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“El Chapo Guzmán movía droga desde pistas clandestinas en Venezuela

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En el documento de acusación presentado en una corte de Nueva York contra el narcotraficante mexicano el nombre de Venezuela aparece en dos ocasiones. Se describe como el capo, extraditado esta semana a EE UU, logró vincularse con traficantes venezolanos para transportar cocaína a través de Centro América hasta norteamérica

 

Por Adriana Núñez Moros

@AdrianitaN

 

Venezuela fue una plaza para el encuentro de miembros del Cártel de Sinaloa con traficantes de droga durante el “reinado” de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Así lo indica el documento de acusación contra Guzmán presentado por la Fiscalía estadounidense ante la Corte del Distrito Este de Nueva York este 20 de enero.

De acuerdo con el documento de 56 páginas, en el cual se detalla la vida y obra criminal de Guzmán durante 25 años en el negocio del narcotráfico, Venezuela, Ecuador y Colombia  fueron los puntos principales desde los cuales “El Chapo” ejecutó la expansión del Cártel de Sinaloa hacia Suramérica y la ocupación de espacios que antes pertenecían a cárteles colombianos.

Según las autoridades estadounidenses el modus operandi de “El Rápido” Guzmán consistía en infiltrar en estos países a miembros de la organización criminal que dirigía para negociar directamente con los traficantes locales y, de este modo, completar partes de la cadena de suministro.

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En el documento se detalla que algunos transportadores de droga, que participaron en la importación de cargamentos de cocaína a suelo estadounidense, están dispuestos a testificar en el juicio contra Guzmán bajo la figura de “testigo cooperante”. Allí, darán detalles sobre los métodos usados por el cártel mexicano para penetrar la frontera de Estados Unidos con cargamentos de cocaína, marihuana y metanfetaminas.

Estos informantes también darán cuenta del uso de aviones cargados de cocaína que volaban desde pistas clandestinas en Venezuela y Colombia hasta Honduras, El Salvador, Costa Rica y Panamá. También de cómo los cargamentos eran trasladados por tierra hasta México y, de allí, a Estados Unidos utilizando vehículos modificados o túneles clandestinos para traspasar la frontera.

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El método utilizado para el desplazamiento de los cargamentos de droga por el continente, descrito en el documento presentado ante la Corte neoyorquina, coincide casi a la perfección con las estrategias reveladas en el juicio contra Efraín Campo Flores y Franqui Flores de Freitas, sobrinos de la pareja presidencial de Venezuela.  

En ese caso, Campo y Flores fueron condenados en noviembre de 2016 por conspirar para enviar un avión cargado con 800 kilogramos de cocaína proveniente de Colombia, desde el Aeropuerto Internacional de Maiquetía (Venezuela) hasta Honduras, con la costa este de Estados Unidos como destino final. La única diferencia en esta operación es que la droga no saldría desde una pista clandestina, sino desde la rampa presidencial del principal aeropuerto de Maiquetía, en Caracas, Venezuela.

El acuerdo hecho por Campo y Flores con José Santos Peña —exmiembro del Cártel de Sinaloa y agente encubierto de la DEA infiltrado en Venezuela para capturar a los familiares de Maduro— contemplaba que el cargamento sería movilizado desde Maiquetía hasta el Aeropuerto Internacional Juan Manuel Galvez (Isla de Roatán-Honduras), luego hasta México y, finalmente, hasta Estados Unidos.

 

A “El Chapo” le llegó su cuarto de hora: Enfrenta 17 cargos por narcotráfico en EE UU

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Adriana Nuñez Moros

@AdrianitaN

Los funcionarios de seguridad de la Corte apuran el paso. Varios arman un arco detector de metales en la puerta de la sala, en el cuarto piso, en cuestión de segundos. Otros ordenan en una fila a las decenas de inquietos periodistas, aún consternados por la noticia. Antes de entrar al recinto es necesario someterse a una rigurosa requisa. Con “El Chapo” cualquier escena de ficción puede hacerse realidad en cuestión de segundos.

Al fondo del amplio salón está estampada una placa de mármol gris y rosetones rosa pálido. Encima del mármol, una placa de metal plateado con la forma del Gran Sello de Estados Unidos. Solo hay una ventana, a una altura suficientemente elevada para que nadie pueda mirar a través de ella. A la izquierda, en el espacio que corresponde al jurado, se amontona un grupo de periodistas; el resto lucha por un lugar en las tribunas del público. En el centro de la sala el equipo de la Fiscalía de Nueva York —cinco hombres y cinco mujeres— comparten risas e intercambian papeles.

