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Víctor Maldonado C. May 21, 2018 | Actualizado hace 1 semana
¿Cómo te sientes hoy?

 

18 de junio de 1940. Francia había sucumbido. De Gaulle se dirige a sus conciudadanos desde la BBC de Londres. Cuenta Churchill que el 15 de mayo, un mes antes, Paul Reynaud, presidente del Consejo y Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, lo había despertado a las siete y media de la mañana para anunciarle que habían sido derrotados. “Nos han vencido; hemos perdido la batalla. Los alemanes han roto el frente, cerca de Sedan, y están entrando en grandes cantidades con carros de combate y vehículos blindados. El ejército francés que tenían delante ha sido destruido o se dispersó. Detrás de las unidades blindadas invasoras vienen ocho o diez divisiones motorizadas para asegurar el territorio conquistado. Se mueven a toda velocidad, y en cuestión de días estarán entrando en París.  Para colmo de males, no hay reserva estratégica con la que se pueda compensar el descalabro ocurrido”.

Churchill no lo podía creer. Confusión, parálisis e incertidumbre se transformaron en una pésima versión de la realidad que estaban viviendo, en una disminución alarmante de la capacidad para valorar las opciones que tenían en la mano, y al final, en un aliciente para darse por vencidos demasiado temprano. No era poca cosa lo que estaba ocurriendo. Buena parte del cuerpo expedicionario británico estaba comprometido. Y debían calibrar muy bien hasta cuando seguir y en qué momento retroceder. Dunkerque terminó siendo la única alternativa posible.

Un mes después, el once de junio, Churchill volvió a Francia. Ya el gobierno no estaba en París. El cuartel general se había replegado cerca de Briare. El ambiente era lacónico. La reunión estaba presidida por los peores pronósticos. El general Weygand adelantó que podría ser que los franceses pidieran un armisticio. Toda la noche esa fue la carta que no quisieron enseñar claramente. Esa era la opción de Pétain. Cualquier aporte era banal. Se habían entregado y solo faltaba el que lo reconocieran y lo anunciaran. El primer ministro británico, al percatarse de la verdadera situación dijo: “Si a Francia, en su desesperación, le parece mejor que su ejército capitule no duden ustedes por nosotros porque, independientemente de lo que hagan ustedes, nosotros seguiremos luchando siempre, siempre”. Pétain, pensó Churchill, es peligroso en esta coyuntura; siempre ha sido un derrotista”. Y los derrotistas se rinden demasiado temprano. Estaba claro que Francia estaba al límite de la resistencia. A partir de ese momento debía continuar la lucha por otros medios. Incluso era posible que hubiera dos gobiernos franceses, uno que hiciera la paz y otro que organizara la resistencia.

¿Perderían la guerra? Esa era una posibilidad que no se podía obviar. Pero había que hacer todo lo posible para que no ocurriese. El 28 de mayo de 1940 Churchill emitió la siguiente orden general: “En estos días sombríos, el primer ministro agradecería a sus colegas en el gobierno, que mantuvieran elevada la moral en sus círculos y que, sin minimizar la gravedad de los acontecimientos, mostraran confianza en nuestra capacidad y en nuestra decisión inflexible de continuar la guerra hasta acabar con la voluntad del enemigo de someter a toda Europa a su dominio. No debería tolerarse la idea de que Francia consiga una paz independiente. Pero sea lo que fuere que ocurra en los demás países de Europa, no podemos dudar de nuestra obligación, y sin duda usaremos todos los medios a nuestro alcance para defender la isla, el imperio y nuestra causa”.

En la guerra: determinación. Esa es parte esencial de la moraleja de las memorias de Winston Churchill. Hubo otro que nunca cedió. Charles De Gaulle no era un personaje principal. Joven y enérgico, había sido subsecretario de Estado en el Ministerio Defensa del gobierno de Paul Reynaud, pero una vez perdida la batalla de Francia pretendía ser el líder de su país en el exilio.

Su pretensión era poco más que una entelequia. La situación era mucho más terrible. El país, bajo la conducción de Pétain, había decidido plegarse mansamente. La resistencia era solo una proclama y una exigencia incómoda. Churchill siempre lo tuvo como un personaje incómodo al que con toleraba con mucha dificultad. Tardaría años en consolidar su proyecto de resistencia, pero sin duda, no dejó pasar un día para asumir la representación legítima de la Francia libre e insistir que su condición fuera reconocida por los aliados.

