Cambio Político archivos - Runrun

Cambio Político

Plataforma Unitaria: “En 2024 lograremos el cambio político”
El grupo encabezado por Gerardo Blyde destacó que en el 2024 seguirán enfocados en un objetivo común: brindar calidad de vida a la ciudadanía

 

La delegación de la Plataforma Unitaria (PUD) para la negociación de Venezuela, que representa a la oposición venezolana en el diálogo con el régimen de Nicolás Maduro, envió este miércoles un optimista mensaje para todos los venezolanos en el que se comprometió a “trabajar” en este nuevo año para conseguir “el cambio político” en el país.

Mediante una publicación en X, antes Twitter, el grupo encabezado por Gerardo Blyde destacó que en el 2024 seguirán enfocados en un objetivo común: brindar calidad de vida a la ciudadanía.

“En este nuevo año seguiremos trabajando por el cambio político que Venezuela necesita y merece. No nos rendiremos ante las dificultades ni las amenazas. Seguiremos unidos y firmes en nuestra lucha por la libertad, la democracia y la justicia”, escribió la delegación en su breve mensaje.

Asimismo, la delegación en su comunicado resaltó los logros obtenidos en el 2023, entre los que se destacan la excarcelación de varios presos políticos y ciudadanos estadounidenses detenidos en Caracas, que fueron parte del canje con la liberación del empresario colombiano Álex Saab, acusado de lavado de dinero y corrupción por Estados Unidos.

Para este año, la oposición también espera que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), controlado por el oficialismo, se pronuncie ante las inhabilitaciones de los candidatos presidenciales, entre ellos la ganadora de las Primarias, María Corina Machado.

*Con información de EI

Normalización y revolución
Bajo la aparente quietud actual, duerme el monstruo de una espantosa realidad social

 

@juliocasagar

En el imaginario colectivo está anclada la idea de acuerdo con la cual las revoluciones y los cambios de régimen han sido el resultado de actos extraordinarios que han resuelto, en un día, contradicciones de siglos anteriores. Todo esto tiene que ver con la épica que, normalmente y a posteriori, los vencedores y sus propagandistas han desparramado sobre la opinión pública.

Así las cosas, pensamos que la Revolución francesa comenzó con la toma de La Bastilla; y la rusa con la toma del Palacio de Invierno.

Nada más lejano de la verdad. Cuando esos dos acontecimientos tuvieron lugar ya habían ocurrido profundas transformaciones económicas, sociales y culturales en esas sociedades. La Francia de Luis XVI estaba dominada culturalmente, en sus clases intelectuales, por las ideas de la Ilustración. El poder económico ya no estaba en manos de la monarquía y la aristocracia. La corte de Versalles era un sindicato de manganzones y parásitos que no producían nada. Las posesiones feudales habían sido vaciadas por los siervos de la gleba que se fueron a las ciudades, aprendieron oficios y, con la platica ganada, devinieron en burguesía de comerciantes y banqueros que terminaron prestándole dinero al propio rey y empeñando las joyas de los aristócratas arruinados.

Esta clase insurgente no fue la que asaltó la Bastilla, pero fue la que creó y patrocino universidades; creó asociaciones de oficios; se juntó con sus pares de toda Europa y crearon ligas de comerciantes y finanzas globalizando la economía de la época. Con todo este proceso, ganaron la batalla cultural de aquella sociedad y aquel momento histórico (todo ocurrió cientos de años antes de que Gramsci postulara esta estrategia para que los comunistas tomaran el poder).

En Rusia ocurrió otro tanto. Sus elites instruidas (la mayoría de ella desde el exilio) fueron postulando las ideas y creando los partidos que provocaron en 1905 la primera irrupción contra el régimen de los zares. Luego, desarticulada por la guerra, aquella sociedad gobernada por una dinastía de siglos de pericia y acumulación de poder, terminó cayendo en un proceso gradual desde aquel “domingo sangriento” en 1905 hasta 1917, cuando un regimiento de cosacos apostados frente al Palacio de Invierno resolvieron, sin autorización del Soviet de Petrogrado, entrar sin conseguir resistencia alguna. El palacio, por cierto, estaba resguardado por un regimiento femenino de la guardia zaristas con quienes terminaron confraternizando y bebiendo té, alrededor de un humeante samovar.

En la historia ciertamente ocurre irrupciones y cambios radicales de régimen, como los que resultaron de los acontecimientos que acabamos de citar. Pero lo relevante es que estas transformaciones son el resultado de procesos de acumulación de fuerzas de los grupos insurgentes que suelen pasar por momentos de flujo y reflujo y de desarrollos irregulares y a veces imprevistos.

Lo cierto del caso es que las sociedades siempre combinan estos picos de insurgencia con tiempos de “normalización”. Todo esto es el reflejo lejano de lo que ocurre en la naturaleza y en el propio cuerpo humano. En la naturaleza, los procesos de irrupción (los volcanes, por ejemplo) los choques de grandes cuerpos celestes y los megacataclismos son seguidos por largos periodos de relativa calma. Los cambios geológicos documentados así lo demuestran.

