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caso de Óscar Pérez

Maduro ha denunciado cuatro conspiraciones en 2019 y arrecia detención de militares

DESDE QUE NICOLÁS MADURO LLEGÓ AL PODER en abril de 2013, colecciona denuncias sobre golpes de Estado, conspiraciones o magnicidio. Desde enero hasta junio de 2019 fueron cuatro las supuestas rebeliones develadas. En 2018, la acusación más contundente fue la del intento de magnicidio ocurrido en agosto de ese año y que presuntamente vincula a civiles militares.

Las denuncias sobre planes desestabilizadores han sido bautizadas por el gobierno del heredero de Hugo Chávez con distintos nombres: Golpe Azul (2014), Operación Jericó (2015), Fuerte Paramacay (2017), caso Óscar Pérez, Movimiento de Transición a la Dignidad del Pueblo;  Operación Fénix (magnicidio) y Operación Armagedón en 2018; y el golpe de Estado y magnicidio de junio de 2019.

Estos supuestos movimientos dejan como saldo 198 miembros activos y retirados de la Fuerza Armada Nacional (FAN) detenidos, según cifras presentadas por el Poder Legislativo.

Más información en TalCual.

AN denuncia grave violación de DDHH en caso de sublevados

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Una comisión de la Asamblea Nacional denunció «graves violaciones» a los derechos humanos durante el operativo en el que murieron el expolicía Óscar Pérez y otros seis miembros de un grupo que se alzó contra el Gobierno, además de 31 «detenciones arbitrarias» de allegados a los fallecidos.

La comisión del Parlamento -órgano de mayoría opositora, encargada de investigar el caso denunció también «serias amenazas» contra los familiares de los sublevados muertos y «allanamientos sin orden judicial».

«Todo esto constituye sin duda alguna una gravísima violación de derechos humanos», apuntó la presidenta de la comisión, la opositora Delsa Solórzano, durante la presentación del informe preliminar sobre los hechos en El Junquito, la zona de las afueras de Caracas donde Pérez y los otros seis miembros de su grupo murieron hace una semana.

Solórzano indicó que han sido arrestados familiares directos e indirectos así como amigos cercanos «de las víctimas de la masacre», como la oposición califica la actuación de las fuerzas del Estado en esa operación, y que se desconoce el paradero de algunos de los detenidos.

«Han sido amenazados los familiares, hay serias amenazas en contra de varios familiares, de varios amigos cercanos e incluso de los empleadores de las personas asesinadas», señaló.

Solórzano denunció también «allanamientos de morada sin orden judicial» y «lesiones gravísimas en contra de varios ciudadanos a los cuales fueron simplemente a interrogarlos sobre su relación personal con los fallecidos».

Recordó que seis de los siete miembros del grupo fallecieron, según el acta de defunción, por un disparo en la cabeza algo que, afirmó, constituye un «patrón» y genera «dudas».

«¿En qué momento murieron? ¿Después de recibir los disparos con el arma militar? (…) ¿Murieron con el RP3 lanzacohetes o murieron después ajusticiados?», se preguntó e informó que hoy mismo solicitarían a los organismos estatales encargados protección e indemnizaciones para los familiares de los fallecidos.

La integrante del partido Un Nuevo Tiempo informó que pedirán una autopsia a los cuerpos y comentó que las solicitudes hechas tanto al Ministerio Público como a la Defensoría del Pueblo sobre el caso no han recibido respuesta.

Poco después de la presentación del informe de la comisión parte de la oposición convocó a una manifestación en la Universidad Central de Venezuela para rendir homenaje a los siete fallecidos, llamado al que acudieron decenas de personas encabezadas por la exdiputada María Corina Machado.

«El mejor tributo es luchar sin descanso y derrotar esta tiranía (…), hoy los venezolanos decimos que sus sacrificios no serán en vano», dijo Machado durante su discurso ante un centenar de simpatizantes.

«La opción es la lucha, la lucha continua, la lucha creciente», apuntó.

Más tarde se dio un enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad presentes y un grupo de jóvenes que cortó varias calles aledañas a la universidad y que fue dispersado con gases y perdigones tras el lanzamiento de piedras por parte de los manifestantes.

Hace una semana el grupo liderado por Óscar Pérez fue acorralado en un chalet en El Junquito, a las afueras de Caracas, desde donde el exinspector de la policía científica utilizó las redes sociales para informar que deseaba negociar su entrega a las autoridades.

El despliegue policial finalizó con la muerte de todos los integrantes del grupo señalados como «terroristas» por el Gobierno y de dos agentes.

Pérez se rebeló contra el Gobierno encabezado por Nicolás Maduro en junio pasado, cuando sobrevoló el Tribunal Supremo de Justicia con un helicóptero policial y contra el que disparó y arrojó granadas sin causar heridos o muertos.

Desde entonces, grabó desde la clandestinidad varios vídeos en los que pedía un alzamiento popular contra el Gobierno.

Comisión del Parlasur prestará colaboración a la AN para investigar caso de Óscar Pérez

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El Presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales, Interregionales y Planeamiento Estratégico del Parlamento del Mercosur (Parlasur), Williams Dávila, anunció que se pondrán a disposición de la Asamblea Nacional para cooperar en las investigaciones por el caso del exfuncionario del Cicpc, Óscar Pérez.

En este sentido, Dávila criticó lo ocurrido entorno al caso de Óscar Pérez y todo su grupo, además de las actuaciones sobre sus restos físicos.

