¡Quinta carta de un empresario a un hijo! Por Carlos Dorado
¡Quinta carta de un empresario a un hijo! Por Carlos Dorado

carta

 

Hijo, la distancia entre tú y tus sueños se llama: actitud, trabajo, pasión y tiempo; y acaba triunfando quien incluso, teniendo todo en contra, no halla excusas para no hacer realidad sus sueños; por el contrario, el que acaba fracasando, es aquel que encuentra cualquier excusa, incluso con todo a favor. ¡Las circunstancias son las madrigueras preferidas para las excusas!  Pero la historia nos demuestra que en las mismas condiciones, unos logran triunfar y otros no; y mientras cambian las circunstancias; lo cual no depende de nosotros, quizás debamos cambiar nosotros, lo cual sí depende de nosotros.

En la época en que  comencé a “patear calle”  como un aspirante a empresario, yo vivía con mis padres en una pensión, y no tenía ni oficina, ni secretaria, y tampoco existían los teléfonos celulares. Cuando me llamaba  por teléfono alguna de las cientos de personas a quienes dejaba mi tarjeta ofreciéndole mis servicios de contador, y atendían mis padres no había problemas. Pero cuando atendía uno de los inquilinos de la pensión generalmente respondían: “Está equivocado, esto no es una oficina de contabilidad,  es una pensión”. Era raro el día que un cliente no me dijese: “Carlos, te llamé pero me dijeron que era una pensión”. En esa época apelaba a lo clásico: “seguramente el teléfono estaba ligado”. Pero recuerdo el día en que un cliente que tenía su negocio en la Avenida Principal de las Palmas, después de haberle respondido lo del teléfono ligado, me dijo: “Carlos, mírame a la cara”. Lo miré, y me volvió a decir: “Dime la verdad; vives en una pensión, no tienes oficina”. Bajé la cabeza con vergüenza, y le dije: “Si, pero estoy buscando una oficina para mudarme”. Me respondió algo que nunca olvidaré: “Lo importante no son las cosas que piensas hacer, sino las que estás haciendo. Lo más importante es tu actitud,  lo que tienes adentro, no lo que puedas mostrar afuera”

Por eso hijo, tu actitud es la que puede llevarte al éxito o al fracaso, y si nada cambia, y sólo cambia tu actitud; todo puede cambiar. Nunca uses el pretérito pluscuamperfecto para justificar tus fracasos: “si hubiese tenido esto,…..si hubiese hecho esto,…. si hubiese tomado tal decisión”. Usa siempre el pretérito perfecto: “yo he hecho,….yo he enfrentado,…..yo he tomado esa decisión”, ya que aquellos que con su actitud no encuentran excusas para fracasar, son los mismos que encuentran muchos motivos para triunfar.

Hijo, nunca podrás forjarte un futuro si te quedas estancado en el pasado o en el presente y sus circunstancias. Las decepciones a las que te aferras, limitan tu poder, y la clave está precisamente  en ignorar el resto del camino y sus circunstancias, y en centrarte con una actitud férrea tan sólo en el paso uno, después en el paso dos, en el paso tres, hasta que se convierta en un hábito, y serán estos pequeños pasos y ese hábito,  los que con el tiempo producirán grandes resultados; pues las grandes carreras y las grandes empresas se construyen por mejoras lentas y constantes que examinadas por separado no pareciesen grandes cosas.

Aprovecha hoy que todavía eres joven y la sociedad no te ha enseñado a negar o condicionar tus sueños, ahogando tu genialidad o apagando tu pasión. Que no te dé miedo el correr algunos riesgos, siempre y cuando tengas la determinación y la pasión para superarlos. Después de que alcances el éxito, lo que menos importa son los fracasos que hayas tenido.

Te recuerdo lo que solía  decirme mi madre: “Carlos, a todos les llueve, pero no todos se mojan”

cdoradof@hotmail.com