En la fisiología humana ocurre otro tanto. La vida está asociada al proceso de división celular y de desencadenamiento de tormentas bioquímicas. No obstante, esta frenética actividad consigue el momento para que las células colaboren entre sí para formar los tejidos y los tejidos a los órganos para que se cumplan las funciones vitales.

Si estas ideas las aplicamos (con cierta dosis de arbitrariedad, obviamente) a lo que ocurre hoy en Venezuela, podríamos afirmar que luego de la irrupción social de los años del 2013 al 2019, el país que no logró su toma de la Bastilla o su asalto al Palacio de Invierno, ha entrado sin duda en un periodo de relativa “normalización” (comillas ex profeso para evitar la lapidación de quienes van a decir que Venezuela no se ha arreglado. Afirmación con la que estoy de acuerdo. Aprovecho, incluso, para declarar que, bajo la aparente quietud, duerme el monstruo de una espantosa realidad social).

En realidad, para lo que nos interesa esta temeraria afirmación es para poner en evidencia lo que pensamos es el modelo por el que está apostando el régimen; y sobre cómo podríamos (con las reglas del jiu jitsu) aprovechar lo que ocurre para hacer avanzar el cambio y el rescate de la democracia y la libertad.

Veamos:

En notas anteriores hemos manifestado que la burbuja (con sus dosis de dolarización y expansión del consumo para ciertos grupos) al contrario de ser un desencadenante de adormecimiento social, puede ser aprovechado precisamente para lo contrario. Dicho en otras palabras, deshacerse de la esclavitud de la bolsa CLAP, del bono de la patria y las limosnas organizadas ha representado la conquista de parcelas de libertad individual que pueden tener su correlato político si se hace lo adecuado para que esto ocurra.

Una hipótesis sobre el 2022

Una hipótesis sobre el 2022

Otro elemento importante a considerar, en esta línea, es que el régimen chavista y el madurista no han tenido éxito en crear lo que los clásicos llamaban “una clase dominante”. El enraizamiento de la boliburguesia con la estructura económica del país es endeble y frágil.

Los negocios a los que están vinculados estos sectores, aparte de opacos, son de efímera existencia: importaciones desenfrenadas, explotación ilegal de minerales, tráfico de gasolina, contrabando de extracción, etc. Su formación como elite social está muy lejos también de lo que ha sido la conducta universal de quienes se preparan para dominar a largo plazo. Las elites suelen formar a sus hijos, estimulan la academia, se hacen rodear de artistas e intelectuales que les ayuden a crear una cultura de largo aliento.

En Venezuela, el nuevorriquismo ha producido una casta de gente cuyo fin cultural más importante es demostrar cómo le sobra el dinero.

El mal gusto de los barrigones con guayas de oro en las cubiertas de los yates; las filas de Ferraris en los lugares de lujo; la estética kitsch de los Guaicaipuros de latón así lo atestiguan. Sus hijos no están en las mejores universidades de Europa y los Estados Unidos formándose para dirigir el país, sino gastando la plata mal habida de los padres.

Con todo, esta burbuja de relativa “normalización” no ha conducido a un afianzamiento popular de Maduro. Todo lo contrario. Incluso las encuestas que registran un crecimiento sostenido de gente que opina que su situación económica ha mejorado, no revelan un correlato de popularidad hacia el régimen.

Esto último no es un dato menor. Es la prueba elocuente de que es necesario aprovechar este momento para cumplir las tareas importantes en las que las fuerzas democráticas venezolanas deberían estar ocupadas.

Orden en la casa

En ese sentido hoy se debería estar trabajando en poner orden en la casa:

1) En rescatar la credibilidad de la dirección política opositora para que vuelva a entusiasmar. Para ello es imprescindible que se opera un profundo balance crítico de la actuación (hasta que duela); una reorganización de las estructuras y un remozamiento del pensamiento;

2) Prepararse para el próximo desafío político visible y previsible (los imprevisibles suelen agarrar a todas las vanguardias sin pañuelo para el catarro) que son unas eventuales elecciones en 2024. Para ello, las estructuras remozadas deberán ponerse a trabajar para lograr una plataforma y un candidato unitario;

3) Ir preparando la narrativa del país que se sueña (el Proyecto País es un capital semilla);

4) Trabajar como aconseja Gramsci, en el liderazgo cultural del país. No entendido como el intelectual o artístico, que también, sino en el que representan millones de compatriotas que desarrollan iniciativas concretas y tienen contacto concreto con gente de carne y hueso. Una profunda tarea de scouting es necesaria para ubicar las iniciativas. Las dotes de líder de miles de esos venezolanos que andan en la búsqueda de una dirección unitaria y de una suerte de “estado mayor” que indique hacia dónde y cómo llegamos a la Tierra Prometida del fin de esta pesadilla.

Eso es lo que voluntariamente podemos decidir. La historia, caprichosa siempre, puede tenernos deparadas otras sorpresas. Si estas llegan, es mejor tener partidos fuertes y fuertes lazos con la gente para no equivocarse en la coyuntura. Pero si esos acontecimientos no ocurren hay que ponerse a trabajar en lo previsible y en lo que tiene fecha fija.