Un grupo de miembros de agencias de seguridad estadounidense vinculados con el caso se ubican entre el público y la zona designada para la Fiscalía y la defensa. Ellos también ríen, algunos a carcajadas. Siete agentes de seguridad cuidan la puerta por la que saldrá Joaquín “El Rápido” Guzmán. Ríen en voz alta. Silencio. Varios focos de risas.

«El Chapo» Guzmán está en alguna parte de la sede de la Corte del Distrito Este de la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos. La presencia del “más notorio traficante de drogas del mundo” —como fue denominado en el documento de acusación que publicó la Corte este viernes— parece pesar sobre los trabajadores del edificio. Hacen un esfuerzo por responder las preguntas relacionadas con el caso con indiferencia, como si no fuese el día en el que la justicia estadounidense, al fin, le hinca los dientes a la presa que había estado cazando desde hace décadas.

Hoy es el inicio del proceso penal contra el líder del sanguinario Cártel de Sinaloa, descrito en el documento de acusación como “la más grande y prolífica organización de narcotráfico del mundo”. Es lo que parece ser el principio del final para el hombre a quien el gobierno estadounidense ya imputó por 17 cargos criminales vinculados a la producción de drogas, su importación y distribución en territorio estadounidense y lavado de dinero. No hay una cifra oficial de personas muertas directa, o indirectamente, a manos del también llamado “Jefe”, pero la Corte resalta el uso frecuente de sicarios que acumulan en su haber cientos de asesinatos, asaltos, secuestros y actos de tortura.

Tampoco es un día cualquiera para Estados Unidos. A 364 kilómetros de distancia, en  Washington, Donald J. Trump asume la presidencia del país norteamericano usando como bandera un discurso según el cual los mexicanos son “gente con un montón de problemas, que traen (a Estados Unidos) drogas, crimen, violadores…». En una entrevista concedida al actor Sean Penn, luego publicada en la revista Rolling Stone, el narcotraficante fue cuestionado sobre una presunta recompensa que ofrecía a quien le entregara “la cabeza” de Trump. Este se limitó a decir con tono irónico: “¡Mi amigo!”, refiriéndose al, para entonces, candidato presidencial.

 

 

Aún no está claro si es un regalo para Trump, o para el presidente saliente Barack Obama, el hecho de que México haya aprobado la extradición del polémico narcotraficante justo un día antes del cambio de mando. Los analistas no logran descifrar por qué el gobierno de Enrique Peña Nieto decidió marcar el 19 de enero de 2017 como el día en que se harían realidad las pesadillas en las que “El Chapo” se veía con uniforme de presidiario en una cárcel estadounidense.

Silencio. Todos de pie. Entra el juez.

Compartió prisión con los sobrinos Flores

Son las dos de la tarde en punto y por primera vez Joaquín Guzmán mira cara a cara a la justicia estadounidense. Viste un traje de presidiario azul oscuro y unos zapatos deportivos negros con suela blanca. Sus manos y pies están libres de esposas. Camina con la cabeza baja, pero la mirada elevada. “Shorty” luce aún más pequeño ante el estrado del juez magistrado James Orenstein.

El juez magistrado le pregunta si su nombre es Joaquín Archivaldo Guzmán Loera y él responde con una voz estruendosa, imponente y con marcado acento: “Sí, señor”. Estira los hombros hacia atrás, como preparándose para la pelea. Está flanqueado, a la derecha, por la traductora de la corte; a la izquierda por los defensores federales Michelle A. Gelernt y Michael K. Schneider. Un agente de seguridad cuida cada uno de sus hombros. El juez le pregunta si conoce sus derechos y si le han sido garantizados y él responde: “Gracias”.

Orenstein le pregunta si sabe que se le acusa por 17 delitos de narcotráfico. Se sostiene el dedo índice de la mano izquierda con la mano derecha, detrás de la espalda, durante toda la presentación. “¿Entiende los cargos de los que se le acusa?”, insiste Orenstein. Guzmán ataca con una palabra ininteligible. La defensora pública le susurra algo al oído que lo encauza de nuevo: “Sí, señor”. El juez le explica que aún no se le imputan cargos de asesinato porque no se han identificado plenamente posibles víctimas. Tamborilea los dedos de su mano izquierda lentamente.

-¿Cómo se declara?, pregunta el juez.

-«No culpable”, declara “El Chapo”.

Orenstein indica que, en ese caso, su próxima cita en la Corte será el 3 de febrero de 2017, ante el juez Brian M. Cogan.

