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Espejismos

Misión Línea blanca: ¿Reactivación económica?

A los venezolanos nos encanta vivir de espejismos. Durante mucho tiempo nos metimos en la cabeza que éramos un país rico por el hecho que la naturaleza nos había bendecido con una enorme cantidad de recursos naturales. El tiempo se encargó de demostrarnos que nada era más alejado de la realidad, que los países pueden tener el subsuelo repleto de petróleo y al mismo tiempo a cientos de miles de sus ciudadanos comiendo de la basura. Un nuevo espejismo es el que hemos comenzado a vivir desde hace algunos meses, las sanciones al régimen de Nicolás Maduro han tenido un efecto que nadie hubiese imaginado, imposibilitados de mover sus inmensas fortunas amasadas durante más de veinte años, la élite chavista ha emprendido lo que pudiera conocerse como la “Misión línea blanca”. Una operación gigantesca de lavado de un dinero que no solo es producto de la corrupción, sino de otra fuente importantísima de financiamiento de la dictadura: el narcotráfico.

Ese realero no es posible tenerlos debajo del colchón, sobre todo cuando entre ellos todos desconfían de todos. Por eso a la compra masiva de propiedades se le ha unido un nuevo mecanismo de legitimación de capitales, el llamado “emprendimiento”. Basta con saber que en la nación con la peor seguridad jurídica del planeta las inversiones no van a caer del cielo, los verdaderos empresarios saben dónde y cuándo invertir su dinero, es verdad que algunos riesgos pueden ser aceptados, pero no el tipo de riesgos al que se somete la inversión privada en Venezuela. Es por ello por lo que vemos proliferar una nueva camada de “emprendedores” que han aparecido recientemente a “apostar por Venezuela”. Una muestra de ello son los llamados bodegones, lugares solo accesibles para billeteras bien forradas de dólares porque sus precios no son nada “socialistas”.

Por efecto retruque la población pudiese sentir que hay mayor presencia de bienes en el mercado, aunque a precios de Nueva York, sobre todo en los grandes centros urbanos. El caso de Caracas es bien particular, donde se ha concentrado este fenómeno, al punto que hemos visto cómo la ciudad que parecía vacía producto de la migración masiva vuelve a tener tráfico. Los empresarios, esos que han aguantado la pela durante años, también se benefician del momento, han visto los ciertos controles desaparecer, que le permiten dar un respiro circunstancial, nadie sabe hasta cuándo. De allí a que se llama a esto de “reactivación económica”, es una gran exageración. Los servicios de este país no aguantan un aparato productivo a toda máquina, en un par de horas colapsaría. Este éxito es movido por la inyección de dólares que no es difícil imaginar de dónde provienen y las importaciones masivas.

Para los ciudadanos, más que liberalización esto es la aplicación del modelo cubano al pie de la letra, donde las diferencias entre quienes tenían dólares y quienes no partieron la sociedad en dos. En Cuba un turista canadiense que va de vacaciones la pasa de maravilla, lo mismo aspira convertir el régimen chavista a Venezuela. Los empresarios de verdad también deben saber que no habrá estabilidad económica mientras este sistema perdure, que solo la democracia con libertad económica es sinónimo de progreso, lo digo por si acaso alguno se confunde. Como venezolanos no debemos normalizar lo que no es normal y entender la realidad que vivimos. Lo contrario es engañarnos con espejismos.

 

Fincheltubbrian@gmail.com

@Brianfincheltub

Yeannaly Fermín Nov 02, 2017 | Actualizado hace 6 años
Espejismos, por Luis Ugalde

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El espejismo es una ilusión óptica producida por un fenómeno físico que nos hace ver realidades que no existen. Quien camina sediento y agotado en el desierto salta de alegría y esperanza al ver un oasis y se derrumba al descubrir que era una falsa ilusión. En Venezuela estamos ahora en una encrucijada de espejismos que necesitamos identificar para no caer en el engaño ni entregarnos a la desesperanza.

El primer espejismo es pensar que la dictatorial y tramposa elección de gobernadores nos acerca a la solución de los gravísimos problemas económicos, sociales y políticos nacionales. La dictadura demostró que para no perder el poder está dispuesta a todo, manipulando la miseria con los “puntos rojos” electorales, los “carnet de la patria” y las bolsas CLAP. Con esto y otras trampas logró pasar de 20% de simpatía a 80% de gobernadores. Quien crea que luego de esa elección dictatorial hay gobierno para 10 años más, es una víctima del espejismo. La realidad es que el país y el gobierno ahora están mucho peor que hace 2 meses y avanzan hacia el abismo sin que el régimen haga nada contra el hambre, el desgobierno y la desesperación. Dictadura y venezolanos en Navidades estaremos peor.

