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Desde nosotros: la gente, por Roberto Patiño

 

El proceso de colapso y crisis que el régimen ha desencadenado sobre el país ha generado una grave emergencia de profundas consecuencias en todos los niveles de la sociedad. Servicios básicos y aspectos indispensables de nuestra vida (alimentación, seguridad, salud, educación) han sido afectados trágicamente.

Esto se ha dado en paralelo con la desintegración del Estado, en la que instituciones públicas se han desvirtuado de manera significativa.  No solo son ineficientes y en muchos casos incapaces de cumplir sus funciones y deberes, sino que además sacrifican las necesidades de la colectividad en favor de los intereses del grupo en el poder.

Nuestra cotidianidad se ve trastocada en todos los aspectos. Al estar sometidos por un régimen que viene imponiendo un modelo dictatorial, las formas convencionales y democráticas de resolución de diferencias y conflictos a las que estábamos habituados se ven coaptadas y pervertidas. Las fraudulentas elecciones convocadas para el 20 de mayo resultan el ejemplo más claro y deplorable de esto.

La sociedad necesita un cambio, debe buscar formas de salida del régimen y de enfrentar la crisis que este fomenta y aprovecha. La dificultad y el reto de este momento está en que estas las formas de cambio no pueden producirse en las mismas condiciones que en el pasado. Debemos reconocer las diferencias que se han producido y las nuevas y difíciles circunstancias del contexto actual para actuar de manera efectiva y pertinente al respecto.

Desde el liderazgo político y social, estamos llamados a la búsqueda de estas formas de cambio para los graves problemas que enfrenta el país, generando estrategias novedosas que se materialicen en acciones cuyos logros sean visibles y cuantificables. De igual importancia, solo seremos exitosos y pertinentes en la medida en que estas nuevas formas logren articular y afectar, de manera efectiva,  al mayor número de sectores de la sociedad.

Se nos presenta ahora un momento crucial y significativo, en que los líderes deben integrarse a la experiencia de las personas y vincularlas de manera integral a los procesos de transformación. El líder no puede ser un caudillo en busca del mayor número de seguidores, sino individuos y grupos comprometidos con el bien común, capaces de proveer herramientas y señalar vías que ayuden a cada persona a convertirse en agentes de cambio.

 Acorde a esta visión realizamos, en días pasados, una asamblea de encuentro entre líderes de las comunidades del sector de La Vega y líderes jóvenes de partidos como Primero Justicia, Voluntad Popular y un Nuevo Tiempo entre los que se contaban José Manuel Olivares, Miguel Pizarro, Juan Andrés Mejía, Stalin González  y Marialbert Barrios. La experiencia fue de gran importancia en el intercambio entre todos los participantes de visiones y puntos de vista en torno a la situación de crisis y deriva dictatorial del país.

En contraste con el ánimo de desesperanza e impotencia que muchos expresan en medio de la actual tragedia que vivimos, fueron significativas las aportaciones del liderazgo comunitario al expresar un enorme sentido de urgencia desde el voluntarismo y la proactividad. La pregunta de “¿qué vamos a hacer?” surgía a la par de diversas propuestas para realizar acciones y la exigencia de articular respuestas a partir de las personas.

La intervención de Guayú, una de las madres del comedor de La Isla, La Vega, de Alimenta la Solidaridad, fue clara en ese sentido: “lo que estamos viviendo aquí que no se quede aquí, que lo llevemos a la calle, que lo reflejemos, porque lo que estamos viviendo aquí, lo estamos viviendo todos (….) el cambio debemos hacerlo desde nosotros mismos”.

No existen respuestas fáciles frente a la complejidad y dimensiones de la crisis histórica y sistémica que estamos viviendo. Paradigmas y certezas del pasado son cuestionados y sobrepasados, en condiciones extremas que nos sacuden en lo más profundo.

Lo que si podemos asegurar es que las maneras necesarias para afrentarla deberán tenernos a nosotros, la gente, como punto de partida, medio de acción y sujeto protagonista.

 

@RobertoPatino

 

Baltazar Porras: Iglesia no está con la oposición, sino con la gente

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El arzobispo venezolano que será creado cardenal por el papa Francisco el próximo 19 de noviembre, Baltazar Enrique Porras Cardozo, dijo hoy en Roma que la Iglesia «no está con la oposición, está con la gente».

