Somos un país de mineros por Gerardo Blyde
Somos un país de mineros por Gerardo Blyde

Monedas

 

Mientras la mayoría de los países productores de petróleo, incluyen-do a nuestros socios OPEP, ahorró e hizo inversiones productivas durante todos estos años en los que las vacas estuvieron gordas con la convicción de que tarde o temprano algo sucedería que haría que los elevados precios petroleros descenderían, los gobernantes revolucionarios en Venezuela se dedicaron a despilfarrar nuestros extraordinarios ingresos petroleros, a subsidiar economías foráneas para comprar solidaridades e, incluso, a endeudarnos más allá de lo racionalmente permitido, para mantener esta fantasía de estar viviendo una revolución exitosa.

La desgracia está en que ésta no es la primera vez que nos sucede algo parecido. Tal como reza el dicho «el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra», Venezuela tiene el vergonzoso récord de haberlo hecho más de una vez. «La Gran Venezuela», proyecto de crecimiento acelerado de nuestra economía durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, que disfrutó de un incremento importantísimo del precio del barril petrolero para la época, no solo ingresó al sistema todo el superávit de renta petrolera, sino que también permitió, estimuló y ejecutó un brutal endeudamiento externo tanto público como privado.

Patriota

Duro crítico de aquella política lo fue Juan Pablo Pérez Alfonzo, verdadero patriota defensor de lo nuestro, conocedor profundo del mercado petrolero mundial, a quien le debemos entre otras muchas cosas, la creación de la OPEP. Bautizó en aquellos tiempos de CAP a «La Gran Venezuela» como un desastre y nos dijo que nuestro desarrollo estaba comprometido. Toda su tesis, que resultó cierta, la denominó «El efecto Venezuela», indicándonos las negativas consecuencias que tendría para nuestro país la abundancia de recursos fiscales y financieros originados por la creciente renta petrolera administrada de manera completamente ineficientemente, sin que se «sembrara el petróleo», como lo pedían Uslar Pietri y algunos otros que no se dejaron encandilar por la súbita riqueza.

Ya en su retiro, luego de advertir alarmado la errada política petrolera y, por ende, económica que implementaba CAP I, al malbaratar gran parte de la renta petrolera e inyectarla de golpe a la economía nacional enfermando de «riqueza nueva» a todo un país, dedicaba los sábados por la mañana a recibir a jóvenes -muchos periodistas- con los cuales sostenía largas conversaciones en las cuales analizaba al país.

Conversación

Uno de aquellos jóvenes fue el periodista Manuel Felipe Sierra, quien sostuvo con él esta conversación que tomamos prestada de una de sus bien narradas columnas:

«Otra mañana le pregunté hasta dónde el ‘Efecto Venezuela’ no tenía que ver con la propia naturaleza del venezolano. ‘Le voy a contar una anécdota’, me dijo mientras nos sentábamos en un muro. Refirió que siendo ministro de Fomento se descubrió en Guayana el diamante más grande del mundo. La noticia recorrió el planeta y el afortunado minero llamado Jaime Hudson fue objeto de varios homenajes y el diamante fue bautizado con su nombre de batalla: ‘Barrabás’. En el exilio, Pérez Alfonzo siguió las noticias sobre la suerte de la joya que era exhibida en una exclusiva tienda de la Quinta Avenida de Nueva York. A su regreso y siendo ministro de Minas e Hidrocarburos, la secretaria le dijo un día que un personaje que decía llamarse ‘Barrabás’ insistía en una audiencia. Pérez Alfonzo dio instrucciones que se la concediera. El día y a la hora convenida entró a su despacho un hombre convertido en una deplorable estampa de pobreza. Pérez Alfonzo le inquirió qué había pasado con el famoso diamante porque hasta ese momento pensaba que él era un próspero hombre de negocios. Hudson le hizo un relato de sus fracasos que lo condujeron a trabajar como portero en un prostíbulo en la selva. Cuando le preguntó a que obedecía su visita, Hudson le contestó: ‘Ministro, quiero que me ayude con una concesión para buscar diamantes y le garantizo que en menos de dos meses encontraré un diamante más grande y precioso que el Barrabás’. Pérez Alfonzo se levantó con una palmada en mi hombro y exclamó: ‘ve usted, somos un país de mineros'».

En la década de los 70 Venezuela, al igual que le sucedió antes a Hudson, encontró su «Barrabás» que no solo mostró al mundo, sino que también despilfarró. Seguramente Hudson nunca volvió a encontrar un segundo diamante. Venezuela sí lo hizo, uno aún más grande y valioso que el primero, y nuestros gobernantes lo volvieron a despilfarrar.

El paquetazo rojo, que apenas asoma esta semana sus primeras medidas, nos hace pensar que de estar hoy vivo Pérez Alfonzo, nos volvería a dar una palmada a todos en el hombro y nos diría «vean ustedes, seguimos siendo un país de mineros».

 

@GerardoBlyde

El Universal