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Esclavitud

Explotación sexual y laboral de adultos y menores aumenta en Bolívar
Las formas más comunes de esclavitud moderna en la capital del oro de sangre determinadas por la investigación son la explotación laboral, sexual, la servidumbre y la trata de personas

La esclavitud moderna y explotación sexual aumentan en el estado Bolívar en medio de omisión del Estado, según un informe del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

El informe titulado De lo laboral a lo sexual: formas de esclavitud moderna en el estado Bolívar, expone las formas más comunes de esclavitud moderna que imperan en el estado Bolívar y los factores que hacen a la entidad más vulnerable a los patrones y rutas de captación, como el orden impuesto por grupos de poder vinculados con la extracción de oro en el sur de la entidad.

En un trabajo publicado por el Correo del Caroní se señaló que las formas más comunes de esclavitud moderna en la capital del oro de sangre determinadas por la investigación son la explotación laboral, sexual, la servidumbre y la trata de personas.

La investigación del centro de DDHH de la UCAB determinó que 74% de las víctimas de explotación laboral y sexual son mujeres, 25% de ellas son niñas y adolescentes. Aunque por lo general mujeres y niñas son reclutadas como trabajadoras sexuales, algunas son obligadas a realizar trabajos forzados.

El estado Bolívar es una de las entidades con mayor movilidad humana. El principal objetivo de quienes se trasladan son los yacimientos auríferos del sur de la entidad.

Con la creación de la Zona de Desarrollo Estratégico Arco Minero del Orinoco (AMO) en 2016 y al paso del aumento de costo de vida en el país, cada vez más personas de distintos municipios de Bolívar y diferentes estados del país -con todo y pandemia por COVID-19- se trasladan a las zonas mineras porque ven en el oro la única forma de costear una vida digna en medio de la emergencia humanitaria compleja que atraviesa el país.

El proyecto extractivista de Nicolás Maduro no solamente tiene su propia dinámica de violencia. También impuso las reglas de una economía distorsionada. En Bolívar los productos y servicios suelen triplicar su precio en comparación con otros estados del país porque están subordinados al precio del oro, que fluctúa a la par del precio del dólar en el mercado paralelo en un contexto en el que el salario mínimo permite costear solo 0,88% de la canasta alimentaria.

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A pesar de su abolición, la esclavitud se mantiene viva

@duncanhilluk

La esclavitud es un fenómeno que ha existido desde la antigüedad. Y aunque hoy 2 de diciembre se conmemora en todo el mundo el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud, este flagelo no es realmente un problema superado. La esclavitud ha mutado, se ha adaptado y sigue atentando contra la libertad y dignidad de millones de personas. De acuerdo con cifras de la Cancillería británica, se estima que actualmente hay alrededor de 40,3 millones de hombres, mujeres, niños y niñas en todo el mundo que son víctimas de la esclavitud moderna. De este total, aproximadamente 1,9 millones se encuentran en las Américas. La mayoría de las víctimas son mujeres y niñas.

Como delito, la esclavitud moderna se refiere a situaciones de explotación en las que una persona no puede huir o escapar debido a amenazas, violencia, coerción, engaño y/o abuso de poder. Se concibe como un concepto marco que abarca diferentes términos y se enfoca en sus similitudes: trata de personas, trabajos y servicios forzados, explotación sexual, servidumbre, matrimonio infantil y matrimonios forzados.

Una lucha convertida en ley

Acabar con la esclavitud moderna es una tarea de todos y todas. En el Reino Unido intentamos empezar la tarea desde casa: en nuestra legislación doméstica. Desde el año 2015, a partir del Modern Slavery Act, el Reino Unido exige a todas las empresas y comercios que superen un monto determinado de facturación a emitir informes anuales declarando los pasos adoptados para garantizar que sus negocios, y las cadenas de suministro afiliadas, estén libres de esclavitud y trata de personas. A cinco años de convertir la lucha contra todas las formas de esclavitud moderna en ley, trabajamos por asegurarnos de que los impuestos de nuestros contribuyentes no caigan en los bolsillos de explotadores y criminales sin escrúpulos. Sin embargo, estimamos que actualmente aún hay entre 10.000 y 13.000 víctimas de esclavitud moderna en territorio británico, provenientes de alrededor de 130 países. Esta lucha es una tarea compleja y difícil.

