El rey de los cholulos - Runrun
Juan E. Fernández May 23, 2021 | Actualizado hace 6 días
El rey de los cholulos

Ilustración de Alexander Almarza, @almarzaale

@SoyJuanette

Antes de avanzar con mi columna de esta semana, quiero hacer una aclaratoria, que a la vez enseñará a mis lectores en Venezuela, y el resto de Latinoamérica, qué significa el término “cholulo”.

Según el diccionario, la palabra cholulo describe a una persona que manifiesta un interés o admiración desmedidos por la gente del ambiente artístico, especialmente del mundo del espectáculo.

La idea que inspiró este artículo fue una caricatura de Tute, donde se me ve a mí el día que muera y vaya al cielo:

El rey de los cholulos, por Juan E. Fernández “Juanette”

Dicho esto, paso entonces a explicar por qué podría ser yo el rey de los cholulos: todo comenzó en el año 2000, durante el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana. En ese lugar un Juanette de 21 años se topó en el malecón de La Habana, en el Hotel Nacional y en el teatro Carlos Marx, con grandes figuras del cine, como Beatriz Valdés, Cecilia Roth, Gastón Pauls, Gabino Diego, Pedro Almodóvar, Ariadna Gil, Malena Solda, entre otros. Y además tuvo la fortuna de conocer (y hasta de emborracharse) con Miguel Littín y Eliseo Subiela.

Entiendan algo, para un joven que nació en un país donde el cine latinoamericano no era moneda corriente, estar en un festival internacional de cine y encima encontrarse con todas estas celebridades era un gran logro.

En ese festival me tomé fotos con Raquel y todo aquel, y fue donde nació mi cholulismo. La verdad podría decir que soy cholulo crónico, pues llevo años sufriendo de esto. Además que, al ser periodista desde muy chico, pude entrevistar a políticos, deportistas, artistas, un presidente (no el que yo hubiese querido), y hasta un nobel de literatura etc., y créanme, estar en contacto con ellos incrementó mucho más mi cholulismo. Pero eso no es solo mi culpa sino también de ellos, porque siempre después que los entrevistaba, siempre pedía hacerme una foto con ellos, y ninguno me dijo que no.

Ya sé que muchos colegas dirán “Juanette eso no es ético, y atenta contra las buenas costumbres del periodismo”, pero qué puedo hacer si es más fuerte que yo. Pero no todo ha sido malo. Gracias a mi cholulismo también he cosechado amistades que han trascendido el tiempo, como las de Reuben Morales y Laureano Márquez, quienes me metieron en este maravilloso mundo de la comedia.

A Laureano, por ejemplo, lo conocí poco después de mi regreso de La Habana. Yo ya trabajaba en DIRECTV y en una convención de ventas, en Puerto La Cruz, pude ver La Reconstituyente y ahí me tomé mi primera foto con él. Años después lo entrevisté en Kiss FM y papá me tomó mi segunda foto. Y bueno, el día de hoy ya somos amigos, e igual cada vez que viene a Buenos Aires nos tomamos fotos.

Mientras escribo esto, me doy cuenta de que tal vez el cholulismo puede ser hereditario, pues ahora que cuento que papá me hizo una foto con Laureano, recordé que él también era cholulo. Incluso peor que yo.

En una época papá fue mi fotógrafo. Recuerdo una vez fuimos a entrevistar a Nelson Bocaranda a la radio, y terminamos en el cumple de Erika de La Vega. Creo recordar que papá sostenía la torta mientras Erika soplaba las velas. Ese día fue épico. ¿Cómo llegamos ahí? Papá le preguntó a Erika (sin conocerla) “¿Hoy es tu cumpleaños? Pero yo no le veo la torta”; a lo que De la Vega le contestó “Pero claro señor, ¿se quiere quedar? Y así terminamos cantando el cumple.

Otra de las anécdotas cholulas de papá ocurrió una noche cuando me acompañó a cubrir una fiesta del Miss Venezuela. Y mi viejo terminó dándole consejos a un cantante para que pudiera comprarse un auto cuando “se hiciera famoso”… Ese joven era Daddy Yankee, pero mi viejo no tenía ni idea, acá puedo identificar que papá incluso era cholulo de forma inconsciente.

El cholulismo inconsciente es como una fuerza de atracción que te lleva siempre hasta las celebridades para que las conozcas. De hecho, a mí me pasa que les conozco, los entrevisto y hasta terminamos tomando un café; es algo muy loco. Recuerdo una vez que entrevisté a Oscar Yánez, quien originalmente me dijo “tengo una hora disponible” y terminamos hablando por más de 4 y hasta me dio consejos de redacción. O aquel almuerzo en el Marriott de Caracas con el periodista José Levy de CNN, con quien terminé comprando medias en el Centro Lido. Y qué decir del periplo por areperas que hice con Patricia Janiot en unas elecciones.

Ya en tierras argentinas, me topé una vez con Eduardo Blanco en la confitería Ouro Preto, le pedí una foto y al preguntarme por Venezuela, terminamos conversando y tomando un café. También me crucé a Ricardo Darín, pero estaba en la puerta de un geriátrico por entrar a ver a su madre… ahí descubrí que yo seré cholulo, pero tengo códigos, así que solo lo saludé.

Pero lo más cumbre que me pasó hasta ahora fue audicionarle en la puerta del teatro Maipo de Buenos Aires al primer actor español Imanol Arias, quien también me prometió un café la próxima vez que venga a Buenos Aires. Acá hago dos lecturas: o él sabía que venía la pandemia y que no iba a volver, o estaba completamente seguro de que no iría yo a Madrid. Lo digo porque fue enfático cuando dijo “La próxima vez que venga a Buenos Aires…”. 

Tal vez se pregunten si, al haberme fotografiado con tanta gente, llega un momento en que se te aplaca el cholulismo, pero la respuesta es no. De hecho, ahora mismo tengo tres fotos pendientes que me gustaría lograr, la primera es con Andreu Buenafuente, con quien me he cruzado algunos correos y es muy buena onda, pero la foto con él no la tengo aún; con Raúl Cimas (Dale Xen Subirats, así sea un video de cada uno por mi cumple, tío). Y el otro personaje es el más grande de nuestro rock nacional (no, no es Asier), Charly García.

Así que si algún lector conoce a Charly, a Cimas o a Andreu y hace que alguno me mande saludos el día de mi cumple (que es el 28 de junio), le regalo todos los libros de mi autoría, es decir el No se puede vivir sin humor, el que está por salir, y los otros 3 o 4 que pienso escribir antes de que me tomé una selfi con Dios.

No se puede vivir sin humor

No se puede vivir sin humor

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