Mensaje de Fin de Año por Gabriel Reyes - Runrun
Sendai Zea Dic 30, 2011 | Actualizado hace 12 años

La historia de Venezuela es de fácil digestión. No somos producto de accidentes del pasado, tal vez nuestros pesares provienen de omisiones, errores, corrupción, traiciones y cobardía. Nuestros éxitos son el resultado del esfuerzo de un pueblo noble, valiente y trabajador, tal vez no tan organizado y definitivamente amante de la paz y la libertad. Por eso, ante el fin de un año convulso y que servirá de antesala a un nuevo momento de trascendencia histórica, he querido reflexionar sobre pasado, presente y futuro.

Desde el año 93, el sistema democrático acusaba el desgaste de la impotencia de un pueblo pobre ante la evidencia de una corruptela galopante y un discurso cada vez más vacío, entonces confudieron el norte y persiguiendo el cambio votaron por un hombre sin partido, ya que el que fundó prefirió darle paso a otra generación, y con un «chiripero» obtuvo una precaria ventaja que lo convirtió en el sabio y anciano ductor de la esperanza de un pueblo que cinco años más tarde reclamaría con más fuerza que antes un cambio ante la incapacidad de un equipo de lograr los objetivos planteados.

El año 98 trajo a un golpista perdonado, renuente a las elecciones y convencido por terceros del momento colectivo que garantizaba su triunfo sobre la base de promesas nunca cumplidas, y de la ineptitud de la desgastada clase política del momento. Así llega Hugo Chávez, hombre de pueblo, de fácil discurso, de pretendida autoridad, de supuestos valores democráticos y alianzas extrañas con quienes no tardó en traicionar, y se rompe la magia de la alternabilidad presdiencial, comenzando la era del futuro incierto, de los escenarios con supuestos donde antes se manejaban hechos concretos. Con una Constitución, entregada de buena fe por los venezolanos, y hecha a la medida, como contrato social para llevar a cabo todos los nobles propósitos expuestos en su campaña, vemos como 13 años después, Venezuela está dividida entre pobres y ricos, sin saber que todos somos más pobres, menos quienes constituyen la verdadera oligarquía, un grupito ostensiblemente rico y poderoso.

Este «proceso» que, como una colcha de retazos ideológicos, metió en el mismo pote a Marx, Bolívar, Mao, Perón y Tony Blair, hoy asume el difícil reto de mantener su vigencia a través del camino «democrático». Es cuesta arriba suponer que quien ha nivelado hacia abajo a los venezolanos convirtiendo un pueblo en cliente de un gobierno, convirtiendo ciudadanos en uniforme en pretores del régimen, convirtiendo sólidas instituciones públicas en caricaturas anómicas, pueda pensar que la mayoría  apoye una gestión incapaz de solventar los problemas básicos del venezolano, autosecuestrado por la delincuencia, subalimentado por la inflación y la escasez, enfermo sin hospitales dignos y deambulando en busca de un verdadero empleo.

Pero, he allí una obra innegable. Nunca en nuestra historia el petróleo venezolano había construído tantas viviendas, escuelas, hospitales, autopistas y represas, pero en Bolivia, Nicaragua, Cuba y hasta en Africa. Nunca como ahora Venezuela vive el despotismo y la exclusión de una clase envilecida en la cleptocracia de un sistema que ha generado una brecha mucho mayor entre gobernantes y gobernados. El aparato productivo colapsado rompiendo la lógica de una tierra condenada por el Gran Arquitecto del Universo al progreso y bienestar por sus infinitos recursos naturales y por el talento de su juventud, una clase trabajadora esclavizada en un sistema sin derecho a contratos colectivos, a libertad sindical o al derecho a la protesta.

Pero ya lo dijo Lavoe, «todo tiene su final» y es el 2012 el año de la oportunidad para lograr el cambio necesario. Otra vez la palabra cambio alimenta la esperanza y las ilusiones de un electorado decepcionado de tener promesas vacías, retóricas huecas, revanchismos estériles y sueños en maquetas. Es hora de acabar con esta historia inventada de héroes de caballitos, en la cual convirtieron a Páez en traidor y a Zamora en «Vicario de Bolívar».

Como en el 93 y el 98, los venezolanos hoy clamamos por CAMBIO. Pero, ¡cuidado! Ese cambio, que hoy apunta hacia un cambio de generación pudiera ser otro fallido ensayo y error de las maquinarias de mercadeo político que nos venden un país emergiendo de las manos de líderes inexpertos. sin burdel político, sin los cojones adecuados para someter a los intrusos insulares que pretendan equivocar su pelea de plaza y sin el roce internacional para contar con el apoyo inmediato del mundo democrático.

La juventud es entusiasmo, energía, fuerza y valentía. Eso es necesario, pero tal vez no es suficiente garantía de éxito en la empresa de reconstruir un país desde sus cenizas. Debemos ser precavidos de los cantos de sirena entre quienes creando puentes y alianzas con la sinverguenzura genética del político de oficio, se esconde en los disfraces de un sector minoritario de la democracia opositora, quienes no comprenden el alcance verdadero de la palabra CAMBIO, ni el tortuoso camino para alcanzarlo.

En el 2012 no hay cabida al error, no hay extrainning, si nos equivocamos perdemos y por esto necesitamos valorar a cada uno de los aspirantes al proceso primario con criterio sensato, objetivo y definitvamente constructivo. Argumentos banales de «viejo», «feo», «mujer», o «no se pero no me cae» no tienen espacio en este histórico momento. En esta suerte de baremo podemos perder lo que nos queda de democracia y convertirnos en un Haití con petróleo!!!

Es por esto que en un mensaje de Fin de Año, invito a todos los venezolanos, a participar activamente en un proceso que no puede ser ajeno a nuestro futuro, que no puede ser indiferente a nuestro destino, que no puede ser ignorado por cualquier excusa trivial. Analicemos con sensatez que Venezuela no necesita un candidato, necesita un líder para
que nos lleve hacia el inmenso sacrificio de reconstruir nuestra sociedad, de unir a nuestro pueblo de nuevo, sin rencores y sin impunidad, de volver a repartir bienestar a todos por igual, de repatriar a miles de valiosos compatriotas, de regresar a los militares a sus cuarteles sin ideas panfletarias de comunismos jurásicos, de recuperar nuestro territorio en su íntegra acepción, de entender que la educación es un compromiso de inserción social como derecho y no como herramienta clientelar.

¡No podemos fallar! En Febrero, el candidato debe ser quien esté realmente preparado para serlo, quien encare la autoridad para restablecer el orden y la visión de un pueblo unido. ¡Merecemos ser libres, prósperos y realmente soberanos!

¡Feliz Año 2012!

Gabriel Reyes

@GreyesG