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Los crecientes peligros del periodismo venezolano

@AAAD25

Si leyeron mi artículo anterior en este portal, sobre los nuevos peligros que corre la sociedad civil en Venezuela, tal vez repararon en que mencioné a los medios de comunicación como la única parte de esa sociedad civil que corre riesgos a un nivel similar al de las organizaciones no gubernamentales, las cuales fueron el foco de la columna. Si entonces no hablé más sobre las tribulaciones de los medios, es porque quise reservar el tema para un artículo aparte, que están leyendo justo ahora. Me pareció que lo ameritaba. No solo por razones personales (es mi gremio), sino por las consecuencias para el país entero.

Sé que es un lugar común aburrido a estas alturas, pero sin prensa libre no hay democracia, y los lugares comunes aburridos no tienen por qué ser falsos.

En efecto, esta verdad es otro de los miles de problemas que embargan a Venezuela hoy. Uno de los más graves. Partamos del hecho de que democracia no hay. Entonces, volviendo al axioma que abre este párrafo, ¿para qué molestarse? Bueno, el detalle adicional es que sin una prensa independiente también es más difícil restaurar la democracia perdida. Para empezar, si nadie se encarga de dar a conocer los abusos cometidos desde el poder, naturalmente el público se encuentra con menos razones para la denuncia y la protesta. Asimismo, la disidencia organizada pierde mecanismos para convocar manifestaciones. Y así, la lista de razones sigue.

El chavismo siempre entendió el poder de la comunicación. Por eso se planteó no solo hacer que su voz sonara en todos los rincones del país, sino que además no suene ninguna voz que lo contradiga. El mayor arquitecto conceptual de esta política, por cierto, es un señor que se cansó de la «revolución bonita» hace muchos años y se retiró a otras tierras, de esas donde das Kapital, en el alemán original hace de las suyas, para el inmenso pesar de los desgraciados que viven allá. Vaya perlita nos dejó. La bautizaron «hegemonía comunicacional» y básicamente consiste en la pretendida necesidad de que sea el Estado venezolano la fuerza dominante en la comunicación masiva nacional para así promover ciertos «valores» que contrarresten los contenidos «negativos» en los medios tradicionales.

Pero como en Venezuela el Estado fue fusionado con el partido gobernante, el resultado no es una plataforma genuinamente pública, y por lo tanto plural, sino un aparato de propaganda partidista.

La axiología socialista es una vez más la fachada para los intereses de la elite gobernante. Lo que sea que ella desee es lo que tiene que imponerse en la opinión pública, y para eso están los medios del Estado a su disposición. Es la hegemonía de Gramsci (de quien tomaron el nombre) pero, como apuntó un especialista en la materia cuyo nombre por desgracia hoy no recuerdo, puesta de cabeza. La sociedad no toma el control del Estado, sino al revés.

Ah, pero puede suceder que el público no esté interesado en aquel mensaje. Bien sea por falta de afinidad con el emisor o por simple aburrimiento. El propio Hugo Chávez se quejaba de que su gobierno tenía «medios públicos sin público». Ergo, si el escenario ideal de una población adicta a la comunicación oficial era inalcanzable, había que lograr la segunda mejor alternativa: una población sin acceso a fuentes de comunicación opuestas a la oficial. Así que la otra cara de la hegemonía comunicacional es restringir tanto como sea posible las voces disidentes.

La primera víctima fue la televisión. Fue escogida como tal por ser a principios del siglo XXI el medio más usado por los venezolanos para informarse. Las televisoras tuvieron que someterse a la autocensura o terminar como RCTV. Luego les tocó el turno a las emisoras de radio. La lista de cerradas por Conatel da para líneas y líneas en el papel. Hablando de papel, a los diarios no les fue mucho mejor. El monopolio estatal de la importación de papel periódico dejó sin el más elemental de los insumos a un sinfín de medios impresos.

En todo el mundo la transición del periodismo textual a la web, con sus patrones de consumo y modelos de negocios tan distintos, ha sido en general traumático. Pero en Venezuela esa movida tuvo que hacerse de manera especialmente brusca y accidentada porque la alternativa era la desaparición total.

