Carta a un hijo que se casa, por Carlos Dorado - Runrun
Carta a un hijo que se casa, por Carlos Dorado

matrimonio

¡Sabía que este día llegaría! Ya quieres compartir tu vida, con alguien que tenga la capacidad de soñar contigo. Ya elegiste a una persona, para que te acompañe durante ese largo  camino que es la vida. De esta decisión que tomaste hoy de casarte, dependerá buena parte de tu felicidad o de tu tristeza.

Quiérela por lo que es, y no por lo que quieres que sea, y que ella te quiera por lo que eres, y no por lo que quiere que seas. Respétala y que te respete, admírala y que te admire, valórala y que te valore. Ámala por sobre todas las cosas; y especialmente, por encima de las materiales. Las personas fueron creadas para ser amadas, y las cosas fueron creadas para ser usadas. La razón por la que el mundo está en caos, es porque las cosas están siendo amadas, y las personas están siendo usadas.

El físico atrae, pero la personalidad y la admiración son las que enamoran. Es el primer paso para querer a alguien; e irónicamente, también lo es cuando se deja de querer a esa persona. Sé fiel a tu esposa, en la misma medida en que te gustaría que ella te fuese fiel a ti, y no le hagas aquello que no te gustaría que te hiciese. ¡Nunca la hieras con las palabras: es una de las formas más mezquina de humillarla!

Dialoguen tanto como puedan, ya que si muere el diálogo, la relación más tarde o más temprano morirá con él. Pónganse en todo momento en el lugar del otro, tratando de entender sus intereses, y buscando áreas de acuerdo, más que de enfrentamiento, sin perder nunca las formas y la educación.

Aún y cuando los conflictos sean pequeños, hagan siempre el mayor de los esfuerzos por minimizarlos. Busquen compartir sus pasiones, ya que esa es la mejor forma de conocerse, haciéndose partícipes hasta de las cosas más insignificantes: ¡Menos es más!

Eviten los conflictos; pero aquellos que puedan tener, acuérdense siempre que es reconfortante escuchar al final de una discusión: «…pero te quiero…», en vez de decir: «Te quiero; pero…». Sin olvidarse nunca que perdonar es el acto más grande de amor; pero ganarte el perdón, es la responsabilidad más grande. Y cuando de consolar se trata, a veces vale más un abrazo y un silencio prudente, que mil palabras. Pequeños actos de amor dan enorme felicidad; y entre más armonía y amor siembren en sus caminos, más amor recogerán: ¡Causa y efecto!

Y si algún día, ya no encuentran motivos para amarse, apelen al recuerdo para repasar los motivos que les hicieron amarse; y no apelen al desamor, a la indiferencia, a la agresividad o a la infidelidad. En ese momento, donde el dolor de uno, ya no le duele al otro; y la alegría de uno, ya no alegra al otro; donde uno exige pero no ofrece, promete pero no cumple, y habla pero no escucha; dejen de sujetar lo que deben soltar. Vivan su duelo con dignidad, acepten sus fallas, bendigan sus aciertos, y sigan sus caminos con la cabeza en alto.

Es muy bello cuando una pareja recién casada habla con ilusión del futuro; pero es muy triste que transcurrido un buen tiempo, hablen con amargura del pasado. Qué maravilloso es poder ir más allá del deseo y haber encontrado una buena esposa, un buen esposo; pues ustedes quizás puedan conseguir muchas mujeres u hombres, o suficientes amantes; pero si Dios y su decisión los premia con un buen matrimonio, ese será el más bello regalo de boda que puedan recibir.

Carlos Eduardo e Isa: Que Dios me los bendiga, y los acompañe en este  camino que hoy decidieron recorrer juntos. ¡Su padre, que los quiere!

cdoradof@hotmail.com