Cierra la sesión.

Este primer encuentro con la justicia norteamericana duró apenas 15 minutos. Hasta nuevo aviso, “El Chapo” permanecerá recluido en el Metropolitan Correctional Center de Manhattan, junto con Efraín Campo Flores y Franqui Flores de Freitas, sobrinos de la pareja presidencial de Venezuela condenados por delitos de narcotráfico. También estará con otros traficantes de droga, terroristas y criminales de alta peligrosidad.

Sean Penn, vocero de capos y generales por Yoani Sánchez

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Dicen que hablaron durante siete horas, compartiendo tazas de té y copas de vino. De un lado estaba el actor estadounidense Sean Penn, crítico acérrimo del sistema bajo el que vive, y del otro, Raúl Castro, recién nombrado como presidente de un país donde unos poco impusieron el rumbo político hace casi seis décadas.

El destacado artista venía de un Hollywood que le asqueaba y de una nación donde cualquiera puede gritarle al gobernante de turno hasta del mal que se va a morir. El general, casi octogenario en ese momento, había visto y aprobado la caída de muchos intelectuales por solo mirar de reojo al poder.

Raúl Castro debió evaluar con suspicacia y astucia a este progresista de fortuna y rabietas. Incapaz de leer en voz alta un texto sin cometer innumerables errores, propio de la gente de pocos libros y muchas órdenes, el ex ministro de las Fuerzas Armadas en Cuba sabe que detrás de todo artista se esconde un crítico del totalitarismo, al que hay que neutralizar y acallar, o al menos intentar comprar.

Aquella cita en La Habana de 2008, pactada a través del presidente venezolano Hugo Chávez, tenía sólo un objetivo: engatusar al irreverente Penn para que repitiera las «bondades» del sistema bajo el que vivimos once millones de cubanos. Por eso, la conversación fue toda una danza de conquista, sin exabruptos, ni pistolas puestas sobre la mesa. El protagonista de Mystic River no debía sospechar nada, ni tener miedo.

Es probable que el encuentro transcurriera entre miradas cómplices, palabras pausadas, frases al estilo de «nunca me gustó la idea de dar entrevistas» dichas por el menor de los hermanos Castro. El improvisado reportero tenía que sentir que estaba accediendo al alma oculta de un curtido guerrillero, cuando en realidad estaba cayendo en las redes de un hábil totalitario. La trampa surtió su efecto.

Penn no solo salió de ahí asegurando que «de hecho el ‘raulismo’ va en aumento junto a un reciente auge económico industrial y agrícola», sino que además le dejó pasar a su entrevistado -sin cuestionarlo- que los informes sobre las violaciones de derechos humanos en Cuba que se publican en medios estadounidenses «son muy exagerados e hipócritas». Un periodista no hubiera perdido una oportunidad así para hundir el filo de una pregunta hasta el fondo y tratar de llegar a la verdad.

Sin embargo, Sean Penn ni se inmutó. Su razón de estar allí no era cuestionar las palabras del General -al estilo de un incómodo reportero- sino usar a Cuba como punta de lanza de su batalla personal contra el Gobierno estadounidense. Nosotros no éramos más que números ante sus ojos, cifras que debían explicar por qué el «modelo» cubano era superior al que emana de la Casa Blanca.

A manera de migaja, Penn reconoce a posteriori que si él «fuera un ciudadano cubano» y tuviera que hacer una entrevista como esa, podría «ser encarcelado». Pero lo dice como quien reza el Padrenuestro antes de robarle al prójimo; clama por la transparencia y luego se coloca una capucha; brama por la libertad y le da la mano a un dictador. Lo dice de una manera que no convence.

Años después, Penn volvería a repetir el mismo modus operandi. Entrevistaría en un lugar perdido de Sinaloa al prófugo de la justicia mexicana y sangriento capo, Joaquín Guzmán Loera, el Chapo. El progresista de caviar y aviones privados caería otra vez rendido a los pies del poder, se convertiría en el ventrílocuo de la historia contada por otro insigne culpable que quería limpiar su imagen.

En esta ocasión, también la escena se desarrolló como un danza de apareamiento, donde quien tuvo todo el tiempo el control manejó a la ingenua presa que creía dictar la pauta del encuentro. El Chapo volvió a engatusar al ganador de dos premios Óscar, como una vez le hiciera Raúl Castro en La Habana.

