La histórica elección en EUA - Runrun
La histórica elección en EUA

@Vicevall

Para sorpresa de los observadores de la política en los Estados Unidos, entre los que nos contamos, el exvicepresidente J. Biden fue escogido como candidato demócrata a la presidencia en la elección que tendrá lugar en noviembre.

Prejuicios aparte, el Sr. Biden hasta la primaria del estado de Carolina del Sur no contaba en las encuestas donde el senador Sanders tenía las de ganar. Aquella noche del 1 de marzo todo cambió. El escenario que ya estaba vaticinado de una elección entre un Mr. Trump triunfalista mayormente por sus cifras de política económica interna y un senador Sanders arrastrando huestes juveniles, deseosas a toda costa de cambiar las estructuras conservadoras del capitalismo norteamericano.

Pero ese día fue más bien el coup de grâce a lo que casi todos imaginábamos porque la verdad es que ya estaba ocurriendo algo en aquel escenario. La pandemia estaba progresivamente creando efectos políticos, económicos y sociales devastadores en un año de elección presidencial. El virus surgido en China contribuyó a una improvisa transformación del mapa electoral. Ni siquiera lo hizo el impeachment.

En pocos meses la peste y diversas actuaciones han ido horadando la plataforma del candidato Trump, quien contaba con la “garantía” de que casi siempre el gobernante-candidato ha obtenido la reelección.

El batallador Sanders y la otra con opción, la senadora Warren, de pronto se esfumaron en los corredores de Washington y con ellos desapareció lo que prometía ser el debate del siglo sobre el sistema capitalista-liberal de EUA.

La sorpresiva y rápida evolución ha llevado al candidato Biden a ser ya el virtual ganador de la elección presidencial de noviembre, de acuerdo con las encuestas. Mientras, el candidato-presidente, cercado en medio de la peor pandemia en la historia de Estados Unidos, pareciera haberse dislocado de su zona de confort político.

En todo caso ha habido poco de campaña tradicional en ambos lados, aunque para mucho ya parece un final resuelto. Cuestión de tiempo. El candidato Biden tiene una ventaja alrededor de un porcentaje que pudiera ser infranqueable.

Pero creemos que la personalidad del presidente indica que no califica para la resignación sin pelear. Eso supone que el forcejeo sin cuartel seguirá en los próximos tres meses.

¿Hay alguna posibilidad de revertir esta situación donde, incluso en los estados que siempre han sido bastiones de los republicanos, el presidente perdería y, más aún, las dos cámaras del Congreso pasarían a control de los demócratas?

Contracorriente, nos parece que pudiese haber una oportunidad para evolucionar hacia un tercer escenario donde ambos candidatos se equiparen. Habrá debates. Creemos que la dialéctica pública puede ayudar a equilibrar la balanza en un país que cambia posiciones más por hechos que por ideologías, con la circunstancia particular de que en EUA los ciudadanos votan pero no eligen directamente.  

La situación es todavía más complicada. La observación indica que ese país esta profundamente fragmentado. La división del electorado no parece ser la tradicional entre republicanos y demócratas. Lucen más bien divididos entre los “pro-Trump” y “anti-Trump”, como señalábamos en un tuit reciente.

Teóricamente, el candidato Biden podría seguir en modo levitación, en espera del resultado canibalístico del enfrentamiento entre los bandos en pugna de Montescos y Capuletos, porque esta elección  tiene características  de antagónica y emocional hacia una persona, credo y estilo.

Pero digamos que nada de esto último, es decir un tercer escenario, ocurre. Supongamos que las estadísticas ganan, ¿cómo sería el vuelco “bidenesco” a la política exterior de Trump en términos generales? 

1. Lo primero es que podríamos suponer que se adoptaría una especie de extensión en sentido lato a lo que hemos calificado anteriormente como “la conciliatoria política exterior del presidente Obama”. En otras palabras, una actitud general de entendimiento con regímenes adversarios y en conflicto abierto.

Esto tiene amplias implicaciones sobre el futuro de las relaciones con Venezuela o, aun más, con el futuro de Venezuela.

2. Ello implica una reversión a la situación ex ante con Cuba y con Irán. No descartaríamos la reapertura de las embajadas, la reanudación de vuelos y de visitas de alto nivel (al estilo de la diputada por NY, Rep. Ocasio-Cortéz).

3. Irán. Podría ser la reformulación y ejecución del preciado acuerdo nuclear del secretario John Kerry y solicitar sus buenos oficios con Venezuela.

4. De allí se podría derivar un entente o entendimiento en el escenario sirio con Assad y Rusia.

5. China. Una vuelta cautelosa a la política iniciada por Nixon y Kissinger con la neopotencia del presidente Xi. Pero lo sopesarían, dado que la posición beligerante del presidente Trump parece haber calado hondo en ciertos sectores de la población y empresas, así como en ambos lados del estamento político en Washington.