La esclavitud moderna no respeta fronteras, es un desafío global que requiere de respuestas globales.

El Gobierno británico aboga por una mejor coordinación internacional para cumplir los compromisos asumidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) de las Naciones Unidas, adoptados en 2015. La Meta 8.7 de los ODS hace un llamado para que se adopten medidas inmediatas y eficaces con miras a erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las formas modernas de esclavitud y la trata de seres humanos y asegurar la prohibición y eliminación de todas las formas de trabajo infantil, incluido el reclutamiento y la utilización de niños soldados, como una medida esencial para lograr el trabajo decente para todos y todas, el empleo pleno y productivo y el crecimiento económico incluyente y sostenido. Es por ello que en 2017 el Reino Unido, en el marco de la Asamblea General de la ONU, hizo un llamado a la acción para acabar con el trabajo forzoso, la esclavitud moderna y la trata de personas. Hasta la fecha, 92 países se han sumado al llamado. Esperamos que Venezuela pueda ser uno de ellos en el futuro. 

La migración como factor de riesgo

Desde la Embajada Británica en Caracas hemos trabajado con nuestros socios locales y la sociedad civil en la lucha contra la esclavitud moderna. En 2017 apoyamos los esfuerzos iniciales de coordinación para la conformación del Grupo de Trabajo sobre la Esclavitud Moderna en Venezuela, integrado por un conjunto de organizaciones y centros académicos dedicados a profundizar el conocimiento y la prevención de estos delitos, especialmente la trata de personas. En 2019, apoyamos la elaboración de una consulta por parte de la organización Éxodo A.C. sobre las prácticas de las organizaciones de la sociedad civil en cuatro estados de Venezuela para la identificación y acompañamiento de las víctimas de trata, esclavitud sexual y prostitución forzada. La consulta incluyó recomendaciones para la identificación de víctimas de estas prácticas abominables y reitera la necesidad de fortalecer las capacidades para atender a los afectados por este tipo de delitos. 

Asimismo, recientemente la Cancillería británica trabajó junto con la Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Colombia para producir el estudio “Análisis de la Dinámica Regional de la Esclavitud Moderna en América Latina y el Caribe, desde la perspectiva del Reino Unido”. El objetivo fue contribuir al desarrollo de políticas y programas en la lucha contra la trata de personas a partir de la formulación de recomendaciones basadas en datos y hallazgos científicos en Venezuela, Brasil, Haití, República Dominicana, Honduras, El Salvador, Guatemala y Colombia.

El informe señaló que, en el caso de Venezuela, los altos flujos migratorios de sus ciudadanos en la región y las condiciones en las que realizan estas travesías los hacen vulnerables ante la dinámica de la esclavitud moderna. En el país hay casos de trata de personas; explotación laboral en el sector agrícola y el trabajo doméstico; explotación sexual (incluyendo a través de la pornografía y un aumento de situaciones de intercambio de comida por sexo); matrimonio infantil; y reclutamiento de niños y adolescentes para actividades ilícitas.

Asimismo, en el informe se destaca, utilizando datos del índice global de esclavitud de la Walk Free Foundation para 2018, que Venezuela tenía una prevalencia estimada de personas en condición de esclavitud moderna de alrededor de 5,6 personas por cada 1000 habitantes (aproximadamente 174.000 personas). 

Mujeres jóvenes, las mayores víctimas

Mientras el mundo entero enfrenta el reto más grande de este siglo, la pandemia de COVID-19, proteger a los más vulnerables de estas prácticas criminales se hace más urgente que nunca. Una de las principales preocupaciones es que se puedan revertir años de progreso hacia el fin del trabajo forzoso y formas similares de explotación. La pandemia ha exacerbado el riesgo para poblaciones vulnerables como refugiados y migrantes.

Los venezolanos, quienes continúan huyendo de la crisis que vive el país, corren el riesgo de ser captados por redes de trata de personas bajo ofertas laborales fraudulentas.