Esto me lleva al más contemporáneo asunto del periodismo digital venezolano. La web 2.0 se volvió el refugio para el oficio reporteril independiente. Aparte de medios físicos tradicionales como El Nacional, hubo un estallido de nuevos medios únicamente digitales, como El Pitazo, Efecto Cocuyo, Crónica Uno y aquel que usted lee justo ahora.

No digo, por supuesto, que haya sido fútil buscar el asilo digital. Pero su alguien creyó que el régimen no intentaría acallar igualmente este nuevo periodismo, pues qué ingenuo. Los bloqueos a páginas web de periodismo independiente por servidores venezolanos no son una novedad. La Patilla lleva años lidiando con ellos. Pero recientemente ha habido una oleada de bloqueos muy preocupante. Incluye a sitios web como los de Armando Info y Efecto Cocuyo. Ocurre en un país con rezago tecnológico severo, donde muy pocas personas, incluso entre las activas en internet, saben lo que es un VPN.

A todo lo anterior debemos agregar los riesgos personales que corren los periodistas venezolanos por hacer su trabajo. Esto tampoco es nuevo pero, de nuevo, se ha agravado considerablemente en los últimos años. Hay un patrón de señalar a periodistas con acusaciones endebles e imponerles algún castigo judicial. Los casos de Luis Carlos Díaz y Darvinson Rojas son solo dos de los más destacados. Aunque las sanciones impuestas han sido laxas si se las compara con las sufridas por políticos y militares presos, siguen siendo una arbitrariedad enorme, con el propósito de inducir la autocensura.

No tengo dudas de que este problema se va a profundizar. En parte de la arremetida contra la sociedad civil relatada en el artículo anterior. Desde enero se habla de un “diálogo de paz” en Venezuela. La ”paz” de la sumisión, claro está. Y sin embargo, al periodismo venezolano no le queda más que seguir informando. Tampoco tengo dudas de que así será.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Humano Derecho #136 con Silvia Alegrett, coordinadora general de Expresión Libre

¿DE QUÉ VA EXPRESIÓN LIBRE?, ¿A través de qué actividades promueven la libertad de expresión?, ¿La organización tiene cifras sobre la censura en Venezuela? Estos y otros temas los estaremos conversando con Silvia Alegrett, coordinadora general de Expresión Libre, una asociación civil que comenzó en el año 2002 por un grupo de periodistas que vivían una situación grave contra el gremio y los medios de comunicación,  y a partir de entonces el objetivo principal de expresión libre es defender y difundir el concepto de la libertad de expresión. 

 “Buscamos la defensa de la libertad de expresión como un derecho humano y como un derecho inalienable y que es un derecho de toda sociedad democrática”. 

En la primera pausa musical escucharás el tema “Miraflores” de Agente Extraño seguido del tema Días de junio de “Yordano”, y finalmente escucharás el tema “Luna” de Los mesoneros; estas son las pausas musicales planeadas por @lissethmoon, @medicenmouzo y nuestro invitado para este Humano Derecho. 

En esta oportunidad contaremos con Génesis Zambrano (@medicenmouzo) y Liseth Luna (@lissethmoon), como presentadoras, quien le estará haciendo la suplencia a @fanzinero y @MelanioBar. Somos el radio web show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda a gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, es producido por RedesAyuda y Provea. Más contenido en www.humanoderecho.com

Medios digitales debatirán sobre sus perspectivas

REPRESENTANTES DE IMPORTANTES MEDIOS DIGITALES del país se congregarán este martes 27 de noviembre en el marco del II Foro Periodismo en Transición, para presentar un balance del año que termina y compartir sus perspectivas, amenazas y oportunidades.

“Los medios digitales de Venezuela, en el filo de la incertidumbre”, es el nombre del evento que organiza Medianálisis y que se llevará a cabo en el Impact Hub de Caracas, ubicado en Los Palos Grandes.

Andrés Cañizález, director de Medianálisis, explicó que los medios digitales están jugando un rol clave al mantener informada a la sociedad, lo que los hace blanco de intereses que intentan silenciarlos. Ese será uno de los temas que serán abordados por los ponentes del Foro.

Cañizález presentará además el libro “El periodismo en Venezuela. Los años duros”, editado por Medianálisis y la Universidad Católica Andrés Bello.

