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Detención arbitraria

DDHH olvidados | Carlos Marrón: detenido arbitrariamente y torturado por agentes de la Dgcim
Carlos Marrón Colmenares fue víctima de tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes luego de ser detenido arbitrariamente por funcionarios de la Dgcim, quienes lo torturaron

Foto: AP

@ValeriaPedicini

Una llamada lo cambió todo. Carlos Marrón Colmenares estaba en Florida, Estados Unidos, cuando un familiar se comunicó con él para decirle que su padre había sido secuestrado. No hubo mucho que pensar. El teléfono había sonado el 10 de abril de 2018 y ya al día siguiente estaba pisando el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, en Venezuela, con la intención de lograr la liberación de su padre. 

Al principio, la familia Marrón pensó que el secuestro se trataba de un acto delictivo ordinario; que negociar una liberación segura y pagar un rescate sería suficiente para tenerlo de vuelta. Pero al llegar a Maiquetía, tras siete años fuera del país, Carlos entendió que las cosas no serían como había planeado. 

Agentes de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) estaban esperando al abogado de 43 años en el aeropuerto para detenerlo. No hubo explicaciones, ni tampoco una orden de aprehensión en su contra. Lo agarraron y lo trasladaron hasta la sede ubicada en Boleíta. 

Según el acta de investigación de la Dgcim, Marrón era el propietario de DolarPro.com, un portal web que se encargaba de publicar el tipo de cambio del bolívar por dólares en el mercado negro. Pero para el cuerpo de seguridad del Estado el sitio web estaba “encargado de desestabilizar la economía del país con precios irreales del papel moneda dólar”. El informe llegó a la conclusión legal de que el abogado estaba violando la Ley de Régimen Cambiario y sus Ilícitos. 

Tras varias horas en el lugar, el Director de Operaciones Especiales de la DGCIM comenzó con el interrogatorio alrededor de la medianoche. Al abogado le exigían que declarara su vinculación con Dolarpro por supuestos ilícitos cambiarios. 

Carlos se negó. Y ahí vinieron las torturas. 

Le dieron puñetazos, patadas, golpes con tablas de madera mientras tenía los ojos vendados. Con una porra de metal también le golpearon los hombros, las rodillas y en la planta de los pies. 

Lo asfixiaron con una bolsa de plástico; le pusieron una capucha en la cabeza y la empaparon con agua para crear la sensación de que se estaba ahogando. 

Los golpes en la cabeza fueron tan fuertes que Carlos perdió el conocimiento en varias oportunidades. “Te asfixian hasta que empiezas a perder el conocimiento”, dijo Marrón en una entrevista a la agencia de noticias The Associated Press (AP).Una vez que ven que te estás desvaneciendo, se relajan”.

Al día siguiente, las torturas seguían. Después de varias horas de golpizas y maltratos, Carlos accedió a firmar un documento en el que aceptaba la responsabilidad por los hechos que se le habían imputado. Los efectivos también lo obligaron a revelar las contraseñas de su computadora, teléfono y cuentas bancarias. Durante los días siguientes retiraron más de 100 mil  dólares de varias de sus cuentas.

La noche del 12 de abril, al día siguiente de que se produjera la detención del abogado, el fiscal designado por la ANC, Tarek William Saab, declaró por televisión para asegurar que Marrón era el propietario de una “página al margen de la ley”. Se refirió a él como “un verdadero delincuente” a quien “no le ha importado poner el dólar paralelo a precio casi terrorista”. 

William Saab dijo que el “objetivo central” de la página web era promover el “terrorismo financiero” y la “especulación cambiaria” para “destruir la moneda venezolana”.

En unas de las sesiones de interrogatorios, a Carlos le preguntaron si su padre necesitaba una medicina especial porque parecía estar al borde de la muerte. Ahí fue cuando supo que su padre había sido secuestrado por la Dgcim para obligarlo a regresar al país. Su padre fue liberado cuatro días después de su arresto. 

Los dos primeros días fueron los más duros. Pero luego Carlos fue trasladado a una celda conocida como “el cuarto de los locos” y recluido en un espacio de menos de 2 x 2 metros, sin acceso al baño, que compartía con otros dos presos. Él lo describió como una “tortura suave”, confinamiento en una celda estrecha con varias personas. 

En ese lugar recibían poca comida, bebían agua contaminada que salía del grifo que lo hacía enfermarse del estómago y tenían que defecar en botellas o bolsas de plástico. Carlos llegó a perder 30 kilos. 

Tras más de un mes, fue trasladado de nuevo a la sede de Boleíta y permaneció incomunicado durante unos dos meses, sin acceso a abogados ni familiares.

Ahí estuvo detenido en una celda subterránea que tenía iluminación artificial las 24 horas del día, sin ventilación ni ventanas. En ese tiempo, solo lo dejaron salir al exterior en dos ocasiones.

Crímenes de lesa humanidad 

El caso de Carlos Marrón Colmenares fue mencionado en el informe del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas publicado en septiembre de 2020, en el que los expertos dictaminaron que existen motivos razonables para creer que en Venezuela se han cometido crímenes de lesa humanidad.

El documento señala que se investigaron casi 3.000 casos y se analizaron más de 5.000 asesinatos. Fue así como concluyeron que Nicolás Maduro y sus ministros de Interior y Defensa estaban al tanto de los crímenes cometidos por las fuerzas de seguridad y agencias de inteligencia venezolanas.

Específicamente, la Misión investigó 77 casos en los que la Dgcim arrestó, detuvo y torturó a oficiales militares activos y retirados y a personas civiles asociadas. Y en unos pocos casos, los agentes arrestaron, detuvieron y torturaron a civiles no afiliados a ninguna operación o personal militar.

“Oficiales de la DGCIM cometieron torturas contra los detenidos en cada uno de los casos estudiados”. El propósito de estas torturas podría ser para la obtención de una confesión, la obtención de información, el castigo, la intimidación, la humillación, la coerción o cualquier razón basada en la discriminación.

“Los actos de tortura se produjeron generalmente durante los interrogatorios, poco después del arresto mientras los detenidos estaban incomunicados y antes de la audiencia de presentación”, reza el documento. 