La mayoría de víctimas son mujeres jóvenes. De acuerdo a un estudio realizado en Colombia con la colaboración de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, por cada hombre que es víctima de trata de personas en contextos migratorios, hay al menos 3 mujeres migrantes víctimas de este delito, entendiendo que en Colombia el mayor grupo de migrantes provienen de Venezuela.

Paso a paso, pero sin descanso, es necesario luchar contra estas violaciones de los Derechos Humanos. A pesar de los avances de los últimos dos siglos, podemos ver que un crimen tan abominable como la esclavitud continúa destruyendo la vida de decenas de millones de personas en todo el mundo, incluyendo en el Reino Unido y en Venezuela. Esto no cambiará mientras existan criminales inescrupulosos dispuestos a tratar a los seres humanos como mercancías. A pesar de todas nuestras diferencias, la necesidad de una amplia colaboración internacional para acabar con este flagelo es algo en lo que todos deberíamos estar de acuerdo. No es un tema de fronteras, ideología, raza o religión, sino de dignidad y Derechos Humanos.

* Duncan Hill / Encargado de Negocios a.i. del Reino Unido en Venezuela

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

OIM: Migración venezolana podría incrementar la esclavitud en Latinoamérica

ÁGUADA MARÍN, ESPECIALISTA REGIONAL de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), indicó que la «migración precaria» de los venezolanos puede influir en el incremento de la esclavitud en Latinoamérica.

«El tema migratorio tiene una estrecha relación con estos delitos, porque provee esa oferta que los criminales están buscando. Por eso, estamos en un contexto migratorio como nunca antes hemos visto, ya llegamos la semana pasada a tener tres millones de ciudadanos venezolanos fuera de Venezuela», apuntó la especialista regional de asistencia y protección a migrantes  en una conferencia en Montevideo, Uruguay.

Marín destacó que los últimos estudios estiman en Latinoamérica existen dos millones de esclavos, dato que es bajo si se compara con los 40,3 millones que hay en el mundo.

No obstante, la representante de la OIM dijo que este dato en parte se debe a que en la región existe una tasa de identificación baja, por lo que uno de los retos de los países de América Latina es buscar más acuerdos bilaterales, ya que esto facilitaría tanto las investigaciones internacionales como los procesos judiciales entre naciones.

 

Recuerda uno que en aquellos recreos de primaria, en remotos tiempos en los que -dada la inexistencia de telefonía móvil y por consiguiente de redes sociales, nos veíamos en la “penosa” (se diría hoy, y también: “gracias a Dios, extinta”) obligación de relacionarnos unos con otros, mirándonos a los ojos y hablándonos- usábamos la frase: “dando y dando pajarito volando”, para indicar que estábamos realizando una transacción de intercambio en la que ambas partes entregábamos algo sin vuelta atrás.

Esta semana, hemos escuchado la frase en boca del candidato que va a ganar, insinuándole a sus hambrientos electores que a cambio del voto, obtendrán mayores beneficios. En la Venezuela de hoy, el principal beneficio al que aspiran los ciudadanos es al de la alimentación, de modo, que en el fondo el candidato lo que dice es que el intercambio es de votos por comida.

La transacción es cruel. Se pone uno en el lugar en lugar de la gente que tiene a sus hijos pasando hambre, necesidades y que se encuentra al borde de la desesperación y a la que no le queda otra que creer que votando por una opción que solo le garantiza más hambre, podrá mitigar el hambre. Someter a un pueblo por el estómago, obligándole a vender su apoyo político por un plato de lentejas es la degradación de toda idea de ciudadanía, de democracia y de libertad. Es la perversión total de la política, es la esclavitud del ser humano.

La idea de política que nos viene de la Ilustración se fundamenta en el principio de que la soberanía reside en el pueblo. Los gobiernos están, entonces, al servicio de los ciudadanos y no al revés. Un buen gobierno, como decía Bolívar, es aquel que produce la mayor suma de felicidad posible.

