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Madre de Bassil Da Costa pide mayor castigo para los asesinos de su hijo #12Feb

LA MADRE DE BASSIL DA COSTA, Janeth Frías, mantiene fresco el recuerdo del segundo de sus tres hijos. Bassil era el único hombre, en medio de dos hermanas. Su voz aún se quiebra al hablar de él. Para una madre, el tiempo nunca será suficiente para que un hijo deje de doler.

Al igual que en los últimos cuatro años, Frías tiene programado un homenaje en el lugar donde falleció su hijo. Allí en la esquina de Tracabordo, parroquia Candelaria de Caracas, hay una especie de mural con fotografías del joven guatireño.

Ella confía en que la justicia divina se impondrá por encima de los 29 años y seis meses de prisión a los que fue condenado el homicida de Bassil Da Costa. “Eso no me devolverá a mi hijo. Ninguna condena es castigo por acabar con la vida de alguien y hasta con la vida de sus familiares. Por eso confío en Dios, la justicia divina siempre se impondrá sobre las leyes de los hombres”, relató.

Al ser consultada sobre la convocatoria a la movilización renconmemoración de este Día de la Juventud, sin dudar respondió: “yo seguiré marchando y alzando mi voz. Como cada 12 de febrero abogando por la juventud y su derecho a tener un país próspero como lo tuvimos nosotros en nuestro momento”.

Aquel 12 de febrero

Hoy se cumplen cinco años del asesinato de Bassil Da Costa. En febrero de 2014 se iniciaba un ciclo de protestas contra el Gobierno de Nicolás Maduro, a pocos meses, para completar el primer año de su llegada al poder. En ese entonces, comenzaba a profundizarse la crisis económica de Venezuela, pero también se recrudecían los escenarios de represión, detenciones y torturas, acciones que han caracterizado el gobierno post Chávez, y que han llevado a Maduro a recibir señalamientos por violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad.

Bassil Da Costa vivía en Guatire, pero acordó con unos primos que asistiría a la marcha por el Día de la Juventud, que salió de Plaza Venezuela y culminaría en la Fiscalía General de la República.

Como es habitual en marchas opositoras, piquetes de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) con equipos antimotines, impedían el paso de los manifestantes hacia otras zonas cercanas. El líder opositor Leopoldo López se dirigió a los estudiantes que marcharon para alzar sus voces contra la escasez, el desabastecimiento y la inseguridad, de ese momento.

Sin embargo, al culminar la alocución de López, la multitud de jóvenes se negó a que todo concluyera allí. A los pocos minutos, los piquetes de los órganos de seguridad se retiraron y comenzó un enfrentamiento de colectivos y funcionarios de inteligencia, contra estudiantes que sólo portaban piedras, cascos, objetos contundentes, entre otros.

Gracias a la divulgación en redes sociales de fotos y videos sobre lo ocurrido, así como a una investigación periodística del diario Últimas Noticias, se logró el procesamiento judicial de varios funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin).

Casi dos años después de la muerte de Bassil, el comisario José Ramón Perdomo Camacho fue sentenciado a 29 años y 6 meses de prisión tras ser hallado culpable como autor material del asesinato de Da Costa.

Por su parte, el oficial de la PNB Andry Yoswa Jaspe López recibió condena de seis años de cárcel por uso indebido de arma orgánica. A
ambos se les ordenó su reclusión en el internado judicial de la región Capital Yare III.

*Vea la nota completa en El Pitazo 

La hora de la conciencia, por Luis Ugalde

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La conciencia tiende a domesticarse con la rutina y a adormecerse recostada en la resignación. Los pájaros largamente enjaulados aprenden a no volar, aunque se les abra la jaula. Pero hay momentos en la historia y en las personas en los que la conciencia se enciende e irrumpe con fuerza inesperada, volando alto e indetenible. Donde había fragilidad, rutina y miedo, la conciencia renacida levanta vuelo indomable, como ocurre hoy en millones de venezolanos, jóvenes y viejos. El poder acostumbrado a la servidumbre domesticada trata de frenar esta insurgencia masiva y ahogarla con armas, leyes tramposas, hambre y manipulación, pero no puede, pues su represión enciende nuevas conciencias.