Y así llegamos al punto de partida de su épica. El 18 de junio de 1940 lanza su proclama. Comienza reconociendo que la superioridad bélica alemana los había sorprendido. Y que el ejército francés había capitulado. Pero, y aquí viene el desafío, “¿se ha dicho la última palabra? ¿Debe perderse la esperanza? ¿Es definitiva la derrota? ¡No! Creedme a mí que os hablo con conocimiento de causa y os digo que nada está perdido para Francia. Los mismos medios que nos han vencido pueden traer un día la victoria. ¡Porque Francia no está sola!”.

Dicho esto, termina con una invitación a la acción, asumida en primera persona. “Yo, general De Gaulle, actualmente en Londres, invito a los oficiales y soldados franceses que se encuentren o pasen a encontrase en territorio británico, con sus armas o sin ellas, invito a los ingenieros y a los obreros especialistas de las industrias de armamento que se encuentren o pasen a encontrarse en territorio británico, a poner se en contacto conmigo. Ocurra lo que ocurra la llama de la resistencia francesa no debe apagarse y no se apagará.

La entelequia terminó siendo la única alternativa de sobrevivencia y la estaca de la dignidad nacional. Al principio fue visto con escepticismo. Luego como una molestia constante. Y al final como un aliado innegable.

Escribo esto con vistas al 21 de mayo y los días subsiguientes. Podría ser que te sientas perdido en la desilusión de asumir seis años más de tiranía. Podría ser que no estés dispuesto a escuchar a los que te convocan a la lucha. Podría ser que te sientas derrotado y quieras capitular. Si ese es tu caso, recuerda la determinación, el coraje y la capacidad de soñar de Churchill y De Gaulle. Cada uno con su estilo y sus intereses. Pero ambos inexpugnables en la esperanza que los llevó a la acción. Ni se rindieron, ni dejaron de convocar a sus conciudadanos a la lucha. Lo lógico es que reconozcamos las mismas virtudes en aquellos líderes venezolanos que convocan a la lucha con la misma convicción y pureza de finalidades.

La invitación de Charles De Gaulle fue emocionante. Se encontraba solo, él y su sueño. Lo estaba en un país extranjero, también en guerra. Los más prestigiosos militares de su país se habían abrazado al invasor. No tenía nada más que una promesa. Pero nada de eso lo amilanó, porque tenía una pregunta cuya raíz era moral: ¿Y si las fuerzas de la libertad triunfasen a la postre sobre las de la servidumbre, ¿cuál sería el destino de una Francia que se hubiese sometido al enemigo? Y con esa interrogante como herramienta de convencimiento convocó a todos sus conciudadanos, a cada uno, para que se sumaran y comenzaran a trabajar en conjunto, desde la particular condición y talento que tuvieran. El general francés invocó tres razones para la lucha: el honor, el sentido común y el interés de la Patria. Por ellas exigió a todos los franceses libres que prosiguieran el combate, allí donde se encontrasen, y en la medida de sus posibilidades. Al fin y al cabo, para él “el fin de la esperanza era el comienzo de la muerte”. Que nosotros no perdamos la esperanza.

@vjmc

Veto migratorio de Trump sufre una nueva derrota judicial

trumpveto

 

Rechazando los argumentos del gobierno de que el modificado veto migratorio del presidente Donald Trump era distinto al primero, jueces de Hawai y Maryland impidieron la implementación de la medida, usando la retórica del propio Trump como prueba de que es un intento de discriminar contra musulmanes.

Un juez de Hawai el miércoles, y luego uno de Maryland el jueves de madrugada, bloquearon el decreto que afectaba a ciudadanos procedentes de seis países predominantemente musulmanes.

El juez Theodore Chuang se pronunció en una demanda entablada en Greenbelt, Maryland, cerca de la capital del país, por parte de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) y otras organizaciones que representan a inmigrantes, refugiados y sus familias.

Los grupos alegaron que el objetivo latente de las restricciones migratorias era discriminar a los musulmanes, lo que las haría anticonstitucionales. Chuang concedió una suspensión preliminar del decreto a nivel nacional.

Los abogados del Estado argumentaron que la medida se modificó de forma considerable en comparación con una versión anterior, firmada en enero y que después fue bloqueada por un juez federal en el estado de Washington. Los abogados informaron que el decreto se presentó en interés de la seguridad nacional para proteger a Estados Unidos del «terrorismo islámico radical».

