Maduro el Absurdo, por Héctor Abad Faciolince - Runrun
Maduro el Absurdo, por Héctor Abad Faciolince

 

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Los canales de televisión venezolana se demoraron dos días en dar la noticia de la injusta condena a Leopoldo López. La habrían dado de inmediato si hubiera sido un acto de verdadera justicia contra el causante de 43 muertos. Pero los venezolanos saben, y la juez Susana Barreiros sabe, y Maduro sabe, que esos muertos fueron causados, en su mayoría, por el mismo gobierno venezolano. Por ese motivo ni siquiera dieron la noticia de que el principal líder de la oposición había sido condenado a más de 13 años de cárcel por participar en una manifestación callejera.

Para enterarse de la injusticia cometida, los venezolanos tuvieron que acudir a Twitter, a los periódicos extranjeros o a las agencias internacionales de noticias. Esta opción es posible solo para quienes disponen de un teléfono inteligente o de un computador en la casa. Que no se dé la noticia de una grave condena política (al más popular y firme opositor a Maduro) puede explicarse por hipocresía, por vergüenza, o simplemente como una forma de manipulación de la opinión pública. Lo que no se comunica no existe.

Pero existe y muchos venezolanos se informan por periódicos como El Espectador, donde tengo el honor de escribir. Y contra este periódico -entre otros medios de comunicación colombianos- se vino lanza en ristre Maduro el Absurdo. Acusa a El Espectador de mentir y de desinformar. Por favor, ¿quién es el sátrapa que miente, deporta, desinforma y condena a penas infames a sus opositores? El mismo que ve visiones de pajaritos, santanderes y bolívares. El mismo que arrastra cada día más a la ruina, a la miseria y al desabastecimiento a su país. El mismo que empobrece y atrasa a una Venezuela que era una de las naciones más ricas de Suramérica.

La base “científica” para condenar a Leopoldo López fue una ridícula pericia lingüística en la que “un experto filólogo” decía que los discursos del opositor instigaban a la violencia. Cuando Leopoldo López exclamaba “vamos a protestar sin violencia”, el genio de la lingüística traducía: “vamos a tomarnos el poder por la fuerza”. Lo que no soportaron fue que Leopoldo López usara los viejos medios del gobierno populista: la calle, el cacerolazo, los gritos contra un gobierno inepto y corrupto. Y es eso lo que le están cobrando con casi 14 años de prisión. Una sentencia despótica: para anularlo como opositor político.

Maduro, ahora que se da cuenta de que la oposición podría conseguir muchos más escaños en la Asamblea Nacional en las elecciones de final de año, se prepara para gobernar a través de jueces de bolsillo y por medio de un Tribunal Supremo cooptado por el régimen. La oposición, pese a la valentía de líderes como Capriles o Machado, está amedrentada por la amenaza de la persecución judicial. La vida de los periodistas independientes también es cada día más difícil. El dueño de El Nacional ni siquiera se atreve a poner pie en su país, pues sobre él pende la espada de Damocles de ser un “instigador del golpe de estado”.

Todo aquel que no es madurista se expone a ser llamado “enemigo de la patria”, “fascista”, “aristócrata”, “oligarca” o “golpista”. Y si por casualidad es colombiano, así sea muy pobre y desarmado, es “paramilitar” o en el mejor de los casos “contrabandista”. También a mí el madurismo colombo venezolano me tacha de fascista y aliado de los paramilitares. Idioteces que ni siquiera merecen debatirse.

Karl Popper decía que “existen únicamente dos formas de gobierno: aquellas en las que es posible derrocar al gobierno sin derramamiento de sangre por medio de los votos, y aquellas en las que esto es imposible. Se denomina ‘democracia’ a la primera forma y a la segunda ‘tiranía’.” Cuando Maduro el Absurdo dice que no los sacarán nunca del poder y que el proyecto “bolivariano” es eterno, está definiendo el tipo de gobierno que representa. Ojalá Venezuela pueda salvarse de este desastre sin derramar sangre, por las urnas. Pero es muy difícil oponerse con la razón a un déspota absurdo y sin sentido.

@hectorabadf

Publicado en El Espectador