Un pueblo feliz, bien alimentado piensa mejor, elige mejores gobiernos y actúa conforme a principios más elevados. Esto genera lo que se llama un círculo virtuoso: a mejor gobierno mejor pueblo y viceversa

La perversión de este principio es lo que vive hoy Venezuela, es decir, el “dando y dando”: un gobierno que embrutece y hunde a un pueblo en la miseria con sus políticas absurdas produciendo niveles crecientes de infelicidad y haciéndole dependiente del suministro monopólico de alimentos que solo él ofrece, de manera que rebelarse o mostrar desacuerdo conduzca inevitablemente a la inanición y la muerte. De esta forma, solo la sumisión incondicional permite la supervivencia y si quieres subsistir -qué paradójica elección- tendrás que escoger la opción que a la larga (más bien a la corta) significa tu aniquilamiento total.

Este “dando y dando” le lleva a uno a la angustia fundacional de nuestra nacionalidad cuando, justamente Bolívar, en su discurso de Angostura, vislumbraba la tragedia de edificar repúblicas que tenían poca o ninguna noción de ciudadanía, por no contar con pueblos educados para ser libres y virtuosos, lo que las hacía tierra fértil de tiranías. Como redactando nuestra partida de nacimiento dice: “Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza, y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la Superstición.

La esclavitud es la hija de las tinieblas, un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil: adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la Libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la Justicia”… La Libertad, dice Rousseau, es un alimento suculento, pero de difícil digestión. Nuestros débiles conciudadanos tendrán que enrobustecer su espíritu mucho antes que logren digerir el saludable nutritivo de la Libertad”

Qué difícil en la Venezuela bolivariana actual, a casi 200 años de aquel preclaro discurso, pensar en el alimento de la libertad, agobiados como estamos, persiguiendo un kilo de harina de maíz, dando y dando, pajarito volando.

 

@laureanomar

El 350, ya está en la calle, por Armando Martini Pietri

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Venezuela está agobiada en un berenjenal que significa pleno y activo conflicto social, político y económico. Predecir lo que está sucediendo era de Perogrullo, tenía que pasar y lastimosamente no sólo ocurrió, sino que, por desgracia, sigue ocurriendo, falta más y peor.

 

El castro-madurismo dejará como legado la autoría del milagro económico a la inversa, jamás realizado. Convertir a Venezuela de ser el país más rico de América en el más miserable, epopeya difícil de superar, al menos desde aquél Congo que el Rey Leopoldo transformó de vergel en bestialidad, de libertad en esclavitud.

 

Hay pobreza en el mundo, pero pocas cuyas poblaciones tengan que hacer colas indignantes, pelear a golpes y someterse a la delincuencia, para adquirir productos de la canasta básica. En la Venezuela asolada por una revolución exógena, injerencista, sólo empeñada en trasladar su fracaso a otros para robarlos, el mercado negro no es una clandestinidad, lo clandestino llegó a ser lo poco que quedaba de bueno. La inmanejable inflación económica sólo es superada por la inflación del abuso, la represión y la torpeza.

 

Saqueadas nuestras riquezas a tierras cubanas donde manejadores encadenados en sí mismos, tampoco las han convertido en mejor vida, a los venezolanos sólo nos queda una salida, y la estamos construyendo en la calle a costa de sangre, asfixia, sudor, sufrimiento, y sin parar, un día sí y otro también, con noches que no son para muchos de descanso sino de estar pendientes de lo que pueda pasar.

 

A pesar de ser en su origen protestas por motivaciones políticas, las demandas sociales y económicas son esenciales en las manifestaciones, es el principal combustible. Amor con hambre no dura, pero el amor hambriento puede alimentarse con nuevas ilusiones; la revolución famélica sí persiste, por eso hay que cortarla y si resiste, serrucharla. El serrucho popular es la protesta, la marcha, el coraje, ese que nace del corazón y por encima de los gases respira libertad.

 

A los Castro la revolución se les está deshaciendo de vieja e inútil, muere, es ley natural y no tienen fuerza para convencer ni vencer, el asilo de ancianos que sigue con las armas en la mano lo sabe, ha comprendido que no tienen mañana y sólo tratan de dejar lo mejor ubicados a sus hijos y nietos. Que serán ricos, quizás -el pueblo cubano decidirá- pero no revolucionarios.

 

En Venezuela ya no son los longevos ni los jóvenes de mentes domadas los que planean, son los ciudadanos que están impulsando los cambios, renovación, y libertad de ser como queremos y no como convenga a revolucionarios marchitos.