El actor-periodista cayó rendido ante su entrevistado, bromeó con él, le dió la mano. En su conversación, es el otro el que lleva el ritmo y dicta los temas. La idea del sanguinario delincuente es mostrarse como un producto de una sociedad corrompida, alguien que ha sido moldeado por las causas externas y ha hecho de la violencia un acto de rebeldía.

Sin embargo, más allá de las adversidades y del contexto, hubo un momento en que tanto Raúl Castro como el Chapo Guzmán pudieron cuestionarse el daño que estaban haciendo, la estela de infelicidad y dolor que dejaban tras de sí. El mayor fracaso del condescendiente reportero fue no hurgar en por qué no había arrepentimiento en ninguno de los dos, sino la fría tozudez de los caudillos.

Penn volvió a perder la oportunidad del periodista y se convirtió así en un triste vocero de capos y generales.

@yoanisanchez

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Enrique Peña Nieto apresura la extradición de 'El Chapo' a EEUU

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El presidente de México, Enrique Peña Nieto, aseguró este viernes que la Procuraduría General de su país está trabajando para acelerar la extradición del narcotraficante Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán a Estados Unidos.

«La indicación a la Procuraduría es acelerar el trabajo para lograr lo más pronto posible la extradición de este delincuente», declaró el mandatario en una intervención en el Foro Económico Mundial que se celebra en la localidad helvética de Davos.

Peña Nieto, que precisó que se trata de un procedimiento que también involucra al poder judicial, elogió a las instituciones de seguridad de su país por la recaptura de ‘El Chapo’ Guzmán, después «del momento difícil y de tensión» que provocó su fuga.

El narcotraficante, que estaba preso en el penal de máxima seguridad del Altiplano desde enero de 2014, se escapó de esa cárcel en julio de 2015 y allí fue ingresado de nuevo este mes tras ser recapturado en Sinaloa, su estado natal.

Durante su participación en la charla durante el Foro de Davos, Peña Nieto abordó el problema de la corrupción, señalando que las medidas puestas en marcha en México para luchar contra ella buscan «domar y controlar esta condición humana».

Subrayó que, contrariamente a lo que pensaba antes, «no es un tema cultural… es un tema de condición humana y de lo que se trata hoy es de establecer mayores controles», a través de los sistemas nacionales de anticorrupción y de transparencia, entre otros.

El presidente de México consideró que otra manera de enfrentar el problema es tener gobiernos abiertos, que sean transparentes en su actuación y en sus gastos.

Desde 2014 vigilaron nexo entre Kate del Castillo y El Chapo Guzmán

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Desde agosto de 2014, cuando Joaquín «El Chapo» Guzmán ordenó a sus abogados establecer la primera comunicación con la actriz Kate del Castillo para que lo asesorara en la filmación de una película autobiográfica y la escritura de un libro, personal de inteligencia comenzó a seguir, paso a paso, todos los contactos y negociaciones que ambos sostenían.

Informes de inteligencia que forman parte de la investigación sobre la fuga de Guzmán Loera detallan cuatro reuniones que Del Castillo Negrete sostuvo con los abogados de sinaloense, así como el uso de avionetas privadas para trasladar al actor estadounidense Sean Penn y a la actriz mexicana al municipio de Cosalá, Sinaloa, en la zona serrana del llamado Triángulo Dorado.

El primer contacto de Kate del Castillo con el capo se hizo a través del abogado Andrés Granados Flores, el cual tramitó dos amparos en contra de la extradición del líder del Cártel de Sinaloa. Era octubre de 2014.

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México: las impactantes imágenes de la última guarida de El Chapo

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Si la fuga de El Chapo Guzmán de una cárcel de máxima seguridad en julio de 2015 fue una vergüenza para el gobierno mexicano, su recaptura el 8 de enero pasado fue un acierto para las autoridades, que no han tardado en darle publicidad.

Un grupo de periodistas -entre ellos, la corresponsal de BBC Mundo Katy Watson- tuvo acceso a la última guarida del narcotrafricante en la ciudad de Los Mochis, Sinaloa, en el noroeste de México, donde se produjo un enfrentamiento que culminó con el arresto de El Chapo.

El capo trató de huir por un drenaje durante la operación militar con la que se le quería arrestar en Los Mochis.

Estas son las imágenes más impactantes que quedaron después del enfrentamiento:

 

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Posible extradición de El Chapo sea lenta

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MÉXICO (AP) — Los efectivos de la Marina mexicana apenas habían incautado los fusiles de francotirador del calibre .50 y el lanzagranadas cargado tras atrapar al narcotraficante más conocido del mundo cuando empezaron a llegar las peticiones: Extraditen a Joaquín “El Chapo” Guzmán a Estados Unidos. Y pronto.