«Por eso, como Presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales del Parlasur, pongo a disposición de la Delegación especial designada por el Parlamento venezolano, todo nuestro apoyo y para dar a conocer sus conclusiones, ante los Parlamentos de los países miembros del Mercado Común del Sur», precisó.
En ese sentido hizo reconocimiento de la labor institucional, transparente y heroica de los diputados de la Asamblea Nacional que integran la Comisión que investiga dichos hechos «encabezado por Delsa Solórzano, así como los parlamentarios del Parlasur Winston Flores, Adriana Pichardo y Dennis Fernández, en quienes hemos estado en plena comunicación».

Transparencia Venezuela: Gobierno siguió guión de Fujimori en el caso de Óscar Pérez

EL OPERATIVO POLICIAL Y MILITAR en el que fue abatido el ex inspector del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), Oscar Pérez, y seis personas más el pasado 15 de enero en el kilómetro 16 de la carretera a El Junquito tiene puntos coincidentes con el comandado por el expresidente peruano Alberto Fujimori en 1997, para resolver el espectacular secuestro ejecutado por un grupo de guerrilleros en la residencia del Embajador japonés en Lima.

A esta conclusión se arriba al contrastar lo ocurrido recientemente, con los hechos narrados en el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de abril de 2015 contra Perú en el llamado caso Cruz Sánchez y otros, el cual se señala que las fuerzas de seguridad peruanas se extralimitaron cuando ajusticiaron a todos los insurgentes, pese a que muchos de ellos habían sido sorprendidos sin armas o se habían rendido ante los agentes que pusieron fin al secuestro ingresando a la residencia por un túnel cavado bajo ella durante los meses que duró el plagio y las conversaciones para ponerle fin.

El fallo declaró al país andino parcialmente “responsable” de violarle el derecho a la vida, a la integridad personal y a las garantías judiciales a los integrantes del comando del Movimiento Revolucionario Tupac Amarú (MRTA) que protagonizó la toma la sede diplomática.

“Si bien los agentes estatales pueden recurrir al uso de la fuerza y en algunas circunstancias, se podría requerir incluso el uso de la fuerza letal, el poder del Estado no es ilimitado para alcanzar sus fines independientemente de la gravedad de ciertas acciones y de la culpabilidad de sus autores (…) la Corte ha sostenido que el uso excepcional de la fuerza letal deberá estar formulado por ley, y ser interpretado restrictivamente de manera que sea minimizado en toda circunstancia, no siendo más que absolutamente necesario en relación con la fuerza o amenaza que se pretende repeler”, señaló la instancia en su dictamen, en el cual se citan los testimonios de funcionarios japoneses y otros peruanos responsables de la seguridad de las instalaciones, los cuales constataron que algunos guerrilleros que aparecieron muertos fueron capturados con vida.

El terrorismo no es excusa

Desde el oficialismo se han alzado voces que pretenden silenciar las críticas a lo ocurrido en El Junquito, bajo el argumento de que las víctimas estaban en rebeldía contra el Estado e incluso eran “terroristas”.

Sin embargo, la Corte Interamericana ya ha desestimado este alegato. En la oportunidad del caso del secuestro en la residencia del embajador japonés en Lima, reconoció que aunque el hecho se podía equiparar a un “conflicto interno”, aún bajo esa situación derechos como la vida no se suspenden.

“Resulta incuestionable que las disposiciones de la Convención Americana relativas al derecho a la vida mantienen su vigencia y aplicabilidad en situaciones de conflicto armado (…) este derecho pertenece al núcleo de derechos convencionales no susceptibles de suspensión en ninguna circunstancia, ni aún en aquellas consideradas como las más apremiantes para la independencia o seguridad de un Estado”, afirmó en el caso peruano.

Asimismo el juzgado continental consideró que Perú violentó lo dispuesto en el artículo 3 de los cuatro convenios de Ginebra que regulan las guerras y el trato que durante ella se le debe dar a los a los civiles y a los militares heridos o rendidos.

La norma citada establece que en caso de “conflicto armado que no sea de índole internacional y que surja en el territorio de una de las altas partes contratantes” los actores se comprometen a tratar “con humanidad, sin distinción de alguna índole desfavorable basada en la raza, el color, la religión o creencia, el sexo, el nacimiento o la fortuna o cualquier otro criterio análogo” a “las personas que no participen directamente en las hostilidades, incluidos los miembros de las fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y las personas puestas fuera de combate por enfermedad, herida, detención o cualquier otra causa”. Y se prohíbe expresamente ejecutar “atentados contra la vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio en todas sus formas, mutilaciones, los tratos crueles, la tortura y suplicio” contra las personas señaladas.

Pese a que los guerrilleros del MRTA no eran civiles, la Corte Interamericana consideró que sí podían ser beneficiarios de dicha norma en caso de quedar fuera de combate “por cualquier razón” y lo mismo podría aplicarse al ex inspector del Cicpc y a sus acompañantes.

El día en que fueron sorprendidos en un chalet en la vía de El Junquito, Pérez difundió a través de su cuenta de Instagram varios videos. En el primero aseguraba que él, y quienes le acompañaban, estaban dispuestos a entregarse a las autoridades y que estaban esperando “un fiscal” y a “los medios de comunicación” para acordar los términos de la rendición.

Sin embargo, en otra grabación, en la que aparecía con el rostro ensangrentado, textualmente denunció “no quieren que nos entreguemos, literalmente nos quieren asesinar, no los acaban de decir”, lo cual pareciera ser una clara violación a lo previsto al artículo 3 de los convenios de Ginebra.