Su testimonio también fue incluido en el más reciente informe de la Misión de Determinación de Hechos sobre Venezuela, publicado en septiembre de 2021. 

Irregularidades

Carlos Marrón fue presentado ante la jueza del Tribunal Tercero de Control Penal de Caracas para la audiencia de presentación el 13 de abril de 2018. Antes de salir de la sede en Boleíta, agentes de la DGCIM le obligaron a firmar un documento en el que indicaba que no había recibido maltrato físico, verbal o psicológico.

En la audiencia de presentación, la fiscalía acusó a Marrón de tres delitos: difusión de información falsa sobre el tipo de cambio, asociación ilícita y legitimación de capitales.

“La Misión observó inconsistencias en las fechas de la orden de aprehensión y los documentos de sustento, lo que sugiere que fueron alterados para que parezca que fueron emitidos antes de la detención del Sr. Marrón”, expresó la instancia de las Naciones Unidas. 

Los expertos especificaron que la fecha de la orden de aprehensión era el 10 de abril de 2018, aunque las cartas que transmitían los documentos de sustento tanto del Ministerio Público como de la Dgcim, tenían la fecha del 12 de abril de 2018. 

La acusación del Ministerio Público del 28 de mayo de 2018 no presentó pruebas con respecto a los cargos de legitimación de capitales y asociación. La audiencia preliminar fue cancelada 22 veces y nunca se celebró.875 

El 2 de agosto de 2018 fue derogado el Decreto de Régimen Cambiario y sus Ilícitos, que tipifica el delito de difusión de información falsa sobre el tipo de cambio. Días después, la defensa de Marrón presentó una solicitud para su libertad inmediata, argumentando que había desaparecido el fundamento jurídico para su detención. 

Aunque en 2019 le desestimaron los cargos de legitimación de capitales y asociación por falta de fundamento, le mantuvieron los cargos de difusión de información falsa sobre el tipo de cambio. Así que la Corte de Apelaciones mantuvo la orden de prisión preventiva, ya que el tribunal señaló que el informe de investigación de la Dgcim aportaba pruebas suficientes para sostener esa acusación. 

Carlos Marrón fue liberado el 6 de enero de 2020 con medidas cautelares junto a otros 13 presos políticos en medio de negociaciones entre el gobierno de Nicolás Maduro y grupos de oposición. No fue sometido a juicio y tampoco se le prescribió la pena por sus supuestos delitos. 

El abogado le contó a la agencia de noticias AP que no sabe por qué los funcionarios lo dejaron en libertad. Aunque las autoridades lo obligaron a entregar su pasaporte y aceptar no salir del país, Carlos escapó de Venezuela. Manejó hasta la frontera con Colombia, donde funcionarios de Estados Unidos lo reunieron con su esposa y sus dos hijos en Florida. 

 

Audiencia preliminar de activistas de Fundaredes es diferida por cuarta vez
Los activistas fueron detenidos el viernes 3 de julio cuando acudió a la sede del Ministerio Público del estado Falcón a denunciar hostigamiento por parte de efectivos del Servicio de Inteligencia de la Policía (SIEP) de esa entidad

Alfredo Romero, director de la ONG Foro Penal, denunció que fue diferida por cuarta vez la audiencia preliminar de Javier Tarazona, Rafael Tarazona y Omar de Dios García, los tres activistas de derechos humanos y representantes de la organización FundaRedes.

“Diferida nuevamente la audiencia preliminar del caso FundaRedes: Javier y Rafael Tarazona, y Omar de Dios García”, publicó  el abogado a través de su cuenta en Twitter. 

Romero también informó que que no ha sido permitida la designación de abogados de confianza y «tampoco comunicación alguna con abogados”, a pesar de que los tres activistas llevan tres meses en detención preventiva.

El pasado 8 de septiembre, Romero denunció que tribunal canceló la audiencia sin mayores explicaciones y de la misma manera, se negaron a emitir una fecha para la nueva presentación.

Durante su reclusión,  Javier Tarazona ha sufrido algunas patologías y señalaron que requiere de una medida humanitaria para atenderse médicamente. Su estado de salud ha deteriorado, principalmente por ser paciente diabético e hipertenso.

El activista fue retenido el viernes 3 de julio junto a Omar de Dios y Rafael Tarazona cuando acudió a la sede del Ministerio Público del estado Falcón a denunciar hostigamiento por parte de efectivos del Servicio de Inteligencia de la Policía (SIEP) de esa entidad. En vez de ser recibido como víctima, fue apresado. 

Fueron imputados por los delitos de promoción al odio, traición a la patria y terrorismo.

De acuerdo a lo informado por representantes de Foro Penal, el juez Tercero de Control dictaminó que Tarazona, así como Omar de Dios y Rafael Tarazona, seguirán privados de libertad y tendrán como lugar de reclusión la cárcel Hombre Nuevo, más conocida como La Planta en Caracas. 

Sin embargo, luego de la audiencia, los activistas fueron llevados a la sede del Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) en El Helicoide.

El pasado 5 de julio, Michelle Bachelet, comisionada de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, se refirió a la detención de los tres activistas de la ONG Fundaredes, calificándola de «preocupante».

«Aprovecho esta intervención para solicitar el acceso urgente de abogados defensores de su elección«, señaló Bachelet sobre los detenidos de Fundaredes durante una declaración hecha ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Asimismo, la Unión Europea en Venezuela exigió que se respeten los derechos humanos de Javier Tarazona y los dos activistas de la ONG.

FundaRedes ha denunciado la violación recurrente de los DDHH de la población civil en la frontera occidental en el país, a manos de grupos armados irregulares y el Estado venezolano. Desde marzo denuncian los enfrentamientos entre la Fuerza Armada y disidencias de las FARC en el estado Apure, así como las ejecuciones extrajudiciales y desplazamiento forzado de la población en esa zona.

