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Opinión

Georgia on my mind

Georgia on my mind, por Julio Castillo Sagarzazu
Julio Castillo Sagarzazu
10/11/2020

@juliocasagar

En los años 60, Ray Charles logró colocar Georgia on my mind en los “top ten” del hit parade norteamericano por varias semanas. Se convirtió luego en uno de esos temas incunables  e intemporales. Habla melancólicamente de la vuelta a Georgia con la nostalgia que todos los seres humanos tenemos por regresar siempre a nuestras querencias y a nuestras raíces. Cuando Obama, por cierto, se hizo viral el video de un concierto en la Casa Blanca en la que enfocaban a los asistentes tarareando la canción con evidente emoción.

Hoy, 60 años después de su estreno, las miradas de los norteamericanos y quizás del mundo, volverán a Georgia, este próximo 5 de enero, como lo soñaba Ray Charles. Esto ocurrirá en caso de que se confirme la tendencia de no saber claramente el resultado de la elección para el Senado por ese estado, al no haber alcanzado ninguno de los candidatos el porcentaje que la legislación estadal exige para ser proclamado. Y haya entonces que hacer una nueva elección.

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¿Y por qué este resultado de Georgia es tan importante? Es muy sencillo. Se trata de dos senadores que podrían empatar o desempatar las cuentas para obtener mayoría en el senado norteamericano, que en este momento encabezan los republicanos por una o dos bancas.

¿Y que se juega con esta mayoría? Pues ni más ni menos que lo que podría ser la tendencia del gobierno de Biden, en caso que el candidato demócrata sea confirmado por los Colegios Electorales y proclamado por ese mismo Senado.

¿Y por qué la tendencia de un gobierno de Biden podría depender de esa elección? Sencillo también: si el partido demócrata gana los dos escaños y obtiene mayoría en el Senado, tendrá la tentación de no buscar alianzas que generen equilibrios; considerar que ganó sin atenuantes y  hacer que Biden, en lugar de negociar con los republicanos, lo haga con actores internos de su propio partido.

Si, resuelto lo de Georgia, los republicanos consolidan su ventaja en la cámara alta, pues entonces bajarían las apetencias demócratas de repartirse solos la torta de la victoria; y ello obligaría a concesiones que abonarían en favor de la atenuación del ambiente de polarización que se ha vivido en el país, en los últimos meses.

El descenso de ese clima le conviene no solo a los norteamericanos que tienen que prepararse, en los próximos días, no solo para dar la batalla de rescatar la paz y estabilidad de sus instituciones; sino que deben recuperar el espíritu de cuerpo para hacer frente a la pandemia del coronavirus que se ha cebado contra el país, hasta convertirlo en el líder de contagios a escala mundial. La superación de este clima es obviamente importante para el mundo. Se trata de la primera potencia del planeta y nada más peligroso que no pueda recuperarse la estabilidad en un país con las responsabilidades globales de los Estados Unidos.

Salir de donde se encuentran no será nada fácil. Están muy recientes las heridas abiertas en la campaña y aún flota en el ambiente el clima de enfrentamientos que dividieron familias y amigos durante los últimos meses. Estados Unidos vivió en carne propia, y en su tejido social, los efectos que tiene la aplicación de la tercera Ley de Newton. Cuando usted empuja con fuerza sobre un objeto, este tenderá a desarrollar una fuerza equivalente y, en sentido contrario, al que usted empuja. Trump, con su estilo, empujó a los norteamericanos a unos cambios con un estilo y un temperamento que hizo que una parte muy importante de los indiferentes en la política se despertaran para ayudar a empujar en contra suya y con ello a crear el clima de crispación del que hemos hablado.

Decía George Louis Leclerc, conde de Buffon, en su discurso de entronización de la Academie Francaise, que “El estilo es el hombre”; y, un viejo refrán anglosajón, que “El diablo está en los detalles. Trump pensó que su innegable trabajo en la economía, reduciendo el déficit de la balanza comercial con China, el estímulo al emprendimiento, los buenos números en el empleo y haber despertado el orgullo en muchos sectores de la sociedad por hacer “América Graet Again”, le harían invulnerable e intocable. Así, se comportó con descuido e incluso desprecio por sectores que no le eran afines. 

De alguna manera despertó un oso que invernaba, con todas las consecuencias que eso trae. Por eso es que los venezolanos solemos decir que “Hay que dejar quieto lo que está quieto” y que uno no “debe estar buscando lo que no se le ha perdido”. El día en que Trump declaró que él podía disparar a varias personas en la Quinta Avenida de Nueva York y que los norteamericanos de todas formas votarían por él, en realidad se estaba dando un tiro en el pie de los que se proponía disparar a otros.

Lo que todos queremos y, hacemos votos porque ello sea así, es que una sociedad con cimientos sólidos, y con una historia institucional muy fuerte, pueda metabolizar en corto tiempo los efectos de esta polarización que los venezolanos, con menos recursos institucionales, no hemos podido superar. A Biden, si llega a posesionarse de la Casa Blanca, le va la vida en ello. Por eso es que es muy probable que él mismo esté “ligando” que Georgia no le dé a los demócratas los dos senadores.

Es muy posible que, moderado como es, de orientación política y pareciera que de temperamento, en su fuero interno prefiera negociar con los republicanos antes que con Bernie Sanders o con Alejandra Ocasio Cortez.

Los venezolanos, que nos cortamos las venas con una pasión digna de mejor causa en estas elecciones norteamericanas, deberíamos tratar de poner en obra lo necesario para que no se desanden las cosas buenas que la administración de Trump puso en la mesa para presionar a Maduro. Pero también, de manera inteligente, deberíamos buscar la manera de cómo un nuevo clima de menos confrontación de Biden con Europa, y con muchos aliados de la democracia venezolana, puedan ayudarnos a destrancar caminos y senderos que no hemos transitado porque muchos pensaban que ayudar a nuestra causa era darle la razón a Trump.

Lo que va a pasar en los Estados Unidos pasará, sin que nosotros tengamos vela en ese entierro; pero si las cosas son como lo hemos descrito, también a nosotros nos convendrá, como a Ray Charles, tener a Georgia on our mind.

El fraude (microanálisis)

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