Segundo espejismo. En la oposición democrática creíamos estar en capacidad de impedir las previsibles trampas usando anticonstitucionalmente toda la maquinaria del gobierno y del Estado. Pero los hechos han demostrado que era un espejismo, pues la dictadura hizo la trampa de forma más descarada, disciplinada y tecnificada que nunca, mientras que la oposición democrática se mostró incapaz de impedirla.

Tercer espejismo. También resultó un espejismo y mortal ilusión pensar que la oposición estaba suficientemente unida para poder rescatar la democracia y reconstruir el país. Era unidad superficial, de matrimonio mal avenido que cubría las apariencias; ahora se pusieron en evidencia sus profundas diferencias, desconfianzas, rechazos y falta de vuelo para remontar las deformaciones partidistas. Sin una unión más recia y sincera con claro liderazgo coherente frente a la dictadura, no es posible sacar al país de su espantosa situación. Ahora aparecen con fuerza –en algunos casos con irresponsable inmadurez– la división y las descalificaciones, lo cual reduce, y a veces anula, los indudables aciertos nacionales e internacionales que la MUD, la variada sociedad civil democrática y los partidos políticos han tenido, con dirigentes de primera, que en ocasiones se han jugado la vida actuando con heroísmo. Pero todo ello se anula sin una visión y unidad estratégica para enfrentar a esta dictadura con poder y sin escrúpulos; y se empeora cuando, como niños malcriados se hacen acusaciones mutuas públicas, en lugar de una autocrítica serena y franca.

Cuarto espejismo. También quedó en evidencia el espejismo del “diálogo” con este gobierno malandro, de palabras falsas e intenciones torcidas. Sin claridad de metas, sin cumplimento de condiciones básicas imprescindibles para restaurar la democracia y la Constitución vigente, el diálogo es una trampa. Mientras el gobierno hablaba de diálogo estaba preparando el fraude electoral más grande y más descarado, eliminando a sus interlocutores con inhabilitaciones, cárcel, persecución y exilio, cuando no muerte. Como muy bien han dicho instituciones democráticas nacionales e internacionales, sin negociación concreta y práctica para el cambio de régimen dictatorial y la reconstrucción del país con serio y confiable acompañamiento internacional, no tiene sentido el “diálogo” hipócrita y tramposo del régimen para ganar tiempo y dividir a la oposición.

Quinto espejismo. El mayor espejismo es que Maduro y su equipo –incluida la dictatorial asamblea constituyente– crean que están consolidados en el poder a pesar de su incapacidad para impedir que la miseria avance en alas de la hiperinflación y desgobierno corrupto. El régimen corre ciego hacia su fracaso total y destrucción del país; lejos de poner remedio, refuerza las políticas que nos trajeron a este inmenso desastre.

¿Son espejismo las elecciones municipales de diciembre? Ciertamente lo son para quien crea que van a servir para resolver problemas con este régimen tercamente empeñado en la destrucción nacional.

¿Hay que votar o no? En regímenes dictatoriales ninguna elección tiene sentido para los demócratas a no ser que tengan mecanismos para contrarrestar las trampas del poder y hacer respetar el voto. Cuando se creía que teníamos organización y fuerza para hacer valer el voto, este era un camino constitucional irrenunciable. Ahora, por el contrario, parece que en la precipitada elección de alcaldes no hay posibilidad de impedir la trampa y el voto solo servirá para legitimar la dictadura decidida a torcer la voluntad de 80% de venezolanos y con mecanismos comprobados para hacerlo. El régimen anuló el triunfo de Andrés Velásquez en el estado Bolívar e invalidó los reconocidos votos ganadores de Juan Pablo Guanipa en el Zulia, dejando claro que el voto de la gente no vale si la dictadura no lo valida por medio de su anticonstitucional asamblea constituyente. En las elecciones de alcaldes se multiplicarán por cien las trampas a Velásquez, a Guanipa y a todo el electorado.

Ahora Venezuela y el mundo, luego de la primera perplejidad, están más claros de que para vencer la dictadura, rescatar la democracia y hacer vivible el país el único camino es de unidad y coherencia nacional e internacional. Los espejismos son engaños en el desierto; el oasis con agua está dentro de cada uno en valores no negociables y en el coraje y la lucha por convertir la agonía de millones de venezolanos en vida y esperanza. El régimen está cercado por su fracaso total. Para la salida presidencial los demócratas desde ahora debemos exigir y presionar incansablemente y en todos los ambientes nacionales e internacionales un nuevo CNE y justas condiciones electorales.

Luis Ugalde