El mejor y el peor de los tiempos por Gustavo Gorriti
Abr 23, 2015 | Actualizado hace 9 años
El mejor y el peor de los tiempos por Gustavo Gorriti

periodismo

 

Ninguna frase define mejor, creo, la historia del periodismo de investigación de estos años que aquella con la que Charles Dickens inició su Historia de dos ciudades: “Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos…”.

Empecemos por el lado oscuro a partir de un punto de luz.

En su discurso ante la Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, en octubre de 1996, Gabriel García Márquez definió —y fue la única vez— el periodismo escrito como “el mejor oficio del mundo”.

El 2013 la consultora CareerCast calificaba ese año el periodismo escrito como el peor trabajo en Estados Unidos. El periodista escrito perdía hasta frente a empleos como el de lector de medidores u ordeñador de vacas.

Al margen de la percepción, lo objetivo fue que el número deperiodistas empleados en salas de redacción en Estados Unidos se había reducido a la velocidad de témpano en el trópico: de 55.000 en 2006, a 38.000 en 2012. Es decir, un 30% menos en apenas seis años.

Ese proceso de brutal entropía se inició años atrás. Es posible que el curso que tomó hubiera sido a la larga inevitable. O no. Lo cierto es que se aceleró enormemente por una serie de estúpidas, y por ende contagiosas, decisiones corporativas cuando la industria periodística mantenía márgenes de ganancia comparativamente altos. Para conservar las ganancias en esos niveles, o acrecentarlas, una mayoría de periódicos se embarcó en reducciones de costos cuyas primeras víctimas fueron las salas de redacción. Dentro de ellas, las unidades de investigación fueron las primeras en ser eliminadas. ¿El resultado? Un desastre, para los periodistas primero, y para toda la industria, incluidos sus ineptos líderes, después.

“¡El periodismo de investigación está siendo asesinado!”, fue el cri decoeur del renombrado periodista Rosental Alves, en un inglés cuyo acento brasileño enfatizaba, quizá, el peligro, en uno de los numerosos seminarios sobre el tema; este en Austin, Texas, en 2009.

Y mientras el asesinato amenazaba con consumarse, el periodismo escrito en general se encogió, raquitizó y deformó. Salvo excepciones ilustres, la prensa perdió buena parte de su capacidad de fiscalización. El daño que ello representa para la democracia fue comprendido por muchos; no por los suficientes.

 

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