Campeones: la Copa América empieza en Berlín
Campeones: la Copa América empieza en Berlín

CopaAmérica

 

Cuando el presidente de la UEFA, Michel Platini, entregue el trofeo de la Liga de Campeones al capitán de Juventus o Barcelona, el fútbol europeo cerrará por vacaciones. Pero al otro lado del Atlántico, la Copa América está a punto de comenzar y la final de Berlín es lo más parecido a un partido inaugural por todo lo que hay en juego.

Seleccionadores, aficionados, organizadores y probablemente patrocinadores contienen la respiración para que las estrellas sudamericanas que pisen el sábado la cancha del estadio Olímpico salgan intactas del lance. Si por una desgracia, Lionel Messi, Neymar o Arturo Vidal cayeran lesionados, el escándalo que sacude la Conmebol y la FIFA robaría todavía más plano al torneo deportivo.

CAMPEONES COPA AMERICA

«Hemos tenido visitas puntuales con algún seleccionador, pero cada uno tiene sus realidades», dijo el técnico del Barsa Luis Enrique. «A mí me interesa acabar bien la temporada con el partido de la Champions y a ellos empezar bien la Copa América».

«Habrá un seguimiento y compartiremos información, pero nada más. Nuestros jugadores llegan en muy buen estado, y eso es lo que busca cualquier entrenador», añadió.

Chile y Ecuador abren la Copa de América el próximo jueves. La preparación física de un torneo internacional de estas características es muy específica. Y comienza semanas antes de la competición. Cualquier desagarro muscular, esguince de tobillo o rodilla no dejaría margen de recuperación. La concentración previa también es importante en el sentido táctico. Los seleccionadores disponen de un tiempo del carecen durante el año para probar a sus jugadores y sobre armar un esquema.

La selección que más arriesga es Argentina. Messi, Javier Mascherano y Carlos Tevez son futbolistas irremplazables. La Albiceleste debuta contra Paraguay el 13 junio, es decir en una semana. Siete días en los que tendrán que viajar unas 15 horas en avión, adaptarse al cambio horario y de estación – del casi verano en Europa, al invierno austral- y entrenar con compañeros a los que apenas han visto durante el año.

«Que no se lesione ninguno, es lo único que me interesa», pidió esta semana el seleccionador argentino Gerardo «Tata» Martino esta semana.

Además del trío Argentino, Brasil cruzará los dedos por Neymar y el anfitrión Chile, por Vidal y su arquero Claudio Bravo. Salvo lesión de Marc-André ter Stegen, Bravo no jugará. Pero Vidal es un futbolista de despliegue físico siempre al límite. El año pasado se recuperó contrarreloj de una artroscopia en la rodilla derecha a un mes del Mundial, pero no estuvo en su mejor forma durante el torneo.

«Está la preocupación de que no les pase nada. Ambos conocen muy bien el trabajo y se van adaptar muy rápido a las necesidades del equipo», dijo el técnico Jorge Sampaoli sobre los pocos días que entrenarán con el resto de la plantilla.

Quien no tendrá que hacer el viaje es el delantero uruguayo Luis Suárez, una de las estrellas del Barcelona que se perderá el campeonato por la sanción que arrastra por morder a Giorgio Chiellini en el Mundial de Brasil. La «Celeste», líder histórica con 15 títulos, tendrá que defender la corona que conquistó hace cuatro años en Argentina sin su mejor jugador, un genio capaz de ganar un partido con sus goles o de estropearlo con sus arrebatos.

A la sombra del escándalo FIFA

 

AMERICA PANORAMA

 

En algún hotel de la capital chilena al pie de los Andes, un grupo de hombres de traje y corbata logrará lo que ni siquiera Cristiano Ronaldo ha conseguido hacer: robarle los reflectores a Lionel Messi.

Ni la presencia de Messi, Neymar, James Rodríguez y otras luminarias alcanzará para barrer bajo la alfombra el peor escándalo de corrupción en la historia de la FIFA, que tiene como protagonistas a varios jerarcas del fútbol sudamericano.