 

Venezuela ha sido siempre un pueblo joven, respondón y con coraje. Bolívar no fue un burócrata que salió a dirigir, sino un muchacho que se hartó de esclavitudes, lo dijo a gritos y cientos lo acompañaron. Había unos cuantos adultos, y hasta un respetable como Miranda.

 

La independencia, sus batallas, rudeza, valentía sin límites, fue acción de jóvenes que no lo pensaron para jugarse la vida, la salud, tranquilidad hogareña y oficios. No se fueron detrás de Bolívar, salieron con él y no pararon hasta las cumbres de los Andes. La libertad y democracia suramericanas subieron en hombros jóvenes, y eso está pasando ahora en esta Venezuela que los ignorantes arruinaron, que también eran juventudes cuando comenzaron, y han envejecido en el error, que es la peor vejez porque lleva a ceguera, terquedad y miedo.

 

La dirigencia estudiantil universitaria lleva en sus espaldas y corazones la independencia, el rescate de la patria destruida, y tienen, por ser jóvenes, su propia agenda, su pasión por encima de todas las represiones, sin abandonar ni dejar de apoyar las concentraciones programadas por la oposición. Porque estos jóvenes y trabajadores nuestros no son generaciones espontáneas, ni súbitos milagros. Son la cara fresca, vigorosa y sana, del pueblo del cual nacen.

 

Vejestorios mentales del régimen miran hacia los uniformados decrépitos de la isla esclavizada y buscan guías, sin comprender que no puede ser guía quien sólo piensa en su cárcel que no le permite ver ni oír ni oler los vientos que soplan.

 

Calcularon en detalle, la estrategia funcionó y se ha cumplido implacable lo que programaron los inspiradores de este desastre, Fidel y Raúl Castro, mientras tuvieron un portavoz capaz de encantar serpientes y una cuenta corriente llena de dólares. Esa caja chica se secó y las culebras muerden cuando se quedan sin comida, los encantadores, para encantarlas, olvidan escrúpulos, tocan sus flautas mientras sus víboras puedan escuchar hasta que la melodía ya no las encanta más y atacan.

 

Pero los jóvenes no son serpientes, son los mismos que nunca han temido luchar por sus ideas y que son capaces de romper cadenas con la fuerza inmanejable de esas ideas.

 

No importa cuántos gases derrochen, ni a cuántos muchachos agredan o se lleven en sus motos, ni cuántos saqueadores y asesinos lancen para meter miedo. Los cubanos de hace medio siglo, nuestros mentirosos de ahora, con toda y su carga ideológica desgastada que les inyectaron en La Habana, se equivocaron de pueblo.

 

Entrampados, esgrimieron sus pecados y otros ni siquiera los supieron cometer, ahora tienen al país por cárcel y eso convierte su preocupación e inmoralidad en supervivencia. Odiar al capitalismo y correr a sus placeres para disfrutarlos, es imprudente y necio, ahora se dan cuenta. El diablo, que no es capitalista sino un ser superior, seduce pero al final no entrega cielos sino infiernos. Por eso los que vendieron sus almas pensando en nubes maravillosas y en paraísos fiscales, son fieras acorraladas.

 

Un edificio hecho de mal concreto y bases débiles que se está derrumbando, a pesar de complicidades serviciales, amigos y protegidos a mazazos, compañeros de estudios y fanáticos islamistas, viejos amigos de sucesivas talanqueras, todos se dan cuenta que polvo han sido y en polvo se convertirán. La viveza criolla financiadora de ambos, que de vivos pasan a ser hampones criminales, fisuras internas, cínicas negociaciones lóbregas y subterráneas, no serán suficientes para subsistir.

 

Ni siquiera se trata del temor de que les abran investigaciones nacionales e internacionales por lo que han mentido, robado, torturado y destruido, vidas incluídas, esos expedientes ya acumulan ordenados montones de información, y ellos lo saben.

 

Con carnets de la patria, bolsas y cajas de comida, limosnas de mala distribución y siempre sospechoso origen, con armas para fanáticos, gases vencidos y órdenes gritadas a uniformados, cada día son más seguros candidatos al Tribunal Penal Internacional de la Haya y otras cortes por violaciones a los Derechos Humanos y crímenes de lesa humanidad con pruebas de sobra. El mundo los conoce y los espera.