Los demandantes en Maryland también alegaron que las restricciones reducían de forma ilegal el número de refugiados a los que se permite entrar en Estados Unidos este año.

Chuang concedió una suspensión preliminar en todo el país a la espera de nuevas órdenes del tribunal. El juez declinó dejar la decisión en suspenso en caso de que se presentara una apelación de urgencia.

Otro juez federal en Hawai había suspendido la entrada en vigor del decreto, poniendo en duda que el gobierno estuviera motivado por preocupaciones sobre la seguridad nacional.

El fallo del miércoles vino del juez federal de distrito Derrick Watson de Honolulu, quien rechazó los argumentos oficialistas de que las restricciones tienen que ver con la seguridad nacional y no con discriminación. Watson afirmó además que Hawai se vería perjudicado económicamente, ya que el decreto reduciría la entrada de estudiantes y turistas a ese estado y que el decreto viola la Primera Enmienda de la Constitución, que prohíbe la discriminación por razones religiosas.

Watson criticó los argumentos del gobierno, calificándolos de «ilógicos» y denunciando «evidencias significativas e inequívocas de un ánimo religioso» detrás de las restricciones. Destacó que si bien el sistema judicial no debería estar examinando «la psiquis subyacente» y «los motivos ocultos» de los responsables del gobierno, «los hechos sobresalientes en este asunto no requieren semejante indagación».

«Por ejemplo, no hay nada oculto en este comunicado de prensa: ‘Donald J. Trump pide una prohibición total y completa de la entrada de musulmanes a Estados Unidos»’, escribió Watson citando una declaración de Trump de cuando era candidato.

Trump calificó la determinación del juez de Hawai como un ejemplo de «exceso judicial sin precedente» y dijo que su gobierno apelaría ante la Corte Suprema de la nación.

También dijo que el nuevo decreto era una versión atenuada de su decreto original, que según dijo, todavía desea poder implementar.

«Vamos a ganar, vamos a mantener a salvo a nuestra ciudadanía», dijo el mandatario en un mitin en Nashville. «El peligro es obvio, la ley está clara, la necesidad de implementar mi orden ejecutiva es obvia».

Si el gobierno solicita un recurso de amparo contra la decisión de Watson en el Noveno Circuito, el asunto sería ponderado por jueces distintos a los que estudiaron el tema el mes pasado. Ello se debe a que los jueces asignados a estudiar cada tema van rotando por mes, dijo el portavoz del tribunal David Madden.

Dirigencia suicida, por Marianella Salazar

suicida

 

Para celebrar el primer aniversario de la aplastante derrota del chavismo el 6-D de 2015, el régimen narco-chavista y sus patéticos aliados en la oposición (Timoteo & Co.) armaron un tinglado vil conocido como el Pacto de Punta Cana, derivando en una indeseable Mesa de Diálogo, y terminando así con la posibilidad cierta de un cambio político pacífico y democrático este mismo año, como prometieron falsamente y no se cansaron de vociferar los “conspicuos” voceros de la MUD a quienes sufrimos la pesadilla de un país en ruinas y en estado de guerra. Más valieron los egos desmedidos, los guisos rojos y de todos los colores dentro de alcaldías y gobernaciones, y la promesa de una incierta campaña electoral en 2018, para dar tiempo a posicionar candidaturas presidenciales y satisfacer aspiraciones personales largamente insatisfechas.

Hasta nuevo aviso, el nefasto suspiro del poder sigue en manos de los tiranos cubanos, uno vivo y otro muerto. La euforia que siguió a la contundente elección de diputados hace un año se fue desvaneciendo y transmutando en desesperanza.

Es imperdonable la pérdida de este año legislativo, el primero con el control absoluto de la Asamblea Nacional en 17 años de férreo dominio chavista. No solo fueron incapaces de nombrar a los rectores vencidos del CNE, ni de destituir al fraudulento e ilegal nombramiento de los magistrados exprés del TSJ, sino que perdieron todas la oportunidades para propiciar una salida impecable y constitucional de la dictadura cubana que gobierna por persona interpuesta a través de Nicolás Maduro, quien no tiene partida de nacimiento venezolana y ha sido acusado de ser colombiano, otro motivo para destituirlo de inmediato de la Presidencia, pero en la directiva de la AN se hacen los locos. Tampoco han condenado en plenaria los acuerdos que permitieron la entrega ignominiosa de nuestra soberanía a Cuba, la traición que significa los 150.000 barriles diarios que los depredadores cubanos reciben gratis a costa del hambre de los venezolanos.