Dos años en Venezuela no son mucho tiempo. ¡Manos a la obra!

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Luis Oliveros Ene 18, 2022 | Actualizado hace 1 mes
La salida electoral
Un problema con los detractores más radicales del tema electoral, es que no aportan ninguna salida viable

 

@luisoliveros13

Los Marines no parece que vendrán, tampoco la épica militar interna ni el levantamiento popular propiciado por la presión de las sanciones. Mucho menos la “enorme” preocupación que le produce al gobierno tener a buena parte de la comunidad internacional en contra, lo va a llevar a renunciar y dejar las llaves de la casa de gobierno debajo del felpudo.

Hace 18 años en Venezuela se debatía, en las filas opositoras, si era importante seguir insistiendo en la vía electoral o dejar que la abstención tuviera unos mágicos resultados en producir un cambio político (cambio, que por cierto en esos años, no era apoyado por la mayoría del país, el cual estaba atravesando un boom petrolero).

Cada vez que se perdía una elección por aquellos años, rápidamente se generaba una matriz de opinión que apuntaba a que lo que había ocurrido era un fraude. Lo grave de todo eso, además de lo repetitivo y fastidioso de la estrategia, era que no se presentaban pruebas. Increíblemente, por aquellos años, buena parte de la sociedad (medios de comunicación, gremios, etc.) tampoco exigía esas pruebas, con lo cual se alimentaron toda clase de mitos/leyendas (por ejemplo, la existencia de un cable submarino que cambiaba votos), que todavía hoy nos siguen persiguiendo.  

La salida electoral es incómoda para algunos. Implica trabajar, ser coherente, consistente, planificarse, agrupar y no dividir. Debe abordarse como una oportunidad. Y en paralelo, entender la necesidad de tener Plan B, C, D, etc. Al enfrentar un marco institucional precario, esperar que las condiciones sean perfectas es absurdo, por lo cual habrá que luchar en condiciones desventajosas, muchas veces hasta peligrosas. Pero es que eso ocurre cuando el sistema democrático es débil. 

Pero también, desestimar la opción electoral para algunos dentro de la oposición es una herramienta muy valiosa porque, aunque implica mantener en el poder a quien “adversan”, se garantizan que siga el status quo, el cual les ha traído comodidades importantes y una vida privilegiada (muchas veces hasta un exilio dorado).

Hay que tener muy en cuenta que los objetivos (e incentivos) de quienes están en el país no siempre son los mismos que los que están en el exterior.

Lo que para alguien que está en el exterior puede ser una medida de presión, para el que está viviendo en el país puede ser un sacrificio muy duro.

Al igual que los tiempos, quien está en el exterior es inmune a una crisis económica-social en el país, por lo tanto, no le afectan y puede darse el lujo de no cambiar de opinión sobre determinadas estrategias (fallidas).

La salida electoral tiene defensores y detractores, como cualquier estrategia. Es importante tener estructurada una hoja de ruta, racional, alcanzable y al mismo tiempo sincera. Un problema con los detractores más radicales del tema electoral es que no aportan ninguna salida viable.

Las opciones son muy pocas para generar un cambio político. Y mientras más tiempo se tarde en comprenderlo, más difícil será alcanzarlo. Para eso, hace falta poner los pies sobre la tierra, dejar la fantasía y trabajar. Los partidos políticos son y serán claves en todo este proceso. Ojalá se hayan entendido los errores y se avance en corregirlos. 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Julio Castillo Sagarzazu Jun 02, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
La alegría y la política

@juliocasagar 

El año 1988 tuvo lugar el referéndum para que los chilenos se pronunciaran sobre el destino del régimen político instaurado por Pinochet. Aquella campaña electoral fue un laboratorio de nuevas ideas y concepciones de la comunicación política.

El debate sobre cómo debía enfocarse esa campaña enfrentó dos corrientes. Por un lado, la de los dirigentes tradicionales de las organizaciones que habían vivido la dictadura (socialistas, comunistas, democratacristianos). Todos con el pedigrí suficiente y la autoridad moral y política para hacer oír su voz; y, por el otro, una camada de chamos nacidos o educados en el exilio de sus padres en las mejores universidades norteamericanas y europeas.

Estos últimos terminaron imponiendo su posición sobre la manera de abordar el desafío electoral. Todo esto está recogido en una película que ningún dirigente político puede dejar de ver, titulada NO y a la cual remito para no tener que explicar los detalles de esa confrontación de ideas tan interesante.

Basta con señalar aquí que la consigna que presidió la campaña que llevó a la victoria al NO por más de 10 puntos, fue CHILE, LA ALEGRÍA YA VIENE, cuyo jingle y canción completa invito igualmente a escuchar. Su imagen fue un arcoíris con los colores de todos los partidos de que la apoyaban.

La tesis de presentar las atrocidades de la dictadura con su secuela de desmanes, crímenes y violaciones de los derechos humanos, que era la manera como se había concebido por años la estrategia política de la oposición, fue desechada. Se suponía que la alegría implicaba muchas cosas para el cambio en Chile, entre ellas la justicia y que no hubiera impunidad. Fueron magistrales en comunicar esa idea.