 

Los ciudadanos están en calles, dispuestos a morir y están muriendo, los están matando. La rebelión se contagia, se esparce con rapidez como el fuego en la llanura seca, ya no se trata de invocar el artículo 350 de la Constitución: el pueblo lo está aplicando en las calles del país. Los dirigentes hablan, platican, discursean pero deberían oír y escuchar ese ruido atronador y formalizar el llamado que el país reclama.

 

 

@ArmandoMartini 

Corta y arbitraria historia de la deshumanización

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Seré más breve. El exceso de trabajo exigido por el oficio del periodismo estos días, así como los ratos perdidos por el tráfico en esta situación atípica que viven la ciudad y el resto del país, me dejan menos tiempo para escribir uno de estos textos por semana. Al grano, pues.

Hoy hablaré sobre la noción que algunos humanos tienen sobre otros Homo sapiens, según la cual estos en realidad no son sus compañeros de especie. Como siempre, este tema será examinado con casos pasados y presentes. En otras palabras, contaré una muy corta y, si se quiere, arbitraria historia de la deshumanización. Digo arbitraria porque tan solo enumeraré unos pocos ejemplos. Abordarlos todos sería tema de un tratado de varios volúmenes, que excedería mis capacidades, y no de un modesto artículo de opinión.

Los hombres han desconocido la humanidad de sus semejantes prácticamente desde que hay civilización. Después de todo, hacerlo es el fundamento moral para una de las instituciones más arcaicas: la esclavitud. Esclavos había entre los antiguos egipcios, los griegos, los romanos, los chinos y varios pueblos precolombinos. Es fácil inferir que al “reificar” a una persona, al cosificarla, es perfectamente posible adueñarse de ella, negarle su libertad y atar su destino a la voluntad del propietario. Mercancía que puede ser comprada o vendida.

Por su antigüedad, la esclavitud es tal vez la forma de deshumanización más conocida. Pero rechazar la humanidad del otro ha tenido finalidades distintas a la económica. La marginación, la degradación o incluso el exterminio de colectividades enteras han encontrado cómo justificarse de esta forma. Diferencias étnicas, religiosas y culturales no toleradas son el argumento para asumir que quienes se caracterizan por ellas ni siquiera son seres humanos.

Pero como aquellos que han pensado de esta forma se han visto obligados a reconocer que el objeto de su discriminación “se parece igualito, pero no es” como ellos, el ejercicio requiere algo de imaginación. El cuerpo, incluso por dentro, es visto como un disfraz de persona, debajo del cual hay otra cosa, algo vil, despreciable. ¿Qué puede ser? La cuestión se vuelve más fácil recurriendo a una imagen conocida. Un animal. Desde luego, un animal culturalmente asociado con la inmundicia, el pecado o la perversión. Ejemplos: cerdos, ratas y serpientes (ojo, estas asociaciones entre el mal y dichos miembros del reino zoológico no son de ninguna manera compartidas por el autor).

Los judíos, uno de los pueblos que más han padecido la discriminación al punto de la deshumanización, saben de esto. En la Edad Media era frecuente que los dibujaran mamando la leche a una cerda, o incluso comiendo sus excrementos. Esta repulsiva imagen era llamada Judensau (“puerca judía”, en alemán). Algunos Estados germanos de los primeros siglos de la modernidad adoptaron una práctica de obligar a los súbditos hebreos a cambiar sus apellidos para que fueran más teutones, pero las opciones estaban limitadas a términos alusivos al robo, la cobardía o los semovientes porcinos. Ya en el siglo XX, la propaganda nazi mostraba a los judíos con características biológicas de roedores o reptiles.

El horror de los campos de concentración originó el concepto de los Derechos Humanos, pero eso no quiere decir que la deshumanización haya desaparecido de la faz de la Tierra. Es muy conocida la forma en que el castrismo en Cuba se ha referido constantemente a sus enemigos: “gusanos”. De nuevo, la alusión al ser rastrero y sucio.

