La derechización del venezolano, por Sebastián de la Nuez - Runrun
La derechización del venezolano, por Sebastián de la Nuez

EN UN TIEMPO PRETÉRITO fue el adusto Germán Borregales un curioso espécimen de la derecha venezolana: se lanzó a unas elecciones, llegó de último pidiendo cacao y resultó un fenómeno folklórico de lentes “culo de botella” a quien nadie hizo mucho caso. El escritor de fuste Arturo Úslar Pietri fue, por su parte, el tercero en discordia en las elecciones del 63, recién estrenada la democracia bipartidista, siendo, sin duda, representación magna de la oligarquía más rancia y de abolengo. Con su eslogan “Arturo es el hombre” y su campana como emblema se guardó muy bien de pregonar su vocación mantuana. ¿Por qué? Porque en Venezuela ser de derechas y monárquico siempre ha olido mal.

En algún momento apareció el Desarrollismo —así, con mayúsculas y todo— bajo la figura del egregio banquero Pedro Tinoco, apoyado por el historiador Guillermo Morón y otros criollos que miraban con admiración hacia Francisco Franco… pero ¡a nadie se le ocurrió pregonar que, en efecto, aquello era una propuesta de derechas por todo el cañón!

Luego, el partido del tractor (así quedará, en las páginas traseras de alguna crónica: el partido del tractor) y el de los nostálgicos de Marcos Pérez Jiménez, otro de siglas NOR cuyo jefe admiraba a Mussolini y guardaba fotos del Duce en su despacho (no es broma): obtuvo una votación minúscula en las elecciones del 88. En todo caso, jamás ninguna de estas propuestas significó algo en las elecciones presidenciales ni en el Parlamento criollo. El partido ORA y el editor de Resumen con su escoba para barrer corruptos, Jorge Olavarría, así como los seguidores de Renny Ottolina, fueron conspicuos iconos de una derecha que no se admitía como tal. Se colocaban bajo cualquier  rótulo excepto el real, aquel que, al menos históricamente, los hubiese emparentado con nazis y fascistas.

En fin. En Venezuela nadie se declaraba derechista. O a lo mejor hubo quien lo hiciera y nadie se lo tomó en serio. La única pareja pública de derechas, seria y liberal, de la que se tiene noticia como hecho fehaciente y documentado, es la de Carlos Rangel y Sofía Ímber. Han debido fundar un partido.

En Venezuela siempre ha estado de moda ser de izquierdas. Lo que hoy es el partido Unidos Podemos en España siempre existió en Venezuela bajo diferentes formas. Y tuvo su corte de intelectuales y de artistas. Por eso es que uno ve a Pablo Iglesias en televisión y ya sabe por dónde viene la frase acomodaticia, el tumbaíto populista, el requiebro amoroso ante Cuba. Porque es una verdad como un templo: uno viene del futuro.

Los venezolanos, hoy, y vista la desgracia padecida, se derechizan a pasos agigantados. Puede ser peligroso. La ley del péndulo, que llaman. Y los que siempre fueron de derechas ahora hallan su mejor pretexto para salir del escaparate. Los nuevos, incluso, alardean de ello: “voy a votar por Ciudadanos”, dijo uno en Facebook. Esto van a proclamar en los próximos meses mientras el madurismo se derrumba: “Soy de derechas, ¿y qué? No veo mal al Partido Popular. Y si me lo ponen muy duro, tampoco veo mal a Vox ni a Bolsonaro ni a Le Pen ni a Trump”.

Ahora que la diáspora ronda los cuatro millones desde Singapur a Suiza pasando por Australia, de Santiago de Chile y Buenos Aires a Europa y América del Norte, el criollo sabe (no es que se lo han contado: lo sabe) que cualquier vocero de la derecha entiende perfectamente lo que está sucediendo en Venezuela. Cosa que no pasa con los de izquierda pues siempre hay un mentecato que te dice: “Deben tener cuidado con Trump, que lo que quiere es el petróleo venezolano”. Le contestas “¿y qué es lo que han querido los castristas hasta ahora, en veinte años, ah?” pero el mentecato se queda en Babia, no procesa la pregunta. Es increíble este enamoramiento que sigue vivo en Europa ante la revolución cubana. ¡Luego de todos estos años de feudalismo castrista, esclavitud, miseria y persecución! Más la Nueva Trova.

El otro día, en las televisoras españolas, pasaron hasta la saciedad el vídeo de la tanqueta frente a La Carlota arrollando a jóvenes venezolanos desarmados, inermes. Después de eso, los del PSOE y los de Podemos insisten en hablar de diálogo. ¿Cómo no ser de derechas?

@sdelanuez