Con la irrupción del Espíritu todo se vuelve nuevo: las establecidas disputas de partidos, de religiones y de parcelas se vuelven ridículas. Como le dijo Jesús a la Samaritana, ha llegado la hora en que no importa el templo o la montaña para el culto religioso, ahora a Dios se le adorará en espíritu y en verdad en cualquier lugar. Al sabio judío Nicodemo que lo visitó a escondidas y de noche, Jesús le dijo: Para caminar los caminos misteriosos del Dios de la vida “hay que nacer de nuevo”; nacer del Espíritu y volar libre como el viento. Nacer de nuevo aunque seamos viejos.

“A Dios nadie lo ha visto nunca, pero si se aman unos a otros ahí está Dios porque Dios es amor” (carta de Juan) que invita a cada conciencia a caminar juntos hacia la vida. Aunque les prohíban hablar, les lleven a la cárcel y ante tribunales militares, no se rinden. El poder creyó que la conciencia democrática era aplastable porque no tenía tanques, ni bombas, ni cascos y escudos y eran débiles sus manos limpias y sin armas. Ahora el poder tiembla y se pregunta: ¿cuántas conciencias ocultas y deseosas de rebelarse hay dentro de esos cascos y chalecos represores o entre los jefes que los ordenan? Es la misma conciencia que derrumbó el Muro de Berlín, derritió el Estado policiaco mejor blindado del comunismo de Alemania Oriental. Los alemanes oprimidos por el comunismo renacieron –sin paredones de fusilamiento– a la reconciliación y a la nueva vida; incluso quienes hasta la víspera eran espías de “la vida del otro”, de todos los otros por el delito de querer la libertad.

Es también la hora de la tentación de la venganza y de la furia que llama a matar. Ellas son el veneno del opresor inoculado en nosotros y que pueden desviarnos hacia el camino de la muerte. Nuestro reto por el contrario es inventar el camino de vida y hacerlo realidad superando las enormes dificultades. No olvidemos que las “guerras santas” en nombre de Dios son tan criminales y destructivas como las no santas. Venezuela estalla en rabia, pero solo tiene futuro si levanta el vuelo para transformar la muerte en vida, el odio en amor y la desesperación en esperanza. Cuanto más alto vuele la conciencia, menos la alcanzan las alambradas, los muros, los escudos y las rastreras bombas lacrimógenas. A esa altura solo vuelan el encuentro, el abrazo, el perdón y el esfuerzo común, imprescindibles para que haya vida para todos. Democracia antes que nada es un espíritu de reconocimiento, de libertad y de gobierno para la vida compartida. El debido y necesario castigo de los crímenes debe marchar por el cauce de la serena acción de la justicia con pruebas en tribunales dignos.

Conciencia y construcción Es la hora de que la conciencia avance a la construcción de lo nuevo, a la sustitución de esta cárcel, a la siembra de campos abandonados. Ahora, cuando el fracaso del régimen actual es evidente e indiscutible, nuestro reto es convertir el mal en bien y hacernos capaces de tejer lo nuevo, combinando conciencia y utopía sin límites con el realismo racional y programático para que lo necesario se haga posible y convertirlo en realidad. Tenemos que llegar al momento constructivo con condiciones de gobernabilidad, de lo contrario el fracaso y la frustración serán inevitables. Las emociones deben ser discernidas y guiadas ante la comprensible tentación de la violencia y convertir la conciencia en nueva política, nueva economía, nueva educación… no como deseos vaporosos e ilusiones, sino como realidad real que florece en una primavera de vida y de creatividad con iniciativas constructivas.

El talento que saca lo mejor de cada uno suplirá la falta de dinero abundante y de la renta que nos enfermó de muerte, y sacará lo mejor de cada uno como ciudadano y como productor. Demostrar que de verdad creemos más en el “talento y la virtud” (como decían nuestros próceres civiles en la aurora de la República) de los millones de venezolanos que en la lotería minera que convierte en fiesta lo que no cuesta. Renta petrolera que, usada para el reparto y sumisión clientelar, corrompió el poder y envileció a los seguidores, sin confiar en su talento, ni educar sus potencialidades. La hora de la conciencia no se acabará con la caída irremediable del régimen, sino que alimentará las virtudes ciudadanas y productivas para el éxito de la nueva democracia.