«La Iglesia no está con la oposición, la Iglesia está con la gente. (…) En estos últimos cincuenta años la postura de la Iglesia ha sido siempre la de señalar los problemas», dijo hoy Porras Cardozo en un encuentro con la prensa en la capital italiana.

Para el arzobispo, el país atraviesa una situación difícil después de que el gobierno actual haya «destruido lo bueno que había antes» y presente una imagen de un estado en el que «no hay qué comer, no hay medicamentos», «la violencia está desatada» y «la impunidad y la corrupción son evidentes».

«En Venezuela se han cerrado en estos 18 años más de 5.000 empresas, casi todo lo que nosotros producíamos ahora es importado, no hay prácticamente producción de nada. Con este sistema, que quiere calcar en buena parte un poco el régimen cubano con su ejemplo, en lo que ha sumido a todo el país es en una pobreza mayor, que era desconocida», subrayó.

«La clase media ha prácticamente desaparecido, en estos momentos sufrimos algo más grave que también afectó en décadas pasadas sobre todo al Cono Sur, que es la fuga de cerebros», agregó.

Reconoció que las «relaciones con las personas del alto Gobierno» son complicadas y destacó que lo eran ya con el fallecido presidente Hugo Chávez.

«Desde el principio el presidente Chávez lo que hizo fue ofrecernos a nosotros, a la Conferencia Episcopal, que le diéramos nombres de sacerdotes y obispos para nombrarlos ministros de lo que quisieran», recordó.

«Me tocó a mí decirle ‘presidente, nosotros no vinimos aquí a negociar puestos, no es eso lo que queremos hacer’, (a lo que Chávez respondió) ‘ah, entonces ustedes no son amigos, sino enemigos'», apuntó.

Consideró que «ciertamente la democracia en Venezuela» de las décadas de los 60, 70 y principios de los 80 «tuvo su áurea positiva», pero matizó que en los últimos años, los gobiernos se han ido alejando de los problemas de la gente.

Se refirió a la mesa de diálogo entre el gobierno venezolano y los sectores de oposición, en la que también media el Vaticano, para aplaudir que se «están dando pasos» gracias a la «paciencia y a la constancia».

«La situación en Venezuela no es la misma que desde hace un año, se ha ganado muchísimo, uno quisiera que fuera mañana, pero con paciencia y constancia todo se puede», dijo.

No obstante, reconoció que existe entre la población una «desconfianza muy grande» porque en anteriores ocasiones en las que se han iniciado conversaciones, estas «han quedado en absolutamente nada».

Porras Cardozo también agradeció el nombramiento como cardenal al papa Francisco y confesó que recibió una carta de Jorge Bergoglio, en la que le señalaba la felicitación por el cargo pero al mismo tiempo le hacía saber que ser cardenal implica también «una responsabilidad principalmente con los más pobres».

Respecto al pontífice argentino, Porras Cardozo opinó que el papa ha demostrado en diversas ocasiones «un interés especial por Venezuela» y celebró que «nunca como ahora en el Vaticano ha habido altos jerarcas que han tenido una relación directa y bastante cercana con la realidad venezolana».

«Creo que en Europa y en Estados Unidos (…) se ve a veces el estilo del papa Francisco como una cosa así de un párroco bueno, que no tiene mucha profundidad de pensamiento, que se trata simplemente de un buen pastor, y creo que es un error», expuso.

En esta línea, dijo que el reciente nombramiento de Arturo Sosa como superior general de los jesuitas «tiene que ver también no solo con Venezuela sino con la realidad en América Latina», porque la situación que ocurre en el país venezolano «interesa también al resto del continente».

Finalmente, se refirió a la victoria de Donald Trump como presidente de Estados Unidos para rechazar que «se deban hacer lecturas simplistas» de este fenómeno, porque «buena parte» de sus votantes «fueron hispanos», y observó que «el mundo está cambiando».

