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Runrunes de Bocaranda: ALTO – ¿DIÁLOGO?

¿DIÁLOGO?

Hace un par de meses asomé en esta columna que se habían iniciado conversaciones entre representantes de la dictadura madurista y de las fuerzas democráticas tanto en la política como en el sector económico. Con auspicio callado de organizaciones internacionales y respaldo de países empeñados en que el caso venezolano se resuelva en paz, las aproximaciones han avanzado.

De lado han dejado los dogmas comunistas y las ilusiones de invasión extranjera. No puedo adelantar más nada pero si les digo que por fin se está avanzando.

El drama económico con la secuencia cada vez peor de medidas erradas y obsoletas, ha llevado a gente del régimen a tratar de buscar una salida hacia la transición ordenada y acordada con garantes globales.

Basta de improvisaciones y corrupción acelerada raspando la olla de los ilícitos en oro y minerales. La presión de sanciones personalizadas está dando sus frutos. Más ahora, tras el Informe ONU-DD.HH. Ojalá.

 EL INFORME, GUAIDÓ Y LOS PERIODISTAS

Es un informe de Naciones Unidas. Son 443 páginas. Viene como respuesta de un mandato dado a una Misión Internacional Independiente (una portuguesa, un inglés y un chileno). No hay sesgo posible de imperialismo, yankismo, trumpismo, lacayismo y demás epítetos de la neolengua impuesta por el chavismo-madurismo en estos 20 años. Es de fecha reciente, 16 de septiembre de 2020; y representa un enorme paso hacia adelante. Histórico, diríamos.

Naciones Unidas señala por primera vez en nuestra historia responsabilidades individuales sobre graves violaciones de derechos humanos cometidas por el Gobierno venezolano Y, sin mucha fraseología diplomática, precisa los nombre de los responsables: Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Néstor Reverol, Vladimir Padrino López, a los jefes de los servicios de inteligencia y otros 45 funcionarios del régimen venezolano.

¿Hacia dónde nos conduce este extraordinario logro? Al escenario esperado por todas las naciones y pueblos demócratas del mundo, es decir, la mayoría: a una más pronta que tarde actuación de las competencias de la Corte Penal Internacional, con sede en La Haya, Países Bajos.

¿Motivos? Muy precisados: detenciones arbitrarias, torturas y tratos crueles a detenidos, ejecuciones extrajudiciales, violencia sexual, desapariciones forzadas, muertes bajo custodia, entre otras violaciones a los derechos humanos fundamentales de los venezolanos.

¿Quiénes? La responsabilidad la exponen sin medias tintas: el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, la Dirección General de Contrainteligencia Militar, las Fuerzas de Acciones Especiales, la Policía Nacional Bolivariana, el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas y la Guardia Nacional Bolivariana.

Quienes deseen entrar en los detalles del mismo, este informe ya es de carácter público y se encuentra en internet. Sin jamás renunciar a mi posición de plena independencia y autonomía frente a las diferentes tendencias o posiciones del sector democrático venezolano, con la presentación de este informe creo que es de justicia reconocerle un extraordinario logro a la gestión del presidente de la Asamblea Nacional -y presidente interino- Juan Guaidó.

Un informe de este calibre no sale solo, no se fabrica de manera abstracta, en una lejana u oscura biblioteca. Detrás de la profusa exposición de casos y detalles hay obvias muestras de trabajo en equipo, apoyo, colaboración, asistencias, facilitaciones por muchos individuos y varias ONG a los fines de quebrar el oscurantismo, el secretismo y la carencia de moral y escrúpulos del régimen presidido por Nicolás Maduro.

Y en esta oportunidad Juan Guaidó y su equipo han demostrado que se han sudado la espalda cumpliendo con sus responsabilidades. No debió ser fácil ante tantas amenazas y el continuado uso cubano de los organismos de seguridad del Estado.

Resumo, otras fallas u omisiones aparte, este caso demuestra que si hay gestión, que si hay logro. Un avance.

Pero sobre este informe tengo también una segunda relectura. En sus líneas me siento tropezar con el compromiso con la verdad, con el ejercicio profesional de una serie de periodistas venezolanos que desde diferentes medios y con anterioridad han venido documentando, investigando y publicando varios de los casos allí expuestos. Me atrevo a afirmar que en las consecuencias que de seguro este informe tendrá al corto plazo, estará la victoria del quehacer diario del periodismo objetivo, de investigación, independiente y moderno venezolano. Un periodismo que se precia de competir en escenarios internacionales en los cuales se reconoce y premia la excelencia.

Una vez más, por muy cruel y habanera que sea la hegemonía comunicacional que se nos ha querido y logrado imponer en estos 20 años, hoy estamos ante otra manifestación de la fuerza que tiene la información y del ejercicio del verdadero periodismo independiente. Gana la democracia venezolana.

 SÍ HAY LOGROS

Terminando de escribir la columna me topo con el último informe del analista y consultor en estrategia e inteligencia de entorno, Oswaldo Ramírez Colina (@Oswram).

Su Porvenir Político Nº 272-17SEP20 reconoce que la estrategia unitaria del gobierno interino rinde sus primeros frutos: “En las últimas semanas ha estado rondando la idea en parte de la agenda mediática, que el gobierno interino no cuenta con apoyos, ni de la población general, ni de organizaciones políticas, sociales y sindicales. Esto a raíz de los resultados infructuosos de las conversaciones internas entre Juan Guaidó y dirigentes políticos como María Corina Machado y Henrique Capriles, entre otros.

En el terreno de las percepciones, y de la formación de la opinión pública, ha habido algunas distorsiones importantes.

En primer lugar debido a que la Asamblea Nacional, el gobierno interino y sus voceros no disponen del acceso necesario a medios de comunicación tradicionales para la amplificación de los mensajes que necesitan comunicar; pero también porque parte del espacio público (el de las redes sociales, o medios de autocomunicación de masas), se encuentra actualmente controlado por ejércitos de bots, trolls; y bajo influencia extranjera de naciones como Irán, Cuba, y Rusia, que terminan distorsionando la comunicación orgánica y la posible fijación de opinión respecto de temas políticos.

Esa percepción de derrota, generada por la intolerancia a la incertidumbre, y en parte originada por una de las crisis que atraviesa la nación -menos mencionada y que está bajo el radar-, que es una crisis de liderazgo generalizado en varios de los órdenes: sociales, mediático, religioso, sindical, y político, ha contribuido a una especie de sensación de orfandad. Orfandad que viene de ese gen en la cultura política venezolana que es el personalismo político, casi mesiánico, que aspira a que un solo líder guíe, dirija, y a la vez ponga orden; un gendarme necesario en el deseo más profundo de parte de la ciudadanía.

Con esta combinación bastante peligrosa para las acciones políticas en el futuro inmediato, de hiperincertidumbre, dificultad para comunicar por parte de los dirigentes políticos de oposición, incredulidad, depresión colectiva, y además falta de confianza en el liderazgo, los retos son mucho más grandes. Como convertir parte de la pasividad social en acción política para presionar al régimen de Nicolás Maduro y lograr un gobierno de unidad nacional que permita la transición y elecciones libres, justas, transparentes y verificables.

El anuncio de esa ruta unitaria, que ha estado liderada por la Asamblea Nacional y el Gobierno interino, la transparencia en la comunicación, el rechazo creciente a un evento del 6DIC considerado de antemano no transparente y libre, así como a la designación de los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral por parte del Tribunal Supremo de Justicia, han hecho que haya en la ciudadanía un proceso de realineación importante y de crecimiento hacia la oposición en general.