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El Valle, Coche, Los Rosales, Cementerio y Cota 905 con paro parcial

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Este jueves 20, día del paro cívico nacional convocado por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en zonas como El Valle, Coche, El Cementerio, Los Rosales y Cota 905 hay muy poca gente en la calle.

Los vecinos que hay hacen sus labores de rutina. El mercado municipal de Coche tiene la santamaría a media máquina. Hay locales abiertos, pero no llega al 50 % de los concesionarios.

El transporte público es escaso en estas comunidades. En la vía se ven mercados a cielo abierto y obreros de Supra. En el metro el flujo es menor.

Hay comentarios entre los transeúntes sobre el llamado a trancazo en estos sectores.  Se rumora que en horas de la tarde cerrarán calles en Coche y El Valle, parroquia donde hasta la madrugada de este jueves hubo barricadas y protestas.

En algunas partes no hay presencia policial, pero en los puntos cercanos al elevado de la avenida Roosevelt hay grupos de efectivos chequeando a motorizados, carros y camiones.

Desde el inicio de las protestas, el pasado 1 de abril, estas comunidades han tenido protagonismo por las manifestaciones nocturnas contra las políticas del gobierno del presidente Nicolás Maduro.

 

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Fotos: Mabel Sarmiento

Cenizas de Fidel Castro son trasladadas al cementerio de Santa Ifigenia

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La caravana con las cenizas de Fidel Castro partió al amanecer del domingo desde la Plaza de la Revolución rumbo hacia el cementerio de Santa Ifigenia donde será enterrado el líder cubano.

Al grito de «yo soy Fidel» miles de personas, con banderas cubanas en las manos, despidieron a Castro cuyos restos salieron en caravana hacia el cementerio de Santiago de Cuba. Castro falleció el 25 de noviembre a los 90 años.

La larga vida del líder cubano llegó a su fin, y también el periplo que lo trajo al oriente de la isla por casi 1.000 kilómetros durante cuatro días.

El ex gobernante será enterrado en una ceremonia privada en el cementerio de la ciudad en donde también reposan los restos del prócer independentista José Martí.

Durante los últimos nueve días Cuba se vio consternada por el deceso. Las honras fúnebres comenzaron con un homenaje popular y un acto en la Plaza de la Revolución de La Habana al cual asistieron gobernantes de todo el mundo y una caravana que trasladó las cenizas desde el miércoles hasta el sábado a lo largo de todo el país a donde cientos de miles de personas se agolparon con flores en las manos, banderas y fotos del barbado dirigente o soltaron palomas para darle su último adiós.

Altares con carteles, gente con sus rostros pintados con el nombre de ex presidente, mantas escritas a mano con agradecimiento y colinas decoradas con piedras blancas que lo vitoreaban con un «hasta siempre comandante» se sucedieron por toda la isla.

 

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La víspera el último acto masivo de despedida se realizó en la Plaza de la Revolución de Santiago de Cuba.

La caravana de una decena de vehículos trajo las cenizas en una urna de cedro cubierta con una bandera cubana y protegida con un cristal. El conjunto fue rodeado por flores blancas.

El sábado por la noche su hermano, el presidente Raúl Castro anunció que las autoridades no permitirán que calles o monumentos lleven el nombre del líder, según este lo hizo expreso como su última voluntad.

«El líder de la revolución rechazaba cualquier manifestación de culto a la personalidad y fue consecuente con esa actitud hasta las últimas horas de vida», dijo Raúl Castro con la voz cascada y por momentos entrecortada durante el acto en la Plaza de la Revolución en Santiago el sábado. La iniciativa será llevada a la Asamblea Nacional, el parlamento de la isla, a fin de ratificar la prohibición.

Castro se había alejado del poder en 2006 luego de una sorpresiva enfermedad y desde entonces primero de manera temporal, y luego su hermano Raúl se desempeñó como presidente.

 

 

Privan de libertad a 18 integrantes de una banda delictiva que opera en la Cota 905 y El Cementerio

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El Ministerio Público logró privativa de libertad para 18 personas, presuntos integrantes de una banda delictiva que opera en la Cota 905 y El Cementerio, quienes fueron aprehendidos el pasado 12 de enero en la Autopista Regional del Centro, estado Miranda, por efectivos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc).

En la audiencia de presentación, la representación de la Fiscalía 46º Nacional imputó a los hombres Eduardo Carreño, Dousuhes Landaeta, Gabriel Arreaza, Daniel Bello, Luis Vargas, Nilson Agustín, Rafael Farfán y Ángel Montaner, por los delitos de secuestro agravado, tráfico de armas de guerra en la modalidad de ocultamiento, homicidio, tráfico ilícito de sustancias estupefacientes y psicotrópicas y asociación agravada.

Por su parte, también fueron imputadas las jóvenes Nohely Pinto, Bárbara Talavera, Cleidy Ordoñez, Keisy Ruiz, Milanyela Fernández, Gerbely Quintero, Yorbis Pernalete, Sol Cortesía, Karla Gracia y Zainayar Lara, por tráfico ilícito de sustancias estupefacientes y psicotrópicas y de complicidad en los delitos de secuestro, homicidio y asociación para delinquir.

De acuerdo con los elementos de convicción y tras la solicitud del Ministerio Público, el Tribunal 20º de Control del área metropolitana de Caracas dictó la medida privativa de libertad contra los ocho hombres, quienes permanecerán recluidos en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, mientras que las 10 mujeres se les fijó como lugar de reclusión en Instituto Nacional de Orientación Femenina.

