¡Amantes con dignidad! por Carlos Dorado
Carlos Dorado Dic 07, 2014 | Actualizado hace 9 años
¡Amantes con dignidad! por Carlos Dorado

Enamorados

 

Les expongo el octavo y noveno mandamientos de las enseñanzas de mis padres, tomado del libro que recientemente publiqué: “Cartas a un hijo”

8.- ¡Conseguirás muchas mujeres, bastantes amantes, pero no necesariamente una esposa!

Uno de los pocos lujos que se daba mi madre, después de trabajar todo el día, era ver la novela de las nueve de la noche, y recuerdo especialmente dos que la marcaron, una de ellas era la titulada: “La Usurpadora” con Marina Baura y Raul Amundaray. Por cierto, años después conocí a Marina Baura y tuve la oportunidad de agradecerle todas las horas que había hecho sufrir y reír a mi madre. La otra fue “Amalia Batista”, una telenovela mexicana, allá por el año 1983, y de la cual, mi madre sustrajo una frase que anotó en un cuaderno, y que releía de vez en cuando: “Repíteme otra vez que la pareja del cuento, fue feliz hasta la muerte, que ella no le fue infiel, que a él ni siquiera se le ocurrió engañarla. Y  que a pesar del tiempo y los problemas, se seguían besando cada noche. Cuéntamelo mil veces, por favor: es la historia de amor más bella que conozco”

“Huerta sin agua, casa sin tejado, mujer sin amor y marido descuidado, son cuatro cosas que lleva el diablo”  solía decir mi madre, a lo que mi padre siempre solía responderle: “El matrimonio es como la historia de los países coloniales; primero viene la conquista y luego se sueña con la independencia” ¡A mi madre no le gustaban para nada este tipo de comentarios!

Más allá de las ironías, elegir a la persona que nos acompañe durante ese largo  camino que es la vida, es una decisión  de la cual dependerá el 90% de toda nuestra felicidad o de nuestra tristeza; por eso debemos buscar una compañera que nos quiera por lo que somos, y no por lo que quiere que seamos; y que la queramos por lo que es, y no por lo que queremos que sea. Alguien que nos haga más fácil  y llevadero el camino. Que nos respete y la respetemos, que la admiremos y nos admire. Que nos valore y la valoremos.

Mi madre solía decirme:”Carlos, quien no sabe valorar un gran amor, no sabe qué es vivir, y si no lo sabe; no merece compartir la vida contigo”.

Es muy bello cuando una pareja recién casada habla con ilusión del futuro, pero es muy triste cuando pasado un buen tiempo, esa misma pareja habla con amargura del pasado. ¡Qué maravilloso es poder ir más allá del deseo y haber encontrado una buena esposa!

9.- ¡Los pueblos sin dignidad son rebaños, los individuos sin ella son esclavos de sí mismos!

La dignidad es el valor intrínseco y supremo que tiene cada ser humano, independientemente de su situación económica, social y cultural, o de sus creencias o formas de pensar; es el respeto que una persona tiene de sí misma, y el cual no hace nada que lo vuelva despreciable a  sí mismo, y a sus propios ojos. Mi padre solía decirme: “Fulano de tal es tan indigno, que ni a sí mismo se respeta”

En la habitación de la pensión donde crecí con mis padres, tenía pocos muebles, quizás menos de los necesarios; sin embargo, siempre estaba tan ordenada, tan limpia, ¡tan digna! Ellos no ganaban millones, estaban bien lejos de eso, y  quizás su trabajo nunca fue recompensado lo suficiente; sin embargo, su pobreza era una pobreza digna; ya que el valor principal de su vida no estuvo en lo que consiguieron, sino en lo que lograron ser con gran dignidad.

Por eso, debo reconocer a mis padres, todo lo que con mucha dignidad me enseñaron con su propio ejemplo, para que mi pasado no haya sido tirano de mi futuro.

¡Fueron grandes amantes de la dignidad!

 

cdoradof@hotmail.com