Carlos Dorado Mar 20, 2016 | Actualizado hace 8 años
¡Gente mediocre! por Carlos Dorado

Diálogo

 

Mi madre solía decirme: “Carlos,  una de las cosas más difíciles, es  ver ojos bonitos en la cara de los demás” Lamentablemente son demasiadas las personas que creen que pueden mitigar u ocultar sus faltas, criticando las de los demás.

¡Gente mediocre! Que dedica la mayoría de su tiempo a criticar la vida de los demás, olvidándose de analizar la de ellos, que al final es la que verdaderamente debería interesarle; ya que las personas que se encuentran bien consigo mismas, no miran para los lados, sino que ponen toda su energía y atención en la dirección de sus objetivos. “El que tiene fe en sí mismo, no necesita que los demás crean en él”, decía también mi madre.

Pero la mayoría, siempre está culpando a los demás y a las circunstancias, por lo que son o lo que no son, sin darse de cuenta de que la culpa es de ellos mismos, y que las circunstancias las crean con su actitud; malgastando la vida a la espera de ese hecho extraordinario, o de ese golpe de suerte. ¡Los hombres débiles esperan las oportunidades, los hombres fuertes las crean!, y lo que la oruga llama el fin del mundo, el maestro lo llama mariposa.

¡Gente Mediocre! Que no quiere enfrentar la vida con fortaleza, trabajo y dignidad. Que no quiere cambiar él, sino que cambien los demás. Gente que no toma riesgos. Que hace siempre lo mismo, y se queja porque obtiene los mismos resultados. En la vida, las victorias más difíciles de lograr son las más valiosas, ya que la vida no consiste en ser un ganador o un perdedor, sino en ser uno mismo, y tener la satisfacción de que cada día damos lo mejor de nosotros.

A la cima, si es que verdaderamente se quiere llegar (muchos quieren llegar, pero sin tener que subirla), no se llega superando a los demás, se llega únicamente cuando cada día nos superamos a nosotros mismos, con constancia, honestidad, trabajo y perseverancia; y si verdaderamente queremos cambiar al mundo o a nuestro país, no es la crítica o nuestra opinión lo que lo va a cambiar,  será nuestro ejemplo lo único que puede realmente contribuir.

Claro que la vida es dura, difícil y compleja. Llena de altibajos, de problemas, de incertidumbres y de miedos, donde algunos días, hasta levantarse de la cama resulta difícil. Pero si lo buscamos con ahínco, trabajo, y fortaleza siempre habrá otros días, y otras circunstancias, que hacen que valga la pena al menos, seguir intentándolo. ¡No todo lo que se afronta se resuelve, pero nada se resuelve si no se afronta!

¡Gente mediocre! Cambien sus pensamientos, cambien su vida, ya que si tenemos pies en nuestros zapatos y cerebro en nuestras vidas, podremos llegar a donde queramos  llegar ¡La vida es un reto! Triunfamos, fracasamos, lloramos, reímos, subimos, bajamos, ganamos, perdemos; pero eso sí, nunca debemos dejar de demostrarnos a nosotros mismos, que  lo hemos intentado con todas nuestras fuerzas y con el corazón.

Hay tres cosas que definen muy bien a una persona: La actitud cuando no tiene nada, su constancia cuando no logra nada, y su humildad cuando lo tiene todo.

Por todo esto, ¡Dejemos la mediocridad, y seamos esa persona!, ya que al final de la vida sólo hay cinco cosas importantes: Cuánto has amado y te han amado, con qué respeto hemos vivido, con qué integridad  hemos renunciado a las cosas que no eran para nosotros,  la satisfacción de haber enfrentado con dignidad y trabajo cada día de nuestra vida, la tristeza por lo que hemos dejado de hacer, y el país que le hemos dejado a nuestros hijos.

cdoradof@hotmail.com

Así reaccionó la gente ante la reducción de divisas para viajes al exterior y la fragmentacicón del cupo electrónico

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Ante la noticia de la la reducción de divisas para viajes al exterior y la fragmentación del cupo electrónico diversas personalidades expresaron su punto de vista a través de la red social Twitter. Esto fue lo que dijeron:

 

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Cencoex reduce asignación de divisas para viajes al exterior y fragmenta cupo electrónico

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Ene 19, 2015 | Actualizado hace 9 años
La gente y la casta por Esperanza Aguirre

Pabloiglesias1

 

Los de Podemos, como todos los políticos populistas y demagogos, lo tienen todo muy claro. El mundo -en su caso, España- se divide en buenos y malos. Los buenos son muy buenos y los malos son muy malos.

