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Día del Trabajador

Trabajadores se lanzan a las calles para protestar contra los salarios de hambre este #1May
«Si en Venezuela hay dinero para los corruptos, tiene que haber dinero para los que día a día exponemos nuestra vida por la salud de los venezolanos», señaló Ana Rosario Contreras

Trabajadores del sector educación, salud, y la administración pública se concentraron este lunes, 1 de mayo, en varios puntos de Caracas para protestar y exigir ajustes en los salarios y mejores condiciones laborales.

A propósito del «Día del Trabajador», los diferentes gremios se manifiestan por los «salarios de hambre», recordando que el sueldo mínimo y las pensiones no se ajustan desde marzo del año 2022 y actualmente equivalen a unos cinco dólares.

«No quiero show ni comiquita, yo lo que quiero es que me paguen en divisas», fue la consigna que entonaron los trabajadores públicos en Caracas, quienes se concentraron en Chacaíto, específicamente en la Torre Credicard.

Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermeras de Caracas, se dirigió a los manifestantes con un megáfono expresando que en Venezuela debe haber recursos para la salud.

«Si en Venezuela hay dinero para los corruptos, tiene que haber dinero para los que día a día exponemos nuestra vida por la salud de los venezolanos», señaló Contreras en la manifestación.

Docentes de Guarenas, Guatire, y Araira (estado Miranda) se trasladaron a Caracas para participar en la manifestación para exigir ajustes salariales con motivo del «Día del Trabajador».

Asimismo, trabajadores de Apure, Guárico, Mérida, Monagas y Táchira, entre otras regiones, también salieron a protestar.

Justamente este 1 de mayo se cumple un año desde que Nicolás Maduro prometió el pago de un bono compensatorio de Bs. 10.000 para los jubilados. Sin embargo, este compromiso no se ha materializado y el dinero ya se devaluó.

Se esperaba que ese bono se otorgara a quienes se jubilaron del sector público entre el  1 de enero de 2018 y el 1 de mayo de 2022. Se pagaría en partes a través del Sistema Patria, recordó El Pitazo.

Anuncian protestas en Caracas y otros estados el #1May para exigir aumento salarial
El secretario general del Sindicato Único de Trabajadores del estado Miranda (Suteem), Franklin Velásquez, informó que se concentrarán en Plaza Venezuela

Diferentes gremios de trabajadores saldrán a protestar el próximo lunes, 1 de mayo, con motivo del Día del Trabajador, para exigir un aumento salarial y mejores condiciones laborales.

De acuerdo con la Red Sindical Venezolana, la manifestación también tiene como objetivo exigir las reivindicaciones laborales, seguridad social y el respeto a la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (Lopcymat).

En declaraciones concedidas a El Pitazo, el secretario de la Federación Venezolana de Maestros (FVM), seccional Tuy-Guaicaipuro, profesor René Zapata, señaló que los educadores de Miranda se trasladarán a Caracas a sumarse a las protestas.

“Tenemos información de que el aumento salarial será paupérrimo”, comentó Zapata sobre el aumento de sueldo que posiblemente anuncie Nicolás Maduro.

Aunque el educador no mencionó monto, indicó que ese posible anuncio no alcanzará para comprar “ni una milésima parte” de la cesta básica que está por el orden de los 480 dólares.

Por su parte, el secretario general del Sindicato Único de Trabajadores del estado Miranda (Suteem), Franklin Velásquez, informó que en Caracas se concentrarán en Plaza Venezuela.

“Ya estamos preparando los motores para movilizarnos y exigir al Gobierno que haga efectivo un incremento que permita a los educadores vivir dignamente”, manifestó.

Asimismo, Velásquez indicó: «Además de solicitar un salario justo, estamos luchando porque cese la persecución y el hostigamiento contra nuestros colegas».

Desde el mes de enero el gremio de educadores y trabajadores públicos han realizado diferentes jornadas de protesta para exigir un aumento salarial, pero sus peticiones no han sido acatadas por el gobierno de Maduro.