¿Por qué es útil tratar este tema hoy en Venezuela?

Pues porque siempre es necesario recordar que una de las funciones de la política es vender esperanzas. Convencer de que siempre se puede vivir mejor y, sobre todo, de que vale la pena luchar para eso. Por eso, matar la esperanza y provocar las condiciones para la desesperanza inducida, el síndrome de Estocolmo y la desmoralización son armas tan usadas por los regímenes que quieren bloquear los cambios.

Una de las celadas que suelen tender es la de magnificar su crueldad. Recordemos cómo nos trasmitieron en vivo y directo la muerte de Oscar Pérez, las imágenes de Requesens detenido.

Comunicar la idea de que son malos, que contra ellos no podemos hacer nada, y después lograr que nosotros mismos reproduzcamos su maldad es una de librito de todas las policías políticas del mundo, desde la Gestapo al G2.

Un fantasma que no descansa

Un fantasma que no descansa

Por eso, cuando se está en un ambiente tan feo, es bueno saber cómo hacemos para no embarrarnos de todo lo sucio que nos rodea. Habría que ver cómo desciframos el misterio de las garzas blancas que no manchan sus plumas con el barro del estero. O imitar la sabiduría del médico que no deja contaminarse del mal de su paciente, pues entonces no podría curarlo.

Hay un ejemplo maravilloso de cómo sortear lo feo y producir sensaciones que queremos comunicar positivamente. Ese ejemplo es Tosca, quizás la más conocida ópera de Puccini. Se trata de un verdadero thriller. Muestra la corrupción, la tortura, la traición política en la época de la invasión napoleónica a Italia.

Me imagino que Puccini sabía que esta tragedia sería imposible de vender como la historia desagradable que era. ¿Qué hizo? Pues le compuso dos de las más bellas y melodiosas arias que tenga ópera alguna: E lucevan le estelle y Recóndita armonía. Al escucharlas es evidente que lo escabroso pasa a un segundo plano.

O el de los renombrados científicos Francis Crick, James Watson y Maurice Wilkins, quienes descubrieron el ADN y por ello se hicieron acreedores del Premio Nobel. Preguntados por un periodista sobre el por qué habían representado su estructura con la forma y colores con las que la hicieron, respondieron “porque era más bonito así”.

Pues sí, llegado un momento, la alegría, la belleza, la esperanza, pueden llegar a ser ideas subversivas, pueden convertirse en un eje movilizador.

La mente humana está preparada para ello. De hecho existe un mecanismo que opera como una suerte de “tamiz hedónico” mediante el cual tendemos a olvidar los sucesos desagradables en favor de los agradables.

Es de preocuparse entonces cuando constatamos cómo el régimen venezolano logra tasas importantes de desesperanza inducida, de pesimismo militante, ayudado por legiones de escribidores y opinadores que les compran ese pescado podrido; por repetidores de su invencibilidad; por samuráis que se destripan a diario; por autoflagelantes de oficio; por propagadores de la tesis chimba según la cual “todos son iguales”; por los que meten en el mismo saco a víctimas y verdugos, a presos y carceleros.

Han logrado, entre todos, crear un engendro monstruoso de mil cabezas que hasta se alegra de que pongan preso o maten a un opositor porque, de acuerdo con sus estándares, la víctima, como los sospechosos de la Ley Robespierre, podría ser colaboracionista.

Esta actitud absurda evita el verdadero debate sobre los errores que el liderazgo opositor a Maduro ha cometido. Lo convierte en un debate de pasiones y no en uno de ideas.

Como dijimos arriba, no podemos curar a Venezuela si nos enfermamos del odio que combatimos, de la misma manera que los médicos y enfermeras no pueden curar a los enfermos de coronavirus si se contagian.

Valdría le pena incluir esto en el debate. Sería importante crear una fábrica de optimismo y alegría para usarlos como arma de cohesión. Una vez estuvimos por millones en la calle cantando aquella canción “quitarnos los miedos, sacarlos afuera, pintarnos la cara color esperanza, mirar al futuro con el corazón… 

¡SABER QUE SE PUEDE, QUERER QUE SE PUEDA!

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

¿Qué significa “todas las opciones”? Por Ángel Oropeza

EN UNA DEMOCRACIA, LO QUE HAY QUE hacer para sustituir a un gobierno es perfectamente predecible, porque la alternabilidad y el cambio político son rasgos característicos y consustanciales con ella. La gente se organiza, expresa su voluntad soberana a través de mecanismos electorales, y todos respetan la decisión mayoritaria de los ciudadanos.

En una dictadura, por el contrario, el cambio de gobierno no solo está prohibido, sino que quienes lo intenten son considerados por los usurpadores como reos de delito. Por tanto, lo que hay que hacer para superar una dictadura tiene que enfrentar la inevitable incertidumbre de lo no predecible, pero además debe asumir la necesaria flexibilidad que requiere una lucha contra un enemigo que desconoce normas y escrúpulos.