Con información de TalCual 

DDHH olvidados | Luis Carlos Díaz: “Fueron las dos horas más largas de mi vida porque pensé que iba a morir”
El periodista Luis Carlos Díaz fue víctima de detención arbitraria, desaparición forzosa y tratos crueles e inhumanos en 2019. Dos años después, las medidas cautelares impuestas siguen restringiendo sus libertades 

@ValeriaPedicini

 

Luis Carlos Díaz acostumbraba ir y regresar de su trabajo en la emisora Unión Radio en bicicleta. El 11 de marzo de 2019 no fue la excepción. Eran alrededor de las 5:30 de la tarde cuando el periodista volvía a su hogar por el Country Club, la misma vía que siempre transitaba, cuando dos vehículos que lo seguían bloquearon su paso y varios hombres armados se bajaron. 

Los carros no tenían placa y los hombres ni siquiera estaban identificados. “No se preocupe, somos del Sebin. Tenemos que llevarte a una entrevista”, le dijo uno de ellos. Lo obligaron a subir a una de las camionetas y le cubrieron la cara con una chaqueta de cuero. 

El también defensor de derechos humanos estuvo desaparecido por más de ocho horas. Ni su esposa Naky Soto ni sus compañeros de trabajo se preocuparon hasta que dieron las 10pm y no estaba en la radio para una jornada especial que haría hasta las 5am.

Luis Carlos no contestaba las llamadas, no había tuiteado, no estaba en la emisora, no estaba en casa. Fue ahí cuando Naky se preocupó, así que hizo pública su preocupación en su cuenta de la red social Twitter preguntando con la etiqueta #DóndeEstáLuisCarlos.

“Perdí contacto con Luis Carlos a las 5:30 de la tarde, cuando me dijo que venía a casa a descansar porque esta noche haría una jornada especial en Unión Radio desde las 10:00 pm hasta las 5:00 am. El caso es que Luis Carlos no llegó y no me preocupé porque asumí que prefirió aprovechar la electricidad y la conexión de Unión Radio quedándose allá, pero hace media hora me llamaron para avisarme que lo estaban buscando porque no está en la emisora”. 

¿Dónde estaba Luis Carlos?

Una vez dentro de la camioneta, los efectivos le dijeron a Luis Carlos que lo llevaban a un lugar que no podían revelar. Pero el exdirector del Sebin confirmó después públicamente que los funcionarios lo habían llevado a una de las “casas de seguridad del Sebin”.

Ahí le quitaron todas sus pertenencias, lo amenazaron, le exigieron las contraseñas de su computadora y de su teléfono móvil. Horas después, lo obligaron a entrar a una habitación y le dijeron: “Ahora estás en manos de la Dgcim”. 

A Luis Carlos lo interrogaron y maltrataron durante tres horas. Lo asfixiaron, le golpearon la cabeza mientras llevaba un casco de bicicleta, le apretaron los genitales y le ataron las manos. Contó que también lo amenazaron con romperle los dedos y con utilizar un taladro en su cuerpo.

Efectivos de la Dgcim quisieron obligarle a que grabara un video en el que confesara que él había había recibido dinero para sabotear el sistema eléctrico (afirmación que amenazaron con respaldar plantándole $100.000 dólares) y que había viajado a México la semana anterior para reunirse con el Gobierno mexicano y recibir dinero de éste para provocar apagones eléctricos. 

Asimismo, le dijeron que les acusarían a él y a su esposa de homicidio, diciendo que habían colocado un cadáver en su apartamento. Le comentaron que habían efectuado los disparos desde las manos de su esposa para dejar rastros de pólvora en ella. 

Cerca de la medianoche, funcionarios de la Dgcim le dijeron: “Estamos cansados de ti, te vamos a matar. Te vamos a colgar del techo y te vamos a matar, y le enviaremos el video a tu esposa”.

Lo llevaron hasta un rincón y lo dejaron ahí por dos horas. “Fueron las dos horas más largas de mi vida porque pensé que iba a morir”, relató Luis Carlos.

Después de ese tiempo, le levantaron la capucha y tenía en frente a los funcionarios del Sebin que le habían detenido. Uno de ellos le dijo: “Espero que te hayan tratado muy bien. Todo lo que hicieron, no fuimos nosotros”. Los efectivos lo obligaron a firmar un documento en el que decía que le habían tratado bien.

El supuesto promotor de un apagón nacional

Días antes de su detención, Diosdado Cabello había reproducido  en su programa Con el Mazo Dando un clip de un montaje de video editado con extractos empalmados de un programa del 26 de febrero de 2019 en el canal de YouTube de Luis Carlos Díaz. En el programa original de 22 minutos, Luis Carlos y Naky respondieron a 16 preguntas recibidas de sus seguidores sobre diversos temas.

El 11 de marzo de 2019, el Ministerio Público solicitó una orden de aprehensión con base en una Acta de Investigación Criminal de un inspector del Sebin, también de fecha 11 de marzo de 2019. También ese mismo día, 11 de marzo de 2019, el Juez Trigésimo Primero de Control Penal ordenó la aprehensión de Luis Carlos. El Juez de Control se refirió a los argumentos expuestos por el Ministerio Público, con base en la investigación del Sebin.

Los abogados defensores informaron que, según el acta de investigación del Sebin de dos páginas y media, el 7 de marzo de 2019, el inspector inició una investigación en “diferentes redes sociales”, ya que el país sufría cortes de energía eléctrica. El inspector dijo que las investigaciones lo llevaron al video del 26 de febrero, publicado en el canal de YouTube de Luis Carlos. 

El informe no incluía citas directas del programa del 26 de febrero de 2019 ni otras referencias sobre cuándo y cómo supuestamente se hicieron las declaraciones concretas. 

No obstante, concluyó que el vídeo estaba orientado a “llamados a los funcionarios de estado, específicamente al Personal Militar activo, para que desconozcan sus mandos naturales y se sumen a un rebelión, fomentando la violencia extrema para así pretender el derrocamiento del Gobierno”. También, alegó que el vídeo proporcionaba “sugerencias para la difusión de eventos violentos que posiblemente se presentarían con el apagón”.

¿Qué vino después? 