Cuando el amor por la profesión cuenta más que la remuneración
En el Dia del Trabajador, venezolanos encuentran motivación para seguir adelante pese a la hecatombe económica y social 

@franzambranor

 

El 29 de junio de 2018, un tuit del profesor José Ibarra se hizo viral en Venezuela. El titular de la Universidad Central de Venezuela publicó una foto de unos zapatos rotos y escribió: “no me da pena decirlo, con estos zapatos me traslado a la UCV a dar clase. Mi sueldo como profesor universitario no me alcanza para pagar el cambio de suela, pues sale en 20 millones (bolívares)”. 

 

 

Casi tres años después del tuit que tuvo más de 10 mil replicaciones y 1.000 comentarios, el licenciado en Trabajo Social con maestría y doctorado en salud pública continúa dando clases en la principal casa de estudios del país. 

“Mi opción siempre ha sido Venezuela, mucha gente me pregunta por qué no me he ido del país, por qué continuó dando clases cuando podría estar en otro sitio y siento que mi misión histórica es seguir formando a la generación de relevo, que son los que pueden sacar adelante a la nación. En algún momento esta situación tiene que pasar”, dijo Ibarra.  

Un profesor a dedicación exclusiva en la Universidad Central de Venezuela tiene un sueldo base de 4 millones 602 mil 812 bolívares, de acuerdo al más reciente tabulador, lo que representa poco menos de 2 dólares mensuales, pero con bonificaciones el salario mensual puede elevarse a $8 en algunos casos.

Ibarra, además de ser catedrático con 14 años de experiencia, coordina las Unidades de Servicio Comunitario de la Escuela de Trabajo Social y de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV.

“Mi sueldo yo creo que no llega a 4 dólares, además de estar en la UCV trabajo con una asociación civil sin fines de lucro, coordinando proyectos en las comunidades y con eso ayudo a mi familia”. 

La publicación de aquel tuit hace tres años desató una ola de donaciones de calzados que inspiraron a que el profesor creara el movimiento “Zapatos de la dignidad” para ayudar a otros docentes en similar condición.

“Me hice famoso y popular sin quererlo, en Estados Unidos hicieron una tesis sobre mi, de Perú me llamaron para conocer mi experiencia docente y estoy en varios grupos internacionales donde compartimos conocimientos, pero la realidad es que la situación no ha cambiado mucho, ni para mi, ni para otros profesores, seguimos con un sueldo de menos de 10 dólares mensuales y eso te obliga a buscar otra cosa por fuera. Agradezco la solidaridad de la gente, pero yo quiero trabajar sin que me regalen nada”.  

Como el cangrejo 

De acuerdo a León Arismendi, director general del Instituto de Altos Estudios Sindicales (Inaesin), en 1998 el salario mínimo en Venezuela era de 174 dólares mensuales, hoy en día es menos de un dólar y sumándole bonos puede llegar a 5 o 6.

Para el Banco Mundial, cualquier persona que devengue menos de 1,90 dólares diarios pertenece a la pobreza crítica.

Para Arismendi, “en Venezuela ningún ser vivo había vivido una ruina como esta, los salarios, las prestaciones sociales, seguros médicos y planes para adquirir viviendas que eran derechos por los que habíamos luchado en la etapa democrática del país se vinieron abajo”.

Sostiene que el propio Estado irrespeta el artículo 91 de la Constitución Nacional el cual reza que “todo trabajador tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir dignamente y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales”. 

“Los derechos de los trabajadores en Venezuela parece que están congelados en el tiempo. No tenemos expectativa positiva alguna en cuanto a lo que el gobierno pueda anunciar este 1 de mayo, nos gustaría escuchar que van a tomar medidas que acaben con la hiperinflación, la recuperación del aparato productivo, un salario digno, el final de la persecución a los sindicalistas y vacunas para todos contra el Covid-19”, sostuvo Arismendi. 

El director general de Inaesin indicó que el gobierno se vio obligado a hacer una apertura de la economía con la dolarización de facto, la cual ha significado algo de recuperación por lo que un trabajador en el ramo privado puede ganar un promedio de 50 dólares mensuales.