6. La relación con Rusia podría sufrir un distanciamiento. La ambivalente posición de los últimos años hacia el presidente Putin y el antagonismo clásico natural con la otrora muscular Unión Soviética no permiten vislumbrar una relación favorable, pero podría haber un desmontaje progresivo de las sanciones personales y corporativas.

7. Por último, la restauración del “viejo orden” con los aliados europeos no se haría esperar.

8. Una vuelta a los mecanismos multilaterales de negociación y cooperación, mediante la reafiliación a organismos y tratados internacionales rechazados, como la Convención sobre Cambios Climáticos, la Organización Mundial de Comercio, la UNESCO, la Organización Mundial de la Salud. O sea, la reversión de lo que detractores de Trump llaman sarcásticamente “el retiro de EUA del mundo”.

A los efectos y limitaciones de este escrito, que ya pisa los terrenos del oráculo, cabe preguntarse en el mundo de Biden, con la variadísima izquierda norteamericana ahora con gran fuerza, ejerciendo enormes presiones, ¿como quedaría Venezuela?

Mucho tiempo ha pasado desde aquellos días del jocoso y quizá fortuito encuentro Biden-Maduro, vicepresidente y canciller, respectivamente. Días de popularidad a la Obama (a pesar de aquella firma del decreto declarando a Venezuela como amenaza a la seguridad de EUA).

Esa política exterior propiciaba encuentros de docenas de políticos y diplomáticos para que ensayaran formas diversas de una salida a la crisis política venezolana.

El presidente Trump ad nauseam ha implementado de forma y fondo mecanismos muy diferentes y diversos en su período. Los instrumentos predominantes hacia países con algún grado de conflicto han sido de carácter financiero-coercitivo-punitivo, personales-nacionales.

Pero volvamos al futuro. Con la llegada de Biden -siguiendo ese hilo hipotético- los mecanismos de Trump podrían ser desmantelados o podrían mitigarse por tipificar una era que dio vuelco en cuatro años a la política y estilo del binomio Obama-Biden.

Tampoco podrían volver al esquema anterior de Obama porque hay nuevas variables que tendrán que sopesar para establecer una política adaptada. Además, está claro que hasta ahora ha habido en general un consenso interpartidista al tratar el tema Venezuela.

En el caso de las sanciones, es de suponer que la mayoría de estas podrían ser levantadas; algunas de inmediato; otras paulatinamente.

Detengámonos en una importante; en aquella que tiene un efecto particular sobre un patrimonio estatal. Nos referimos a la sanción que ampara a CITGO. Se ha dicho que la empresa está “protegida”. La verdad es que hay una sentencia, pero hay una protección de naturaleza política temporal de la presidencia de EUA que abarca cualquier patrimonio público de Venezuela.

“ .. todas la propiedades e intereses propiedad del gobierno de Venezuela (sic) que están en los Estados Unidos… están bloqueadas y no pueden ser transferidas, pagadas, exportadas, retiradas, o movilizadas de cualquier manera.” …

De modo que la tal protección, insisto, de carácter temporal, pudiese ser levantada. Con ello se dan las condiciones para la ejecución de la sentencia: pérdida de propiedad de CITGO (si se subastan acciones más allá de lo adeudado a la antigua Cristallex).

El otro supuesto evidente sería que un gobierno de Biden mantuviese las sanciones y la protección temporal de CITGO continúe sin fecha hasta que cambien las condiciones políticas.

«Nada está escrito», parafraseando a T.E. Lawrence. Esta es una elección como pocas, y de alguna manera será vista como muy importante por su influencia directa en el devenir de Venezuela y para el resto del mundo.

El resultado de esa elección afectará el futuro de las relaciones internacionales en general.

Otros Estados pueden tener mecanismos para aprovechar lo positivo y evitar lo negativo de aquel resultado. El tiempo dirá. Para la comunidad internacional y para el futuro de Estados Unidos será una elección como pocas.

Si bien las causas-efectos en Venezuela han sido, y son fundamentalmente responsabilidad de los connacionales, es innegable el enorme impacto que tiene la política exterior de EUA sobre un país vecino con interdependencia histórica como Venezuela.

Entre tanto, Cronos sigue impasible midiendo los acontecimientos que la sumergen en un desconcertante vacío, desconectada, en un laberinto kafkiano y con su tic-tac que va enmarcando inexorablemente para la historia el progresivo desguace estructural, el éxodo cruel y la evaporación de la  felicidad de la nación.

* Embajador de la República (r) 

 

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