El Nacional 

El crimen de Siria y el castigo americano, por Carlos Alberto Montaner

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Donald Trump dijo que lo estremecieron las imágenes de esos “niños hermosos” destrozados por el gas Sarión esparcido por la aviación del dictador sirio Bashar al-Assad. Por eso, afirmó, ordenó el lanzamiento de 59 misiles contra la base de donde habían despegado los aviones. Desde el fin de la Primera Guerra mundial está prohibido el uso de esas crueles armas químicas.

Me parece bien el castigo. La gente, incluso la peor gente, tiene que aprender que sus acciones tienen consecuencias. La crueldad de Assad merecía la muy grave sanción de los Tomahawks. Estos misiles cargan unos 450 kilos de explosivos y cuestan, cada uno, aproximadamente un millón seiscientos mil dólares. La operación le costó a Estados Unidos, unos cien millones de dólares y devastó la base aérea siria.

Dejó 59 cráteres, 20 aviones destruidos y unas instalaciones minuciosamente aniquiladas, aunque previamente los militares norteamericanos les avisaron a los rusos y a los sirios lo que se proponían llevar a cabo. Esta vez la guerra avisada dejó seis soldados muertos. Sin las llamadas hubieran sido muchos más. El objetivo no era matar enemigos, sino proyectar cierta imagen.

Para Donald Trump también fue un episodio de aprendizaje. Aprendió que el presidente de Estados Unidos tiene que tomar decisiones en las que todas las opciones son malas. Para alguien acostumbrado al toma y daca de los negocios, supuestamente experto en recibir algo sustancial por lo que entrega, debió ser extraño tirar cien millones de dólares por la borda (nunca mejor dicho) sin la esperanza de recibir a cambio otra cosa que las críticas agudas de algún sector afectado.

Si debilitaba a Assad, favorecía a ISIS y a Al Qaeda, los encarnizados enemigos de Estados Unidos. Si se inhibía, como predicaba antes de llegar a la Casa Blanca, beneficiaba a la dictadura de Assad, a Irán y a Rusia, mientras se tensaban y perjudicaban las relaciones con Turquía, un aliado en la OTAN, y con Arabia Saudita, un incómodo amigo, despótico y errático, pero valioso suministrador de petróleo y gran comprador de productos americanos, incluidos costosos equipos militares.

Puesto en la misma tesitura, Obama prefirió pagar el precio de no actuar contra Assad, pese a haber declarado que la utilización de armas químicas era una “línea roja”. Seguramente la advertencia era una fanfarronada destinada a tratar de impedir que las usara. Algo así como el bluff al que recurren los jugadores de póker. Sólo que, cuando se descubre la mentira, los enemigos saben que el jugador es débil y se envalentonan.

Probablemente Obama no ignoraba que Eisenhower pasó ocho años de tranquilidad relativa en la presidencia de Estados Unidos recurriendo el bluff de estar dispuesto a utilizar las armas nucleares contra cualquiera que retara el poderío americano. Cuando se retiró, se supo que había utilizado un farol –traducción de bluff—que le había salido maravillosamente bien. A Obama, en cambio, no lo creyeron. Al fin y al cabo no era un general victorioso sino un inexperto Premio Nobel de la Paz.

Los sirios y, sobre todo, los rusos, estaban poniendo a prueba a Donald Trump. No necesitaban el bombardeo con armas químicas para lograr el objetivo de someter a los enemigos de Assad. Lo estaban logrando con armas convencionales. Pero la jugada les salió mal.

Al margen de las imágenes terribles de los niños asesinados, la primera motivación de Trump fue enviar el mensaje de que con él en la Casa Blanca no se puede jugar. Él no era Obama. Por eso, 24 horas antes de desatar la furia de los misiles, tuiteó, injustamente, que la culpa del uso de las armas químicas la tenía el presidente anterior por no haber actuado con contundencia tras haber trazado la imaginaria línea roja ignorada por los sirios. Era el primer síntoma de que habría respuesta.