El salario está en ruinas: ¿va a aumentar en el corto plazo?

De acuerdo al director de Ecoanalítica, Asdrubal Oliveros, el sueldo base en el sector privado tendrá un avance gradual. “Nuestras proyecciones contemplan un salario promedio de 72 dólares para finales de este año, $90 en 2022 y hasta $115 en 2023”. 

Con la cabeza en alto

Nelbett Raiza Ramírez se levanta todos los días a las cinco de la mañana y camina desde su hogar en San Martín hasta el Hospital “Doctor Francisco Antonio Risquez” en Cotiza, donde trabaja en el área quirúrgica porque su sueldo mensual menor a 1 dólar no le alcanza siquiera para pagar el pasaje del transporte colectivo.

Ramírez tiene 28 años de experiencia como enfermera y pese al miserable salario que percibe se niega a abandonar su profesión.   

“Las enfermeras representamos el amor al prójimo y a lo que hacemos. Una enfermera no es solo una mujer que viste de blanco, es un ser humano íntegro que comprende las necesidades y sentimientos de sus pacientes, es una proveedora de cuidados, de afecto, amabilidad y solidaridad”.

Desde diciembre hasta el presente, Ramírez ha rebajado 29 kilogramos. No solo perdió peso, también a su pareja que la abandonó con un hijo de 8 años. 

“Lo más gratificante que tiene una enfermera no es el sueldo porque no ganamos nada. Tenemos miedo de no poder alimentar a nuestros hijos y de enfermarnos de COVID-19, pero es gratificante cuando una madre te ve a la cara y te dice gracias por salvar a mi hijo, la mirada cálida de una persona, el apretón de la mano de un bebé, esas son cosas que hacen mi carrera gratificante y especialmente humana”.

Nelbett junto a un grupo de compañeras estableció una especie de pool que se encarga de hacer visitas a pacientes a domicilio. Así surfea la ola del alto costo de la vida y el sueldo insignificante. Además recibe la ayuda de sus padres y hermanos para la manutención de su hijo.  

La enfermera asegura que las condiciones en las que trabaja son deplorables. Nunca hay agua potable en el hospital y tiene que rogar para que le den un tapabocas diariamente. “Desde que empezó la pandemia, he perdido a siete compañeros por el COVID-19, por supuesto que tengo miedo de enfermarme, pero todos los días me encomiendo a Dios”.

A Nelbett no le han puesto la vacuna contra el coronavirus. En el hospital donde trabaja han privilegiado a otros, incluyendo a gente que nunca había visto en el recinto.    

“Recuerdo que cuando me gradué de enfermera era algo grandioso, en este momento hay mucha humillación, todo el mundo piensa que lo importante es el doctor, pero vamos para adelante y tengo esperanza y fe que vamos a salir de esto”. 

El volante por la oficina

Luis Pulido es técnico superior en Relaciones Industriales. Poco tiempo después de haberse graduado en Barquisimeto comenzó a trabajar en una empresa de suplementos de electricidad, pero la crisis de escasez de alimentos, medicinas y colas eternas en los comercios de 2016-2017 le pegó duro económica y físicamente y se vio obligado a renunciar porque el sueldo era insuficiente para mantener a sus dos hijos. Al ver la nevera vacía y no poder siquiera pagar la cuota de escolaridad de sus descendientes, Luis agarró el carro y comenzó a ofrecer carreras de taxi en las calles larenses. “Al principio fue duro, me daba mucha rabia hacer eso, luego de haber estudiado con tanto sacrificio, además sentía miedo de que alguien me pudiese atracar”. 

Lento pero seguro, Luis fue ganando confianza y hoy en día ya no necesita salir a recoger a desconocidos en las calles, sino que trabaja con una cartera de clientes fijos. La dolarización le ha beneficiado. Luis hace carreras de 10,20,50 y hasta 100 dólares, depende de la distancia y el tiempo de espera. “En un buen día me puedo ganar hasta 80 dólares y con eso resuelvo”. Luis dice que lo más complicado es mantener el vehículo operativo debido al elevado costo de los repuestos y la escasez de gasolina, pero hasta ahora le ha resultado mejor que estar en una oficina devengando un sueldo cada quincena. “Ya me monté en esto y vamos para adelante”. 

