Ya apagaron las luces, ¡ahora váyanse!, por Armando Martini Pietri - Runrun
Ya apagaron las luces, ¡ahora váyanse!, por Armando Martini Pietri

CONOCEN LA EXPRESIÓN CUANDO las cosas llegan a extremos y no hay posibilidad de arreglo, “¡apaga la luz y vámonos!”. Sucede que el castro madurismo en vez de gobernar desbarra; ha apagado luces en varias oportunidades en medio año -sin contar apagones locales-, pero no termina de irse. Ni tampoco de arreglar el problema, empeorado por quienes manejan el sector eléctrico sin saber qué hacer y quienes se han robado miles de millones de dólares que nunca llegaron, sino a billeteras de ladrones bolichicos.

Al régimen se le volvieron a extinguir las luces y ni sus jefes sabían qué decir, qué explicar, más allá del desgastado recurso del ataque electromagnético con ondas de no sé qué lavativa; de la agresión estadounidense, de no poder comprar equipos ni hacer adecuado mantenimiento por culpa de sanciones imperialistas, como si el desastre eléctrico fuera problema de dos o tres años.

Tan mal va el país que más de uno se aguantaría otro mega apagón si a cambio el usurpador termina de irse, y lo de aplicar justicia será cosa posterior que, no pierde vigencia en gran parte del mundo, incluso en países que puedan prestarse a recibirlos a cambio de una tajada de las fortunas y, aún con protecciones, en momentos logran ser alcanzados por los tribunales.

El mundo está al corriente que los apagones continuarán, la única respuesta del oficialismo -aparte de las excusas de comiquita- es poner preso al que tenga la osadía de ejercer su derecho democrático y constitucional de advertir los riesgos que corremos los venezolanos. 

No sólo los que se jueguen neveras y artefactos eléctricos, sino los miles que quedan atrapados en ascensores o tienen que subir y bajar escaleras a oscuras. Salir de los vagones del Metro a pie, los que no tienen capacidad económica para cambiar un equipo dañado ni aire acondicionado para los calores que padecemos, sino que encima se les estropea el ventilador. Los enfermos hospitalizados, quienes están siendo operados -si la suerte ha permitido conseguir medicina e insumos médicos; los que pierden alimentos guardados, que no siempre aguantan con firmeza los embastes del castro socialismo. 

Piden no realizar llamadas telefónicas mientras solventan fallas, solicitan no encender aparatos domésticos, ruegan no usar gas, recordando tiempos pretéritos, kerosene o leña. Se implora retirar solo 6 mil bs por día, tratar no comer nada o una vez al día, no consumir agua ni bañarse, y un inmenso etcétera; para luego darles gracias por la atención y rematan insultándonos con la bolsería, ¡sigamos haciendo patria!

Lo que advierten especialistas experimentados, incluso trabajadores, es que la red termoeléctrica casi no funciona y todo el peso se le cuelga a la energía hidroeléctrica que viene de Guri, cuyos equipos, están semiparalizados y a los cuales se les demanda más del máximo.

Ya que apagaron la luz venezolana, ¡váyanse de una vez!

Pasando lo que no está sucediendo, sorprende el silencio horrorizado. Mutis sobre las delicias de Barbados y Foro de São Paulo, como aquella niebla londinense de novelas y películas dentro de la cual podía pasar cualquier cosa, desde Mary Poppins llegando en paraguas, hasta los brutales asesinatos de Jack el Destripador.

Mudez que llama la atención. Políticos, siempre ansiosos de anunciar buenas nuevas fuesen reales o no. El silencio pesa mucho en un mundo abierto por las redes sociales, que en Venezuela son frenadas por la censura y confusión, mientras alimentos son cada vez menos, los que quedan cuestan más y el régimen, en vez de bajar -o al menos disimular- la guardia, incrementa la represión y descaro.

El silencio destaca, la crisis devastadora castro madurista, habla mucho a través de sus voceros, pero nada dice, a tal punto que incluso países y organismos internacionales hasta no hace mucho miraban hacia otro lado, ahora se fijan en esta Venezuela despedazada y sin luz.

Hay silencio que en realidad es una densa expectativa ciudadana, muy pocos creen que el oficialismo en el poder pueda arreglar nada, y ese escepticismo no beneficia al país. Hay silencio y niebla, pero también iluminación difusa que señala un punto de origen, y crecimiento en la convicción ciudadana concluyendo inevitable: el madurismo tiene que irse. 

La bruma apaga incluso voces de advertencia de la conciencia de quienes no transigen posiciones. Otros suavizan entendimientos entre el madurismo y socios opositores en defensa de intereses y prosperidad, opacan furias de quienes no olvidan fraudes, delitos políticos, económicos y sociales.

Neblina y afonía que preocupan, desconciertan, pero también dejan claro. Es imposible devolverse.

@ArmandoMartini