El Apocalipsis ya no es lo que era… por suerte

Este fin de semana me he pegado varios cagazos porque se han escuchado en el cielo ruidos extraños. Al principio pensé que era una broma, pero después entré a Twitter, que es ese lugar donde buscamos el porqué de todo en tiempo real y me asusté mucho más, pues la etiqueta #Apocalipsis estaba posicionada.
Cuando comencé a mirar los tuits me quedé atónito, pues muchas personas reportaban ruidos extraños en el cielo. Mientras unos decían que se escuchaban trompetas, otros indicaban que era más bien como caballos galopando en la lejanía. Yo lo de las trompetas tengo tiempo escuchándolo, incluso antes de la cuarentena, pues mi vecina del 8vo es profesora de música y toca ese instrumento, pero eso se los cuento otro día que no tenga tanto miedo…
Para mantener la calma decidí salir de la computadora y ver un poco de televisión, porque de verdad necesitaba despejar la mente. Me senté en el sillón y me puse a buscar algún programa que no hablara del coronavirus, ni de pandemias, ni nada por el estilo. Finalmente encontré un documental muy en línea con Semana Santa, se titulaba El último papa”. La verdad me pareció interesante y comencé a mirarlo.
El documental cuenta la historia de San Malaquías y de por qué Francisco I es considerado el último papa. La verdad, si pueden estar con alguien cuando lo vean sería mejor, pero como vivo solo me tocó hacerme el guapo y verlo hasta el final.
Este Malaquías fue un santo que vivió en el siglo XVII y que escribió, a manera de profecía, una lista con los 112 papas que estarían al frente de la Iglesia católica. Según Malaquías, el papa 111 llamado “De la gloria del Olivo” cerraría un ciclo de calma, y vendría una época terrible para el mundo.
Esta época nefasta llena de calamidades se inauguraría con un rayo, que impactaría en la cúpula de la basílica de San Pedro… ¿a que no adivinan quién era el papa 111? Sí, Benedicto XVI ¿Y a que no saben que pasó una vez comunicó su renuncia? Sí, un rayo impactó en la cúpula de San Pedro.
Al ver esto en el documental, pausé la tele y me fui a la computadora a buscar si lo del rayo era cierto, y me quedé pasmado cuando vi que esto en efecto había ocurrido. Pero después cuando hablaron de “los 4 jinetes del Apocalipsis”, ahí sí me dio la garrotera como al Chavo.
Para resumirles, esto de los jinetes era una analogía de cosas que han estado muy de moda en el mundo, como la guerra, el hambre, la peste y la justicia (bueno, está última nunca ha estado de moda en realidad).
Ya a punto de llorar y con mucho miedo, me refugié en Dios, más bien en el dios de los comediantes: Brian Cohen. Y usted se preguntará ¿quién es ese? Pues es el protagonista de La vida de Brian. Para quien no la conozca, esta película dirigida por Terry Jones y protagonizada por los otros Monty Python es una sátira, no de Jesús (como se trató de instalar a finales de los 70 para boicotear la cinta), sino al tiempo donde vivió Cristo.
En La vida de Brian se cuenta la historia de un judío que nació al lado del pesebre de Jesús, justo el mismo día que el Mesías. La vida de Brian se entrecruza con la de Jesús, al punto de que es confundido con uno de los tantos mesías que la gente de esa Galilea ficticia recreada en el filme seguía por todos lados. El clímax llega con el momento de la crucifixión, porque cuando todo paree estar perdido, hay un final inesperado que nos deja una hermosa lección: “Siempre mira el lado positivo de la vida”.
Una frase que se volvería a escuchar en el funeral de Graham Chapman, protagonista de La vida de Brian, 10 años después de estrenada la película.
Así que, aunque estemos encerrados (quién sabe hasta cuándo), y viendo semejanzas con el libro del Apocalipsis por doquier, dale la vuelta a la situación y aprovecha el tiempo para descubrirte, para reír, para ser feliz… pues el Apocalipsis ya no es lo que era, por suerte.