La vejez política
La vejez política es un proceso de crecimiento intelectual, emocional y psicológico, pero también de quebranto y avería
La vejez es el último período de la existencia, natural o política, que se encuentra cercana con la inexorable muerte. Sin embargo, el progreso de la medicina la ha extendido. La que llaman séptima etapa de la vida de un ser humano es la ancianidad. De allí, un conjunto de consideraciones y leyes les son dedicadas. La vejez política es un axioma similar, pero los politiqueros no logran comprenderla ni aceptarla. Se creen inmortales, irreemplazables.
La ancianidad nos encuentra de incógnita, con cautela y sigilo como la sombra. Cualquier día miras al espejo y descubres el gris en la sien. Luego aparecen surcos en la cara, zanjas en la frente y extenuación en la mirada, que con enorme esfuerzo logra elevar la piel sobrante de los párpados. Exclamas con ansiedad y zozobra: “Ese no puedo ser yo”. Eres tú; con más años de cuando pisabas fuerte y el ocaso intruso te era lejano. No obstante, “lo importante es ser joven de espíritu”. Como si el ánimo, brío y energía no se resintieran cuando lo hace el intelecto, coyunturas, articulaciones y huesos. Como si el espíritu no flaqueara con el paso y peso del tiempo.
Es tonto criticar querer conservar espíritu joven; pero no tanto como para cometer la pendejada insensata de emular a jóvenes. Nadie tiene ni debe avergonzarse de llegar a viejo, es una etapa de la vida, la última, pero no por ello, la menos importante. No existe quien la iguale en sabiduría, plenitud, serenidad y sosiego. Es el final de un ciclo vital; madurez y cosecha de frutos de una vida.
La vejez política es un proceso de crecimiento intelectual, emocional y psicológico, pero también de quebranto y avería. Momento en el cual se hace un resumen, balance de lo vivido. Un período para disfrutar logros y rendimientos del trabajo, útiles para generaciones venideras.
El envejecimiento comienza al nacer. Afecta a todos y requiere preparación, constituye aceptación. Saber que envejecemos, tomar medidas para hacerlo bien y sacarle provecho, es un aspecto de la educación. Envejecer es dinámico, gradual, inevitable, natural e impreciso. Nos percatamos por el deterioro cambiante al espejo, la mirada del otro y la supresión; comienza y caracteriza por un declive del sistema corporal, la mengua natural de las células del cuerpo.
La prevejez es antesala en la que varias de las funciones corporales ven menguada de un modo más o menos drástico su capacidad para seguir trabajando como lo venían haciendo. Los patrones del sueño se alteran, disminuyen las horas para dormir. Aparece la digestión lenta, pesada, y la masa muscular comienza a atrofiarse. La menopausia hace presencia, generando alteraciones hormonales que afectan física y emocional. Se modifica el modo de pensar. Surge la tendencia melancólica y la vida se empieza a percibir a través de los recuerdos. Y los de actividad familiar, se exponen al síndrome del nido vacío, florece la soledad y el aburrimiento.
En la vejez “pura”, se consolida la debilidad de las funciones biológicas y estilo psicológico en la revisión de la retrospectiva, y experimentación de los recuerdos. Asoman problemas posturales y agotamiento de huesos, produciendo dolor e incluso incapacidad para realizar esfuerzos. Las contrariedades digestivas, se acentúan, así como el riesgo al percatarse de tipos de cáncer. La visión y audición se resienten. Y la geriatría comienza a tener pacientes por el deterioro mental o insolvencia de vivir de manera autónoma. La ancianidad supone un cambio cualitativo en la evolución física y psicológica. La fragilidad resalta y reduce autonomía. Complicaciones de salud continúan en progresión. El aislamiento social insiste, amistades decaen por fallecimientos y falta de independencia.
La política y los políticos tienen tiempos, etapas que deben considerar. Retirarse a tiempo es lo correcto, lo responsable. Demostración de inteligencia y sensatez, de valentía y coraje. El deber ser. Y si han fracasado, con más razón.
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