El populismo y la demagogia, por Carlos Dorado
El populismo y la demagogia, por Carlos Dorado

Das Zeitalter des Perikles / Foltz

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”, -dice un viejo refrán español-, y que sería muy adecuado para explicar las raíces del populismo y la demagogia; que acaecieron hace cuatro siglos antes de Cristo, y creados por los mismos padres que dieron luz a la democracia.

El imperio ateniense fue un imperio básicamente marítimo, con una hegemonía mundial importante. Sus finanzas públicas rebosaban de dinero, producto de un intercambio comercial marítimo considerable. Ese boom económico sirvió para crear una nueva profesión: La Política; a través de la instauración de la democracia.

Una democracia que requería de que algunos ciudadanos, se dedicasen exclusivamente a ocuparse de administrar los bienes públicos, y a planificar el futuro del pueblo a través de la elaboración de leyes. Para esto les asignaron un salario lo suficientemente bueno, como para no tener que preocuparse más por su profesión y el sostenimiento económico de sus hogares.

¡Es Atenas la madre de la democracia, y quien le sacó el poder tiránico y dictatorial a una persona y se lo dio al pueblo!

Así comenzó a formarse una llamada clase política, cobrando por ser políticos a tiempo completo, y representando al pueblo que les pagaba, previo a haberlos elegido. ¡Hasta aquí todo parece normal! Ahora bien, a medida que los ciudadanos sienten que dedicarse a la política conlleva menos trabajo y más beneficios, el número de personas que se querían dedicar a la misma iba creciendo.

Sistemáticamente, los ciudadanos comienzan a abandonar sus profesiones para dedicarse a la política como medio de vida, siendo sustituidos por los esclavos en las tareas agrícolas, artesanales, comerciales y obras públicas. Todos quieren el poder; pero el mismo lo daba el pueblo, y debían de ser electos por éste.

Sin embargo; y a pesar del boom económico, la preparación del pueblo no contaba con esa capacidad de análisis y raciocinio que les pudiese garantizar que iban a elegir a los mejores y más preparados para ser sus representantes en la administración de sus bienes y en la elaboración de sus leyes.

Así se convirtió a la gran democracia ateniense en caldo de cultivo para oradores hábiles y sin escrúpulos, quienes no tenían otro interés que lograr vivir del erario público, sacando y apoyando las propuestas que les interesaban, y vendiéndolas de forma que el pueblo quisiera comprarlas.

Sus técnicas de convencimiento consistían en alabar y halagar al pueblo como fuera, con tal de lograr sus fines, y no tardaron en ceder al soborno y a la corrupción para mejorar sus vidas y tener recursos que pudieran dedicárselos a mantenerse en el poder. ¡Sólo les interesaba éste, y el mantenimiento de su estatus político!

Dentro de este contexto; triunfar en política consistía en cultivar una imagen, tener un discurso rico en promesas y en garantías de un porvenir mejor; transformándose así la política en una competencia por conseguir la aprobación de las masas, sabiendo que el análisis de éstas era muy superficial, poco analítico y sobre todo, de naturaleza emocional.

El hábil, el orador, el demagogo, el prometedor, fue imponiéndose y haciéndose cada día más profesionales de una nueva profesión. ¡Fueron estos precisamente, los padres de la política del populismo y la demagogia!

Lo que llama poderosamente la atención es que han pasado miles de años desde el nacimiento de la misma, y sigue tan vigente como el primer día que se concibió.

cdoradof@hotmail.com