La AN en voz de su presidente no ha hecho más que vociferar, confrontar, amenazar y anunciar que va a anunciar, y al final, un año después de la más importante victoria electoral de la oposición estamos mucho peor que antes, con más presos políticos, el país quebrado y colapsado, y con el desconcierto que produce una dirigencia opositora egoísta, miope, torpe y traicionera.

Mientras el G3 de la MUD –PJ, AD y UNT– sigue embarrándose más en su proyecto político para el 2018, el país colapsa entre un dólar que supera la obscena cifra de 4.000 bolívares, mientras un grupo de enchufados reciben divisas a 10 bolívares para importar alimentos, que es uno de los guisos más codiciados en la nomenclatura chavista, después del narcotráfico y el narcolavado, insignias inconfundibles del socialismo del siglo XXI.

Como lo hiciera en 2013, Nicolás Maduro pretende paliar el profundo rechazo a su gestión propiciando otros dakazos que intenten distraer los estómagos vacíos con televisores y ropa a precios de ganga, pero en esta oportunidad el colapso se le fue de las manos y no puede controlar el dólar paralelo, convertido en marcador de la paupérrima economía de importación.

La desgracia cubano-chavista se mantendrá vigente todavía, aun a costa de la hecatombe nacional, gracias a un país inmovilizado a consecuencia de una dirigencia suicida, obnubilada de poder, que será juzgada como colaboracionista cuando recuperemos la libertad y la democracia.

Existe un país que reclama ser reivindicado, el esperado cambio vendrá, hay gente trabajando para eso. Y no están en el G3 de la MUD.

@AliasMalula

El Nacional

 

Ejercicio de dignidad, por Antonio José Monagas

Revocatorio

 

La derrota política, es una situación que la vive cualquier actor político. No necesariamente, porque vea reducida estimaciones de apoyo ante alguna impugnación recibida por adversarios cuya radicalidad sea expresión de un cuestionamiento ostensible y confeso. La derrota política puede afectar al factor político mejor posicionado en el ruedo social o económico. Aunque debe decirse que su derrota tampoco está determinada sólo por el azar o el infortunio.

Venezuela, quizás, constituye el ejemplo más fehaciente que mejor puede explicar cómo se enquista un problema causado por las razones que definen una “derrota política”. Así se tiene que en el marco del autoritarismo prevaleciente, la disposición del país político para enfrentar y resistirse a los embates que el régimen ha acordado al conjuro del asedio emprendido en perjuicio de la institucionalización de la democracia, ha venido manifestando el arrojo necesario para expresar su indignación mediante actos de protesta y rechazo a la gestión gubernamental encabezada por el presidente de la República.

Nunca un gobierno venezolano había estado peor en términos de su andamiaje político. Pero tampoco, el acoso en materia de libertades, garantías y medios de comunicación, había estado tan crítico para las fuerzas de oposición. Y si a tan abatida situación se suma la precaria situación económica, producto de la ruina del aparato productivo que maneja el régimen, el descenso de los precios del petróleo y la consiguiente escasez de divisas para las importaciones, resulta incomprensible que el mismo régimen se empeñe en forjar un absurdo ventajismo para usurpar funciones propias de otros poderes públicos. Esto no representa otra cosa distinta que un insólito e indebido abuso de poder del Ejecutivo Nacional.

Ante tan agobiante despotismo, la oposición ha venido planteándose posibles salidas del régimen. Todas, a instancia de la legalidad establecida por la Constitución Nacional. Bajo esa motivación, se dio la jornada de recolección de firmas como parte del procedimiento político mediante el cual podrá formalizarse la convocatoria de un referendo para revocar el mandato del presidente de la República (Véase artículo 72). La misma, cumplió su objetivo exitosamente. Incluso, en demasía para satisfacción de una Venezuela convencida de las bondades de la democracia como sistema político. No obstante los problemas que confronta, la sociedad nacional sigue comportándose un tanto escindida. Ello se convierte en una amenaza capaz de restarle oportunidades a las escasas vías institucionales y legítimas que la Constitución provee para recuperar las libertades sociales, políticas y económicas. Libertades y derechos éstos arrebatados al país por ejecutorias elaboradas con el más pérfido odio con el cual el régimen ha buscado instaurar su proyecto ideológico de gobierno.