Directa o indirectamente, los 10 países integrantes de la Conmebol fueron salpicados por las acusaciones de sobornos, crimen organizado y otros delitos que el Departamento de Justicia estadounidense presentó contra 14 personas, entre ellas dos ex presidentes de la confederación sudamericana. El anuncio de la pesquisa generó un correcorre entre los líderes de las federaciones, que saltaron a defender sus gestiones y cantar su inocencia, y además puso en marcha todo tipo de auditorías internas e investigaciones de los gobiernos de la región.

Cada paso de los dirigentes de la Conmebol, hasta ahora parcos en sus explicaciones sobre el papel de organismo en las tramas de sobornos, será tan marcado como una finta de James o un eslalon de Neymar.

«La pelota nunca se mancha», proclamó el delantero de la selección anfitriona Mauricio Pinilla, con la esperanza de que, en medio de una crisis que crece día a día y le costó la cabeza al mismísimo presidente de la FIFA Joseph Blatter, las acciones sobre el césped finalmente acaparen la atención. «El espectáculo siempre tiene que brillar».

«Nunca somos favoritos, nunca nos toman como favoritos. Siempre aparecemos de atrás, calladitos, no decimos nada, y llegamos a las finales», comentó el volante charrúa Egidio Arévalo Ríos.

Uruguay comparte el Grupo B con Argentina, Paraguay y Jamaica, uno de los dos invitados de la CONCACAF junto con México.

La final es una obligación para la Argentina de Messi y el Brasil de Neymar, dos estrellas que todavía no ganan un título importante con sus selecciones y que salieron tocados de la pasada Copa del Mundo. La «Albiceleste» perdió la final ante Alemania, el mismo equipo que humilló a la «Verdeamarela» en las semifinales, un partido en el que Neymar no jugó tras sufrir una fractura de vértebra en los cuartos de final frente a Colombia.

Argentina tiene 14 trofeos de América, pero ninguno desde 1993, la última vez que conquistó un título de fuste.

«Tener a Messi es un lujo y un privilegio que los argentinos tenemos que disfrutar. Es el mejor de todos, por eso, hay que hacer una buena Copa América y ganarla», comentó el zaguero argentino Ezequiel Garay.

Además del encuentro Argentina-Uruguay el 16 de junio en La Serena, una reedición del duelo por cuartos de final de 2011 que los celestes ganaron por penales, el gran partido de la fase de grupos será el Brasil-Colombia al día siguiente en Santiago por el Grupo C, que completan Perú y Venezuela.

Brasil despachó a Colombia en los cuartos de final de la Copa del Mundo, un partido que quedó clavado como espina entre los colombianos, y en el que Neymar salió en camilla por la lesión provocada por un rodillazo de Camilo Zúñiga.

James, máximo goleador del Mundial y la gran figura de la selección colombiana tras una temporada de consagración con el Real Madrid, esta vez contará con un escudero de lujo como Radamel Falcao, el ariete que se perdió el torneo del año pasado por una lesión de rodilla. El «Tigre» viene de una mala campaña con Manchester United, pero su presencia debe ayudar a una selección que busca apenas su segunda corona continental.

«Tenemos muy buenos delanteros en un gran momento», señaló el timonel de Colombia, José Pékerman, uno de los seis entrenadores argentinos en el campeonato. «Hay que demostrar en el campo de juego lo que hicimos en el Mundial».

Chile también tuvo un destacado Mundial, en el que cayó ante Brasil en una definición por penales en los octavos de final, y el torneo en su patio es su mejor oportunidad para salir de la lista de las tres selecciones que nunca han ganado la corona. Las otras dos son Venezuela y Ecuador.

La «Roja» del técnico Jorge Sampaoli cuenta con una generación dorada, encabezada por Vidal y Alexis Sánchez, quien viene de una excelente primera campaña con Arsenal en la liga Premier.

«En el grupo hay jugadores que se están consolidando bien y otros que hay que preparar, pero convivimos con una generación de futbolistas fantástica», consideró Sampaoli.

México, invitado de la CONCACAF desde 1993, llega al torneo con una selección alternativa, en la que destaca el veterano Rafael Márquez, ya que reservó a sus principales figuras como Javier «Chicharito» Hernández y Carlos Vela para encarar la Copa de Oro en julio.

La final será el 4 de julio en el Estadio Nacional de Santiago.