Unas burbujas son de champaña. Otras de miseria. Pocos venezolanos están en la primera
Unas burbujas son de champaña. Otras de miseria. Pocos venezolanos están en la primera. La mayorÃa se ubica en la segunda. Esto ocurre tanto dentro de nuestras fronteras, como fuera de ellas. Las burbujas internas siempre han existido. Las de compatriotas en el exterior son una novedad. ¿Por qué se formaron? ¿Quiénes son los responsables de esta situación? ¿Cómo deshacerlas?
Burbujas internas
Siempre habrá desigualdades. Lo repudiable es que las mismas sean tan grandes y que algunas sean producto de la corrupción. También es inaceptable que quienes tienen más sean indiferentes y no contribuyan a disminuir las desigualdades. Afortunadamente, en Venezuela tenemos numerosos ejemplos de empresas que han creado organizaciones sin fines de lucro que realizan una extraordinaria labor social. También hay personas que practican voluntariado en hospitales y otros servicios comunitarios.
A la par, muchos que pecan por egoÃstas o por ignorantes. Consideran, con razón, que por esfuerzo propio lograron el ascenso social. Constituyen un grupo relativamente reducido que pudo beneficiarse de las polÃticas de nuestros gobernantes en el perÃodo entre 1935 y el final del siglo XX. Lamentablemente, muchos otros quedaron marginados.
Entre los favorecidos hay quienes no se percatan que habÃa dos paÃses. Por un lado, el de las urbanizaciones, buenos colegios e ingresos que permitÃan viajar. Por el otro, el de los ranchos, educación deficiente e ingresos que solo permitÃan una alimentación precaria. Las desigualdades entre las ciudades y el medio rural siempre fueron abismales. ¿Hubo ascenso social en ese perÃodo? ¡Claro que sÃ!, pero muy por debajo de lo que ha debido ser.Â
Jubilados que pensaban tener una vejez más o menos digna están pasando grandes dificultades. Educadores, abogados y otros profesionales dependen de una remesa del exterior. Quien era pobre, es ahora más pobre. Hay otras burbujas que no son criticables. En ellas se encierran compatriotas que por seguridad o por tranquilidad espiritual requieren alejarse por un tiempo del mundanal ruido.
Burbujas en el exterior
No difieren de las anteriores. En unas se encuentran compatriotas con dinero mal habido. En otras, quienes trabajaron duro y ahorraron. Unos siguen pendientes de la situación polÃtica en Venezuela. Otros han pasado la página. Los profesionales jóvenes que emigraron han tenido que empezar desde muy abajo en su área de experticia o se han visto obligados a trabajar en lo que se les presente.Â
Quienes emigraron a paÃses desarrollados mejoran gradualmente y sus hijos tendrán más oportunidades. Los que están en los paÃses del sur tienen la desventaja de que a veces no son bien recibidos. Esta situación hay que entenderla y no culpar a los habitantes del paÃs receptor. Toda migración masiva ocasiona graves distorsiones. Reconozcamos los problemas que causamos y que, a pesar de todo, nuestros compatriotas son en general bien recibidos. También hay un problema de estabilidad polÃtica y económica. PaÃses hermanos que hace poco tiempo iban muy bien, hoy están próximos a un despeñadero.
Pinchar las burbujas
Hay que deshacer estas burbujas de miseria, asà como las de indiferentes que disfrutan de recursos bien o mal habidos. No es fácil. Para lograr una sociedad más justa, los gobiernos deben dedicar más recursos a la educación, a la salud y a la infraestructura, asà como crear las condiciones apropiadas para un crecimiento sostenible del sector privado. Ello implica abandonar la polÃtica del capitalismo de Estado, que solo ha producido empresas que tarde o temprano quiebran.
El sector privado es el que puede crear una riqueza perdurable que permita disminuir gradualmente la pobreza. Desde luego, ese sector debe actuar con responsabilidad social y el Estado debe velar por el respeto a las leyes. Además, corresponde al Estado introducir los correctivos necesarios para proteger a los grupos más vulnerables, sin caer en un asistencialismo extremo.
La quiebra de todas las empresas del Estado es una evidencia de que ese no es el camino. En el pasado hubo algunas exitosas, como Edelca, el Metro de Caracas y Pdvsa, pero fueron la excepción. Tarde o temprano tenÃan que sucumbir ante el clientelismo y la corrupción. Ojalá el sector polÃtico y la sociedad civil acepten esta realidad. SerÃa una ruptura con el pasado remoto y, desde luego, con el presente, que nos pondrÃa en la senda del desarrollo sustentable.
La reciente designación del nuevo Tribunal Supremo de Justicia, que es igualmente sectario y mediocre como el anterior, es una señal clara de que Maduro y sus compinches no están dispuestos a ceder fácilmente el poder. Quienes por inocentes pensaban que se puede cohabitar, tienen que haber aterrizado.Â
Para lograr el cambio, no nos cansaremos de repetir, se necesita una dirigencia con unidad de propósito, un acuerdo de transición y gobernabilidad por varios perÃodos presidenciales y que todos nos percatemos de que, salvo un imponderable deseable, no hay otra vÃa que la electoral; además, que en estos momentos se requiere un candidato presidencial que no tenga rechazo.
Si no pinchamos la burbuja interna nos asfixiaremo en ella. Si persiste la del exterior perderemos valiosos recursos humanos.Â
Legitimar la dirigencia democrática
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Como (habÃa) en botica
- Carlos Canache Mata acaba de publicar el libro Rómulo Betancourt, lÃder y estadista. Dada la estrecha relación entre ellos, el libro tiene que ser muy interesante.
- Mañana 4 de mayo será la presentación en Madrid del libro La Tumba, secuestro en Venezuela, del luchador y amigo Antonio Ledezma. Debe ser una importante contribución a la divulgación de los atropellos del régimen.
- La Fundación Empresas Polar sigue cumpliendo una loable labor. Felicitaciones a los cientÃficos ganadores del Premio Lorenzo Mendoza Fleury
- ¡No más prisioneros polÃticos, ni exiliados!
eddiearamirez@hotmail.com | 26 de abril 2022
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