El citado día en horas de la madrugada, efectivos de la División contra Extorsión y Secuestros del Cicpc recibieron información de que miembros de una banda delictiva incursa en diversos crímenes se dirigían a Caracas por la referida autopista en siete vehículos.

De inmediato los funcionarios colocaron una alcabala en la zona y al observar a los sospechosos les dieron voz de alto, pero estos intentaron huir disparando en múltiples oportunidades, por lo que se inició una persecución donde tres de ellos resultaron heridos. Estos fueron trasladados hasta un hospital cercano, donde murieron a los pocos minutos.

Las otras 18 personas fueron aprehendidas y puestas a la orden del Ministerio Público. En el lugar se incautaron dos revólver, una pistola, un artefacto explosivo tipo granada.

Los santos del pecado, el alcohol y el delito en Venezuela

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Pudieran pedirle a la Santa María, pero un grupo de hombres en un cementerio de Caracas prefieren beber aguardiente y fumar tabaco mientras hacen sus peticiones ante la tumba de Ismael, el líder de una corte espiritual formada por una docena de delincuentes, adorados en Venezuela.

La Corte Malandra (delincuente) o Corte Calé, una leyenda local que versiona la historia de Robín Hood y sus arqueros y los sube a los altares con revólveres y navajas, es el escaño más bajo del séquito de la reina María Lionza, un culto espiritista popular en este país.

El más popular de la Corte es Ismael Sánchez quien, según su historia más popular, fue un ladrón que vivió en una zona populosa de Caracas y dedicó su vida a robar a los ricos para ayudar a los pobres, y por ello al morir fue llamado al reino de la diosa indígena Maria Lionza para hacer el bien.

«Muchos te catalogan al decir que eres malandro, pero los que creemos en ti, sabemos de tu buena fe (…)», dice un afiche gigante colgado sobre la tumba de Ismaelito, como le llaman con cariño.

A solicitar su protección acuden quienes temen ser robados en las calles, los policías que buscan el resguardo espiritual del peligro del oficio, las mujeres agredidas por sus maridos, los que buscan a familiares desaparecidos y también los delincuentes para salir airosos del delito.

Omaira Centeno acude todos los domingos al cementerio y, sobre la tumba del «santo malandro», llora por la vida de su hijo, en una prisión de Venezuela por varios delitos que, según su madre, «jamás» cometió.

«Yo no hallaba a quién pedirle, hasta que vine aquí, yo le pido, lloro con Ismaelito, para que me cuide, que no me le hagan daño (en la cárcel)», cuenta Centeno mientras calza un cigarrillo en la boca de la estatuilla de yeso, y agrega: «Cuando llamas a Ismael, no puedes dejar que se le apague el cigarro, el fuma demasiado, uno atrás de otro».

La historia de Ismael, su eterno amor Isabelita, el «Ratón», el «Pez Gordo», «Tomasito», «el chamo Machera», y los muchos miembros de esta corte se pierden entre el mito, la realidad y la riqueza del sincretismo popular.

Cruz Crescenio Mejía, de tez oscura, fue otro delincuente que, según la leyenda, vivió a principios de la década de 1940 y estuvo en prisión al menos en cuatro oportunidades, de donde se fugó el mismo número de veces, gracias a su «pacto con el Diablo».

Crescenio es también muy popular en la Corte, en la que es más conocido como «Petróleo Crudo».

«Murió de 132 tiros (sin contar la balas que pasaron por el mismo hueco) durante un intento frustrado de robo a un banco. Sus cómplices (que creía sus amigos) lo dejaron solo al llegar la policía», cuenta la historia de Tomasito, otro santo malandro, en su página de Facebook.

Las muestras de agradecimiento abundan alrededor de estas figuras, que en los comercios informales son vendidas en forma de estampita o estatuillas de yeso en todos los tamaños e incluso a escala real.

Las historias de sus creyentes se pierden entre la realidad y lo mágico.

«Coya» se mudó al cementerio hace ocho años,para pagar una promesa a Ismael, convencido de que este le salvó la vida cuando era perseguido por delincuentes y, asegura, será el guardián de los nichos de la corte por 20 años.

«A mi me cayeron a tiros unos malandros donde yo vivía, y me quede ahí en el piso, nadie me ayudaba porque ya estaba muerto, pero de repente desperté», cuenta.

Desde entonces vive en una capilla abandonada en el cementerio, entre los vendedores ambulantes de cerveza, los muertos olvidados, sarcófagos profanados, mártires, ex presidentes y hasta el escritor Rómulo Gallegos, todos ellos también enterrados en el antiguo camposanto.

Los espiritistas que siguen el culto a María Lionza practican con frecuencia y en privado ceremonias para «bajar» o «transportar» espíritus de alguna de las cortes de la deidad indígena, y así poder pedir los favores a sus santos «personalmente».

En una hacienda a unos cien kilómetros de Caracas, Víctor Romero se prepara en el centro de un pequeño grupo de hombres y mujeres que esperan «la bajada» del espíritu de Ismael.

Mientras se retuerce sobre la punta de los pies, una mujer le escupe aguardiente, Víctor balbucea algunas palabras sin sentido y todos a su alrededor esperan al santo malandro, para quien llevan una lista de peticiones.

Después de gritos y gemidos, el joven «materia», como se les conoce en el espiritismo a quienes aseguran recibir espíritus, se sienta, pide una gorra, cigarrillos y aguardiente, y se dispone a escuchar.

«Todo está en la fe que tu le pongas», dice el espiritista en medio del trance, una frase que da rienda suelta a este modo de entenderse con la vida y que, como en el ilusionismo, aunque se vean los hilos y el truco, nadie lo ve, porque todos prefieren creer que hay magia.