¿Y ahora qué va a pasar? Sin duda, como dijo Netanyahu, los iraníes y los norcoreanos van a poner sus barbas en remojo. Ya saben que Donald Trump dispara desde la cintura. Sólo que eso también trae serias consecuencias. La política el arte de escoger la opción menos mala. El problema es que casi nunca sabemos cuál es esa maldita opción.

@CarlosAMontaner

El Nacional 

D. Blanco Oct 13, 2016 | Actualizado hace 7 años
Perra gana, por José Domingo Blanco

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La otra noche vi una película en la que el dueño de un circo, al ver que uno de los elefantes no era capaz de obedecerle a su antojo, lo golpeaba, lo maltrataba, lo hería y sólo lo alimentaba de ocasión en ocasión. El pobre animal, inmenso y noble, cedía ante los atropellos del cruel domador que, además, parecía regocijarse en la maldad de sus actos y disfrutar los daños que infringía al paquidermo. Pero un día, el animal –enorme y pesado; pero, sobre todo, cansado de tanto maltrato- se sublevó y acabó con su torturador.

No es la primera vez que un animal golpeado y herido se rebela contra quien pretende doblegarlo. Como esas historias que alguna vez hemos escuchado en las que el león, tarde o temprano, termina devorándose a su domador, después de aguantar por años los latigazos que le propinaba. Esa es la tarea de los domesticadores de animales salvajes: oprimir para lograr la obediencia y la subyugación. Golpear y castigar para sembrar el miedo que garantiza el acatamiento de la voluntad de quien ostenta el fuete en las manos. Asfixiar, para hacer sucumbir.

Y de pronto, el circo y sus domadores de fieras, me parecen una metáfora del país. Hay totalitarios que se creen domadores de las masas. Por años, logran que los ciudadanos a quienes gobiernan “entren por el aro”, producto de ese acondicionamiento brutal y doloroso al que le someten. Pero, un día esa población castigada, hambreada y obligada a obedecer, se comporta como el animal domesticado. Y cansada de tantos golpes y penurias, le devora o le aplasta la cabeza a su cruel domador

Los venezolanos estamos comportándonos como los animales sometidos de un circo. Este régimen ha perdurado todos estos lustros –que ya son demasiados- porque ha sembrado el miedo: y su látigo ha sido la escasez, la delincuencia y la pobreza. Este régimen quiere mantenernos acorralados y utiliza todas las herramientas punzantes con las que puede hacernos daño y someternos a su voluntad. Por eso nunca faltan las amenazas. En estos años de Chavismo/Madurismo los golpes, la cárcel, el hambre, el miedo, la muerte o la represión han sido los verdaderos gobernantes. Este régimen nos ha impuesto la sumisión como norma de comportamiento, porque usa el terror como forma de gobierno. Porque, en apariencia, tiene en sus manos el fuete con el que puede doblegarnos. Y ese látigo se ha transformado en el salvoconducto que le facilita su permanencia en el poder.

Maduro gobierna “a su perra gana”. Y gobierna así quien no tiene ningún tipo de educación. Maduro es el vivo ejemplo del mediocre promovido, que llegó a un cargo tan importante de pura carambola. Actúa como el trucutú de la prehistoria que, a punta de golpe y porrazo, arrastra al país a las fauces de oscuros depredadores. Y lo estamos evidenciando de una manera tan patética y cruel, que su historia como gobernante de esta nación quedará marcada por la necesidad de dejar de ser “si mismo” para obligatoriamente convertirse en una burda imitación de su padre político; un hecho evidente que lo ha desdibujado como ser humano. Resulta que Nicolás se ha convertido en una especie de híbrido -entre danta y mastodonte- donde no le queda otra que abrazarse a la bandera de los más terroríficos y trogloditas gobernantes. Está decidido a no rectificar, porque sería denigrar de su esencia Chavista. Maduro fue obligado a calzarse las botas de un Chávez que ya venía boqueando. En estos años ha quedado más que demostrado que el país no avanza si no tenemos precios altos del petróleo. Y por eso, a Nicolás no le ha quedado otra que imitar al domador de circo, volverse la caricatura de su antecesor, y subyugarnos a punta de errores.