Aunque es de notar el oscuro panorama político que sigue reivindicando el alto gobierno, dada la obstinación que comporta por la voracidad de poder que padece, la situación nacional ha devenido en una anomia bajo la cual se ha incitado una profunda intolerancia que ha hecho del país una estructura política y social profundamente desarticulada. Sólo en momentos de crisis o de necesidades fundamentales ante un llamado de atención o de concienciación política, la sociedad democrática ha podido aglutinarse. Pero ello no es suficiente en términos de las respuestas que demanda el sentido de unidad y ante la magnitud de la crisis en expansión que actualmente se vive.

Sin bien los problemas de escasez de alimentos y medicamentos, de servicios públicos, tanto como de precaria productividad y falta de capacidad gubernamental para ordenar la economía, han sido reconocidos por casi la totalidad de los venezolanos, también se ha advertido que el tiempo está cercando cada vez más las posibilidades del régimen para evitar males mayores. Pareciera que la intención del oficialismo es disfrazar la historia con mentiras. Aunque lejos de tan repugnante intención, lo único que ha ganado el alto gobierno ha sido un contundente rechazo.

A pesar de las fracturas que ponen en ascuas la integración sociopolítica como fundamento para salir de quienes desquiciaron al país, es indudable que poner en práctica opciones como el revocatorio, la renuncia o la enmienda, requiere una concentración formidable de fuerzas que, por ratos, luce desperdigada. Sin embargo, ello no es óbice para aupar la esperanza hacia un cambio político que la mayoría de los venezolanos exigen. Tanto así, que la recolección de firmas, aunque fue un primer paso para recuperar la solidez económica y las libertades sociales, realmente constituyó un acto fundamental de democracia. Una honrosa protesta. Un clamor de libertad. Un grito de rabia. Una exaltación a la legitimidad de la política. Es decir, un apoteósico ejercicio de dignidad.

@ajmonagas

Abr 11, 2016 | Actualizado hace 8 años
Sin máscaras ni piedras (y III) por Armando Durán

MUDVamoscontodo

 

Augusto Monterroso nos cuenta, con la única frase del cuento más breve de la literatura universal, que “al despertar, el dinosaurio seguía allí”. Millones de venezolanos descubrieron esta agobiante realidad a las 4:00 de la madrugada del lunes 16 de agosto de 2004. Durante horas habían hecho colas interminables a las puertas de los colegios electorales para expresar cívicamente su rechazo a Hugo Chávez, ahora Francisco Carrasquero anunciaba a tambor batiente la derrota del Sí y nadie se lo podía creer.

Al caer la tarde del domingo, Henry Ramos Allup, Felipe Mujica y César Pérez Vivas, sonrientes y felices como tres niños el día de Navidad, mostraron ante las cámaras de la televisión su confianza ciega en el triunfo opositor haciendo con los dedos la señal de la victoria. Más de media Venezuela se fue esa noche a la cama con la certidumbre de que Chávez había mordido el sucio polvo de un fracaso electoral irremediable. Al despuntar el alba, Ramos Allup, el ceño fruncido por su grave error de cálculo, mientras Enrique Mendoza daba media vuelta y desaparecía, le pedía a los venezolanos un poco de tiempo para encontrar una explicación razonable de lo ocurrido.

Ramos Allup nunca despejó esa incógnita y muy pronto la perplejidad, el abatimiento y la indignación se adueñaron del ánimo de la Venezuela opositora. Sobre todo, porque poco después del mediodía Jimmy Carter y César Gaviria certificaron la verdad de unas cifras oficiales que le daban al No la victoria por un margen inconcebible de 20 puntos.

Sin embargo, la incómoda pregunta que se veían obligados a hacerse ahora los venezolanos no era tanto para conocer el porqué de ese desconcertante resultado, sino para entender cómo y por qué la dirigencia política de la oposición, a pesar de tantas y tan aparatosas violaciones de la Constitución, esgrimiendo el argumento de que con trampas o sin trampas el referéndum estaba blindado, aceptó las ilegalidades que una a una habían ido desmantelando la posibilidad de celebrar esa consulta electoral en condiciones de equidad y transparencia. Y por qué, en lugar de enfrentar la realidad de un fraude progresivo que dejó a la sociedad civil en una situación de abandono, minusvalía y vulnerabilidad insuperables, decidieron acudir mansamente al matadero de unas urnas trucadas. Pasando por alto desde la designación de un CNE al margen de las normas constitucionales, hasta la nacionalización vertiginosa de casi 2 millones de extranjeros, la sospechosa contratación de Smarmatic, la incorporación de máquinas captahuellas vinculadas electrónicamente a las de votación, las migraciones ilegales de electores y los ostensibles abusos de poder, como el invento de las llamadas planillas planas, la necesidad de repetir el acto de las firmas y la grosera conversión del referéndum en plebiscito.