Tras la denuncia hecha por Naky Soto, efectivos del Servicio Bolivariano de Inteligencia realizaron un allanamiento en su vivienda a las 2:30 am del martes 12 de marzo y se llevaron a Luis Carlos con ellos. Durante la sesión de interrogatorio, miembros de la Dgcim preguntaron si tenía dinero en casa. El periodista les dijo que tenía ahorros de unos 6.000 dólares para pagar una operación quirúrgica para su esposa.

Tras el allanamiento, Soto volvió a entrar en el apartamento y se dio cuenta de que los funcionarios del Sebin se habían llevado el dinero. Ese dinero no aparecía en el informe de investigación del Sebin ni en la cadena de custodia. También, incautaron diversos equipos de computación. Entre los equipos estaban los respaldos médicos de Naky Soto, dispositivos que hasta la fecha no han sido devueltos y afectaron su atención médica. .

Después del allanamiento, a Luis Carlos lo llevaron a El Helicoide. Estuvo incomunicado en una celda sucia con un colchón delgado, sin acceso al baño ni información alguna sobre su detención o el proceso legal que había en su contra. Esto se lo contó a una fiscal del Ministerio Público que se presentó en la sede de la policía política el 12 de marzo en la mañana para tomar sus declaraciones. Cuando se las presentó al periodista para que las firmara, no reflejaban las supuestas violaciones que él le había descrito. 

En horas de la tarde fue trasladado a los Tribunales de Control por funcionarios del Sebin.  Luego de más de dos horas de audiencia pública en las que relató todo lo que le había sucedido desde el día anterior, le imputaron el delito de “instigación pública” del artículo 285 del Código Penal. Además, le dictaron 3 medidas cautelares: prohibición de salida del país, prohibición de declarar a medios sobre su caso, y régimen de presentación cada ocho días.

Dos años después y el sistema de justicia sigue en deuda con el periodista y activista por los derechos humanos. La Fiscalía nunca presentó pruebas en contra de Luis Carlos Díaz; sin embargo, después de vencido el plazo legal del proceso de investigación, el Tribunal le otorgó a los fiscales un año más para recopilar información sobre el caso y entregar su acto conclusivo, a más tardar el 9 de diciembre de 2020.

Tres meses después de vencido el plazo, la Fiscalía aún no ha presentado el acto conclusivo de la investigación ante el Tribunal 31 de Control del Área Metropolitana de Caracas. No obstante, se desconoce la fecha exacta en la que la Fiscalía debe entregar este documento, pues  el Tribunal Supremo de Justicia ha emitido diversas resoluciones a propósito de la cuarentena por COVID-19 que ajustaron los lapsos de trabajo efectivo del sistema judicial.

La defensa de Díaz, ejercida por Espacio Público, solicitó un pronunciamiento por parte del Tribunal el 09 de diciembre de 2020 y el 12 de febrero de 2021, pero aún no hay respuesta.

Desde el año 2019 no ha podido salir del país, lo que le ha impedido cumplir con compromisos familiares, laborales, y como defensor de los derechos humanos. Por otra parte, la prohibición de hablar sobre su caso es una práctica restrictiva que impone el silencio y la opacidad sobre lo ocurrido.

¿Qué dice la Misión de la ONU? 

El caso de Luis Carlos está reflejado en el más reciente informe de la Misión internacional independiente de determinación de los hechos sobre Venezuela del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Específicamente, en el apartado sobre las discrepancias en la emisión de órdenes de aprehensión, los registros de detención emitidos por los órganos de inteligencia o policías y los documentos preparados por el Ministerio Público.

«Jueces y fiscales desempeñaron un papel directo en las discrepancias observadas en los casos examinados, como la emisión retroactiva de órdenes de aprehensión, o un papel indirecto, como la inclusión sistemática de actas de detención inexactas o engañosas en el expediente judicial, a pesar de que dichas discrepancias fueron planteadas en las presentaciones de la defensa». 

La versión de lo ocurrido con el periodista descrita en el acta de aprehensión hecha por el Sebin no se parece en nada a lo que contó Luis Carlos a la ONU. 

Según el informe del Sebin, el 11 de marzo de 2019, seis efectivos estaban haciendo un «recorrido estratégico” cerca del centro comercial San Ignacio cuando “se logró avistar a un sujeto que reunía las características físicas” del activista. Esa acta afirma que un funcionario se acercó a Luis Carlos para decirle que era objeto de una orden de aprehensión y le leyó sus derechos. 

Entre los hallazgos de la Misión, encontraron que las discrepancias permitían: encubrir la ausencia de una orden de detención al momento en que esta fue practicada así como la falta de presentación del detenido ante un juez o jueza dentro de los plazos legales; dar la impresión de que, durante un determinado período de tiempo, la persona detenida no había estado bajo el control del Estado; y reflejar en las actas que se estaban respetando sus derechos, en contra de lo relatado por estas personas.

En dicho informe, la Misión documentó 19 detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas de corta duración de militares, las cuales fueron sostenidas por fiscales y jueces mediante la
emisión de órdenes de aprehensión ex post facto. «En todos los casos, la DGCIM retuvo a las personas detenidas sin supervisión legal durante un período de aproximadamente una semana, durante
el cual funcionarios presuntamente perpetraron graves actos de tortura psicológica, física y sexual durante los interrogatorios en La Boleíta o en lugares clandestinos». 

 

DDHH olvidados | “A tu hijo te lo sembraron, ahorita se lo están llevando a tribunales”
A Yesenia le detuvieron arbitrariamente a su hijo menor de edad frente a sus ojos mientras estaban en El Cementerio, pero en Fiscalía aseguran que fue en la Cota 905

@ValeriaPedicini

Yesenia* estaba con su hijo el día que lo detuvieron. Días atrás, habían llegado a El Cementerio, en el sur de Caracas, y se encontraron con la calle revuelta por los operativos en la Cota 905. Aprovechaban los fines de semana y las semanas radicales para trabajar en la zona. Así que, en vez de devolverse a su casa en Guatire, se resguardaron en la vivienda de su sobrina a esperar que todo se calmara. 

El viernes, cuando todo estaba más tranquilo, decidieron salir del refugio. Efectivos de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) los pararon en medio de la calle, a plena mañana, para revisarlos. Yesenia ya había notado que los funcionarios estaban “alterados”. Y al ver que el muchacho de 17 años no cargaba su cartera con la cédula de identidad, todo fue peor. 