Tras las palabras de bienvenida a cargo de Mariela Torrealba, directora académica de Medianálisis, será el turno del primer panel integrado por Carlos Correa (Espacio Público), Mariengracia Chirinos (IPYS), Ángel Alayón (Prodavinci) y Omar Lugo (El Estímulo), quienes presentarán el balance de la realidad que enfrentaron estos medios en 2018 y las perspectivas para el año 2019. La moderación estará a cargo de Patricia Marcano (Armando.info).

El historiador Tomás Straka conversará sobre los riesgos a los que se ha enfrentado el periodismo venezolano a lo largo de la historia y dará paso al segundo panel, conformado por Carmen Riera (Runrunes), César Batiz (El Pitazo), Clavel Rangel (SoyArepita) y Alonso Moleiro, quienes hablarán sobre el entorno-país: Oportunidades y amenazas para el periodismo independiente. El mismo será moderado por Héctor Torres (La Vida de Nos).

Las palabras de despedida estarán a cargo de Daniela Naranjo, coordinadora general de Medianálisis.  

Las inscripciones son gratuitas, con registro previo obligatorio, a través de la página www.medianalisis.org, y si desea obtener certificado, el costo de inscripción es de Bs. 400.

Cualquier información adicional se puede consultar a través del correo: foroperiodismoentransicion@gmail.com o en la cuenta @Medianalisis en Twitter, Facebook e Instagram.

D. Blanco Nov 02, 2018 | Actualizado hace 5 años
Teodoro y Cabrujas, por José Domingo Blanco

Así se imagina EDO el encuentro entre Teodoro y Cabrujas

 

 

A TEODORO LO VI POR ÚLTIMA VEZ SALIENDO DE UNA FUNCIÓN DE CINE en el Trasnocho Cultural. Hace tres o cuatro años. Me detuve a saludarlo y su apretón de mano se distanciaba mucho de esa figura que no ocultaba el paso de los años. El estrechón fue enérgico como siempre. Como cuando era candidato a la presidencia en el año 1988. O como cuando era ministro de Caldera. O como cuando era mi entrevistado en radio o televisión. Allí, saliendo de una película en Trasnocho, tenía de nuevo frente a mí, a Teodoro Petkoff, el controversial. El que encaró y carajeó al régimen de Chávez tantas veces, sobreponiéndose a su pasado guerrillero y comunista. Ese pasado que le ganó detractores incapaces de encontrar en él su vocación democrática.

Hablamos de la situación del país, que hace tres años atrás era muy mala; pero, no tan hiperinflacionaria y miserable como ahora. No ofreció salidas mágicas, ni soluciones inmediatas. Solo otro apretón de manos para despedirnos. Cuando me enteré de su muerte, no recordé al Teodoro guerrillero, ni al Director del vespertino El Mundo o el diario Tal Cual. No, recordé el discurso que pronunciara José Ignacio Cabrujas, en el acto de proclamación de su candidatura, el 28 de septiembre de 1987, un discurso que guardo junto con otros documentos, testimonios y artículos que, hoy en día son unas joyas. Y que, revisadas a la luz del presente, tienen un enorme valor histórico. Permítanme compartir con ustedes, algunos extractos:

“Con el tiempo, el acto que hoy nos reúne, ha llegado a poseer características de ritual templario, de saludo samurai repleto de aspavientos, tan signado por el reglamento, como una fuga de Juan Sebastian Bach, repleta de resignaciones. Centenares, tal vez miles de fieles, nos reunimos en la necesidad de proclamar a un candidato, de vocearlo ante un país que difícilmente nos oye, de exhibir sus virtudes y consagrar sus constancias. Las frases se amontonan como la cuarta edición de un catálogo de alientos. ′Este es el momento′…′la hora ha llegado′…′el futuro es nuestro′ y demás quincallas destinadas a envalentonar a un grupo de perplejos. Por este salón o salones como este, hemos transitado el ya menguado camino de la democracia posible. Aparecemos, envolviendo una angustia de treinta y cuarenta años, rica en posibilidades y experiencias, en el manto de una rutina consagratoria, que poco o nada tiene que ver con este lunes en cualquier monte y culebra del Estado Monagas.