Por amor 

Para León Arismendi, director de Inaesin, todavía hay una mezcla de vocación de servicio e ilusión en algunos trabajadores de que los sueldos sean ajustados y la jubilación sirva para algo cuando toque. “Esperanza de que las cosas algún día cambien, en el caso de la administración pública, algunos tienen el propósito de seguir aguantando con la mente puesta en un mejor futuro y que los años de servicio cuenten al final de la historia”. 

De acuerdo al profesor de la UCV, José Ibarra, el futuro de Venezuela depende de un eventual cambio del modelo político. “De lo contrario vamos a seguir en una época de oscurantismo, el derecho a la educación se ha violentado, igual que el derecho al trabajo, no hay dignificación del ser humano. Conozco a muchos profesionales haciendo otra cosa distinta para la que se formaron. Es muy desmotivante saber que un buhonero, con todo el respeto que se merecen, devenga más en una semana que lo que un profesor en un año. Son los profesionales los que están llamados a gerenciar las instituciones públicas del futuro y en eso tenemos que perseverar”. 

OIT apela a la solidaridad tras el impacto del COVID-19 para los trabajadores
La pandemia redujo en 2020 un 8,8 % la cantidad de horas de trabajo en el mundo, o el equivalente a 255 millones de empleos, según la OIT

 

Este viernes, 30 de abril, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en la víspera del Primero de Mayo, destacó que la pandemia ha destruido miles de empleos, empresas y modos de vida, llevando a millones a la pobreza y haciendo que retroceda el desarrollo global.

En un mensaje para celebrar el Día Internacional del Trabajo, el director general de la OIT, Guy Ryder, llamó a empleados, empleadores, gobiernos y organizaciones internacionales a «unir fuerzas para conseguir un trabajo justo y digno para todos» en un momento en el que la crisis ha golpeado a «los más vulnerables».

Según cifras de la OIT, la pandemia redujo en 2020 un 8,8 % la cantidad de horas de trabajo en el mundo, o el equivalente a 255 millones de empleos, cuatro veces más que la crisis financiera de 2009.

El SARS-CoV-2 y sus consecuencias «son un triste recuerdo de la interdependencia global, que no sólo afecta la salud sino también al trabajo», subrayó Ryder, quien destacó que «nadie debe ser indiferente a la situación de otros, ante la fragilidad de este mundo interdependiente que hemos construido».

«La solidaridad es clave para nuestra supervivencia y prosperidad, dentro y más allá de nuestras fronteras», agregó el responsable de la organización, que en 2019 celebró su centenario.

*Con información de EFE 

El trabajo en socialismo es la servidumbre

@vjmc 

Es inútil ir contra las efemérides. En la Venezuela del 2020 todavía el día del trabajador es feriado, y todos aprovechan la oportunidad para hacer loas al obrero y alabar el genio del trabajador. No deja de ser extraño que sea feriado el cuadragésimo octavo día de un encierro que amenaza con prolongarse más allá de la capacidad de resistencia de la mayoría de los ciudadanos. Un feriado sumergido en un detente de la vida que dice celebrar lo que casi ya no existe.

Los socialismos son especializados en el destruccionismo. Son el ejercicio contumaz de esa prepotencia que transforma a los políticos en planificadores centrales, o sea, en los que pretenden doblegar la compleja realidad, constituida por millones de interacciones entre millones de personas, para reducirla a una matriz de insumo-producto que quiere ser el alfa y omega de todas las cosas.

Pero no solo quieren determinar la realidad a sus cálculos sobre la felicidad y la justicia. También quieren ser los propietarios de todos y también de sus propiedades. Los socialistas, prevalidos de la fuerza ejercida con rasgos psicopáticos, te proponen una oferta que no puedes rechazar: cambiar tus grados de libertad por servidumbre “benevolente”, administrada por un estado todopoderoso que, sin embargo, solo te plantea como alternativa la muerte si es que se te ocurre intentar la disidencia.

