El perdón hipócrita y la amnistía irresponsable, por Armando Martini Pietri - Runrun
El perdón hipócrita y la amnistía irresponsable, por Armando Martini Pietri

TEMA ÁLGIDO, COMPLEJO, POLÉMICO, de difícil conversación, pero de necesaria y obligatoria discusión, hay que abordarlo, guste o no. Muy de moda y actual en estos tiempos de quiebre y transición. ¿Interés político o reconciliación sincera? ¿En qué beneficia a la Venezuela decente, honesta, de principios éticos, valores morales y buenas costumbres ciudadanas, que una caterva de hampones, bandidos, ladrones del tesoro público, violadores de los Derechos Humanos, verdugos y ejecutores “suplicantes arrepentidos infelices” sean parte del cambio y se incorporen a la causa de la libertad y democracia?

Ésa es una pregunta importante y, al menos hasta ahora, sin réplica. Balbuceos y divagaciones sí, respuestas no. ¿Ha perdonado la jueza Afiuni y todas las víctimas de tormento, prisión y exilio a la Fiscal apurruñada y dirigente opositora? ¿Perdonarán al vulgar general exjefe del Seguro Social los familiares de los enfermos que sufrieron e incluso murieron por el uso de medicinas restringidas a estrategias de captación electoral? ¿Deben ser amnistiados altos funcionarios civiles y militares enriquecidos por narcotráfico, hurto, y cualquier otro delito, por confesar crímenes del que ellos fueron autores por conocimiento, acción u omisión?

Robaron a mansalva las finanzas públicas, violentaron inmisericordes los derechos ciudadanos elementales; asesinaron, torturaron, encarcelaron, reprimieron y exiliaron a ciudadanos sólo por expresar su opinión, expropiaron tierras, fincas, empresas sin respetar ni cumplir la ley y, además, las destruyeron o simplemente las abandonaron y dejaron perder; han desconocido su propia constitución, sus prácticas son violatorias de todo convenio nacional e internacional de convivencia. Son delincuentes que, de pronto, por obra y gracia del Señor -o sea del miedo a las represalias- se regeneran, o al menos eso dicen de la boca para afuera y tratan de rehabilitarse convirtiéndose en santos angelitos que, con sólo solicitar perdón, darse golpes de pecho, rezar un Padre Nuestro y dos Ave Marías, se arrepienten sin deseos de contrición, pagan su penitencia, y aspiran ser absueltos por una Ley de Amnistía, concebida por intereses politiqueros para ocultar y proteger a sectores amigos podridos y sin ningún planteamiento serio para el restablecimiento de la concordia entre partes enemistadas. ¡No puede haber ni habrá reconciliación sin justicia!

Es una componenda sórdida y miserable. La pregunta real para ellos y las nuevas autoridades que insurgen para erradicar la usurpación es ¿los amnistiará el pueblo, miles que comen de la basura, los que mueren por falta de medicina y tratamiento, millones que han tenido que irse del país, padres que perdieron sus hijos e hijos que se quedaron sin padres? 

¿Cómo disculpar y perdonar semejante arbitrariedad e ignominia? ¡No hay justicia con impunidad! No se puede ofrecer amnistía a diestra y siniestra, olvido a grito pelado y clemencia selectiva, a quienes no la tuvieron. Tiene que haber justicia, probidad e imparcialidad, es un reclamo natural de una sociedad íntegra y consiente. Perdonar es cristiano, castigar es humano y también divino, ¿o es que Jehová estaba loco cuando castigó a Sodoma y Gomorra, por ejemplo?

Los que quieran realmente arrepentirse, estén sinceramente afligidos y a quienes el remordimiento no les deje la conciencia en paz, que apoyen -ahora- la libertad y la democracia, enfrenten a la justicia, cancelen sus deudas con la sociedad, devuelvan el dinero robado, y entonces, sólo entonces, reorganicen sus vidas, salven el honor y decoro propio, de sus hijos, nietos y familias. Los ciudadanos no están de acuerdo con una amnistía sin miramiento, ni siquiera para los aprovechados oportunistas que salten la talanquera y apoyen a Guaidó. Son demasiados los responsables directos e indirectos, eso también es un crimen de lesa humanidad.

Hoy cuando este desecho fecal del socialismo bolivariano del siglo XXI, que es el mismo comunismo asesino y fracasado de siempre sólo que con frase nueva, y que conjuntamente con el castrismo madurista se derrumba, es opción para roedores nauseabundos hacerse los locos, y muy fácil exclamar en público “lo reconozco como presidente interino, me pongo a su orden y disposición”, es decir, borrón y cuenta nueva. Cínicos, impúdicos. Y lo peor, es que, ese discurso desvergonzado, lo aprueban e imponen algunos también de dudosa reputación en las cercanías de influencia del cambio tan anhelado, lo que resulta peligroso y preocupante. ¿Es que piensan incorporarlos en el nuevo gobierno? Hacerlo puede describirse como futilidad del mal.

Los eternos e incansables colaboracionistas, cooperantes miserables, defensores de bolichicos y enchufados realizan lobby en la capital del imperio, inventando, buscando eliminar sanciones del malandraje y cuatreros del dinero público, que  pasen por debajo de la mesa, incorporándose en la “nueva Venezuela” para que continúen incólumes, felices, sin obstáculos morales y éticos con la corrupta negociadera logrando la tan soñada y costosa impunidad, que les permita el disfrute de lo robado al pueblo venezolano.

La insensibilidad, displicencia de los pillos y bandidos que ahora procuran hacer creer que se arrepienten sólo es comparable a la de quienes regentaban campos de exterminio alemanes y sometían a crueles torturas a sus ocupantes. Entregaron Venezuela a los cubanos, contribuyeron y se beneficiaron de su defalco y ruina, participando activos en el crimen organizado. Sinvergüenzas que pretenden derecho a ser condecorados -por servicios de acusadores, delatores de sus propios delitos-, cual ilustres e insignes ciudadanos. ¡Vayan muy directo al carajo!

Muchos de estos hampones tienen a sus hijos viviendo a sus anchas en Estados Unidos, países de Europa y otras regiones desde hace años, con apartamentos y casas propias, dándose la gran y buena vida, mientras los venezolanos mueren de hambre y falta de medicinas. ¿De dónde sacan el dinero los ahora virtuosos e impolutos arrepentidos? Pero no se salvarán han hecho demasiado daño ciudadano.

La justicia divina no es suficiente, la terrenal cuenta, nunca debe olvidarse. Porque democracia sin justicia tangible, no funciona, no es democracia. Y esto no es incitar al odio es la verdad, y con ella, ni ofendo ni temo.

 

@ArmandoMartini