El gran error de la Coordinadora Democrática fue no admitir siquiera la naturaleza totalitaria del chavismo. Como tampoco lo hacen ahora. Creer que Chávez era tan demócrata como los gobernantes del antiguo régimen y que bastaba la experiencia de los viejos partidos para acorralarlo a punta de votos y sacarlo pacíficamente de Miraflores. Sostener contra viento y marea que gracias a la presunta destreza política de los jefes de la oposición Chávez no podría escapar de la calamidad electoral por venir. Y no entender que sus aparentes retrocesos no respondían a súbitos desfallecimientos, y apenas eran meros simulacros y cebos para conducir a sus adversarios a nuevas y mortales emboscadas.

Como señalaba The New York Times en un editorial publicado dos días después, a la oposición le faltó “eficacia y realismo” para encarar el desafío que le presentaba Chávez. Uno tiene estos días difíciles la impresión de que la MUD, al garantizarle al régimen su propósito de salir de Nicolás Maduro “sin máscaras ni piedras”, es decir, portándose bien a pesar de su llamado a la “rebelión constitucional” para por fin desconocer oficialmente el mandato popular del 6-D, sencillamente repite aquel indignante despropósito de la Coordinadora. De nuevo sin ninguna eficacia y, por supuesto, sin realismo.

 

@aduran111

El Nacional 

Bolivia: Evo Morales culpa a la guerra sucia de la oposición y a una conspiración externa de su derrota electoral

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El presidente boliviano Evo Morales reconoció el miércoles su derrota en las urnas, un día después de que el Tribunal Supremo Electoral declarara ganador por tres puntos al «No» a la reforma constitucional que le habría permitido postularse a un cuarto período consecutivo en 2019.

«Perdimos una batalla democrática, pero no la guerra; no estamos derrotados. La lucha sigue con más fuerza. La lucha no termina acá», dijo en un rueda de prensa en la que atribuyó su derrota a una «guerra sucia» de la oposición y a una «conspiración externa».

El «No» logró 51,31% de los votos frente al 48,69% del «Sí». La cerrada disputa entre ambas opciones mantuvo en vilo al país desde el domingo hasta el martes a la medianoche, cuando se anunció el resultado tras un lento recuento.

Morales dijo que lejos de sentirse derrotado, el referendo mostró que tiene un «voto duro» de casi 50% del electorado y eso lo alienta a mantenerse en la política al frente de los movimientos sindicales.

Esta la primera derrota electoral de Morales en los 10 años que lleva en el poder con una exitosa gestión económica por los altos precios de las materias primas y reformas que cuadruplicaron los ingresos por exportaciones.

 

Un fracaso llamado Maduro por José Vicente Carrasquero

NicolásMaduroGPP

 

Me encuentro entre los que todavía se preguntan en qué estaba pensando Chávez cuando designó a Maduro como su sucesor antes de su último viaje a La Habana. Se me ocurre que como optimista impenitente que era, creyó que esa designación no haría falta porque saldría victorioso de la que terminó siendo la última batalla de su vida. Si no fuese eso, decidió vengarse de los venezolanos dejando a cargo a lo más incapaz que podía encontrar entre sus fieles seguidores.

Maduro me hace recordar las sesudas charlas de Mikel De Viana, S.J. hablando de la cultura política del venezolano y sus valores. Nicolás es un individuo con un claro locus de control externo, es decir la percepción de que los eventos ocurren como resultado del azar, el destino, la suerte o el poder y decisiones de otros. No hemos visto al presidente asumir su responsabilidad en ningún momento desde que obtuvo un cargo para el cual no tiene la más mínima preparación.