¿Cómo alguien puede pensar que ocurra el trabajo como hecho social en un ambiente determinado por el exterminio de la libertad?

El sistema de mercado es, al igual que el Estado, un método para coordinar y controlar el comportamiento de la gente, mediante interacciones favorables cuyo mediador universal es el dinero. Ud. solicita un servicio, lo paga y, a cambio, lo recibe. El estado socialista se lo devora para quedar como la opción totalitaria. Por eso en los socialismos el dinero deja de tener valor y los mecanismos de intercambio son penalizados.

Un sistema de mercado existe cuando los mercados proliferan y se interrelacionan unos con otros de una manera muy peculiar. Este orden peculiar, cuando se logra, tiene el objetivo de organizar y coordinar buena parte de las actividades de una sociedad, mediante las interacciones mutuas de los compradores y vendedores. La señal de lo valioso no es un decreto, ni una ideología. Es el precio que se transa. Obviamente, detrás de millones de transacciones ocurre el milagro del capital, resultado del trabajo continuo y sistemático y de la inversión productiva.

Detrás de los bienes y servicios que se ofrecen en el sistema de mercado está el mercado laboral, donde se ofrecen y se demandan talentos que se transan por un precio que se llama salario. Sin sistema de mercado no hay posibilidad de imaginarnos un mercado de trabajo, solo desempleo, informalidad, grandes grupos de ciudadanos que son perdedores netos y un sistema de servidumbre que se ceba en la necesidad de sobrevivir que tienen los seres humanos.

La planificación central con toda esa parafernalia de proclamas, decretos y propaganda, que son la negación forzada de una lógica masiva que quiere ser la intérprete irrevocable de todas las expectativas sociales. Como no puede, le toca aplicar la simplificación autoritaria: salario mínimo, bolsas CLAP, cadenas nacionales de radio y televisión, censura generalizada y morral tricolor. Los ciudadanos quedan reducidos a categorías operacionalizables y a condiciones mínimas de supervivencia.

Un sistema de órdenes centralizado no es capaz de superar la eficacia de las interacciones mutuas, en forma de transacciones. Un ejemplo notable es la comparación imposible entre la telefonía estatal (que no existe) y la competencia privada (que tampoco existe al estar regulada y controladas sus tarifas). Porque solo mediante este sistema global de transacciones, propia del sistema de mercado, se puede lograr una asignación eficiente de las tareas, habida cuenta de que es una sociedad entera la que debe coordinarse, y es necesario obtener el fruto de muchas – casi infinitas – tareas diferentes.

Sin un sistema de mercado complejo, no hay trabajo. Porque el trabajo es la forma del hacer posible la satisfacción de la oferta y de la demanda. Si esa lógica resulta obstaculizada hasta casi exterminarla, desaparecen las empresas y con ellas desaparecen los empleos, los bienes y los servicios, se produce escasez e inflación, y al final nos conseguimos con que “solo tenemos patria”. O sea, ese socialismo tóxico que le importa poco inmolarnos a todos para ellos preservarse en el poder y seguir saqueando nuestro presente y nuestro futuro.

Entonces ¿Qué es lo que estamos celebrando hoy? ¿En serio somos capaces de hacer loas al trabajo que no existe, al sistema de mercado aplastado por el destruccionismo socialista, a la falta de un mercado robusto que demande talento para resolver problemas? ¿En serio hay algo que celebrar? ¿En serio tenemos que acompañar la solicitud de reivindicaciones imposibles de pedir a un régimen que supuestamente desconocemos por usurpador? 

Un país sin economía, sin sistema de mercado, sin mercado laboral, no debería hacer de este día nada diferente a un silencio luctuoso.

Por eso mi llamado a que conquistemos el primer bastión de la liberación, que no es otro que el sentido de realidad. Si no sabemos qué vivimos, cuáles son sus causas y sus terribles consecuencias, nunca podremos descifrar el laberinto en el que parecemos irremisiblemente perdidos. El rechazar una efeméride irrelevante podría ser el primer paso.