“Eres un sinvergüenza, tienes que cargar tu cédula”, los regañaron. Ella intentó explicarles que, aunque no tenía la cédula, sí llevaba encima una carpeta con documentos como constancia de estudio, partida de nacimiento y registro militar, porque el muchacho quería optar por un cupo para entrar a las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES). 

Nada de eso funcionó: decidieron llevárselo. 

“Tranquila, que si él no está solicitado, le entregan a su hijo. Solo es una verificación para que aprenda a cargar su cédula”, le prometieron a Yesenia. Para ese momento, no reaccionó ni tuvo una postura a la defensiva. “Yo estaba creyendo en su buena fe. ‘Están haciendo su trabajo’, pensé. No pensé que iba a pasar todo esto”. 

Mientras al muchacho lo llevaban a la Quebradita II, Yesenia había ido a buscar su documento de identidad. Cuando llegó, un funcionario le dice que su hijo era el 17 en orden de verificación y había que esperar. 

Pasó el viernes, el sábado no hubo sistema y el domingo se repitió la historia. Yesenia nunca se movió del lugar porque quería a su hijo de vuelta y porque tampoco tenía pasaje para ir y regresar de su casa en Guatire. 

El martes, un efectivo le preguntó qué hacía en el sitio. Yesenia le explicó la situación y él fue a verificar el caso. Cuando volvió le dijo: “¿Por qué dejaste que pasara tanto tiempo? A tu hijo te lo sembraron. Ahorita se lo están llevando a tribunales, vete corriendo”. 

Yesenia no supo ni cómo reaccionar, no entendía qué estaba pasando. “¿Cómo es que yo llevaba ahí varios días y a mí nadie me había dicho nada? Yo estaba creyendo en la buena fe de que no había sistema”. 

Cuenta que en la audiencia solo escuchó horrores. Entre esos, que la detención de su hijo había sido en la Cota 905 y que era producto de una “orden presidencial”. No importó que dijera que ella estaba con él en El Cementerio cuando eso ocurrió, que había testigos de lo ocurrido o que pidieran revisar las grabaciones de las cámaras de seguridad que hay a lo largo de la avenida principal de El Cementerio. 

“No le hicieron caso a los videos ni a nada porque dicen que no van a perder su trabajo porque esto es político. Pero a nosotros, que somos inocentes, nos están haciendo un daño”, expresó Yesenia. 

Al muchacho lo trasladaron a una sede en La Yaguara, donde su madre denuncia que “le cayeron a tablazos”. Después, lo llevaron a San Agustín, donde duró unos días, para luego moverlo a Guárico para finalmente dejarlo en Yaracuy. “No sé qué está pasando que me lo tienen de allá pa’ acá y de allá pa’ acá”. 

Ella solo ha tenido oportunidad de verlo una sola vez y por tan solo dos minutos. En primer lugar, porque las visitas están restringidas hasta principios de septiembre y porque a Yesenia se le hace difícil poder conseguir el dinero para trasladarse hasta el interior del país. Gracias a una recolección que hicieron su familia y conocidos, pudo reunir los 40 dólares del transporte y visitarlo para llevarle productos de higiene, ropa y una colchoneta. 

Producto del hacinamiento que se vive en las cárceles y centros de reclusión, a su hijo le dio escabiosis. Pero lo que más le impresionó fue ver a su hijo tan afectado emocional y psicológicamente, sobre todo cuando vio que ella llegaba con sus pertenencias. “Me dijo ‘mamá, ¿me van a dejar aquí? Ayúdame, no me dejes’”. 

A Yesenia le notificaron que la audiencia sería para octubre. “Es mucho tiempo, lo que está cometiendo es un atropello con nosotros. Esto no se entiende. Vivo en zozobra porque mi hijo no hizo nada y mira todo lo que pasó”. Cuenta que desde que detuvieron a su hijo, le cuesta ver a funcionarios en la calle por miedo de lo que pueden hacer. “Siento que me pueden hacer algo”. 

Desde que detuvieron a su hijo, a mediados de agosto, la vida le cambió también a Yesenia. No ha podido ver al resto de sus hijos por estar concentrada al 100% en lo que le pase al muchacho de 17 años. “He ido a todos lados, en algún sitio me van a escuchar”, clamó. 

 

DDHH olvidados | María Lourdes Afiuni, la “presa personal de Chávez”
María Lourdes Afiuni fue detenida de manera arbitraria, recluida en el INOF, enjuiciada y condenada tras haber ordenado la libertad bajo fianza del banquero Eligio Cedeño

 

@ValeriaPedicini

 

La mañana del jueves 10 de diciembre de 2009 parecía igual al resto. La agitación de las primeras horas era la habitual en la casa de María Lourdes Afiuni: levantarse temprano, vestirse sobre la marcha con una taza de café en la mano, intercambiar palabras con sus padres o su hija, ver los minutos que faltaban para salir hacia el Palacio de Justicia, en el centro de Caracas. 

Lo que la jueza venezolana no sabía es que horas después tomaría una decisión que cambiaría su vida. No sentía un mal presagio, solo una ligera angustia porque sabía que no la esperaba un caso sencillo. 

Afiuni era la titular del Tribunal 31 de primera instancia en funciones de control del Circuito Judicial Penal del área metropolitana de Caracas. Esa mañana tenía la audiencia preliminar de un preso por el cual el entonces presidente Hugo Chávez se decía que tenía un interés personal. 

El polémico expediente del banquero Eligio Cedeño tenía 15 días en sus manos, tiempo en el que había estudiado todas las 278 piezas y se había percatado que estaba lleno de vicios e irregularidades. 

Al indagar en la acusación, no encontró elementos de culpabilidad con respecto a los tres delitos que le imputaban al empresario venezolano. Sabía que, si las circunstancias no variaban, tenía que dictar un sobreseimiento de la causa o una nulidad por todas las violaciones constitucionales que tenía el caso. 

