte y la melancolía. Tan sólo el camino del aeropuerto de Maiquetía al centro de la ciudad es una lotería. La vía es una de las más accidentadas y violentas del continente. El viaje, de una hora de duración, es una verdadera carrera de obstáculos. El recorrido se hace a gran velocidad, evitando cruzarse con camionetas de vidrios negros que cierran a los otros autos y que ante la más mínima provocación dejan ver a sus pasajeros armados y dispuestos a disparar. Tampoco se puede confiar en la fuerza pública, ya que si identifican que la tripulación es extranjera, harán todo lo posible para amedrentarla y, en el mejor de los escenarios, buscar un soborno. Y ni hablar de las pandillas armadas de motociclistas vestidos de rojo revolución, que a altas velocidades, y usando sus bocinas para ensordecer a los demás, arrinconan los autos golpeando sus espejos laterales y puertas con el único objetivo de mostrar fuerza, al mejor estilo de Mad Max. De los años de opulencia anteriores a Chávez y Maduro sólo quedan unas autopistas viejas que, como en La Habana, hacen entender que alguna vez en el lugar reinó la prosperidad.

El socialismo del siglo XXI destruyó Venezuela y los valores de la mayoría de sus habitantes. Ese modelo económico romántico y adusto no sólo acabó con la industria del país, sino que también creó un modelo económico alterno de sobornos y aprovechamiento de la ley que únicamente le generó beneficio a quien, dentro del Gobierno, tenía las armas y la fuerza para someter a los demás.

La tasa de cambio siempre fue testigo de los abusos. Y aunque desde el palacio de Miraflores hicieron todo lo posible para decir que las devaluaciones de la moneda eran producto de una guerra económica y se crearon tasas de cambio alternas para esconder el problema de fondo, siempre mostró que los desbalances económicos eran reales e insostenibles.

Ahora ya no hay petróleo caro para financiar la rampante corrupción ni la ineficiencia de los agentes gubernamentales.

Tampoco hay un líder fuerte para que a punta de rifle, insultos, y miedo mantenga la sumisión y el orden ficticio que ese tipo de regímenes crea. Y para cerrar el cuadro, cada vez es menor el respaldo internacional. Sin plata no hay cómo comprar conciencias en el continente, ni mucho menos para financiar el Alba o canales de TV para distribuir el lavado de cerebro. Ahora, con los acercamientos entre EE.UU. y Cuba, Maduro se quedó sin el demonio al que echarle la culpa. Una que sólo le pertenece a él y su imposibilidad de gobernar.

En plena campaña política para las más recientes elecciones presidenciales en Venezuela, le pregunté a Henrique Capriles para qué quería ser presidente de un país que en el corto plazo se iba a reventar económicamente. Me respondió que era su deber y que el país no aguantaba más. Efectivamente, el país no aguantó más. Ahora que está reventado, la verdadera revolución para acabar con este período de espejismos cubanos revolucionarios, debe comenzar.

 

El Espectador 

Por generación espontánea por Carlos Blanco

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¿De dónde salieron los candidatos vinculados a la oposición para los cargos en el CNE, Poder Ciudadano y Tribunal Supremo de Justicia? Parece que de la nada. Típico caso de paternidad irresponsable. Tiene algo de injusto porque cuando los postulantes abandonan a los postulados, suena a que éstos sólo hicieron un ejercicio de ambición personal al margen de estrategias y lealtades políticas.

Es difícil metabolizar esta dosis de estricnina aun para tontos profesionales; hay que convenir que algunos partidos propiciaron esas candidaturas. Aquí surgen dos hipótesis: 1. Hubo quien alentara la idea –aunque parezca increíble- según la cual la debilidad del régimen lo obligaría a seleccionar candidatos imparciales de acuerdo a la exigencia constitucional y legal: en el CNE sería algo así como 5 imparciales o dos de cada lado, con un presidente escogido de común acuerdo; 2. Hubo un entendimiento privado (o secreto) con la cuota de un rector electoral para un partido opositor, con uno que otro suplente, más algunos magistrados o suplentes en el TSJ.

El que varios diputados opositores hubiesen firmado el acuerdo del Comité de Postulaciones Judiciales explicaría que confiaban en la imparcialidad del PSUV o que todo no era más que una tramoya para darle luz verde a lo que finalmente ya estaba cocinado. Como es difícil la idea de la inocencia frente a una dictadura, lo más probable es que algunos dirigentes consideraran que era mejor una “cuota” que nada.