Caracas, 1 de mayo de 2020.

E-mail: victormaldonadoc@gmail.com

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Trabajadores venezolanos conmemoran su día con el salario más bajo del mundo
La Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) sostiene que la conformación de un Gobierno de Emergencia Nacional es una «iniciativa necesaria» para atender el caos en que se encuentra el país

Con un salario mínimo de dos dólares mensuales -el más bajo del mundo- que no sirve ni para comprar un almuerzo en la calle, y con sindicalistas perseguidos e incluso presos por exigir mejoras salariales y reivindicaciones laborales, la clase obrera venezolana no tiene nada que celebrar este 1º de mayo de 2020, Día Internacional del Trabajador.

A partir de hoy entra en vigencia el nuevo salario mínimo de 400.000 bolívares que Nicolás Maduro aprobó para «proteger» a los trabajadores en medio de la cuarentena por el coronavirus, que tiene a millones de venezolanos sin poder rebuscarse para subsistir en un país donde los precios de bienes y servicios se dispararon 124% en el primer trimestre del año. Un salario que hoy equivale a 2,2 dólares mensuales o 13 huevos. Diariamente son 0,07 dólares, muy por debajo del umbral de pobreza establecido por el Banco Mundial (1,90 dólares diarios).

Con esto, afirman las centrales sindicales CGT, Unete y Codesa, el «régimen hambreador» deja muy claro que «su estrategia política es profundizar la esclavización de la clase trabajadora», cuando el costo de la canasta alimentaria se remonta en 68 millones de bolívares, unos 340 dólares, de acuerdo con las proyecciones del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) para este mes de abril.

 

Más información en TalCual.

¿Celebrar el Día del Trabajador? por Roberto Patiño

 

Lejos quedaron los días en que el primero de mayo anunciaba aumentos de sueldos que significan una mejora en ingresos y condiciones para los trabajadores venezolanos. Hoy vivimos en un país que espera con aprensión los anuncios del ejecutivo, conscientes de que las medidas e incrementos del régimen con toda certeza ampliarán aún más los efectos de la crisis económica e hiperinflancionaria.

Los aumentos y las bonificaciones ya no se festejan:  la gran mayoría del país ve en ellos las señales de más empobrecimiento e inflación, de más hambre y escasez.

El día del trabajador es una fecha que nos fuerza a reflexionar entorno a las difíciles condiciones que atraviesa la fuerza laboral venezolana, como parte fundamental de la sociedad, que sufre el colapso y el caos que estamos viviendo bajo el modelo actual.  Para un sector significativo de la población se hace cada vez más difícil ir a trabajar. El hambre está afectando las capacidades y desempeños, también mermadas por las carencias en servicios básicos y de infraestructura.

En el municipio Libertador de Caracas, vemos a personas trabajadoras adelgazar de forma impresionante en tiempo récord. Sus testimonios expresan cómo cada día pasan más horas trabajando (deben buscar hasta tres, cuatro y cinco empleos) y cada vez el dinero les rinde menos.

Según la última encuesta ENCOVI el 89,4% de las familias cree que su ingreso es insuficiente para comprar alimentos, mientras que más del 70% afirma que desde junio de 2016 se ha visto en situaciones como que los alimentos no alcanzan y no tiene dinero para comprar más, o bien que sus ingresos no le permiten adquirir alimentos saludables y balanceados. Para familias enteras el dinero se les escurre entre las manos y sufren, además, múltiples problemas para acceder a servicios básicos, no sólo por la falta de dinero sino también por otros factores como la escasez de efectivo que les impide pagar camionetas, los cortes de luz arbitrarios que duran días o por el racionamiento de agua.

