El mundo bizarro - Runrun
Julio Castillo Sagarzazu Abr 14, 2020 | Actualizado hace 3 semanas
El mundo bizarro

@juliocasagar 

Todos, bueno no todos, pero los mayores de 50 años recordamos que en las historietas o suplementos (ahora les dicen cómics) de Superman había una dimensión extraña en la que la tierra era cuadrada, la gente hablaba al revés, los buenos eran malos y viceversa y un duendecillo con nombre indescifrable era el responsable de todos los desaguisados. El truco que tenía Superman para escapar de aquel mundo bizarro era conseguir engañar al hombrecillo para que pronunciara su nombre al revés. Así, se desvanecía el mundo imaginario y absurdo y regresaba nuestro héroe a su Metrópolis a seguir luchando por la libertad y la justicia.

Algo similar está ocurriendo ahora en el país, cuando a un sector de la oposición (unos de buena fe y otros no sabemos) le ha dado por plantear una situación bizarra. Han comenzado a regar la especie, de acuerdo con la cual Juan Guaidó debería abandonar su lucha por la superación de la usurpación y avenirse con el régimen para desarrollar juntos, como los angelitos de ciertos cuadros de Rubens, agarraditos de la mano, un plan para salvar vidas con motivo del coronavirus.

Salvar vidas en esta pandemia ha sido una de las prioridades que ha señalado Guaidó. Ha dicho, léase bien, QUE ESTÁ DISPUESTO A SEPARARSE de la presidencia interina y que se forme un Gobierno de Emergencia Nacional, con representación amplia de TODOS los sectores políticos representados en la Asamblea Nacional. Le ha asignado a ese gobierno la tarea prioritaria de enfrentar nuestra crisis humanitaria, de la cual el coronavirus, es solo una de sus expresiones y que, como es obvio los recursos que lleguen al país no sean administrados por los chivos que se comieron ya un jardín, sino por ONG y por organismos multilaterales con experiencia en el manejo de emergencias y catástrofes.

Nos preguntamos ¿qué parte de esta propuesta no les parece lógica?, ¿de dónde sacan y amparados en qué evidencia que los malos ahora sí se portarán bien y no se robarán hasta las aldabas?, ¿cómo pueden pretender que estos señores administren o coadministren algún centavo dirigido a los compatriotas que más sufren?, ¿de dónde viene ahora el pedido de que Guaidó le meta la mano a Citgo y a unos millones de fantasía para comprar gasolina y hacer planes de emergencia y misiones rencauchadas en el país?, ¿cómo pueden ser tan ciegos para no ver que en estos últimos años desde Miraflores se dilapidaron millones de millones de dólares? ¿No es más fácil, o al menos más lógico, que Maduro le pida a Raúl Castro que nos devuelva un pelito de la gasolina que le hemos regalado?

Todo el mundo puede entender que negocies con un secuestrador que tiene una pistola apuntando en la cabeza de un hijo para evitar una desgracia y que trates por todos los medios de lograr un acuerdo para que baje la pistola o, incluso, para evitar que entre la policía y en medio del tiroteo mueran rehenes y delincuentes. Pero eso de proponerle al secuestrador asociarte con él en el negocio del secuestro y que él siempre tenga la pistola, es un disparate o una ingenuidad, para usar dos palabras elegantes.

Ya se ha convertido un lugar común afirmar que luego de la COVID-19, ya el mundo no va a ser como antes. Es más, aún no termina la crisis y ya los pueblos, los ciudadanos, han comenzado a cambiar y a desechar viejos paradigmas de convivencia social.

En una nota anterior hablábamos de cómo, en un movimiento inédito, estas trasformaciones revolucionarias están ocurriendo sin que se haya desplazado ninguna elite o clase política del poder. Está creciendo, como la yerba, imperceptiblemente, modificando actitudes y haciendo de la solidaridad y la empatía dos herramientas de acción social.

Todas las viejas quincallas que las ideologías nos han vendido serán chatarra dentro de poco. Todo esto es cierto, pero también lo es que bueno es cilantro, pero no tanto.

La crisis del coronavirus no puede hacernos ver el mundo al revés y hacer desaparecer a los culpables de nuestras desgracias o permitirles que se oculten detrás del parabán de la pandemia para que olvidemos que la raíz de todas nuestras pesadillas es un modo de gobernar que arruinó al país y nos puso en este peligroso acantilado para hacerle frente a la enfermedad.

¿Unidad? pues claro que unidad. ¿Discusiones estériles? Por supuesto que no. 

¿Que tenemos diferencias en el seno de las fuerzas democráticas? Claro que tenemos. Pero la agenda clara del Gobierno de Emergencia Nacional es una plataforma que nos une y nos llama a concentrar esfuerzos y, además, lo más importante, es la única posibilidad de que podamos tener una lucha exitosa contra la pandemia que nos amenaza trágicamente.

La verdad, no se entiende cómo a estas alturas del partido nos pretenden llevar a este planeta bizarro donde los venados corren detrás de los perros y Guaidó aparece como responsable del florero que otros han quebrado.

Hay mucho duendecillo, asesor de intereses extraños tratando de que veamos las cosas al revés de como son.

A veces provoca pronunciar su nombre al revés (Zeugirdor Ocsicnarf), para ver si regresamos al mundo real, desde donde debemos reconstruir a Venezuela.