En la Venezuela contemporánea, el chavismo ha dado un paso más allá. Pero, ¿qué genera más aversión, más asco, que las bestias inmundas o que los gusanos? Solo la materia fecal. Los excrementos, humanos o de otros animales, son el epítome de la suciedad, lo más detestable que puede haber, aquello cuyo contacto debe ser evitado a toda costa y, por lo tanto, amerita una limpieza que acabe con su existencia. La palabra vulgar para el concepto es la usada para denigrar a alguien al extremo. “Eres una m…”

En medio de las protestas para exigir la restauración de la libertad, el PSUV usa su cuenta de Twitter para tomar una cita del Evangelio y retorcerla de forma perversa a propósito de los ciudadanos que saltaron al río de heces para huir de una represión que ha cobrado vidas: Al César lo que es del César, a Dios lo que es Dios, y al Guaire lo que es del Guaire. El mensaje fue reuiteado por el Presidente, ese que jura hasta el hartazgo que es puro amor hacia los venezolanos. El mensaje fue luego borrado, pero todos lo vieron y nadie lo olvidará.

Una burócrata más del montón, a la que pusieron a cargo de la incumplida promesa de sanear el río capitalino, respondió a quien le reclamara al respecto, asegurando que los fondos aprobados para el trabajo sí fueron usados correctamente, pues en el Guaire los opositores “se bañaron sabroso”. Cuesta encontrar un calificativo para esta burla cruel en la que al mismo tiempo se hace motivo de risa la mala administración de recursos públicos y el hecho de que ciudadanos sean perseguidos en masa y obligados a atravesar una cloaca (que, de paso, no merece ser tal cosa), con toda la humillación que ello implica.

Oficialistas en redes sociales comparten mensajes instando a la mayoría que disiente a deponer la protesta. Lo hacen con una forma particular de referirse a ellos: pupusitores.

Hay un patrón evidente. Ya no se trata de rechazar en quien se atreva a disentir la venezolanidad ausente en el apátrida. Ahora la propia condición humana es negada. El opositor es equiparado con un objeto, el más odiado de todos. Los objetos, naturalmente, no tienen Derechos Humanos, y los “verdaderos hombres” pueden hacer con ellos lo que se les antoje. ¿Se entiende lo que quiere decir esto cuando el país vive la más grave escalada de atropellos y abusos desde el poder en toda su historia contemporánea? Creo que sí. De lo contrario, sería imposible explicar por qué la protesta sigue viva.

 

@AAAD25

Derechos sin revés: Crímenes de lesa humanidad

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En las últimas semanas, dentro del contexto de protestas que se vive en el país, se ha repetido en distintos momentos y escenarios, la expresión “Crímenes de Lesa Humanidad” y el carácter imprescriptible que poseen, pero, a qué nos referimos cuando hablamos de crímenes de lesa humanidad.

“Lesa” significa agraviada, lastimada, ofendida. De allí que sean considerados crímenes de lesa humanidad aquellos actos que, por sus características y naturaleza ofenden y agravien a la humanidad en conjunto. Penosamente este término se ha escuchado a lo largo de la historia y en casi cualquier punto del planeta. Hoy nos toca escucharlo en Venezuela.

Los crímenes de lesa humanidad son delitos en masa que se cometen contra la población civil, y cuya primera formulación surgió con la creación del Estatuto del Tribunal Militar de Nuremberg.

El Estatuto de Roma, instrumento constitutivo de la Corte Penal Internacional, que fue adoptado en la ciudad de Roma, Italia, el 17 de julio de 1998, durante la «Conferencia Diplomática de plenipotenciarios de las Naciones Unidas sobre el establecimiento de una Corte Penal Internacional», señala puntualmente en su artículo 7, que un crimen de lesa humanidad es cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque.

Asesinato: homicidio intencionado.

Exterminio: imposición intencional de condiciones de vida, entre otras la privación del acceso a alimentos o medicinas, encaminadas a causar la destrucción de parte de una población. El exterminio está estrechamente relacionado con el genocidio, ya que ambos se dirigen contra un gran número de personas. Ahora bien, el exterminio se da en casos en que se mata a grupos de personas que no comparten características comunes o cuando se mata a algunos miembros de un grupo pero no a otros.