El trabajo ya no es garantía para cubrir las necesidades básicas. Ni siquiera lo garantiza el diversificar ingresos o tener múltiples empleos. La Canasta Básica Familiar, que aparte de alimentos incluye productos básicos de higiene, se encuentra por encima de los 50 millones de bolívares. Una familia de cinco miembros tendría que destinar casi veinte salarios mínimos diarios para poder acceder a ella. A esto se suma las ya graves condiciones de vulnerabilidad laboral. Según la misma encuesta ENCOVI, el desequilibrio laboral alcanza a más del 15% de la población, entre sectores desempleados y subempleados: aquellos que trabajan menos de 15 horas a la semana y los que ganan menos de un salario mínimo integral pese a trabajar 40 horas semanales.

La situación de incertidumbre y deterioro laboral se agrava cuando los trabajadores venezolanos han venido perdiendo fuentes de empleo, debido a que las empresas que los generan han sido objeto de expropiaciones, persecuciones y controles. Han bajado la producción muy por debajo de sus capacidades o han tenido que cerrar definitivamente. Por otro lado las empresas en manos del Estado han demostrado ser totalmente improductivas y sus trabajadores tienen que huir de ellas, como es el caso de PDVSA, Corpoelec y las empresas básicas de Guayana, por mencionar a algunas.

El 01 de mayo es el Día Internacional del Trabajador, en honor a los llamados Mártires de Chicago, que en 1886 iniciaron una huelga en la que más de 80 mil trabajadores se decidieron a reclamar sus derechos laborales, pidiendo condiciones de trabajo más justas, como el establecimiento de la jornada laboral de ocho horas diarias a diferencia de las de 12 y 18 horas existentes en aquellos tiempos. 132 años después, la mayoría de los venezolanos debe trabajar entre 12 y 18 horas diarias para poder apenas alimentarse, bajo un modelo opresivo de hambre, empobrecimiento y violencia.

Hace más de un siglo, los trabajadores se organizaron para defender sus derechos. Hoy día es necesario que todos los sectores sociales recordemos ese momento de la historia como ejemplo del valor de la organización y el esfuerzo mancomunado para lograr condiciones de vida dignas. El primero de mayo debe volver a ser una fecha en la que celebremos lo que hemos alcanzado y que debemos seguir construyendo. No un recordatorio de lo que hemos perdido y de las dificultades y penurias impuestas por un régimen dictatorial.

 

@RobertoPatino

Trabajadores se concentraron en Chacao por el Día del Trabajador

Foto: Efecto Cocuyo

A finales de la mañana de este martes, 1 de mayo, trabajadores de diversos sectores se congregaron en la avenida Francisco de Miranda de Caracas, a la altura de El Rosal, para conmemorar el Día del Trabajador y reclamar por las adversas situaciones que atraviesan los venezolanos en medio de la crisis económica.

El acto, convocado por el Frente Amplio Venezuela Libre, reunió a representantes de distintos gremios como Fetrasalud, Sindicato de Trabajadores Petroleros, Fetraconstrucción, Federación Nacional de Trabajadores Públicos, Federación Venezolana de Maestros, Asociación de Trabajadores de la Universidad Simon Bolívar y Confederación de Trabajadores de Venezuela, y a miembros de la sociedad civil como el Movimiento de Liceistas y Las Piloneras.

Según Efecto Cocuyo, los trabajadores anunciaron que el próximo 15 de mayo marcharán para pedir la renuncia de Nicolás Maduro.

«Cada día, la situación de los trabajadores venezolanos es peor. Se nos está tratando como esclavos, porque cuando tú trabajas y no tienes ni para comer cuando te pagan el salario, entonces, ¿cómo te están tratando?», denunció Pablo Zambrano, director ejecutivo de Fetrasalud, según El Pitazo.

El dirigente político Andrés Velásquez, quien convocó a la concentración en nombre del Frente Amplio, señaló que el Gobierno ha pulverizado los ingresos del trabajador venezolano e hizo un llamado a los trabajadores a recobrar el ánimo y a mantener la lucha para recuperar la democracia.

«Pueden poner el salario en los millones que les dé la gana, pero si no se combate la inflación no habrá ningún aumento que sirva», dijo Velásquez de acuerdo con el medio.