Durante estos años, el régimen ha sabido cometer sus fechorías y salir ileso de sus actos atroces. La impunidad ha sido su aliada. Y los organismos del Estado los avaladores de sus delitos. Porque, cuando este régimen actúa de espalda a la Constitución e impone lo que a todas luces lo tiñe de dictador, hace uso del látigo de la crueldad con el que logra dominar a la fiera. Quien denuncia, va preso. Quien protesta, va preso. Quien expresa su inconformidad, va preso. Quien no acata la voluntad del régimen no tiene derecho a la salud o a la comida. Quien no obedece corre el riesgo de ser duramente castigado. Este régimen ha tenido éxito a la hora de salirse con la suya. Y nosotros, los venezolanos, aunque en apariencia estamos heridos, golpeados, temerosos, disminuidos y acorralados, no dudo que estemos a punto de detonar. Tantos latigazos tienen que estar haciendo mella en nuestro temple y, al igual que el elefante de la película, estamos cada vez más deseosos de aplastarle la cabeza al cruel domador.

 

@mingo

mingo.blanco@gmail.com

Tres venganzas y castigos ejemplares por Jorge Castañeda

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Quizás haya una similitud entre tres de las tragedias sucedidas en los últimos años en México: la masacre de los centroamericanos en San Fernando Tamaulipas; la desaparición y evidente asesinato de los normalistas en Iguala y aledaños; y las víctimas del multihomicidio en la colonia Narvarte.

Empezando por los hondureños, parece ser claro que los migrantes fueron ultimados por una sencilla razón: o contrataron a un pollero que no tenía derecho de utilizar esa ruta, u optaron por prescindir de uno y tratar de hacer la travesía por la libre. Cuando eso sucede, los polleros deciden no solo vengarse de quienes lo desafían, sino recurrir a la táctica del castigo ejemplar. No solo matan a quienes intentaron prescindir de sus servicios, sino que lo hacen con tanta saña para que nadie más se atreva a hacerlo. Las dos cosas van juntas: represalia y ejemplaridad. Cuando Rubén Aguilar y yo escuchamos esta explicación en Centroamérica, que ya muchos habían ofrecido en México y en Estados Unidos, parecía muy lógica.

Si hemos de otorgarle cierta verosimilitud a la tesis del quinto autobús que dio el GIEI de la CIDH, parece que estuviéramos ante un mismo fenómeno. De acuerdo con esa tesis, los 43 normalistas hubieran sido no solo asesinados sino ultrajados, incinerados y desaparecidas sus cenizas, no tanto por confundirlos con narcos, sino por considerarlos artífices del robo de los narcóticos. Si en efecto por error secuestraron un camión cargado de goma de opio, resultaba indispensable no solo vengarse, sino hacer de ello un castigo ejemplar. De ahí de nuevo la saña y el horror de su desgracia.

En el caso de la colonia Narvarte, a pesar de las tesis aberrantes de Pen Club Internacional y del Comité de Protección de Periodistas, todo sugiere que sucedió más o menos lo mismo. Mile, de nacionalidad colombiana –y, Juan Ignacio Zavala, sí importa– parece haber sustraído a sus “legítimos dueños” una cantidad importante de cocaína. Los asesinos fueron enviados o decidieron por su cuenta si ellos eran las víctimas del hurto, ejercer la misma acción que los polleros de San Fernando o los narcos de Iguala: venganza y castigo ejemplar. Decidieron violar, torturar y matar a la colombiana. Por desgracia, resultó que en el mismo momento se encontraban otras cuatro personas que no tenían nada que ver con el asunto.

No afirmo que así sucedió, solo sugiero que tal vez sí haya una causa única en estas tres tragedias, que podrían no tener nada que ver una con la otra, o tal vez sí. Moraleja: no te metas con el narco, ni voluntaria ni involuntariamente, ni consciente ni inconscientemente.

 

Jorge Castañeda

El Nacional

Jul 07, 2015 | Actualizado hace 9 años
Linchamientos por Alejandro Moreno

Linchamiento

 

El primer código de leyes escrito que se conoce es el de Hammurabi, algo más de mil setecientos años antes de Cristo. Además de intentar poner orden en las distintas leyes de su reino, Hammurabi quiso civilizar la venganza y convertirla en justicia de modo que el castigo dado por un delito no excediera al mismo delito y esto lo fijó en la conocida ley del talión: “ojo por ojo; diente por diente”. Contra lo que se piensa, no fue una ley cruel sino un intento, primitivo si se quiere, de controlar la crueldad. Muchos siglos han transcurrido desde entonces y la justicia se ha ido codificando en leyes cada vez más civilizadas y, sobre todo, quitándosela al arbitrio de personas y grupos para someterla a procesos bien reglamentados y a jueces independientes y legítimamente constituidos dentro de las estructuras de un Estado deseablemente democrático.