Esclavitud: ejercicio de derechos de propiedad sobre una persona, incluido el tráfico de personas, en particular de mujeres y niños.

Deportación o traslado forzoso de población: expulsión de personas de la zona donde están presentes legítimamente sin motivos autorizados por el derecho internacional, entendiéndose que la deportación supone cruzar fronteras internacionales, mientras que el traslado forzoso ocurre dentro de ellas.

Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional;

Tortura: dolor o sufrimientos graves, físicos o mentales, causados intencionadamente a una persona que el acusado tenía bajo su custodia o control.

Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable; (La violación y otros abusos sexuales también pueden constituirse en crímenes de competencia de la Corte como tortura, en tanto que éste es un crimen de lesa humanidad o un crimen de guerra).

Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundadaen motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional.

Desaparición forzada de personas: detención o secuestro de personas por un Estado o una organización política, o con su autorización, consentimiento o aquiescencia, junto con la negativa a reconocer la privación de libertad o a proporcionar información sobre la suerte que han corrido los “desaparecidos” con la intención de privarlos de la protección de la ley durante un largo periodo.

El crimen de apartheid: actos inhumanos cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial por otro con la intención de mantener ese régimen.

Otros actos inhumanos de carácter similar que acusen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física.

En la definición de crímenes de lesa humanidad puede entenderse por “población civil” a todos aquellos «no combatientes», independientemente de que sean de la misma nacionalidad del responsable o que tengan una nacionalidad diferente. Por “sistemático” puede entenderse como aquellos actos cometidos como parte de un plan o política preconcebidos, excluyéndose los actos cometidos al azar.

Una característica específica de los crímenes de lesa humanidad es que son imprescriptibles, es decir, que no hay un plazo en el que dejan de ser perseguidos y que en la primera oportunidad serán juzgados  todos los responsables. Además, no sólo se juzga a los autores materiales de los crímenes sino a toda la cadena de mando de dichos actos: desde quien lo orquestó, quien estuvo enterado de las acciones y permitió que se llevaran a cabo.

Eso significa que los crímenes de lesa humanidad pueden ser perpetrados por las fuerzas del gobierno, así como por los grupos armados organizados. Es importante destacar que, a diferencia de los crímenes de guerra, los crímenes de lesa humanidad no tienen por qué ser cometidos en el contexto de un conflicto armado.

El Estatuto de Roma también contempla otras categorías de crímenes como el  genocidio,  crímenes de guerra y el crimen de agresión.

Cofavic, en un comunicado público, difundido el pasado 30 de abril, hizo un llamado urgente a las autoridades a cumplir con sus obligaciones constitucionales e internacionales en materia de derechos humanos, incluyendo la obligación de respetar, facilitar y garantizar las manifestaciones y protestas,  respetando y garantizando el derecho a la vida e integridad personal de los manifestantes y excluir de manera determinante para el control de las protestas sociales: el uso de gases tóxicos, armas de fuego y métodos de castigo y persecución a los participantes de la manifestación y a todo ciudadano que se encuentre en la zona donde se lleva a cabo la misma. Cesen los ataques a zonas residenciales, Iglesias, comercios, hospitales, centros de salud, centros educativos y en general sitios donde las personas desarrollan su vida, dado que estos actos  represivos configuran crímenes de lesa humanidad.

Chúo Torrealba sobre resolución 9855: Hay hambre y ahora quieren que haya esclavitud

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El secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad, Jesús «Chúo» Torrealba, consideró que la resolución 9855 —que ordena a las empresas facilitar empleados que se requieran para trabajar en el sector agroalimentario— es una agresión a la libertad de trabajo.

«Un ‘gobiernito’ que se decía obrerista ahora emite una resolución para obligar a los obreros a cambiar su línea de trabajo», opinó.

A su juicio, el gobierno quiere convertir a los venezolanos en rehenes socioeconómicos del Estado: «Además de que hay hambre ahora quieren que haya también esclavitud»

«Destruyeron a Venezuela y pretenden reconstruirla obligando a la gente a trabajar en lo que no quiere», añadió.

Sobre la manifestación para exigir la próxima fase del revocatorio, aseguró que ayer vio un gobierno erizado por una población que demanda un cambio.