El Ávila portátil por Blanca García Bocaranda - Runrun

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La imagen que caracteriza a la ciudad de Caracas puede llevarse en una maleta a cualquier destino del mundo y acompañar a los venezolanos hasta su último latido, mucho más cuando el exilio marca las distancias. Aún, allende los mares sigue reflejando las tardes con cielos azules y rosados, motivo de añoranza caraqueña en la distancia. Aún allende los mares sigue reflejando las tardes con cielos azules y rosados que tanto se recuerdan en la lejanía. Es uno de los conceptos sensibles de la obra pictórica de José Manrique.

Ese sencillo artista aporta  la fragancia que enmarca toda buena pintura artística a lo largo de toda su obra. Es algo poco común en nuestros días. Tiende a ser sólida y busca eternizarse. Así ocurre con la muestra, de 16 obras, expuesta en el espacio para el arte “Graciela Mathison”, del Centro Médico Docente La Trinidad cuyos fondos se destinarán al programa de Medicina Comunitaria. “Algo de embrujo se observa en sus recientes trabajos, en los cuales por técnica meritísima sabe obtener de la paleta clásica los recursos de sorprendente modernidad”, describe Jacobo Arensi Lloria, profesor fundador emeritus de la Universidad Católica “Andrés Bello” y asesor artístico del Comité de Extensión Cultural y Eventos de la institución.  José Manrique tiene un concepto muy original de lo que debe ser el paisaje o composición moderna en los cuadros. En su lienzo, más que concepto, busca un atrevimiento técnico y de visión original.

“Su afán de renovación y estudio constante forman la base de su mérito principal, que no es poco, si lo vemos a través de una justa tabla de valores”, asevera Asensi Lloria. Su arte creativo es y debe recibir el calificativo de sobresaliente. Es un artista fiel en su “hacer” humildemente laborioso, atraído irremediablemente a lo que signifique “humanidad” en toda la extensión universal de la palabra.

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PRESENTE EN EL EXILIO

El Ávila se convirtió en mi motivo para el arte porque siempre me gustó como tema, aunque un escenario natural hermoso siempre será parte de mi paisajismo. Su pasión es plasmar ese valle enmarcado por una montaña. Trabaja  la parte libre y la abstracta está presente porque siempre el artista va indagando sobre aspectos que con el tiempo comienzan a formar parte de su mismo ser como artista.

El paisajismo lo retomó hace tiempo y es de gran interés en las Galerías.    Trabaja de manera independiente y constante en esa temática desde hace 32 años.   “Es muy difícil dedicarse exclusivamente al arte porque el artista depende de una serie de requerimientos del día a día y el aspecto familiar también incide en la exclusividad de las horas dedicadas a la creación. Muchos artistas viven de otras actividades y la pintura se constituye en hobby, pero para mí es mi razón de ser”, acota Manrique

Profundizar sobre su obra e inspiración amerita interpretar muchos de sus cuadros donde el Ávila se esconde en una vasija o en la cubierta de una cafetera para que la visión se complazca en algo figurativo, abstracto. Vivir  ante ese monumento natural  desde su nacimiento lo ata de una manera sublime a la inspiración para encontrar una visión diferente del paisaje desde cualquier lugar de Caracas, bien sea desde el Parque del Este o Los Naranjos. Los inmortales Manuel Cabré y Pedro Ángel González  lo atraen más hacia  ese  estilo,   transmitiendo días de luz, fiestas de sol reflejados en las laderas del Ávila, más sensible a ciertas tonalidades de colores que varían a cada hora del día.

Con el Ávila en la maleta ha estado presente en subastas  y  galerías del exterior, como en Weston, Florida. Tratándose del icono del paisaje venezolano, al exponerlo en otros destinos del mundo marcados por el exilio,  el público es  más sensible a esta imagen, motivo por el cual el éxito no ha demorado en aparecer. La producción es corta porque lleva mucha exigencia de quienes contemplan la obra aderezada con la nostalgia por la Patria lejana, pues hasta Australia han llegado sus obras.

  Con su creación continúa apoyando el arte sin limitaciones. Soy paisajista –dice- y  quiero hacer una exposición con otros escenarios impactantes de Venezuela  porque igual he pintado Tepuis, la Gran Sabana, Los Roques, los Médanos de Coro que  llaman la atención. Ello es parte de un reto.  La obra abstracta es difícil de trabajar, por lo cual se definió por el Ávila, haciéndola visible e invisible con su pincel. “Ahora quedamos pocos pintando el Ávila e hicimos una exposición, recientemente, donde estaban 7 creadores con montajes nuevos”, señala. La inspiración no puede agotarse porque aunque sea difícil el arte debe mantenerse en su línea y el artista no tiene límites.

@garbo83