La reacción de la opinión pública opositora, de la base de todos los partidos -¡de todos!-, y la decisión de varios dirigentes políticos que saltaron al ruedo de manera inmediata, dejó huérfano el arreglo que hubo o, para decirlo con suavidad, parecía haber. De manera inesperada y positiva se constituyó una corriente opositora unificada que incluye a la mayoría de dirigentes y partidos, negada a convalidar el fraude constitucional cometido. Unidad que dice, para repetir la frase de Chúo Torrealba, que no quiere “puesticos o cuotas”.

No se puede culpar a la abstención de 2005 de tener los poderes confiscados que hoy se tienen, porque con la Asamblea Nacional actual, en la cual hay más de 60 diputados opositores, también el régimen se pasó los poderes por el Arco de Triunfo. Se puede participar en las elecciones parlamentarias de 2015, pero lo que no debería ocurrir es vender la idea de que allí sí se van a cambiar los poderes. La realidad que emerge es una: sólo habrá poderes equilibrados con un cambio constitucional de régimen.

www.tiempodepalabra.com

@carlosblancog

Ene 05, 2015 | Actualizado hace 9 años
Por un diálogo serio por Antonio Ledezma

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Los jerarcas del régimen están invitando a una reunión de ¿diálogo? a los gobernadores y alcaldes. En un país que marche normalmente, este tipo de encuentros serían rutina, y por lo tanto no generarían noticia de primera página tal como ocurre en nuestro país, sencillamente porque estas invitaciones se ven como algo fuera de lo común, algo sensacional, extraordinario, de parte de un gobierno caracterizado por acosar a los mandatarios locales que no coincidan con su peculiar manera de pensar.

Hace exactamente un año, acudí a Miraflores para participar en una sesión de trabajo. De entrada todo se veía bien, aprecié aquel evento como una magnífica ocasión para perfilar acuerdos que apuntaran a remediar las dificultades de nuestros pueblos que ameritan soluciones compartidas., forjadas de común acuerdo, porque al fin y al cabo, lo que espera la ciudadanía es que se superen los problemas, que son bastantes y cada día más complejos en todos los municipios. Pero lamentablemente no ha sido así.

Han continuado el sectarismo, la intolerancia y la escalada centralizadora inconstitucional, que ha revertido significativos avances que las regiones reputaban como grandes conquistas, fruto de los esfuerzos de muchos años de trabajo en pos del desarrollo de la provincia nacional. Recuerdo, otra vez, que ese día -18 de diciembre de 2013- le exigí a Maduro que le devolviera las competencias y recursos conculcados a la Alcaldía Metropolitana de Caracas. La respuesta se produjo en términos más recalcitrantes, más agresivos, con insultos, descalificaciones, infamias y burlas contra la voluntad soberana de los ciudadanos que nos ratificaron su confianza en las elecciones locales celebradas ese pasado 8 de diciembre de 2013.

El país debe saber, por ejemplo, que ni un solo céntimo de los recursos que les corresponden legalmente a nuestra institución por concepto de Fondo de Compensación Interterritorial FCI, le ha sido transferido a nuestra Alcaldía. Insólito ¿verdad? Pero esa es la realidad. Nosotros presentamos los proyectos de acuerdo a las normas. Hemos cumplido todos y cada uno de los requisitos, los consignamos puntualmente, y nada, no hemos recibido ni un mero céntimo, nada, absolutamente nada. ¿La razón? Simplemente porque no les da la gana, porque no se respetan la Constitución, ni las leyes.

Porque no les importa si se hacen las obras, si se ejecutan los proyectos de beneficio social para nuestros pueblos. Ese es un ejemplo patético de cómo se “administra” nuestra Nación. Esa es una señal de lo que han hecho con instituciones como PDVSA, el Banco Central de Venezuela, la Corporación Venezolana de Guayana, y otros organismos. Nada se ha salvado de esta locura, de esta delirante manera de manipular la cosa pública.

Es por ello que se debe saber a qué atenerse con este tipo de gobernantes, que colocan por delante sus conveniencias, en perjuicio de los intereses del país. Lo natural, lo lógico, lo que encajaría en medio de tantas dificultades que padece Venezuela, es un diálogo serio, solvente, curado de mentiras y jugadas sucias. Eso sería lo saludable para nuestra economía tan maltrecha y lo que ayudaría a nuestro pueblo a buscar mejores derroteros.

 

@alcaldeledezma