Lección Aeroportuaria Sobre Mazapanes Toto Aguerrevere - Runrun
Lección Aeroportuaria Sobre Mazapanes Toto Aguerrevere

A mí me da miedo quedarme encerrado dentro de un freezer. No sé cómo carrizos podría suceder pero por lo menos ha evitado que no sea carnicero. Un lago lleno de cocodrilos me aterra también. Y hay días en los que pienso que sería malísimo que me cayera el ventilador del techo encima. Pero nada me da más miedo que la aduana de un aeropuerto.

No sé porque me pasa pero me siento terrorista y medio cada vez que paso por un aeropuerto. Le temo al cuarto de revisión y a que me pregunten algo que no sepa contestar. No me gusta la autoridad. Si alguna vez me mandan a la cárcel, moriré de la depresión en el carro policial. «¿Dónde está el acusado?» «Ah no, ese se cagó con la sirena.» Por ahí van los tiros.

Este síntoma lo saben todos mis conocidos. Cuando digo todos es que hasta la tía abuela del ex esposo de una prima que vive en Tumeremo lo sabe. Yo he explicado hasta la saciedad que no llevo encargos al exterior por esta razón y la gente me lo ha respetado. Pero cuando se trata de encargos para la familia, a la única que le saben a ñoña mis pendejadas es a mi mamá.

Para el matrimonio de unas primas que viven en Panamá, la mamá pidió que si por favor le podíamos llevar de encargo “los mazapanes de Mechita Baldó”. Mechita Baldó es una señora que hace unos mazapanes sensacionales que se ven en todos los bautizos, matrimonios, primeras comuniones y todo evento donde pegue una almendra y un lazo vino tinto. Son de todos los colores y en verdad si no están los mazapanes de Mechita, esa fiesta quedó piche.

El problema surge cuando a mi se me notifica que hay que llevar 300 mazapanes de Mechita Baldó dentro de mi maletín de mano porque no caben en otra parte. Imaginen la aguja de un carro recalentado para que entiendan mi nivel de estrés cuando mi mamá me dijo eso.  Le explico que con todo gusto lo meto en mi maleta pero que en el maletín de mano no lo puedo llevar.

Mi mamá me regaña y me dice que los postres son delicados y que se tienen que llevar en la mano porque si se aplasta uno entonces el matrimonio no va (a mi mamá le encanta un drama). Nuevamente le ofrezco  ir con mi maleta vacía, y que si quiere metemos hasta a Mechita dentro pero que si los llevo en la mano nos van a parar inmediatamente.

-¿Cómo nos van a parar si vamos a un matrimonio?, me dice mi mamá.

-¿Y el Guardia está invitado al matrimonio acaso?, le respondo yo.

-¡Ah no seas ridículo, chico!

No digo más nada. Toda conversación con mi familia donde yo tengo razón se termina con “¡ah no seas ridículo, chico!” Una vez busqué la palabra ‘ridículo’ en el diccionario. “Que por su extravagancia produce risa”. Ahí concluí que mi familia jura que yo lo que soy es una piñata.

El día antes de nuestra partida, los mazapanes de Mechita llegan a mi casa y son depositados a la fuerza en mi maletín de mano. 300 mazapanes metidos en cajas de pizzas, forrados hasta la medula en papel Envoplast:

Veo las cajas de pizzas y digo lo inevitable:

-Nos van a parar…

-¡Ah no seas ridículo, chico!

Fast forward al aeropuerto… en una caja meto mis zapatos, la correa, el celular y las llaves. La hago rodar por la máquina de rayos X. Respiro profundo, volteo a ver a mi mamá, me despido de ella y meto el maletín de mano. Comienzo a contar. 1… 2… 3… 4…

-Amigo disculpe, ¿qué lleva usted ahí?

¿Quién es el ridículo ahora?

En la mesa de revisión de las maletas (En Venezuela no hay cuartico privado y la humillación es pública) le hago señas a mi mamá para que se mantenga alejada. Si voy a ser declarado terrorista tampoco es que voy a ser el terrorista que vino con la mamá. Pero por supuesto la señora que me parió no se aguanta.

Su primera frase es épica: “Señor, estos son unos mazapanes hechos porla Señora MechitaBaldó que van para un matrimonio en el exterior”. Esto se lo dice a un Guardia Nacional trajeado de verde oliva con un metro ochenta y dos de humanidad y ochenta y tres kilos de musculatura. Hago lo único que queda por hacer en esos casos:

-Señor, le presento a mi madre. Mamá, el Guardia.