Como muestra un botón. El desastre económico sin precedentes que estamos viviendo los venezolanos es achacado por el inquilino de Miraflores a una supuesta guerra económica diseñada y puesta en escena por una multiplicidad de actores que según Maduro quieren ver arruinado el país. Es como si en un trasatlántico una parte de los pasajeros se pusieran de acuerdo para hundir el barco aún a costa de sus propias vidas. Este argumento presidencial no resiste el más mínimo examen de veracidad. Termina siendo un mal chiste para evadir explicar a dónde fue a parar la mayor de las bonanzas petroleras de toda nuestra historia. En todo caso, una manera de decir que la culpa no es de él. Que no estaba ahí cuando eso pasó. Que estaba comprando kerosene…

Ante la rotunda y trepidante derrota electoral, Maduro no ha hecho otra cosa que culpar al universo. Desde un fraude hasta un golpe electoral han sido acusados con tal de no asumir la propia incompetencia. Para evadir la responsabilidad que le toca en el despilfarro de un capital político que en su momento lucía lo suficientemente sólido como para mantenerse en el poder y poner en efecto las medidas necesarias para no llegar a este desastre que nos acogota el alma.

Hablaba De Viana de esos venezolanos que tenían un rancho en la cabeza independientemente de su condición social. Que entendían el país de una forma primitiva. Que asumían que el Estado es el que tiene que tener el control de todo lo que pasa en el país. Independientemente de que quienes controlan los hilos del poder no sean capaces de cuidar de sí mismos y sus acciones.

Maduro asume que el venezolano debe depender de las dádivas que él tenga a bien concederle. En una actitud arcaica, concibe al pueblo como un colectivo de indigentes que le deben la vida al Estado todopoderoso y que es a través de sus favores que ese pueblo puede tener acceso a bienes básicos e incluso comida. Concibe un contingente humano que debe ser agradecido con esos favores y de vuelta debe garantizar mediante el voto su permanencia eterna en el poder.

Esa concepción pobre, limitada del venezolano no es exclusiva de Maduro. Ya la vivimos varias veces en el pasado. En solo dos momentos de los últimos treinta y dos años, los políticos se vieron compelidos a dejar que los venezolanos se valieran por sí mismos. Me refiero a los levantamientos de los controles de cambio en 1989 y 1997. Dejar que la economía fluyera entre los venezolanos sin que la mano entrometida y torpe del Estado frenara el desarrollo al que se puede llegar cuando se deja que la sociedad disfrute de una economía de mercado.

Al momento de escribir este artículo, solo Cuba y Venezuela tienen un control de cambio. Ambos por razones meramente políticas. Así lo reconoció, sin inmutarse, Aristóbulo Isturiz cuando declaró que si quitaban esa restricción económica los tumbaban. Excusa por demás ridícula y que solo se comprende desde la visión anquilosada de país que tiene la vieja política a la que el gobernador de Anzoátegui pertenece.

Maduro fracasó cuando no supo anticipar el momento que estamos viviendo. Desde principios de esta década se venía hablando del crecimiento de la producción de petróleo a nivel mundial. Típico de momentos de altos precios que invitan a la inversión en la industria, cosa que por cierto, Chávez y Maduro no hicieron y por eso ahora pagamos las consecuencias.

Al asumir Maduro, ya se sabía que los precios del petróleo se derrumbarían en menos de dos años. Se sabía que el gobierno de Chávez había endeudado de tal manera el país, que se requerirían mucho de los ingresos por petróleo para pagar deuda y sus intereses. Se sabía que gracias a la criminal política de expropiar y perseguir empresarios tendríamos que importar más. Se sabía que las expectativas de la población eran crecientes.

Maduro ante la cercanía de las elecciones prefirió jugar a la parálisis. A extremar el desgaste pensando que el costo de tomar medidas era mayor que no tomarlas. La realidad le ha enrostrado su fracaso. En su suprema incapacidad y asesorado por unos cubanos que no terminan de entender el alma libertaria de los venezolanos, pensó que la sola memoria del comandante eterno era suficiente para que la gente, con hambre y sin empleo, con Maduro se resteara.

Hay que ser muy inocente para pensar que la gente puede poner la imagen de una persona fallecida por encima de un bebé que llora de cólicos porque toma lo que se consiga y no la leche para niños que se recomienda. La realidad es que el venezolano veló por su familia, por su futuro, por una Venezuela de libertades.

El fracaso de Maduro se puede observar desde cualquier indicador de gestión que se elija o desde la perspectiva política que tenga el amable lector elegir. Un fracaso que nos duele profundo en el alma. Un fracaso que nos pone al nivel de los países más pobres del planeta y junto con Haití a la cola de América Latina.