La jueza llegó justo a tiempo a los tribunales. Ahí estaban los abogados de la Procuraduría General y de la defensa, pero no los representantes de la Fiscalía. Minutos después, fueron registrados sus ingresos al Palacio, pero no se dirigieron a la sala prevista para la audiencia. 

A los fiscales los ubicaron en el piso de los tribunales de ejecución. Para Afiuni, que estuvieran en un sitio inusual y no presentándose para la audiencia, significaba que se estaban escondiendo. Dio un lapso de espera hasta las 11:30 de la mañana. 

Llegada la hora, se trasladaron a la sala para dejar constancia de que los representantes del Ministerio Público no se habían presentado, así que no se podía llevar a cabo la audiencia. 

Pero la audiencia de Cedeño le pidió a Afiuni que se pronunciara sobre una medida cautelar en razón de una resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la que señalaban que su detención era arbitraria e instaba a juzgarlo en libertad.

Pedían una medida menos gravosa, ya que llevaba dos años y 10 meses en la cárcel sin siquiera haber llegado a una audiencia preliminar. Para esa decisión no era necesaria la presencia de los fiscales. Su defensa argumentó que el retardo procesal era una pena anticipada. 

Así que Afiuni, basando su decisión en las normas procesales penales del país y en un informe del Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la ONU, le dio una medida privativa de libertad bajo presentación y prohibición de salida del país a Cedeño. 

Cuando se disponían a sacar copias de la acta firmada para que fueran entregadas a las partes, aparecieron los fiscales. Pero ya era tarde: la jueza les dijo que la decisión ya estaba tomada y, si querían, tenían tres días para apelar. La defensa de Cedeño preguntó varias veces si el banquero podía retirarse y la respuesta siempre fue sí. 

Minutos después de haberle dado la libertad condicional, efectivos de seguridad allanaron la sede del tribunal y entraron al despacho de Afiuni para decirle que estaba detenida, junto a todo el personal del tribunal. Algo que no había ocurrido en 50 años de democracia. 

Los funcionarios alegan que actúan por órdenes superiores. Afiuni fue aprehendida sin orden judicial, sin que se le informara el motivo de la detención ni la autoridad que la había ordenado. Fue esposada, la montaron en unas camionetas negras con vidrios ahumados y la llevaron hasta el Helicoide, sede del Sebin.

Al día siguiente de su detención, el fallecido presidente Chávez calificó a la jueza de “bandida” y exigió una condena de prisión de 30 años, la máxima pena que se impone en el país, por haber “facilitado la fuga” de Cedeño. 

«Yo exijo dureza contra esa jueza (…) Habrá que meterle pena máxima. ¡30 años de prisión pido yo a nombre de la dignidad de un país! Le dije a la presidenta del Tribunal Supremo, a la Asamblea Nacional, habrá que hacer una ley porque es mucho más grave un juez que libera a un bandido, que el bandido mismo», agregó el mandatario», dijo en cadena nacional de radio y televisión

Afiuni fue presentada en tribunales y fue imputada con los delitos de corrupción propia, favorecimiento para la evasión, asociación para delinquir y abuso de autoridad. La fiscal general para ese momento, Luisa Ortega Díaz, declaró que Afiuni habría actuado de manera ilegal y en desconocimiento de la ley al otorgar la libertad condicional a Cedeño.

El 17 de diciembre fue trasladada hasta el Instituto de Orientación Femenina (INOF), ubicado en Los Teques, donde se encontraban numerosas mujeres a las que ella había juzgado y sentenciado por delitos como infanticidio, robo y narcotráfico.

María Lourdes Afiuni se convirtió en uno de los principales ejemplos del deterioro de la institucionalidad venezolana. Su caso permite mostrar la ausencia de independencia del sistema de administración de justicia venezolano, así como también la falta de separación de poderes y los abusos en los que incurren los funcionarios de seguridad del Estado. 

La jueza fue recluida en una celda de cinco por cinco metros. No la dejaban recibir sol y sus visitas eran severamente controladas, restringidas y, en ocasiones, prohibidas. 

En el INOF, el miedo por lo que pudiera ocurrirle era constante. En la prisión fue objeto de diversas torturas, amenazas de muerte, conatos de atentados y violencia sexual. Sus órganos sexuales, vejiga y ano estaban destrozados y un seno estaba necrosado por las patadas que le dieron durante una golpiza. En el libro escrito por el periodista Francisco Olivares, Afiuni relató que fue violada por sus carceleros, quedó embarazada y abortó. 

Por todas estas razones, su salud física y mental se vio comprometida, sobre todo al habérsele negado en principio el derecho a la asistencia médica. 

El grupo de trabajo de Naciones Unidas sobre la Detención Arbitraria consideró, en una carta remitida al Gobierno venezolano, que el encarcelamiento de la jueza era “arbitrario”, por lo que pidieron su liberación inmediata. Asimismo, Human Rights Watch y Amnistía Internacional denunciaron las condiciones “inhumanas” de la prisión de Afiuni. 

A principios de 2011, la fiscal Luisa Ortega Díaz recomendó dar arresto domiciliario a Afiuni tras inspeccionar el centro de reclusión donde estaba detenida. En junio de 2013, se pidió una medida menos gravosa y la jueza obtuvo libertad condicional con prohibición de salida del país, de hablar a los medios de comunicación internacionales y nacionales y de utilizar sus redes sociales.

El proceso judicial de María Lourdes Afiuni se había iniciado en 2012, pero fue el 16 de mayo de 2019 que se celebró la audiencia de juicio. Sin prueba alguna, el juez Manuel Antonio Bognanno condenó a la jueza a cinco años de prisión por el delito de “corrupción espiritual”. Para ellos, a pesar de no haber dinero a cambio de la liberación de Cedeño, Afiuni aplicó medidas cautelares como un “acto de placer”. El 8 de noviembre de 2020, la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia ratificó la condena. 

DDHH olvidados | 46 días de detención por pensar distinto

Karen Palacios estaba en casa de su abuela en Los Teques cuando efectivos de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) vestidos de civil la fueron a buscar. Era 1 de junio de 2019. Le dijeron a la clarinetista del Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles que eran profesores de música y que estaban interesados en su contrato filarmónico. 