El Guardia intenta balbucear alguna palabra pero no puede. Este es un señor cuya educación se basó en manejo de rifles y en detección de drogas y aquí viene una señora a hablarle sobre Martha Stewart. Decido intervenir como traductor. “Amigo, lo que la señora quiere decir es que estos son unos chicles comestibles que los estamos llevando a una fiesta”.

-¿Y qué es ‘Mechita’? me pregunta el Guardia.

-La señora que los hace señor, responde mi mamá. Usted se muere con lo que hace Me…

-Mamá por los clavos del mazapán cierra el pico, le imploro.

El Guardia voltea una de las cajas de pizza una y otra vez. “Pero disculpa es que los tengo que abrir”, dice, más resignado a la curiosidad de ver qué es un mazapán que a seguir cuestionándonos.

Mi mamá le dice: “ay señor, tan bien que están forrados…” A mi mamá le fascina un forro.

El Guardia me entrega una navajita pequeña y me pide que corte una de las cajas.

-Con cuidado, Toto con cuidado, me aconseja mi mamá. Mira que después ¿cómo hago yo para forrar eso tan bien como lo forró Mechita?

Gracias a Dios el Guardia interrumpe: “Ciudadano disculpe. En serio, ¿quién es Mechita?”

Le quito el Envoplast a la caja y se la entrego. Adentro hay mazapanes en formas de pera perfectamente ordenados por colores verdes y anaranjados. El Guardia no sabe qué hacer. Yo tampoco la verdad. ¿Qué hace uno con un mazapán terrorista?

El Guardia decide echar un cuento. No hay nada más que le guste a un guardia que un cuento. Ahora que lo pienso, mi mamá ha debido ser Guardia.

-Es que no saben, esta mañana paré a un tipo con cocaína dentro de una guitarra. La cosa está difícil y esto es comida…”

Mi mamá le interrumpe: “no señor esto no es comida, esto es una delicia. ¿Cómo va a haber cocaína aquí adentro si estos son los mazapanes de Mech…. Es más pruébelo, pruebe uno, pruebe que le estoy diciendo que se va a morir.”

Cocaína. Comer. Morir. Grandes palabras mami, grandes.

Dudando, el Guardia comienza a tocar uno de los mazapanes anaranjados.

-Ay no señor, ese no. El verde es más rico.

Suficiente. Agarro un mazapán y le digo al Guardia: “mira cómo es imposible que esto tenga perico”. Comienzo a masticar. El Guardia me ve incrédulo.

“Uhmmmm” dice mi mamá como si esto fuera un comercial de espagueti.

Y el Guardia, con toda la seriedad del mundo, me dice: “¿en serio te lo tragaste?”

Y yo, con toda la seriedad del mundo, le abro la boca para que me vea hasta la campanita de la garganta y le digo: “AAAHHHHHHH”

-Pasen señores, que tengan buenas tardes.

Le tengo un absoluto miedo a la autoridad. Absoluto. Pero que nadie diga que un Guardia Nacional no aprendió esa mañana sobre mazapanes. Y que mi mamá no tiene peros para contarle a quien sea de qué trata un encargo de Mechita Baldó.-

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Cinco horas después. Aeropuerto de Tocumen, Panamá. Interior de un cuarto de revisión.

Guardia: ¿Lleva alimentos en esta maleta?

Mamá: NOOOOOOOOOO

Guardia: ¿Y qué son estas cajas de pizzas?

Mamá: Ah no señor, eso son mazapanes. Eso es otra cosa distinta. Venga que le echo el cuento del matrimonio de mis sobrinas…

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Cuarenta y ocho horas después. Matrimonio. Mesa lateral “B”.

Los mazapanes yacen en todo su esplendor sobre unos árboles en miniatura. Mientras mi mamá dice “qué bellos… es que Mechita se botó…” yo hago un minuto de silencio por los cuatro mazapanes que ya no están con nosotros. Uno que fue consumido en Maiquetía y tres en Tocumen. Paz a sus restos. Murieron por una causa noble.-

Por cierto, los mazapanes de Mechita son solo parte de los postres que vende con su compañía Le Petit Four. Su página web es: Le Petit Four y también está en Facebook.

Toto Aguerrevere

@totoaguerrevere