El venezolano asumió en primera persona el reto de cambiar la situación y votó en contra de este desastre que estamos viviendo. Solo espero que quienes vienen a relevar a esta desastrosa clase política tenga una mente guiada por la modernidad y no un rancho en la cabeza.

Bye Maduro! Se te recordará como el castigo que Venezuela no debió sufrir.

@botellazo

La nueva realidad política por Armando Durán

diosado.maduro

 

Mientras el país (y esta columna) entramos en receso navideño hasta la semana del 4 de enero, en las entrañas del país político, conmovido de pies a cabeza por los resultados de la jornada electoral del 6 de diciembre, se gesta la historia por vivir en Venezuela durante los primeros y muy difíciles meses del año 2016.

Tal como se ha visto, el dúo Nicolás Maduro-Diosdado Cabello, víctimas de un ataque de delirio absoluto, ha decidido pasar por alto el significado exacto de esta derrota y se niegan de plano a aceptar sus irremediables consecuencias. Ominoso rechazo al hecho de que nada más y nada menos que la inmensa mayoría de los electores les dijo ese día a los gobernantes de turno que ya basta de socialismo del siglo que sea y de revolución bolivariana.

El primer paso en esta ciega consumación de lo que bien puede calificarse de autogolpe a la Constitución, los antidemocráticos obstáculos sembrados por los perdedores del 6 de diciembre en el camino del cambio a fondo del actual sistema político y económico, deseo expresado de manera categórica por los electores hace dos semanas, es despejar una incógnita crucial: ¿hasta qué extremo de irresponsabilidad política está dispuesto a llegar Miraflores para entorpecer el funcionamiento normal de la Asamblea Nacional a partir del mismo 5 de enero?

Dos hechos puntuales nos indican la naturaleza inadmisible de los planes rojos rojitos para arrebatarle sus legítimos poderes a la AN. En primer lugar, la juramentación la semana pasada del llamado Parlamento Comunal, uno de los pilares sobre los cuales aspiraba Chávez a construir su sueño de Venezuela como Estado Comunal, opción rechazada por los venezolanos en el referéndum de diciembre de 2007. Aquella derrota chavista fue descartada en la práctica con la promulgación de un grupo de decretos-leyes “comunales”, redactados a puertas cerradas en Miraflores, al cobijo de la Ley Habilitante de 2009. Idéntica maniobra a la emprendida a finales de 2001, cuando al calor de la Habilitante de entonces se redactaron más de cuatro docenas de decretos-leyes que modificaban sustancialmente la estructura del Estado y la sociedad, y que dieron lugar a grandes protestas callejeras que culminaron con la matanza del 11 de abril del año siguiente en el centro de Caracas y con todo lo que sucedió después.

Lo mismo ocurre ahora. La creación de este poder legislativo paralelo al de la AN es mucho más que una simple provocación. Y para enfrentarlo como es debido no basta declarar que el dichoso esperpento no existe porque no está establecido en la norma constitucional. Hacerlo equivale a caer de nuevo en la vieja trampa de la falacia naturalista y volver a confundir el deber ser con lo que realmente es. En este sentido me parece oportuno recordar que esta maniobra fue ejecutada exitosamente por Chávez al establecer una autoridad paralela a la Alcaldía Metropolitana de Caracas para despojar de facto al alcalde Antonio Ledezma del poder que los caraqueños habían puesto en sus manos con 800.000 votos.

El complemento de este desafío será determinar qué hacer ante la espuria decisión tomada por la moribunda AN de designar esta semana a los sustitutos de los 12 magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, cuyos períodos no vencen sino hasta agosto del año que viene. ¿Podrá la nueva AN rehacer este entuerto, punta de vanguardia paralizante de un oficialismo aún más radicalizado por la paliza electoral y resuelto a reducir la AN a un simple jarrón chino?

No se trata de aguarle la fiesta a nadie, sino de llamar la atención sobre el hecho de que una cosa es ganar y otra muy distinta cobrar. El Poder Ejecutivo le ha declarado la guerra a la nueva y democrática Asamblea Nacional, y a los ganadores del 6-D les corresponde ahora la responsabilidad de darle al régimen, en nombre del pueblo que los eligió, una respuesta inmediata y proporcional. De los alcances y hondura de esta reacción dependerá el futuro de Venezuela como nación libre y democrática.

 

@aduran111

El Nacional