Pediré el permiso de todos los que ahora me oyen, para invocar esta vez al viejo demonio ciego que tantas trampas nos ha colocado. La palabra victoria es el conjuro que lo hace mover el rabo y aparecer hediondo a rosa y gardenia. De ella se desprende un interminable rosario de mentiras o reglas del juego (en el fondo las reglas del juego son las peores mentiras de este sistema) que terminan por ahogar el reclamo de verdad, que estas doce y doce, nos están exigiendo. No estamos en esa corte. No somos iguales. No podemos ser iguales. Todavía nuestra garganta es estrecha para tragar tanta basura.

(…) No somos los salvadores. No pretendemos erigirnos ni recomendarnos como la salvación de la patria. Estamos hartos de que alguien pretenda salvarnos. Nos recorre la aspereza del trance, de lo que tiene poco ayer y demasiado mañana. Pero si en algún momento de la historia reciente, he reconocido a los míos como una opción legítima, real, posible, es en este momento de mengua. Bastará leer la prensa de este lunes, gorda de remitidos y acusaciones, para entender que el momento de elegir a un candidato, se ha convertido en una materia cercana al derecho penal, al bochorno judicial, en el expediente de los partidos gemelos, que han gobernado treinta años de nuestra historia. De tanto hacer lo mismo se han hecho idénticos, tan gestualmente mellizos y reflejos, que hasta los listados electorales con los cuales pretenden elegir al candidato están siendo denunciados en ambas organizaciones como verdaderos prontuarios de delincuentes (…)

Hace un par de semanas, caminé medio renco, junto a Teodoro, mi amigo Teodoro, por la calle principal de los buhoneros de El Cementerio. Era ese acto de petición de votos que tanto exasperaba a Coriolano, según la tragedia de Shakespeare. Lo escuché decir de puerta en puerta, ante curiosos asomados en precarias ventanas, el …bueno, aquí estamos otra vez. Esa mañana vi rostros de confianza y desconfianza, de amabilidad y rechazo, de escepticismo y credulidad. Lo vi empeñado en discutir con la señora del puesto de periódicos, que él no era lo mismo, que ella debía tener confianza. Lo imaginé casi en el absurdo de tener que hablar con cada venezolano, uno por uno, y explicar y decir, de qué material podemos hacer una nueva historia. No tengo que decir, que creí en él. No hace falta. Nada me obliga a confesar en este momento, mi alegría, mi felicidad, por esas cuadras de realidad, que compartí entre los buhoneros de El Cementerio. La cosa es difícil, tal vez porque la palabra en esta historia nuestra, ha comenzado a secarse y un político en la oposición, no es más que una criatura de palabras, como los personajes de teatro, que no tienen otra posibilidad sino hablar hasta el desenlace. Pero aquí estoy y aquí estaré, porque no hay mejor aventura en mi vida, mi mejor orgullo.

Y así me atrevo a presentarlo, sin palabras de triunfo. Y así, me atrevo a ofrecerle lo poco que he aprendido de escribirle a la gente. Y así le digo que cuente conmigo, para caminar por donde sea, porque después de todo, no hay mejor paseo en mi vida, ni paisaje más reconfortante. Lo presento, como lo que es, como lo he conocido, en incontables encuentros, ¡un hombre honesto! Usted dice, para dónde vamos, amigo.”

 

@mingo_1

Instagram: mingoblancotv

Laureano Márquez P. Nov 01, 2018 | Actualizado hace 1 mes
Teodoro

 

NO VOY A ESCRIBIR UNA NOTA FÚNEBRE NI TRISTE. Creo que él habría dicho: “¡Déjate de pendejadas, chico!”. Teodoro tenía gran sentido del humor, a pesar de que daba la impresión de estar siempre bravo.   Es más, creo que él estaba muy claro en relación con la fuerza extraordinaria que tiene el humorismo. Recuerdo que, cuando fundó TalCual, me llamó para ver si yo quería escribir en el nuevo periódico. Lo sentí como un altísimo honor. Yo dejé el diario El Mundo, donde cobraba, para irme a trabajar de gratis con Teodoro. Esas cosas despertaba él. Cuando llevaba meses escribiendo, me llamaron del periódico para sacarme una foto que serviría para transformarla en el dibujo de cada columnista. Ese día me dijo: “¡Mira, chico, tengo ganas de poner un artículo tuyo de editorial un viernes de estos!”. Al poco tiempo tuve la responsabilidad de escribir los editoriales de TalCual, no uno, sino todos los días viernes. Debo decir que esa confianza de Teodoro en mí fue un estímulo que me comprometió y que  hizo que escribiera con más responsabilidad y criterio, aunque a veces con menos humor, cosa que él me recriminaba a menudo: “¡Tas muy serio, chico!”. Esa distinción al humorismo para cumplir un rol editorial en un periódico que es esencialmente de opinión fue una apuesta de avanzada y riesgosa de su parte.