Cuando la oposición democrática venezolana habla responsablemente de que en la estrategia de liberar a Venezuela “todas las opciones están sobre la mesa”, se refiere a la necesidad de enfrentar a la dictadura con todas las armas de la lucha cívica. Y en esta lucha, como en el ajedrez, todas las piezas cuentan. Es un grave error pensar que con solo una de ellas se puede ganar el juego. De hecho, si usted en el ajedrez mueve bien todas sus piezas, pero se equivoca con una, no importa lo bien que lo hayan hecho las demás, usted no va a ganar. Exactamente igual que en la lucha política.

La alternativa democrática venezolana tiene en su tablero de juego varias piezas simultáneas: la articulación social, la organización popular, la presión de calle, la protesta legítima, el trabajo político de socavamiento de las bases de apoyo del régimen, la presión y la acción internacionales, la docencia social, el acompañamiento a las luchas ciudadanas y la exploración sobre la viabilidad de mecanismos de negociación con el enemigo, por citar solo las más importantes.

Todas estas modalidades del combate político son complementarias e incluyentes. Unas son más visibles, públicas y evidentes; otras más propias del trabajo callado y sin estridencias, y algunas se desarrollan con el menor ruido posible, como corresponde a quienes enfrentan una dictadura. Pero todas son elementos necesarios de una misma ecuación, que deben ser combinados y coordinados con adecuada direccionalidad, de manera inteligente y simultánea.

Lamentablemente, cuando algunas personas oyen la expresión “todas las opciones sobre la mesa” piensan solo en la que les gusta y tienden incluso a satanizar a las demás. Es necesario, por tanto, seguir insistiendo: no se trata de una opción o la otra. Es una estrategia integrada, de adelantar y trabajarlas todas, porque todas las opciones se alimentan mutuamente y contribuyen al mismo objetivo. 

En el tablero del modelo fascista que hoy nos explota también hay varias piezas de juego. De ellas, hay tres de mayor peso e importancia, sobre las cuales descansa su esperanza de ganar el juego. En primer lugar, la represión y el uso de la fuerza bruta, con los cuales se busca quebrar la capacidad de resistencia de la gente y disuadir sus expresiones políticas a punta de miedo. Luego, el uso de los recursos del Estado para chantajear a los más vulnerables, obligándolos a canjear su dignidad por derechos que les son propios. Y, por último, la emisión sistemática de mensajes cuyo objetivo es generar desánimo, desunión y desesperanza en la población.

Aquellas son las piezas de la estrategia democrática. Estas últimas, las armas de la dictadura. Pero nótese algo importante. En esta etapa del combate por la liberación de Venezuela, hemos avanzado al punto de que ya nadie habla del símil de “David contra Goliat” para referirse a la asimetría de fuerzas de la oposición democrática frente a la tiranía. Hoy se usa, en cambio, la analogía del “choque de trenes” para describir la paridad de la coyuntura. Del lado democrático tenemos a la inmensa mayoría de la población, a casi todos los sectores sociales organizados, a la comunidad internacional y a la Constitución. ¿Qué tiene la dictadura? Recursos para chantajear y capacidad de represión y tortura.

Ante el choque de trenes, cobra más importancia que nunca la activación integrada y coordinada de todas –léase bien, de todas– las piezas y herramientas que conforman la estrategia democrática. Dejar de lado alguna por razones de popularidad, simpatía o argumentos subjetivos es simplemente debilitar las opciones de liberación, que al final de todo es lo que el pueblo pide a gritos y lo único que verdaderamente cuenta.

 

@AngelOropeza182

El Nacional 

Luisa Ortega Díaz: la destrucción del país inició con Hugo Chávez

La Fiscal General en el exilio, Luisa Ortega Díaz, arremetió contra el fallecido expresidente Hugo Chávez, al confesar que lo considera como culpable de todo lo que ocurre actualmente en el país.

A pesar de que cree que en un inicio Chávez tuvo una propuesta “humanista”, Ortega Díaz admitió que fue el génesis de la crisis venezolana, no solo por encomendarle las riendas del país a Nicolás Maduro, sino por ser responsable de la destrucción de la producción nacional con las conocidas expropiaciones.

“Yo creo que el responsable de lo que está pasando en Venezuela es Hugo Chávez, no solamente por haber ungido a Nicolás Maduro y llamar a sus adeptos para que votaran por él. La destrucción del agro, la cría en Venezuela, las fincas productivas fueron expropiadas y destruidas. Con él inicio la destrucción del país”, aseguró durante una entrevista para el Proyecto Migración Venezuela, de la revista Semana.

La funcionaria insistió en que nunca ha estado a favor de Nicolás Maduro y mientras coincidieron en el Gobierno, entre 2013 hasta que huyó del país en 2017, tuvieron muchos enfrentamientos. Insiste en que el actual mandatario, desde un inicio evidenciaba no tener las aptitudes necesarias para tomar las riendas del país, por lo que “no votó por él”.

“Antes de que Nicolás Maduro resultara electo, yo sabía que con él no iba a funcionar el país bien. Podías observar su conducta y fácilmente podías concluir que este iba a ser el destino del país, por lo que yo no voté por él”, dijo.

