Negligencia criminal por José Vicente Carrasquero A.
Negligencia criminal por José Vicente Carrasquero A.

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En varias ocasiones he dicho que el elemento que mejor explica el desempeño de los gobiernos que hemos tenido desde 1999 es su ausencia absoluta de escrúpulos. Eso explica su disposición a violar la constitución, desconocer cualquier ley, cambiar sobre la marcha las reglas de juego, etc.

Cuando no se tienen escrúpulos, se hace muy fácil ser negligente. Al final, no importan las consecuencias nefastas que produce la apatía. La falta de escrúpulos los hace indolentes al sufrimiento de millones de venezolanos que hoy padecen la peor calidad de vida de continente medido por el parámetro que se quiera usar.

Producto de esta negligencia es que se anuncia un racionamiento del servicio eléctrico para la mayoría de la población. Sesenta mil millones de dólares después, el parque de generación eléctrica de Venezuela es una verdadera vergüenza universal. Cuando no se tiene escrúpulos, no se tiene empacho para decir que la culpa de este racionamiento es la sequía asociada al fenómeno natural El Niño, tan viejo como el planeta tierra, y que esta ausencia de precipitaciones a su vez produce déficit de producción de energía.

Lo lapidariamente cierto es que ningún país de la región ha anunciado racionamientos de energía de esta magnitud a causa del fenómeno antes mencionado. Países no favorecidos por ingresos mil millonarios provenientes del petróleo supieron ser previsivos y tomaron medidas para generar electricidad suficiente para su población, independientemente de los rigores del clima.

Durante estos días hemos visto los desastres generados por las fuertes precipitaciones que se dieron sobre el centro del país. La negligencia cobra nuevamente víctimas. Decenas de personas vieron sus vehículos ser arrastrados por los torrenciales ríos que se formaron por falta de limpieza y adecuación del alcantarillado. Muchos vieron sus casas anegadas y sus enseres dañados. Me hizo recordar al colega que en oportunidades como esta decía que gracias Dios en Caracas no caía nieve.

La inescrupulosa negligencia tiene, en el caso venezolano, dimensiones de genocidio en términos de muertos. Provocado por la apatía e indolencia de un gobierno para el cual la vida no representa valor alguno. La violencia criminal ha cobrado en lo que va de siglo más de 200 mil vidas en una Venezuela en la que los asesinatos no son investigados y mucho menos castigados. Vivimos una guerra de baja intensidad que el gobierno prefiere no mencionar pero que mantiene a la población venezolana bajo estado de sitio.

La negligencia del gobierno en salud no tiene precedentes en los anales de la historia moderna. Cuando Chávez llegó al poder se quejó porque a la gente le pedían sábanas cuando eran hospitalizadas. Diecisiete años después la situación es verdaderamente calamitosa. Vemos niños morir por falta de anticonvulsivos, personas languidecer indefensas ante la ferocidad del cáncer que no espera, diabéticos que recorren farmacias y centros asistenciales en búsqueda de medicamentos que en otros países se encuentran con absoluta facilidad. Las colas también se hacen presentes en los hospitales públicos, pacientes esperan fecha para una operación quirúrgica de la cual depende la supervivencia.

La negligencia de la defensoría del pueblo y la fiscalía en estos casos es verdaderamente criminal. Al no investigarse las muertes por falta de medicamentos, las mismas no se castigan y entramos en un círculo vicioso en el que termina siendo normal que una persona muera por la desidia del gobierno en materia de salud.

No se terminaba de enfriar el cuerpo de Chávez cuando ya los periodistas de todo el mundo indagaban sobre el legado que dejaba a Venezuela. En una entrevista, que evidentemente no fue publicada, alegué que para contestar esa pregunta había que esperar algún tiempo. Y estos últimos tres años me dieron la razón.

El legado de Chávez está en plena construcción. Tiene como eje explicativo fundamental una ausencia total de escrúpulos. De ese eje se derivan la mayoría de los males que estamos sufriendo. En mi opinión, los más perniciosos son la corrupción y la negligencia.

Es la negligencia la que nos ayuda a entender los racionamientos de agua. No se agregaron suficientes reservorios en la medida que la población iba creciendo. Esto aunado a una administración manirrota de los embalses en los cuales no se ahorra vital líquido para momentos de escasez.

Es la negligencia la que mejor explica las colas para comprar comidas. El gobierno ha preferido honrar los pagos de la deuda externa. El pueblo puede esperar y seguir pasando hambre y necesidades. Eso explica que el cenizoso Arreaza declare que los venezolanos estamos preparados para el racionamiento.

Es negligencia criminal que los hampones estén mejor armados que los policías. Ese decreto de Chávez desarmando a los cuerpos de seguridad también sacó a relucir lo que es parte de su legado: la cobardía. La misma que lo llevó contratar empresas internacionales para construir viviendas. Y la cobardía tenía un denominador común, el miedo a un golpe de estado.

Negligencia es la razón por la cual, nuevamente, la caída de los precios del petróleo nos deja sin recursos para seguir adelante y con una inmensa deuda externa que consume lo poco que producimos. Porque también por negligencia no se invirtió lo necesario para robustecer la producción de petróleo y así poder enfrentar los momentos de vacas flacas y no tener que ir a rogar a los demás productores que no bombeen más hidrocarburos.

Negligencia criminal que nos tiene al borde de la explosión social mientras un presidente que no tiene nada que ofrecer en términos de soluciones se empeña corruptamente en mantenerse en el poder.

 

@botellazo