Encuestas, Primarias y Maquinarias (I) - Runrun


Todos los días a través de las redes sociales, los colegas twitteros o los amigos en el Facebook me hacen la misma pregunta. Una y otra vez sin descanso me formulan la interrogante: ¿Quién ganará las primarias? Con mucho tacto y prudencia suelo darles a todos la misma respuesta: “Aún falta mucho agua por correr debajo de este puente. Veremos qué tal”. La respuesta que doy quizás emociona a algunos y desilusiona a otros, pero desde el punto de vista profesional son demasiadas las incógnitas que hoy se ciernen sobre esta dinámica opositora, como para aventurar algún pronóstico temerario.

Por supuesto, el juego político se mueve bajo otros códigos y ya puede apreciarse con bastante regularidad como hay algunos que afirman que hay un candidato que comanda las opiniones, pues añaden interesadamente la coletilla “de manera determinante”. Otros promueven sondeos de opinión para comenzar a prefigurar las preferencias y el “estado de la carrera”. Mientras tanto, otros factores políticos dicen que “en el momento que elijan su candidato, todo cambiará. Finalmente otros, por su parte sentencian cáusticamente: “las primarias no se ganan con encuestas, sino con maquinarias”.

La verdad es que son más las cosas que no sabemos que las que sí conocemos. Permítame hacer un breve estudio de al menos tres de los factores que considero “determinantes” para poder ofrecer un mejor pronóstico sobre quién ganará. El primero de ellos tiene que ver con la celebración simultánea –o separada– de esos comicios primarios, el segundo está vinculado al impacto de las encuestas de opinión pública y finalmente, el más importante, está vinculado a algo que yo suelo denominar la “geografía electoral”. Esto es, las fortalezas y debilidades de los aspirantes a nivel territorial. Algunos de estos componentes irán despejándose más rápido. Otros los podremos apreciar nítidamente tan sólo el día después de la elección primaria.

He querido dividir este análisis en tres entregas para así poder dedicarle suficiente tiempo y profundidad a cada uno de estos factores. En esta primera, considero el primero de ellos. ¿Cuáles son las implicaciones de una “mega-primaria” simultánea? ¿Cuáles son las implicaciones de separar las primarias presidenciales de las regionales y locales?

Factor #1: La simultaneidad (o no) de las primarias

Este es uno de los motivos más importantes por el cual no se conocen aún las reglas de las primarias. Ello sin considerar aspectos de naturaleza financiera y logística.

Existen dos debates clave en la MUD y ambos motivados por fuertes intereses políticos: la fecha de la consulta (sobre la cual hemos hablado bastante) y la celebración (o no) de una elección concurrente a nivel nacional, regional y local. Este último punto no es una tontería, porque abre la discusión sobre un punto clave: si alguien que ya está en ejercicio aspira a otro cargo, ¿qué se hace con su posición actual? La pregunta no es ninguna una tontería, porque hay alcaldes opositores en ejercicio que quieren aspirar a gobernaciones y por supuesto, usted ya sabe, hay gobernadores que aspiran a ser Presidente de la República.

¿La decisión será permitirles a estos aspirantes que compitan para uno sólo de los cargos? O por el contrario, ¿se le permitirá aspirar a ambos cargos? ¿Qué sucede con otros aspirantes que reclamarán legítimamente que también “tienen derecho a tener su oportunidad”?

Aún no lo sabemos.

Si las elecciones primarias son finalmente separadas, lo más lógico es que se hagan primero las de nivel nacional (al menos eso es lo que se maneja actualmente). ¿Pero que ocurriría por ejemplo si un gobernador en ejercicio aspira a ser el abanderado presidencial y pierde? ¿También pierde el chance de seguir como primera autoridad regional? No sin una agenda interesada, algunos responden: “No”. Otros, igualmente interesados, responden: “Sí”.

Aunque en este momento se conocen las intenciones –aunque no públicamente confesadas– de aspirar nacionalmente de mandatarios regionales como César Pérez Vivas de Táchira y Henrique Salas Feo de Carabobo, el posicionamiento de ambos quizás los termine obligando a quedarse en sus respectivas jurisdicciones. Eso es hoy, porque mañana podría ser otra la situación. El debate anterior aplica en este momento básicamente para dos aspirantes: Pablo Pérez del Zulia y Henrique Capriles Radonsky de Miranda.

Respetando los criterios y entendiendo la dinámica política, soy de los que pienso que un aspirante a la presidencia no puede mandar un mensaje como este: “aspiro a la presidencia y también a la gobernación”. En términos hípicos es como decir: “juego a ganador, pero también juego a placé”.

En mi opinión, esto es como decirle a los electores: “estoy aspirando a derrotar a Hugo Chávez, pero sólo por si acaso, quiero asegurar mi espacio de poder regional”. Este es un gran desincentivo electoral. Ya ha ocurrido antes. En 1998, se descubrió unos meses antes que el abanderado de Proyecto Venezuela, Henrique Salas Römer, encabezaba la lista al Senado. La lectura de tal hecho fue muy clara: “se sabe perdido y por eso quiere asegurar al menos una posición”.

Hoy, ocurre lo mismo. Es al mismo personaje de 1998 al que hay que derrotar. Pero esta vez ya en ejercicio, con más poder y con menos escrúpulos para hacer todo lo que tenga que hacer para permanecer allí.

Independientemente de lo que se termine decidiendo en materia de fechas y simultaneidad, la decisión personal de Pérez y Capriles debe enfrentar un último reto: ¿Lo arriesgo todo? No es una pregunta sencilla.

Además hay otro factor, que tiene que ver específicamente con la situación en el Zulia. Para nadie es un secreto que existen factores de Un Nuevo Tiempo que desean que Pablo Pérez aspire a la presidencia, para entonces poder despejar el camino y “hacerse” con la gobernación. Es un ajedrez político en el que todos hacen sus cálculos. Pérez está al tanto de esto y hace sus propios cálculos. No es algo fácil de responder.

Quizás una salida para él es efectuar una suerte de medición interna en el denominado “bloque socialdemócrata” que le garantice la candidatura de la alianza compuesta por su partido, Acción Democrática y Alianza Bravo Pueblo. Sin embargo, eso no le garantiza automáticamente que podrá derrotar a los otros aspirantes y lo más importante: ganarle a Hugo Chávez.

Esto último aplica para los dos personajes que hoy analizamos. Ambos saben que esa contienda será la más dura de su carrera política.

En todo caso creo que ya para este momento en el que escribo esto –vista las señales–, es muy probable que ambos ya hayan definido su decisión y finalmente aspirarán a ser el candidato de la oposición en primarias.

Lo que es totalmente seguro es que alguno de los dos no ganará. Otro escenario que no podemos descartar es que ambos pierdan la candidatura, pues otro aspirante finalmente se impuso al final. ¿Qué se hará con Zulia y Miranda?

Esta es la gran pregunta. No es una trivialidad. Ambas plazas son absolutamente estratégicas para el cambio político en 2012.

Me interesa mucho su opinión. Escríbame al Twitter para sostener un diálogo sobre esta materia.