Por otra parte, sostuvo que ha apoyado a Juan Guaidó por su postura incluyente. Considera que todos los ciudadanos del país, sin importar su tendencia política, son importantes para salir adelante.

Luisa Ortega, que actualmente reside en Colombia tras huir de Venezuela porque “la iban a matar”, lamenta que la migración de Venezuela desatara una crisis en la región.

“Ningún país de la región está preparado para afrontar este fenómeno, lo que ha creado una crisis en toda la región”, sostuvo.

Sin embargo, considera que Colombia tiene un rol determinante para encontrar una solución ante esta crisis, que pasa por un cambio político en Venezuela.

“Colombia, desde el punto de vista político y geopolítico, es determinante para la solución del problema de los migrantes, resolviendo el problema del país que es sacando a Nicolás Maduro, así se resolverá el problema de la migración”, argumentó.

También añadió que en Colombia existe una dirigencia venezolana importante, con figuras como Julio Borges, Gaby Arellano y Germán Ferrer. En este sentido, cree que las fuerzas políticas deberían reunirse para consolidar a los venezolanos y desarrollar acciones.

“Es un tema de ponerse de acuerdo. Ojalá logremos el entendimiento para cohesionar a la masa de venezolanos y tomar acciones”, acotó.

Se necesitan más que protestas masivas para salir de un régimen autoritario
El análisis de numerosas transiciones políticas en el mundo reveló que aunque las protestas multitudinarias cumplen una función importante, salir de un régimen autoritario es consecuencia de un proceso en el que entran en juego cinco variables: liderazgo, debilidad institucional, fragmentación de la oposición, ingobernabilidad y uso de la violencia. Es innegable que el 1ero de septiembre marcó un hito, sin embargo, el éxito de la oposición venezolana aglutinada en la Mesa de la Unidad Democrática depende menos de las movilizaciones de calle y más de la organización de la coalición puertas adentro

 

@GitiW

PASAR DE UN RÉGIMEN AUTORITARIO a uno democrático no es algo que suceda espontáneamente. Tampoco depende de un solo factor por más contundente que sea, verbigracia, manifestaciones multitudinarias como las del 1ero de septiembre. En realidad, las transiciones políticas son procesos complejos en los entran en juego, al menos, cinco factores que van más allá de lo que sucede en las calles.

La falta de liderazgo, la debilidad de las instituciones, la fragmentación de la oposición, la inestabilidad política y social y el uso de la violencia son los factores que, en la práctica, suelen condicionar el éxito de los procesos de transición, afirma un estudio titulado ¿Son las protestas masivas la ruta hacia la democracia?

La investigación evidenció que las protestas pueden no derivar en el cambio político que la sociedad aspira a lograr si la oposición no cuenta con tres factores clave: liderazgo, unidad estratégica y uso de métodos no violentos de protesta. Tras el 6D, pocos cuestionan el crecimiento de la MUD en términos de eficacia electoral, no obstante, liderar un movimiento que conduzca la transición del autoritarismo a la democracia es un reto distinto y requiere, en consecuencia, otras destrezas por parte de la coalición opositora.

¿Tiene la MUD lo necesario para asumir la conducción del proceso de transición? Runrun.es consultó la opinión de Ángel Álvarez, doctor en Ciencias Políticas y profesor de la Universidad Central de Venezuela; de Ramón Piñango, profesor titular del IESA y especialista en liderazgo; y de Miguel Ángel Martínez Meucci, profesor de la Universidad Simón Bolívar y experto en conflicto político y procesos de pacificación, para analizar el desempeño de la coalición opositora en función de los cinco factores descritos.

1 Liderazgo

Piñango desestima la crítica tantas veces repetida de que la oposición no tiene líderes, en cambio, sostiene que la debilidad de la MUD yace en la falta de estructura. “Pareciera que el modelo de líder carismático ha prevalecido; no entienden que el liderazgo se ejerce a través de una estructura. Cuando hablamos de liderazgo hablamos de fortalecer un equipo de trabajo. Yo quisiera saber cómo se toman las decisiones dentro de la MUD. El liderazgo no puede ser defensivo, debe aceptar y saber procesar las críticas, no los insultos -porque estamos en tiempo de mentadas de madre públicas-, pero las críticas hay que saber procesarlas. No puede salir cada quien a decir lo que le provoque porque a nivel de comunicación, la forma y el fondo son inseparables”.

Álvarez coincide con la concepción personalista del liderazgo dentro de la MUD. “No olvidemos que los partidos políticos venezolanos eran nada en 2006, luego de retirarse de las elecciones de 2005; los partidos han pasado una época muy mala y aún hay poca identificación con ellos. Los seguidores de la oposición están dispersos y la mayoría se consideran independientes y sin filiación partidista. Desde 1999 se sustituyó el liderazgo del partido por el del líder personalista. La gente sigue buscando ese caudillo que lo guíe y no entiende que la dirección colectiva es la clave de los partidos políticos”.

pin%cc%83ango-mud

2 Debilidad institucional

De acuerdo con la investigación, el control que ejerce el Gobierno sobre las instituciones limita en gran medida la factibilidad de impulsar cambios políticos. Se halló que mientras mayor sea la dependencia de las instituciones al Gobierno, la oposición debe hacer un mayor esfuerzo por organizar -no solo movilizar- a la sociedad.