A su madre Judith Pérez le pareció rara la situación, tenía sus dudas. Pero los hombres insistieron en que habían ido desde las oficinas del Palacio de Miraflores con la finalidad de hacerle una entrevista. Ya en el vehículo, vieron armas y chalecos. Uno de ellos les dijo que no había de que preocuparse, que serían devueltas a casa después de la entrevista. Al llegar a Caracas, no se dirigieron hasta el centro de la ciudad, sino que fueron llevadas a la DGCIM Boleíta. 

Los funcionarios llevaron a Karen adentro, mientras su madre esperaba afuera con la promesa de que solo interrogarían a su hija y volverían pronto. Eran aproximadamente la 1:00 p.m. Cinco horas después, le dieron un teléfono con la voz de su hija al otro lado para decirle que iba a ser retenida hasta su audiencia de presentación ante el tribunal el lunes siguiente. Sin orden judicial y de forma arbitraria. 

Días antes, el 26 de mayo de 2019, Karen Palacios había publicado comentarios en su cuenta personal de Twitter que se hicieron virales. En ellos criticaba a la Orquesta Filarmónica Nacional alegando que su contrato había sido cancelado debido a sus opiniones políticas. “El día de hoy, después de la novena función del Popol Vuh me comunican que mi contrato fue rechazado porque he firmado en contra del régimen». Ahora me pregunto yo, cuando ellos me llamaron para ofrecerme el contrato ¿por qué no me dijeron que era requisito pensar igual que ellos?”, dijo en esa oportunidad. 

La joven estuvo desempeñando como primer clarinete en la Orquesta Filarmónica Nacional mientras esperaba un contrato de tres meses que el conjunto le había ofrecido para entrar oficialmente a la agrupación.

Tres días después, una cuenta que apoyaba al Gobierno publicó capturas de pantalla de comentarios hechos por Karen. Entre ellos, uno que decía: Porque de verdad espero leer, en una noche de insomnio, que Maduro huyó, que lo mataron, que lo apresaron, o cualquier vaina que me haga feliz”.

El 3 de junio de 2019, la joven de 25 años compareció ante el Quinto Tribunal de Control, acusada de instigación pública a cometer un delito o al odio, y se le concedieron medidas no privativas de libertad. 

El juez emitió una orden de excarcelación y el defensor público presentó al día siguiente los documentos necesarios para la excarcelación la muchacha. Pero cuando su madre fue a la DGCIM, le negaron que hubiera órdenes de excarcelación. En el tribunal, funcionarios judiciales explicaron que la orden no había sido procesada. 

El 18 de junio de 2019, un tribunal emitió oficialmente la orden de excarcelación, pero Karen permaneció en custodia en Boleíta. Su madre no dejó de solicitar su liberación, aunque no recibió respuesta de las autoridades. 

Karen estuvo detenida en una celda sin ventanas en el sótano, con otras nueve mujeres con quienes tenía que compartir una litera de dos camas. Les dejaban encendidas las luces blancas brillantes para que no pudieran dormir. También fue torturada psicológicamente: recibió amenazas de muerte, por esa razón tenía miedo de dormir por las noches. 

Durante el mes y ocho días que estuvo en la DGCIM, la muchacha no pudo recibir visitas de su abogada ni de su familia. Su madre iba todos los días para llevarle agua potable y a veces los funcionarios le permitían entregarle papel higiénico y toallas sanitarias. 

El 8 de julio, Karen Palacios fue trasladada junto a otras siete mujeres al Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF), a pesar de que sus abogados no tenían conocimiento del cambio. 

Tarek William Saab, fiscal designado por la asamblea constituyente, anunció el martes 16 de julio por televisión que Karen había sido detenida porque “instigó, a través de redes, a que fuese asesinado el Presidente de la República y cualquier otro chavista”. Dijo que la joven había sido puesta en libertad, aunque era falso. 

Horas después, en horas de la noche, llegó al INOF una notificación por correo electrónico ordenando la excarcelación de la clarinetista con medidas no privativas de libertad. 

Estuvo 45 días detenida. Después de su liberación, la audiencia preliminar ha sido diferida numerosas veces. La audiencia había sido prevista para marzo de 2020, pero se aplazó de nuevo por las medidas de prevención por el coronavirus. 

 

El escritor y columnista Rafael Rattia fue imputado por instigación al odio
Rattia fue detenido el pasado 3 de junio por presuntamente haber descalificado al fallecido ministro Aristóbulo Istúriz

El escritor y columnista Rafael Rattia, residenciado en Maturín, fue imputado por el delito de instigación al odio por la Fiscalía 90 Nacional, según reseñó El Pitazo. 

La información la dio a conocer este domingo 6 de junio el coordinador del capítulo Monagas del Foro Penal, José Armando Sosa, quien precisó que la audiencia fue realizada por el Tribunal 4 Penal.

Rattia, de 60 años de edad, permaneció detenido durante dos días en la sede de la Dirección de Investigación Penal de la Policía del estado Monagas, ubicada en el sector Juanico. Este fue el mismo organismo que practicó su detención el jueves 3 de junio en La Floresta, donde está situada la residencia del columnista.

El escritor fue detenido por haber publicado un artículo de opinión en El Nacional en el que presuntamente descalifica al fallecido ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz, explicó la diputada de la Asamblea Nacional del 2015, Gabriela Hernández. 

Un día después de su aprehensión, la diputada de la Asamblea Nacional del 2015, María Gabriela Hernández, indicó a los medios de comunicación que su arresto estaría vinculado a un artículo de opinión escrito por Rattia y en el que supuestamente se hacen descalificaciones en contra del fallecido ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz.

Los funcionarios se llevaron varias cajas de libros, una laptop, un equipo para descargar libros digitales, así como los celulares de la esposa y del detenido junto con los cargadores de ambos equipos. El procedimiento fue realizado por funcionarios de civil, y de acuerdo con lo que conocieron los defensores activos, uno de ellos efectuó rondas en la casa desde las 5:00 pm del jueves.
 

