Gilberto Gudiño, autor en Runrun

Ago 25, 2016 | Actualizado hace 8 años
Cambiar el futuro, por Gilberto Gudiño Millán

Cambio

 

Quienes nacimos entre 1970 y 1990, somos testigos y víctimas del creciente deterioro económico al cual fue condenado nuestro país por parte de una cúpula política que ha gobernado en función de sus intereses y que, por si fuera poco, pretende perpetuarse en el Poder sin construir un Estado capaz de generar prosperidad y bienestar.

Yo nací en el año 1.983, año de aquel nefasto «viernes negro», que marcó el inicio de una etapa negativa que hoy vivimos con mayor intensidad. En ese año el piso económico del país se resquebrajó, hundiendo a pequeños y medianos comercios familiares. La ilusión de riqueza y prosperidad infinita se disipó y quedamos desnudos frente a la injustificable dependencia petrolera, pero además, quedamos en manos de una clase política que no pudo diseñar un país productivo.

Esta situación trajo como consecuencia el ascenso al poder del actual equipo gobernante, que nadie lo olvide. Ellos aceleraron la caída del bienestar social e instauraron la creencia que quienes abren sus negocios a diario con esfuerzo y sacrificio somos los enemigos y no un grupo de héroes, más patriotas que un batallón del ejército, que seguimos creyendo en Venezuela a pesar de la crisis.

El futuro de la generación nacida en el siglo XXI luce muy comprometido. Frente a esta realidad los venezolanos tenemos un llamado fundamental: es la hora de acabar el Estado Populista y Clientelar que tan malos resultados nos ha generado.

Nuestros hijos están creciendo en un país que valora la trampa, el oportunismo y la violencia. Sus héroes parecen ser los pranes y los enchufados. No podemos permitirlo. Debemos rescatar nuestro derecho a ser ciudadanos decentes y sobre todo darles a nuestros hijos un país en el cual progresen por sus méritos.

El nuevo aumento de salarios, al no ser acompañado de un plan de estímulo a la producción nacional, representará para la economía venezolana el quiebre masivo de pequeños comercios y emprendimientos familiares, ante la incapacidad de éstos de poderlos asumir; desencadenándose la pérdida de empleo y arrojando a miles de venezolanos a depender del Gobierno y su chantaje alimenticio.

La contracción económica reflejada en la caída en las ventas de todos los sectores en el mes de junio (40%) y julio (30%), refleja que hemos entrado en un proceso insostenible. La calidad de vida no se decreta a través de medidas unilaterales, se logra a través de políticas públicas concertadas orientadas a fortalecer la producción y el trabajo.

Tenemos el impostergable compromiso de reescribir la historia, torcer el rumbo de esta situación y construir una nación de emprendedores bien educados y motivados donde priven la Justicia, la Razón y la Prosperidad Compartida. De no actuar, estaremos condenando a una vida sin esperanza a nuestros hijos. Enfrentemos la barbarie con productividad, decencia y compromiso ciudadano. Reescribamos nuestra historia cambiando actores y prácticas. Cambiemos el futuro.

@GilbertoGudino

Jul 11, 2016 | Actualizado hace 8 años
¡Hoy, más pobres que ayer! por Gilberto Gudiño

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La situación económica actual es además de dramática, catastrófica. La pérdida de calidad de vida, la incapacidad del hogar de poder acceder a lo más básico y elemental, así como el notable declive en el nivel de bienestar material, hacen que los correctivos a tomar deban ser acelerados para evitar procesos de empobrecimiento aún más exacerbados.

Hoy, somos más pobres que ayer, y pareciéramos tener la certeza de que mañana seremos más pobres de lo que ya somos hoy. Esto trae como consecuencia la pérdida colectiva de la esperanza. Virtud que le permite al hombre confiar en que un mejor mañana puede alcanzar.

Las dos últimas generaciones de venezolanos, han visto como sus condiciones económicas, políticas, sociales y de salud, han ido degenerándose al punto que de continuar en este círculo macabro, nuestros hijos vivirán condiciones mucho peores a las nuestras. Es un compromiso ciudadano ponerle punto y final a esta situación, o de lo contrario podríamos estar condenando a más de una de nuestras próximas generaciones.

El modelo político impuesto desde principio del siglo XXI, de confrontación y de hostilidad, de expropiaciones y confiscaciones, redujeron la capacidad productiva nacional en su búsqueda por acabar con la economía tradicional, buscando construir de esa manera el puente que les permitiera traspasar la barrera del no retorno, y de esa forma hacer irreversible el tránsito hacia el socialismo del siglo XXI.

Ese mismo modelo fue el que destinó casi 600 mil millones de dólares para fortalecer y enriquecer al productor y comerciante extranjero. Es el mismo modelo que viaja hoy por el mundo discutiendo sobre el precio justo de venta de un barril de petróleo, procurando alcanzar márgenes de ganancia del 200%, 300% y hasta más de un 500%, mientras a lo interno condena al «Hecho en Venezuela» al fracaso y a la quiebra.

El ingreso de productos extranjeros a nuestro mercado en la actualidad, deja en evidencia que los precios controlados al productor nacional, están claramente rezagados respecto a los del mercado internacional. Tanto, que ni su propio costo de producción permite cubrir. Esto trae como consecuencia el desincentivo y la desinversión, desempleo, pobreza e inflación.

Nuestra generación, tanto mi generación como tú generación, tienen la ineludible responsabilidad de no seguir postergando los tiempos en los que el hogar y la familia puedan alcanzar el progreso, el desarrollo y bienestar que tanto se les ha negado. Llegó el momento de un equilibrio perfecto entre Estado y libertad individual, donde el trabajo, la honestidad y el esfuerzo puedan ser recompensados con éxito y prosperidad.

 

@GilbertoGudino

La Verdad