Como son hábiles manipuladores de la realidad no se atreven a decir expresamente que los buenos son únicamente ellos y los malos, los demás. Eso sería demasiado burdo. Pero no se resisten a la tentación de arrogarse la capacidad de determinar quién es bueno y quién es malo. Así, despachan los carnés de buenos y malos con la misma soltura de un inquisidor.

Lo que dicen es que los buenos son la «gente», y los malos, la «casta». No importa qué signifiquen estas dos palabras. Ellos se encargan de explicarlo.

La gente para los de Podemos no es la gente corriente, no es la gente de la que hablamos normalmente. La «gente» (así, entre comillas), para ellos, son todos los ciudadanos que, o nunca han votado a los partidos tradicionales, o, si los han votado, están arrepentidos de haberlo hecho. Porque los votantes de los partidos españoles desde la Transición -según los de Podemos- han sido unos pobres hombres -y mujeres-, engañados por la propaganda y por la presión de unos medios de comunicación al servicio de oscuros intereses. Esa «gente» son los buenos de Podemos. Que, además, a sí mismos se consideran los más buenos de todos porque presumen de no estar tocados por la corrupción. Presunción que en los últimos meses se ha demostrado falsa.

Los malos son los que ellos definen como la «casta», así, también entre comillas. La «casta» son todos los políticos que ha tenido España desde la Transición, hasta que han llegado ellos, que sin rebozo se arrogan el papel mesiánico de explicar a los millones de españoles, que hasta ahora han estado engañados, qué es la verdad. Y, por supuesto, a partir de ahora serán «casta» todos los ciudadanos que vuelvan a votar a alguno de esos partidos tradicionales.

Hecha esta división, que, como avezados propagandistas que son -repiten hasta la saciedad- los de Podemos no tienen empacho en proclamarse los únicos representantes de la «gente» y en arrogarse el papel de azote de la «casta».

Y, si hemos de hacer caso a lo que señalan las encuestas, parece que un planteamiento tan simple está teniendo enorme aceptación en la sociedad española. Y parece que está desconcertando a las fuerzas políticas y a muchos comentaristas, periodistas y opinadores, que, salvo excepciones, evitan entrar a fondo en el análisis de los peligros que encierra un planteamiento tan maniqueo y tan sectario.

Porque ese planteamiento de buenos y malos, en el que una fuerza política se dedica a dar los carnés de buenos y de malos, ha constituido la base común a los peores totalitarismos que la Humanidad ha sufrido en la Historia. Esa soberbia desmedida, que les lleva a creerse los poseedores de la balanza para juzgar y calibrar la bondad y la maldad de los demás, está en el origen de su pretendida superioridad moral, primer escalón para poner en práctica, después, políticas prepotentes y sectarias, con desprecio y exclusión de los demás.

La Historia nos ofrece aleccionadores ejemplos de políticos que, convencidos de ser los únicos poseedores de la verdad y de la bondad, han traído al mundo regímenes totalitarios.

Es curioso que los políticos de Podemos, que han olido ya el poder, hagan ahora grandes esfuerzos por borrar las huellas de su reciente pasado en el que se declaraban marxistas gramscianos o en el que colaboraban con el populismo chavista.

Ellos saben que las propuestas marxistas y presentarse en nombre de la llamada «clase obrera» han tenido un éxito limitado en la sociedad española. De ahí que hayan preferido inventarse el concepto de «gente», para presentarse en nombre de ella a liderar, al estilo de Chávez en Venezuela, el cambio de régimen en España.

Porque un gobierno de Podemos, no sólo sería un desastre para la economía y el empleo, lo que se podría enmendar después con un cambio de gobierno, sino que, a imitación del chavismo, impediría ese cambio por el procedimiento de acabar con todos los contrapoderes (la Justicia independiente, la prensa libre, el habeas corpus, etc…), que en los países libres, como España, permiten la sustitución democrática de un gobierno que fracasa.

 

Esperanza Aguirre

El Mundo