Con información de El Pitazo

DDHH olvidados | Meses sin ver el cielo ni sentir el sol
Diannet Blanco fue detenida de forma arbitraria durante las protestas de 2017. Estuvo más de un año y medio presa en El Helicoide

@ValeriaPedicini

Desde muy joven, Diannet Blanco quiso contribuir en la transformación de una mejor sociedad. Lo empezó a hacer en su liceo cuando fue escogida como vicepresidenta del Centro de Estudiantes y comenzó a impulsar cambios en su colegio. Exigir que arreglaran las canchas, mejoraran los pupitres y organizaba protestas con otros centros educativos de Guarenas y Guatire para defender el pasaje preferencial estudiantil. 

Soñar con ser educadora iba de la mano de sus deseos de hacer por los demás, de aportar. Y ese camino empezó cuando fue admitida en la Universidad Central de Venezuela. No fue sorpresa cuando al llegar a la casa que vence las sombras sintiera la necesidad de involucrarse en la vida universitaria más allá de las aulas. 

Ganó la presidencia del Centro de Estudiantes de la Escuela de Educación en 2003 y en 2004 ocupó el cargo de secretaria de reivindicaciones de la Federación de Centros Universitarios, que le permitía relacionarse con dirigentes estudiantiles de todo el país. 

Llegaron las protestas de 2017. Marchas, bombas lacrimógenas, disparos. Mucha represión. Muchos heridos, muchos muertos. Diannet era parte de los cientos de venezolanos que salían a las calles. No solo por la necesidad de expresar su descontento sino que ayudaba con insumos de primeros auxilios a los jóvenes de la Cruz Verde, quienes ayudaban a los manifestantes. 

Por esa razón, fue señalada como integrante de una brigada terrorista que quería desestabilizar el Gobierno. El 20 de mayo de 2017 la detuvieron de forma arbitraria y fue llevada a tribunales militares. 

Diannet Blanco estuvo un año y 12 días en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), en el Helicoide. Al llegar, se encontró con Daniel Ceballos y Villca Fernández; con quienes había compartido en libertad, ahora lo hacían tras las rejas por las mismas razones: luchar por sus derechos. 

Compartía una celda de 50 metros cuadrados con otras 26 mujeres, presas políticas y presas comunes. Estaban hacinadas, en el lugar era poca la ventilación y por los grifos no salía agua. No había baños limpios, así que tenía que defecar en bolsas plásticas. 

Los días se le hacían eternos. Era difícil no caer en desesperaciones. “Vive un día la vez, esto es temporal”, se repetía a sí misma para darse fuerzas durante su encierro. 

Durante sus largas horas de encierro, pensaba en las historias que le habían contado sus abuelos que vivieron la dictadura. Sentía que ella debía honrarlos siendo fuerte y seguir resistiendo. “Era como si hubiese heredado un testigo familiar”. 

Dentro de El Helicoide, Diannet volvió a encontrar una forma de ayudar a los demás. Había organizado tertulias con sus compañeras acerca de las distintas formas de violencia contra la mujer. En esas charlas insistía en la idea de que todas merecían ser tratadas con dignidad.

“Con alguna de esas mujeres compartí alegrías y tristezas. En ellas encontré empatía y solidaridad. Nobleza. Resistía en la mazmorra, ese lugar oscuro y hostil, gracias a que con ellas me reía. Así comprendí que lo peor que le puede pasar a una persona encarcelada es el olvido”. 

Una de esas tantas noches que pasaban juntas, una de ellas dijo que necesitaba ver la luna. La situación de su encierro golpeó a Diannet con fuerza: se sintió presa y sintió un vacío hondo por dentro. 

Antes de que la luna desapareciera, varias se acostaron al lado unas de otras para ver a través de la ventana. “Esa noche me acosté pensando en los meses que tenía sin ver el cielo. Sin ver las estrellas. Sin sentir el sol. Sin sentir la brisa en mi rostro”. 

A pesar de todo lo que estaba pasando, Diannet no podía quedarse de brazos cruzados ante tantas injusticias. El 16 de mayo de 2018, casi un año de prisión, comenzaron a protestar en el Sebin. 

“La manifestación se extendió por dos días. Había mucha tensión. Desesperada porque las autoridades estaban dispuestas a sofocar el motín, se me ocurrió hacer un video pidiéndole ayuda a las organizaciones de derechos humanos y a la iglesia, con la esperanza de que intervinieran de alguna manera y garantizaran el respeto a nuestros derechos. Lo grabé con un celular y antes de que me lo quitaran y me quedara incomunicada, se lo mandé a mis amigos. Lo hice sin reparar en el castigo al que me someterían luego”. 

Ese video se hizo viral en las redes sociales. Y arremetieron contra ella por su rebeldía. Les quitaron las camas de la celda donde dormía y tuvo que pasar las noches en el piso, acostada solo sobre una delgada colchoneta.

En junio, en horas de la mañana, una funcionaria le dijo que sería trasladada. No dio más explicaciones. “Sentí mucha ansiedad. No podía creerlo. En efecto, me llevaron con otros detenidos a la Casa Amarilla, sede del Ministerio de Relaciones exteriores, en el centro de Caracas, y allí, luego de un acto televisado en cadena nacional, me informaron que la prisión preventiva sería sustituida por medidas de régimen de presentación”. 

Diannet fue excarcelada. Dos años después de haber salido de El Helicoide, sigue con medidas cautelares: debe presentarse cada 15 días ante un tribunal militar y tiene prohibido salir de Caracas. “Por eso a veces he sentido como si me hubiesen cambiado la celda del Sebin por una más grande”. Cuenta que, igual como hizo mientras estuvo en prisión, ha intentado darle sentido a su nueva realidad.  

Con Provea, ha organizado lo que ella misma llamó “Comités populares para la defensa de derechos humanos” para educar y organizar a la gente para que pudiesen exigir, documentar, denunciar y difundir lo que sucede en el país. 

“Esta labor me ha llenado de esperanzas, de seguridad. Lo que he hecho me ayudó a desestimar la idea de irme del país, una salida que —después de todo lo había vivido— muchas personas me insistían que considerara. Decidí quedarme, no huir. Y aquí sigo reinventándome”.