Cuidar también es luchar: la trampa invisible que perpetúa la violencia contra las mujeres en Venezuela
En el marco del Día Internacional de la Mujer, no basta con discursos sobre empoderamiento. Es momento de exigir acciones concretas para desmontar las estructuras que perpetúan la violencia de género

En Venezuela, hablar de violencia de género no es solo hablar de golpes, amenazas o femicidios. También es hablar de un sistema que deja a las mujeres sin acceso a salud sexual y reproductiva, que las ata a la sobrecarga de cuidados y que limita su autonomía económica, dejándolas sin salidas frente a la violencia.
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, la reflexión debe ir más allá de las denuncias sobre agresiones directas: urge reconocer cómo la negación de derechos esenciales—como la salud sexual y la corresponsabilidad en los cuidados—se convierte en un mecanismo estructural que perpetúa la violencia basada en género.
Cifras que muestran una realidad alarmante
Un estudio reciente de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (Avesa) evidencia cómo las mujeres con menor acceso a la salud sexual y reproductiva son más vulnerables a la violencia. Los datos son contundentes:
- 61% de las sobrevivientes de violencia tiene un acceso bajo o nulo a servicios de salud sexual y reproductiva, mientras que entre las mujeres que no han sufrido violencia, la mayoría (43%) tiene un mejor o mediano acceso a la salud.
- 80% de las mujeres acude solo una vez al año o nunca a consulta ginecológica, aunque 7 de cada 10 ha tenido patologías ginecológicas.
- 57% de los embarazos no fueron planificados, lo que limita la autonomía reproductiva y coloca a muchas mujeres en relaciones de dependencia.
- 32% de las mujeres sexualmente activas no usa métodos anticonceptivos, aunque 87% de ellas no desea tener hijos/as. En Lara, la cifra de necesidades anticonceptivas insatisfechas sube al 46%.
- 81% de las mujeres tiene conocimientos insuficientes sobre Educación Sexual Integral, lo que limita su capacidad para ejercer sus derechos y reconocer signos de violencia.
- El 58% de las mujeres ha sufrido violencia basada en género, pero el 79% no se reconoce como sobreviviente, lo que demuestra la normalización de la violencia en la sociedad.
El acceso a la salud sexual y reproductiva no es solo un asunto médico: es una herramienta clave para la autonomía y la prevención de la violencia. Sin información, sin acceso a métodos anticonceptivos y sin controles ginecológicos adecuados, las mujeres quedan en mayor riesgo de embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual y, en consecuencia, relaciones de dependencia donde la violencia puede volverse una constante.
Cuidar sin descanso: el peso invisible que atrapa a las mujeres
Pero el problema no termina ahí. Mientras enfrentan obstáculos para ejercer su salud sexual y reproductiva, las mujeres también llevan sobre sus hombros una carga de trabajo doméstico y de cuidados que las mantiene en condiciones de desigualdad y vulnerabilidad.
Los diagnósticos de Avesa en comunidades vulnerables de Táchira y Zulia realizados en el 2023 revelan que:
- Las mujeres invierten entre 14 y 16 horas diarias en tareas de cuidado no remuneradas: limpieza del hogar, preparación de alimentos, atención de niños/as, cuidado de personas enfermas o adultas mayores.
- 75% de ellas también trabaja fuera del hogar, lo que significa que muchas enfrentan jornadas de 18 horas diarias o más.
- El 68,5% de las mujeres casadas o en unión estable depende económicamente de su pareja masculina.
- Incluso después del divorcio, un 10% de las mujeres sigue dependiendo de su expareja, lo que las mantiene atrapadas en relaciones abusivas o condicionadas por el miedo.
Este desequilibrio en los cuidados no solo refuerza la desigualdad, sino que limita la posibilidad de que las mujeres puedan buscar ayuda, generar ingresos propios o romper el ciclo de la violencia. Cuando una mujer no tiene tiempo ni recursos para ella misma, es más difícil que pueda salir de una relación violenta.
El círculo vicioso: salud, cuidados y violencia
Los estudios de Avesa dejan en evidencia un patrón preocupante: a menor acceso a la salud sexual y reproductiva, mayor vulnerabilidad a la violencia.
- Las mujeres con peor acceso a servicios ginecológicos y anticonceptivos tienen un 22% más de probabilidades de ser sobrevivientes de violencia de género.
- Las que tienen mayores conocimientos sobre Educación Sexual Integral reportan un 17% menos de casos de violencia en sus vidas.
- Las que han participado en programas de corresponsabilidad de cuidados logran mayor autonomía económica y tienen mayor capacidad para salir de relaciones abusivas.
En comunidades donde se han implementado programas de redistribución de los cuidados, las mujeres han reportado cambios significativos:
- Más tiempo para su autocuidado.
- Mayor participación en actividades económicas.
- Reducción del estrés y la fatiga asociada a la carga de cuidados.
- Mayor capacidad para identificar y actuar frente a situaciones de violencia.
8 de marzo: Llamado a la acción
En el marco del Día Internacional de la Mujer, no basta con discursos sobre empoderamiento. Es momento de exigir acciones concretas para desmontar las estructuras que perpetúan la violencia de género.
- Garantizar el acceso a salud sexual y reproductiva en todos los niveles del sistema de salud, con énfasis en anticoncepción, planificación familiar, atención ginecológica y prevención de ITS.
- Implementar Educación Sexual Integral en escuelas y comunidades, como herramienta clave para la prevención de la violencia.
- Promover políticas públicas de corresponsabilidad en los cuidados, para que el trabajo doméstico y de atención a personas dependientes no recaiga exclusivamente sobre las mujeres.
- Ampliar el acceso a servicios de protección y apoyo a sobrevivientes de violencia, con enfoque integral que contemple salud, economía y autonomía.
Este 8 de marzo, la lucha de las mujeres en Venezuela va más allá de las calles. Está en sus casas, en sus cuerpos, en sus trabajos invisibles. Sin acceso a salud sexual y reproductiva, sin autonomía económica y sin un sistema que reconozca la importancia de los cuidados, la violencia seguirá encontrando terreno fértil para perpetuarse.
Cuidar también es luchar. Y luchar por una vida sin violencia implica garantizar que todas las mujeres puedan decidir sobre su salud, su tiempo y su futuro.
Fuentes:
- AVESA (2025) Claves para una respuesta integral: Cuidados, derechos sexuales y reproductivos, y violencia de género. En: Claves para una respuesta integral – AVESA
- AVESA (2023) Diagnósticos locales de Corresponsabilidad Familiar, Comunitaria y Social del Cuidado. En: Diagnósticos locales de corresponsabilidad familiar, comunitaria y social del cuidado – AVESA
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