Las autoridades mexicanas evitaron pronunciarse sobre la extradición tras la captura de Guzmán en la madrugada del viernes, pero aunque decidan trasladarlo a Estados Unidos, el proceso no sería rápido. Por el momento, lo han enviado de vuelta a El Altiplano, la prisión de máxima seguridad de la que se fugó en julio.

Guzmán, que dirige el poderoso cartel internacional de Sinaloa, fue presentado ante la prensa el viernes por la noche vestido con ropa deportiva azul oscuro. Mientras era conducido a un helicóptero por marinos, estos pararon la marcha a medio camino y giraron su inexpresiva cara hacia los periodistas para que pudieran tener una imagen clara.

Las peticiones para una rápida extradición son las mismas que en febrero de 2014, tras la anterior captura de Guzmán, que enfrenta cargos por tráfico de drogas en varios estados estadounidenses. Entonces, el gobierno de México insistió en que podía lidiar con un hombre que ya se había escapado de una cárcel de máxima seguridad, alegando que primero debía pagar su deuda con la sociedad mexicana.

El pasado 11 de julio Guzmán volvió a fugarse, ante las narices de los guardas y funcionarios de la cárcel más segura del país, empleado un túnel que sirvió como ejemplo de lo enraizada que está la corrupción en la sociedad, además de avergonzar profundamente al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

En el anuncio de la última captura del narcotraficante, los funcionarios fueron más discretos que hace dos años, aunque hicieron hincapié en que las labores de inteligencia e investigación corrieron a cargo de las fuerzas mexicanas en su totalidad. No hicieron mención a una posible extradición.

“Tienen que extraditarlo“, dijo Alejandro Hope, un analista de seguridad en México. “Es casi un movimiento obligado.”

Marco Rubio, senador y precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, se hizo eco de este sentimiento al pedir la entrega inmediata de Guzmán a las autoridades estadounidenses. “Teniendo en cuenta que ‘El Chapo’ ya se ha escapado de cárceles mexicanas en dos ocasiones, esta tercera oportunidad de llevarlo ante la justicia no puede desperdiciarse“, apuntó.

Peña Nieto anunció la captura en Twitter diciendo: “Misión cumplida: lo tenemos.”

Guzmán que pasó de ser hijo de un campesino humilde al mayor narcotraficante del mundo, fue detenido tras un tiroteo entre sus hombres y marineros mexicanos en su vivienda en Los Mochis, una ciudad costera de su estado natal, Sinaloa.

Al parecer, pensó que su historia era digna de Hollywood. Uno de los motivos que ayudó a localizarlo en una casa de un lujoso vecindario de la ciudad fue su intención de filmar una película autobiográfica, dijo la procuradora general Arely Gómez, el viernes por la noche en el aeropuerto de la ciudad de México donde se mostró al reo a la prensa.

“Para ello estableció comunicación con actrices y productores, que se convirtieron en una nueva línea de investigación“, explicó.

Más detalles en Diario de Yucatán

Presuntos hijos de El Chapo reaccionan contra el gobierno mexicano en Twitter

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Iván Guzmán y Alfredo Gúzman, supuestos hijos de Joaquin «El Chapo» Guzmán, detenido por las autoridades mexicanas en Los Monchis, reaccionaron la noche de este viernes a través de sus presuntas cuentas en la red social Twitter asegurando:  «No saben lo que hicieron».

Ivan Guzmán, ubicado en Twitter como @IvanArchivaldo , cito el tuit con el que el presidente del país, Enrique Peña Nieto, hizo publica la noticia de la detención del Líder del Cartel de Sinaloa para ofender al mandatario.

«No saben ni lo que hicieron ni en que bronca se metieron», escribió Ivan, quién se unió a la red social en junio de 2012, en un segundo mensaje.

En un ultimó tuit, que alcanzó más de tres millones de retuits, escribió: «Ven a mi padre como un trofeo cuando el trofeo debería ser acabar con los secuestradores extorsionadores».

Por su parte, Alfredo Guzmán, encontrado en la red social como @_AlfredoGuzman_, aseguró ser por las buenas un santo pero por las malas veneno. «El Gobierno sabrá de los Guzmán muy pronto», sentenció.

En un segundo tuit mencionó la cuenta de Ivan Guzmán para asegurar que su «apa» lo había dejado a cargo mientras el falte. «Habiendo vida hay esperanza plebes», finalizó.