Fernando Albán, mi buen amigo
UN AÑO. HA PASADO UN AÑO desde que los torturadores de la dictadura te asesinaron despiadadamente, amigo querido. Tu familia y amigos te tenemos muy presente. Sobrellevando el dolor de saber que ya no estás entre nosotros y que no te veremos en esta vida terrena. Empero, continuamos tu legado.
Tu memoria es la de la caridad y el bienhechor. Tu imagen, la sonrisa perenne hasta en medio de las peores tempestades. Siempre preocupado de ayudar al prójimo; pero, sobre todo: ocupado, resolviendo. Tu fuerza vital nos llevó a acompañarte en tus iniciativas. “Memo, necesitamos otra olla. Tenemos que dar de comer a mucha gente y nos tiene que alcanzar”, “Memo, nos vamos a Maracaibo a apoyar a nuestro Gobernador Juan Pablo Guanipa”. ¡Memo, hay que apoyar a Julio!…
En esta vida hiciste Política. Sí. Con mayúscula. Dedicado a mejorar la calidad y representatividad de los gremios en todo el país, como Secretario Nacional de Justicia Gremial. Ponderando y conciliando en la Junta de Dirección Nacional de Primero Justicia. Dedicado a tu Municipio Libertador como Concejal. Atendiendo los asuntos religiosos desde la Presidencia de la Comisión de Culto y Buen Vivir. De allí que los concejales del chavismo te llamaban El Curita. Y te respetaban. Porque tu bondad y tu fe inspiraban respeto. Un respeto que mancillaron los verdugos que te ejecutaron.
Protestamos en las calles por la libertad de Venezuela. En primera fila, dando la cara a los cuerpos de represión. Porque tu lucha fue en las calles también.
Tu incesable activismo por las virtudes, la educación y los Derechos Humanos son un libro en tu historia. El trabajo con el Padre Raúl Herrera en la Parroquia Universitaria de la UCV y el Centro para La Paz y los Derechos Humanos Padre Luis María Olaso. Luego con el Padre Javier. Las actividades con las Iglesias Históricas. Tu amistad con los curas de los barrios y las autoridades de la Iglesia. Hiciste tanto por la cultura de la paz y te sacrificaron bajo los auspicios del odio y el terror.
La olla solidaria, una actividad de permanente búsqueda de alimentos para dar de comer a los más necesitados. Los sábados, me pasabas a buscar para hacer la gira rutinaria. Tu cara de felicidad en la carnicería del pueblo de El Hatillo cuando nos alcanzaba para comprar decenas de kilos de costilla de res era un poema. Cuando no, comprábamos hueso rojo, “pero con bastante carne” como le pedías a nuestro amigo Manolo. Además, Manolo nos daba su colaboración dándonos un descuento. El domingo todo estaba en orden. Meudy y otras señoras picando verduras a más no poder. Llegamos a tener tres ollas gigantes, con sus respectivas hornillas, que compramos gracias a la contribución de Michi. Cuando la sopa estaba a punto, nos íbamos a buscar a los comensales debajo de un puente, donde viven, y en las adyacencias de la Parroquia Universitaria. Niños con hambre, ancianos raquíticos, madres desamparadas. Tu les hiciste la vida mejor.
Tu amistad, más que un privilegio, es un don que recibimos tus amigos. En tu hogar, repleto de imágenes de Cristo y la Virgen, con Braco ladrando como loco, festejamos tus cumpleaños. El mejor hervido que me he comido en mi vida. ¡Cómo te encanta un hervido! Si no es en la Parroquia es en tu casa.
Hoy te recordamos como el gran amigo, el hombre de familia, el Político. Nuestro mártir de la democracia.
Quise escribirte algunas palabras sueltas para conmemorarte. Amigo mío. Ilumínanos e intercede por nosotros.