“No basta con un solo episodio como el 1ero de septiembre. Ese tipo de movilizaciones le resultan incómodas al régimen pero puede seguir viviendo a pesar de que haya marchas. Esas movilizaciones no están pensadas como vías que conduzcan a objetivos claros: no basta con decir que el 1ero haremos esto, el 7 aquello y así, todo eso tiene que ir dirigido al alcance de objetivos políticos concretos que se deben ir alcanzando; si no se alcanzan se puede juzgar que los eventos son un fracaso, pero al no definir objetivos nunca puedo decir que fracasé”, argumenta Martínez Meucci.  

“Mover a las calles no es nada más patear el asfalto sino mover a la acción coordinada de la sociedad civil, es decir, los gremios, la academia, las ONG. Se le ha dado muchísima importancia a la movilización masiva pero no a la articulación de los distintos sectores de la sociedad”, agrega Piñango.

3 Fragmentación de la oposición

18 partidos y organizaciones integran la MUD. Las desavenencias públicas del llamado G4 -Primero Justicia, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática-, han dominado la agenda informativa tanto como los aciertos de la coalición.

La investigación apunta que la fragmentación de la oposición es un factor que condiciona el éxito de las transiciones. De manera intuitiva, también en las calles venezolanas hay una demanda constante por mantener la “unidad”; pero qué significa eso en la práctica. El estudio reveló que no se trata de imponer un pensamiento único sino de construir una sola estrategia que tenga objetivos claros.

“Es indispensable que la coalición tenga fortaleza en su estructura interna para cohesionar esa masa heterogénea. La MUD tiene una gran fortaleza que se expresa en su capacidad de convocatoria y en su discurso unitario y pacífico, pero tiene muy poca capacidad de articulación por la diversidad de los actores que la integran. La disidencia interna hace un juego muy libre y la MUD tiene poco control sobre los que se oponen al lineamiento escogido. Es muy débil institucionalmente y, a mi juicio, ese es el factor clave que ha ralentizado la transición hacia la democracia”, sostiene Álvarez.

Piñango regresa al factor del liderazgo: “A la dirigencia opositora pareciera que le falta coordinación interna; a mí me gustaría saber cómo trabajan, si hablan, si coordinan; la manera de trabajar es fundamental, hoy en día el equipo de trabajo es clave en el ejercicio del liderazgo”.  

El profesor de la USB reconoce la enorme dificultad para poner de acuerdo a factores tan heterogéneos. “Son muy diversos tanto desde el punto de vista de la cantidad de partidos involucrados como en función de la diversidad ideológica. La MUD agrupa a Vente Venezuela y también a Bandera Roja; cuando hay tal variedad de visiones y agendas la coordinación es indispensable”, afirma Martínez Meucci.  

 

angel-alvarez-mud

4 Ingobernabilidad

4.725 protestas registró el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social entre enero y agosto de 2016. La primera causa es la escasez de alimentos. La MUD enmarcó la necesidad de lograr un cambio de gobierno en 2016 para evitar “lo que pueda pasar” si las condiciones de vida del venezolano se siguen deteriorando, no obstante, muchos temen que lo que pueda pasar es que los venezolanos se acostumbren a lidiar con las limitaciones.

“Cuando la crisis se hace crónica la gente deja de tener los medios necesarios para organizarse y emplea todos sus recursos en sobrevivir. Eso es lo que está ocurriendo, la participación activa de la gente en manifestaciones y protestas compite con la necesidad de ir a trabajar, de hacer cola para comer o buscar medicinas. Eso le ha permitido a un régimen como el de Mugabe controlar al pueblo, la gente lucha por sobrevivir y no tiene medios para integrarse a la acción política”, argumenta Álvarez.

Martínez Meucci también cuestiona la validez del encuadre de la MUD. “La expresión esto no se aguanta más no se puede entender como una cuestión metafísica. Hay evidencia que soporta que no necesariamente una situación económica catastrófica conlleva a un cambio de gobierno. Sí es cierto que cuando un país ha gozado de un alto poder adquisitivo y lo pierde abruptamente se activa la movilización; pero si la debacle es gradual, el riesgo es que la gente se acostumbre. Sé que suena imposible pero no podemos asumir que porque todo está mal las cosas van a cambiar”.

Piñango agrega un elemento importante en el contexto venezolano: el riesgo de la creciente militarización. “Si se profundiza la inestabilidad se agudiza la incertidumbre; la gente necesita orden y muchos quieren estabilidad a como dé lugar; con estos niveles de inseguridad y anarquía muchos apostarán a quien les garantice un mínimo de estabilidad”.

martinez-meucci-mud

5 Uso de la violencia

Tras la represión del gobierno a las manifestaciones de 2014, la MUD ha asumido una línea más clara hacia el tipo de protestas que promueve y apoya; en consecuencia, las acciones de calle han vuelto a aglutinar no solo a más cantidad de gente, sino a sectores más diversos.  “Las manifestaciones populares deben ser masivas, pero también deben ser amplias en su composición, sostenidas en el tiempo e irreductiblemente pacíficas”, afirma Martínez Meucci.