Por un editorial mío, a instancias de Chávez, se le abrió un proceso judicial al periódico en la ciudad de Barquisimeto. Yo estaba abrumado por las consecuencias de aquello y por mi responsabilidad en el asunto. Teodoro parecía disfrutar de ese nuevo combate judicial en los tribunales de Lara con la emoción de un niño que va a un juego de béisbol. Varias veces fuimos a Barquisimeto durante el desarrollo del proceso. Tengo el honor de decir que la única vez que me senté en el banquillo de los acusados fue junto a Teodoro. Recuerdo que, haciendo yo mofa de su mal carácter (una injusta fama que le acarreó su cara de ogro), comentaba el trágico destino que avizoraba para mí: ¡compartir celda con Teodoro!, él abriendo túneles y yo claustrofóbico.

Fue siempre un luchador en contra de las injusticias, en sus años juveniles no de la mejor manera. La izquierda venezolana, efectivamente, cometió el error de pensar —por el impacto que en el continente produjo la experiencia cubana— que el poder podía conquistarse por las armas. Sin duda fue un error y fracasó, a Dios gracias. Este es el expediente que siempre usarán quienes quieran denigrarlo ahora y en el futuro, sin que importe mucho el haber tenido la valentía —escasa en nuestro país— no solo de reconocer el error, sino de hacer todo lo que hubiera estado a su alcance por enmendarlo, convirtiéndose en abanderado de la lucha pacífica y democrática. Fue pionero mundial de un socialismo comprometido con la democracia y la libertad, con todo lo que eso significaba para una izquierda latinoamericana subsidiaria del totalitarismo ruso y cubano.

Teodoro se opuso a este régimen de manera frontal. Lo pagó caro. Tuvimos demandas y sanciones que acorralaron a TalCual; también, prohibición de salida del país en su contra y un último gesto de maldad cuando este régimen demencial lo acusó de insania mental, lo cual —contrariamente— es un aval de  su profunda lucidez de siempre.

La vida de Teodoro fue un testimonio de honestidad y de respeto a la democracia, que nunca lo favoreció con la preferencia popular en las diversas elecciones en las que participó, pero que acató siempre. Alertó al partido que había fundado cuando este se lanzó por el abismo de apoyar a Chávez, lo que le costó su expulsión.

Fue el ejemplo de una especie de político tan extinta como necesaria: con una formación intelectual sólida, una brillante carrera académica, pero —por encima de todo— con un sentido común que, como suele decirse, “es el menos común de los sentidos”. Nunca fue bueno publicitando su alma bondadosa, su extraordinario corazón: lo que hacía su mano derecha nunca lo supo la izquierda.

 Los antiguos egipcios pensaban que, al morir, el espíritu del fallecido era conducido por el dios Anubis ante el tribunal —¡otro más, Teodoro, estarás feliz!— de Osiris. Anubis extraía del difunto su corazón —que representa la conciencia y la moralidad— y lo colocaba en uno de los platillos de la balanza de Osiris. En el otro platillo se colocaba la pluma de Maat —símbolo de la verdad y de la justicia universal—. Sometida el alma a un interrogatorio por sus acciones de parte de los dioses, la balanza hacía su trabajo: un corazón desprendido, honorable y bueno pesaba menos con cada respuesta. Qué grande cosa sería para los talcualeros ver por un huequito a nuestro jefe en este interrogatorio.

Buen viaje, querido Teodoro, al mundo de las eternas verdades. Que tu corazón vaya tan liviano como tu pluma.

 

@laureanomar