En momentos de crisis de esas estructuras, cuando el Estado deja de cumplir sus funciones o simplemente desaparece, las sociedades retroceden cuatro mil años, a etapas pretalión, y reaparece la pura venganza arbitraria ejercida por grupos o individuos inciviles.

En la Venezuela actual estamos experimentando los primeros signos de tan dramáticas situaciones: empiezan a multiplicarse los linchamientos. En mis archivos cuento hasta cinco para todo el año 2014, pero siete hasta el 25 de junio del presente y, dado que en algún caso dos fueron las víctimas, tenemos ya nueve linchados. Que sepamos. ¿Cuántos más hasta el 31 de diciembre? A lo brutal del hecho hay que añadirle la extrema crueldad de la forma: rociados con gasolina y quemados, desmembrados y en el mejor de los casos apaleados. La gente está harta, dicen. Cierto; harta de vejación, de impotencia y sobre todo de impunidad. Por eso recurre a ejecutar por su cuenta la venganza-justicia, más allá incluso del talión. Podrá estar hasta la coronilla de frustración, pero nada de eso justifica los linchamientos. No sólo violan el derecho a la vida del delincuente, sino que vuelve criminales a los que no lo eran, corrompe su conciencia, pone en peligro a muchos inocentes y va formando en la sociedad la percepción de que eso es justo hacerlo porque no hay quien ponga coto a la inseguridad.

No lo hay ciertamente. Este Estado actual se niega decidida y voluntariamente a hacerlo. Él es el principal y real culpable de la desesperación de la gente y de su consecuente deriva hacia la distorsión moral. Él es quien está corrompiendo la conciencia del país. A él tiene que dirigirse el repudio y la culpabilización de toda la sociedad.

 

El Nacional

ciporama@gmail.com

Lilian Tintori denuncia nuevo castigo para Leopoldo

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Leopoldo López y Daniel Ceballos siguen aislados en celdas de castigo de la cárcel de Ramo Verde. No recibirán visitas –solo a sus abogados– por lo menos en 15 días, y el coronel Homero Miranda, director del recinto, le dijo al defensor de López, Juan Carlos Gutiérrez, que quizá no regresen a sus celdas habituales, que se quedarán en los “tigritos”.

El dirigente pudo entregar una carta a su esposa, Lilian Tintori, a través de su abogado para informarle que se encuentra bien: “Estoy bien, fuerte y firme, convencido de que cada atropello me hace más fuerte. Te pido estés tranquila que estoy bien y estoy mejor si tú estás bien”.

Tintori dijo que la vida de su esposo corre peligro, que teme lo que puedan inventar los militares que hicieron la requisa.

“El abuso de poder y la falta de ley hacen cada día más fuerte nuestro compromiso con Venezuela. Leopoldo sigue encerrado, aislado en una celda aún más pequeña, sin visitas familiares, sin comunicación”, expresó. Prometió continuar divulgando por todo el mundo que en Venezuela se violan los derechos humanos.

Gutiérrez pudo llevarle comida a López ayer y confirmó que la jueza que lleva su caso, Susana Barreiros, envió sendos oficios a la Fiscalía y a la Defensoría para informarse sobre la requisa en la celda del dirigente. Dijo que en el informe de la requisa se escribió que se adjuntaría un video de todo el procedimiento, pero eso no ocurrió.

Los militares destruyeron dibujos de un samán con pájaros venezolanos que López hacía con su hija Manuela en una pared de su celda. En la carta, el dirigente escribió a su esposa: “Te pido les mandes un abrazo y un beso a Manu y a Leo; dile a Manu que no la pude ver porque tengo un proyecto especial para atender los animales y los pájaros que están en esta montaña. Los voy a pintar para luego pintarlos con ella”.