Álvarez apunta otro elemento: “En 2016 el costo de represión para el Gobierno es muy bajo porque no ya no está ejerciendo una represión masiva; ahora aplica una represión selectiva. Está enfocado en perseguir a los líderes porque las grandes masas están en las puertas de los supermercados tratando de sobrevivir”.

Lea también: 5 manifestaciones de resistencia civil no violentas que cambiaron la historia
¿Qué factor juega a favor de la oposición?

Los analistas coinciden en que la fragmentación de las fuerzas de antes estaban nucleadas en torno a Chávez ofrece una importante ventaja para la oposición. “Ese faccionalismo dentro del Gobierno puede favorecer a la oposición pero también puede hacer todo más difícil, por ejemplo, a la hora de saber con quién dialogar, con quién llegar a acuerdos para una transición; esa fragmentación dentro del poder crea una oportunidad pero también dificulta los acuerdos. Dependerá de la capacidad de liderazgo de la MUD aprovechar esa debilidad”, explica Piñango.

Ángel Oropeza Sep 08, 2015 | Actualizado hace 9 años
¿Esperar el 6-D? por Ángel Oropeza

6d

 

A estas alturas del juego, ya nadie debería ser tan ingenuo. La estrategia del gobierno de sembrar desesperanza antes de las cruciales elecciones de diciembre es harto evidente: inhabilitaciones a candidatos, persecución y criminalización de dirigentes opositores, militarización de municipios incómodos bajo la conveniente figura de “estados de excepción”, cambios permanentes de las ya desventajosas reglas de juego, intentos de fraude en el diseño del tarjetón electoral, cierre de medios, y recurrencia al fetiche de la soberanía amenazada y al fantasma del enemigo externo forman en conjunto un muy bien pensado cocktail. Con la ayuda de este rosario de corruptelas aspiraban a ganar las elecciones. Hoy, en vista de lo que arrojan hasta sus propias encuestas, y ante el altísimo costo político que significaría suspenderlas, la esperanza es envilecerlas al extremo.

Si bien esta es la estrategia oficialista, desde la acera del país adverso vuelven a surgir voces que le sirven de ayuda. Aquellas que, ante la caotización general del país, lanzan de nuevo la pregunta si habrá que esperar hasta el 6-D “para hacer algo”. Aunque uno hubiera pensado que ese tema estaba más que superado, su extraña reaparición en algunos artículos de opinión y en redes sociales obliga a volver sobre esta tendencia a caer de manera tan ingenua en el juego psicológico del gobierno.

Debería ser más que evidente que un régimen que es fuerte en todo menos en apoyo electoral hará hasta lo imposible para convencer a la gente de que no se le enfrente en ese terreno, que además es el único al que teme. La clave para el país es que ese terreno es por supuesto electoral, pero también es político.

La estrategia unitaria, hay que insistir en ello, es simultánea e indivisiblemente política y electoral. Es una línea de decidida y sistemática acción política, basada en la organización y crecimiento popular, y que tiene una necesaria e irrenunciable expresión electoral. Si la estrategia no incluye las dos cosas, pues simplemente está condenada al fracaso.

Cuando se habla de acción política, nos referimos al trabajo de reanimar y vigorizar la conexión con las organizaciones populares, acompañar y hacer conectar entre sí las manifestaciones de protesta social, fortalecer las fuerzas internas democráticas, abrir las puertas al oficialismo desencantado, sin revanchismos ni amenazas, y colaborar con la despolarización y el acercamiento entre los venezolanos, para hacerlos más fuertes frente a un gobierno que los golpea diariamente y sin clemencia.

En consecuencia, no se trata de “esperar” el 6-D, sino  de colaborar todos desde ya en la tarea de transformar el descontento social en una formidable fuerza política que haga indetenible el cambio en la conducción del país. Esta es la ruta. Identificarse con los problemas y acompañar las luchas del pueblo explotado, de la gente que tranca una vía por falta de agua, o de los conductores de transporte público que paralizan el tránsito porque le asesinaron a un compañero, o de los pacientes que reclaman a las puertas de los hospitales su derecho a no morirse antes de tiempo, o del pueblo que envejece haciendo colas para recibir las migajas racionadas de un gobierno indolente.

El trabajo paciente y cotidiano de transformar la enorme molestia social en apoyo político a la causa del cambio, y de repolarizar al país, ya no entre “oficialistas” y “opositores”, sino entre las víctimas de la crisis y sus beneficiarios, es la única ruta que funciona.

Hoy en día, el madurocabellismo amenaza, reprime, persigue y siembra terror a diestra y siniestra, pero lo que ya no puede, si hacemos las cosas bien, es ganar elecciones. Por eso, quienes estamos cansados de esta pesadilla devenida en gobierno, y no queremos esperar más, no debemos permitir que se pisen los peines de la estrategia oficialista o se repitan los carísimos errores y atajos del pasado que resultarían en un fortalecimiento del régimen y extenderían lamentablemente su permanencia en poder.

 

@AngelOropeza182