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La clave del tratamiento del cáncer puede estar en la placenta

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La búsqueda de una vacuna contra la malaria en mujeres embarazadas ha permitido un sorprendente hallazgo. Los científicos de la Universidad de Copenhague y la Universidad de la Columbia Británica (Canadá), en su búsqueda de un tratamiento para la malaria en las mujeres embarazadas ha visto que las proteínas de la malaria son anticancerígenas; es decir, eliminan las células tumorales. Los investigadores esperan ser capaces de iniciar los ensayos en seres humanos dentro de cuatro años.

En concreto, su trabajo que se publica en la revista «Cancer Cell» explica que el carbohidrato que facilita que el parásito de la malaria se una a la placenta de las mujeres embarazadas es idéntico a un carbohidrato que se encuentra en las células cancerosas. En el laboratorio, los científicos han fabricado la proteína que el parásito de la malaria utiliza para adherirse a la placenta, pero con una toxina añadida. Esta combinación de la proteína de la malaria y la toxina busca las células cancerosas, es absorbida por ellas, liberada en su interior, y hace que las células cancerosas mueran. Este proceso no se había visto nunca en cultivos celulares y ni en ratones con cáncer.

«Durante décadas, los científicos han estado buscando similitudes entre el desarrollo de la placenta y del tumor», explica Ali Salanti del Departamento de Inmunología y Microbiología de la Universidad de Copenhague. La placenta, continúa, «es un órgano que en pocos meses crece a partir de solamente unas pocas células y adquiere el peso de un órgano, y proporciona el embrión el oxígeno y el alimento necesario en un entorno extraño. Es –destaca- muy similar a lo que ocurre con los tumores, que crecen agresivamente en un entorno relativamente hostil».

El equipo de Ali, que está actualmente probando actualmente una vacuna contra la malaria en seres humanos, descubrió de forma accidental que el carbohidrato de la placenta es similar al que contienen las células cancerosas. En colaboración con Mads Daugaard, de la Universidad de Vancouver, los investigadores trabajaron en el diseño de una nueva vía de tratar el cáncer y esperan que su información siente las bases de un nuevo medicamento contra el cáncer.

«Hemos examinado la función de los hidratos de carbono. En la placenta -explica Salanti-, ayuda a asegurar un crecimiento rápido y nuestros experimentos han demostrado que ocurre lo mismo en el cáncer: cuando mezclamos el parásito de la malaria con células tumorales y el parásito vimos que reaccionaba a las células cancerosas como si fuera una placenta».

En animales

Los dos grupos de investigación han probado su compuesto en miles de muestras de tumores cerebrales o de leucemia y han visto que es eficaz en más de 90% de todos ellos. Además, también han testado el fármaco en ratones implantados con tres tipos de tumores humanos: linfoma no Hodgkin, cáncer de próstata y cáncer óseo metastático.

En todos ellos el fármaco fue muy eficaz, desapareciendo los tumores en muchos de los animales. «Hemos separado la proteína malaria, que se adhiere a los hidratos de carbono, y añadido una toxina y hemos visto que la combinación de proteínas y la toxina mata las células cancerosas», destaca Daugaard.

En sus experimentos han observado que la proteína de la malaria se adhiere al tumor sin ningún apego significativo a otros tejidos y que, además, los ratones tratados mostraron tasas de supervivencia mucho más altas que los animales no tratados. «Bastaban tres dosis para detener el crecimiento en un tumor e incluso reducirlo», subraya. Al parecer, la única pega es que el tratamiento no estaría disponible para las mujeres embarazadas.

Los expertos creen que el escenario más realista sería iniciar los ensayos clínicos dentro de cuatro años, aunque quedan muchas cuestiones por resolver: ¿funcionará en humanos? Y si lo hace, ¿puede el organismo humano tolerar las dosis necesarias sin desarrollar efectos secundarios? En cualquier caso, los expertos son optimistas, ya que la proteína aparece solo a adherirse a un carbohidrato que sólo se encuentra en la placenta y en los tumores humanos.