40% de la población ha sufrido de estrés postvacacional
40% de la población ha sufrido de estrés postvacacional

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Vivir en Caracas suele exigir mucho. Levantarse a las cuatro o cinco de la mañana de lunes a viernes, preparar loncheras con meriendas y almuerzos, soportar horas de congestionamiento vehicular para llegar al colegio y al trabajo, ayudar a los niños con las tareas, lidiar con el jefe y, este año, encontrar tiempo para hacer cola para comprar comida. Nada fácil.

Tan sólo pensar en el regreso a esta rutina intensa puede generar el llamado estrés post vacacional en adultos y niños. La psicóloga venezolana María Estrella Fernández (mestrella.fernandez@gmail.com) estima que afecta entre 35 y 45 % de la población, especialmente a aquella cuyas vacaciones han sido movidas y llenas de experiencias excitantes.

Ese estrés post vacacional tiene sus síntomas, en la ansiedad que se refleja con síntomas físicos, como sudoración, taquicardia y alteración del sueño y del apetito y en otras manifestaciones como melancolía, dolores de cabeza y musculares, irritabilidad y mal humor asociado a la obligación de retomar la cotidianidad.

En los niños, el estrés postvacacional suele relacionarse con la incertidumbre. Para Verónica Torres, psicóloga venezolana y directora de www.psicoclinico.com, «uno de los factores que produce más ansiedad antes de comenzar es la percepción de amenaza que supone lo desconocido y la incertidumbre de cómo será su clase, su maestra, sus compañeros», por ello recomienda a los adultos estar tranquilos, para transmitir calma a los niños.

Ayudar a los pequeños

Los más chiquitos también sufren de estrés. Un colegio nuevo es un detonante de preocupaciones y expectativas pero también lo es comenzar otro curso, aunque sea en la misma escuela. Cada septiembre supone cambios en la vida rutinaria del niño.

«Típicamente, los padres enfrentan estrés en cada comienzo de año escolar porque implica gastos importantes, que se hacen peores dados los altos niveles de inflación y el desabastecimiento actual del país», dice Verónica Torres. A pesar de todo esto, es necesario que los adultos se esfuercen por no transmitir angustia a los niños.

«Los padres deben asumir con normalidad el fin de las vacaciones y el comienzo de clases. Es importante transmitir el significado de responsabilidad, disciplina, seguimiento de normas y rutinas, organización y planificación», opina.

Una buena idea es organizar, previamente y junto con el niño, lo relacionado con la escuela: arreglar el uniforme, los útiles y el morral. Una semana antes, se deben establecer rutinas de sueño, descanso, alimentación, juego, socialización y lectura para habituarlo a la rutina escolar sin que esto implique un impacto repentino el primer día de clases.

El regreso al trabajo

El retorno abrupto empeora el estrés postvacacional. Se debe reacostumbrar al cuerpo y a la mente, gradualmente, a los horarios y las tareas de rutina.

Para María Estrella Fernández, lo más importante es programar el regreso al trabajo con tiempo. «No es nada conveniente regresar de vacaciones el día anterior de la vuelta al trabajo», dice. Mínimo, el organismo necesita un par de días para retomar las rutinas. Además, ofrece otros consejos:

Gradualidad. Abordar las actividades laborales progresivamente es buena idea, dedicando tiempo a analizar tareas prioritarias e intentando comenzar por las más sencillas y gratas. «Al llegar al trabajo hay que tomarse un tiempo para saludar a los compañeros y reencontrarse con el entorno, sin agobiarse con las primeras obligaciones», apunta.

Apreciar lo bueno. Fijarse en lo positivo -que siempre existe- ayuda mucho. No importa si son detalles pequeños como unas risas a la hora del café, alguien que comparte una galleta o la llamada de una persona que quiere saludar. Según González, todos esos gestos conectan con la parte más humana y ayudan a tomar conciencia de las cosas buenas.

Regularizar el sueño. En vacaciones, es normal trasnocharse o dormir de más. Unos días antes de regresar al trabajo, es importante readaptarse a los horarios de sueño que impone la rutina. Se deben evitar las siestas los primeros días para descansar más y mejor en las noches.

Cuidado con el alcohol y la cafeína. El alcohol es un depresor del sistema nervioso que agrava la apatía, depresión y astenia del síndrome postvacacional. El café y otras bebidas con cafeína agudizan los síntomas de estrés. Moderar su ingesta ayuda a tranquilizarse.

Ejercitarse. Además de ayudar a liberar endorfinas, proteínas que ayudan a sentir felicidad, el ejercicio hace posible que la mente libere su estrés.

Evitar pensamientos recurrentes. Pensar en lo mismo una y otra vez, sólo incrementa la ansiedad y la sensación de falta de control. Hay que cortarlos de raíz, colocándoles una especie de telón mental apenas aparezcan y sustituirlos con pensamientos positivos como planes para el fin de semana, las próximas vacaciones o encuentros con amigos. Esto se puede lograr, si se intenta con constancia. También ayuda salir a la calle a dar un paseo, dedicarse a un hobby o escuchar música.

A divertirse. Del mismo modo que se dedica tiempo a trabajar, hay que dedicarlo a descansar y divertirse. Las aficiones ayudan a combatir la ansiedad y el estrés.

Y por último, y esto es fundamental, hay que recordar siempre que el estrés postvacacional es pasajero. Al asumir la rutina, los síntomas desaparecerán. «Es sólo cuestión de actitud y tiempo», recuerda María Estrella Fernández.