Es tiempo de dejar que entre ayuda a Venezuela, por Richard Branson - Runrun
Es tiempo de dejar que entre ayuda a Venezuela, por Richard Branson

EN EL ESTANCAMIENTO POLÍTICO en curso sobre el futuro de Venezuela, es fácil olvidar que años de políticas ineptas han llevado a una crisis humanitaria trágica, pero totalmente prevenible, en lo que debería ser una de las naciones latinoamericanas más ricas y prósperas.

Según algunas estimaciones, hasta tres millones de venezolanos ya han abandonado sus hogares en busca de refugio en países vecinos como Colombia y Perú. Sin embargo, más de 30 millones de sus compatriotas aún permanecen dentro de Venezuela y su situación empeora cada día. Esta es una crisis de proporciones tan enormes que afecta a casi todos los venezolanos, a excepción de la élite muy pequeña a cargo. Los suministros de alimentos están disminuyendo. La infraestructura pública y comercial se está cerrando y cayendo por mal estado. El sistema de salud se está desmoronando, incapaz de brindar servicios esenciales a quienes más los necesitan. La mitad de todas las máquinas de rayos X están fuera de servicio. Los médicos informan frecuentes cortes de luz ya que la capacidad de generación de electricidad colapsa.

La hiperinflación ha empeorado las cosas. El dinero venezolano está perdiendo rápidamente su valor. Como informó Bloomberg en diciembre, el precio de una taza de café en Caracas aumentó en casi un 286,000% en solo un año. En diciembre de 2018, costó 400 bolívares. En comparación, el salario mínimo mensual de Venezuela es de solo 4,800 bolívares, o £ 7.40.

En general, los precios han subido tan dramáticamente que casi el 90 por ciento de la población dice que no tiene dinero para comprar alimentos. Como resultado, la mayoría de los venezolanos reportan una pérdida extrema de peso en los últimos años. Algunos observadores predicen que la malnutrición solo empeorará en las próximas semanas y meses.

En las fronteras de Venezuela, particularmente con Colombia, la imagen también es sombría. Cúcuta, una de las ciudades más grandes de Colombia y el principal punto de entrada a lo largo de la frontera, está llena de refugiados venezolanos. En el Puente Internacional Simón Bolívar que cruza el río Táchira, ahora hay hasta 50,000 cruces fronterizos por día, y miles de los que hacen el viaje no regresarán. Colombia ha sido generosa al dar la bienvenida a sus vecinos, pero su capacidad para enfrentar la afluencia y proporcionar servicios esenciales ha llegado a su límite.

El mayor problema es que el presidente Maduro, todavía respaldado por poderes como Cuba, China y Rusia, se ha negado hasta ahora a reconocer la existencia de una crisis humanitaria. Como resultado, las organizaciones de ayuda, listas para ayudar, tienen prohibido ingresar al país. Los pocos que ya han tenido presencia en Venezuela son constantemente hostigados y obstaculizados. Algunos sugieren que Maduro teme que tal reconocimiento abra la puerta a la intervención extranjera. Pero como los venezolanos comunes están sufriendo, no hay tiempo para la paranoia del régimen. Maduro debe reconocer ahora que su país está en crisis. Si ya no puede mantener a su propia población, debe permitir que los que estén preparados y entrenados lo hagan.

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