Amanecer rojo, por Armando Martini Pietri
Amanecer rojo, por Armando Martini Pietri

 

Siempre amanece por la derecha, por el este, y el sol habitualmente es de esplendoroso amarillo. Y cuando se oculta por la izquierda para hundirse en la oscuridad, suele tener reflejos rojos.

Pero este sol venezolano de ahora apunta un nuevo amanecer, y seguirá -por ahora- siendo rojo. Difícil especular cuánto tiempo continuaremos rodeados de reflejos cruentos, sólo nos queda aguantarnos hasta que lo rojizo se vaya esfumando, como seguramente sucederá. Pero no con la rapidez que ambicionamos y tanto ansiamos, hartos de mentiras y embustes, fábulas sin moraleja, privación de medicinas, hambre y desesperación, deseamos angustiosos y queremos con anhelo. Porque este sol nuestro, que está universalmente debilitado y da más frío que calor, no se nutre de sí mismo, exhausto y perverso, sino de la fuerza que cada uno de nosotros le suministre. Para ello nos siguen engordando con artimañas y espejismos, como ceban a los anémicos antes de morirse.

No es un sol universal, es una estrella en decadencia que se consume a sí misma y necesita una transfusión de lo que en estos momentos pocos venezolanos tienen, fe. Porque, así como la esperanza no es más que la cara amable y engañosa de la frustración, pura y simple resignación, la fe es acción. Los activos tienen fe, los resignados, esperanzas.

La esperanza es un estado de ánimo optimista basado en la expectativa de resultados favorables; tener esperanza es esperar confiado y abrigar un deseo con anticipación, alcanzable de lo que se desea. En doctrina cristiana, virtud teologal por la que se espera que Dios dé los bienes que ha prometido. ​

La fe es la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad, opinión, doctrinas o enseñanzas de una religión. Creencia y esperanza personal en la existencia de un ser superior (un dios o varios dioses) que generalmente implica el seguimiento de un conjunto de principios religiosos, normas de comportamiento social e individual y una determinada actitud vital, puesto que la persona considera esa declaración como un aspecto importante o esencial de la vida. «tener fe»

Empieza a amanecer en Venezuela, ciertamente. Una mañana tempranera que se ve, se percibe, un calor que adivinamos, pero no sentimos. No ahondamos en la herida, sino para dar a los resignados que se molestan y reclaman, una palabra de ánimo para que se quiten de encima, una vez por todas, la capa deshilachada de esperar y entiendan que nosotros debemos llenarnos de convicción que esta nación necesita que cada uno exclame con jactancia nacional “Soy Venezuela” le ponga luz y voluntad personal a ese astro rey que apenas empieza a asomarse, todavía pintarrajeado de rojo, y al cual somos nosotros, cada uno y todos unidos, quienes debemos darle esplendor y luminiscencia que por sí mismo ya no puede generar.

Sobre una economía improvisada y totalmente devastada, sólo los ciudadanos podemos y debemos reconstruir. No puede bastarnos ver a María Corina Machado poniendo la cara y esfuerzo día tras día para darnos orgullo, afán, y recuperación que corresponde a cada venezolano. Ella es la única líder en la cual podemos creer y confiar, porque es una dirigente coherente y autentica, que dice la verdad, jamás ha transigido con los comunistas tracaleros ni con dirigentes improvisados y refugiados en sus autos blindados y casas custodiadas por fusiles. Pero es una nueva, grave y dolorosa irresponsabilidad limitarnos a verla y oírla en su lucha. No podemos sentarnos a seguir siendo eco de sus palabras, testigos apagados de su esfuerzo. Es nuestra obligación ayudarla, darle ánimo y acompañarla.

Para que nuestro sol vuelva a generar luz, calor y vida, tenemos que levantar las miradas, ponernos de pie y caminar, asumir con ella los riesgos, transformar la esperanza en voluntad personal de rescatar al país que han hecho pedazos a nuestro alrededor; y saber, entender, convencernos, de que debemos reconstruirlo completo, desde cero, y eso nos toca a todos los venezolanos, los que se han ido por razones políticas y persecución o buscando una mejor calidad de vida para los suyos  y los que seguimos aquí presenciando, sufriendo errores, incompetencias y falsedades. Ponerle un drástico “hasta aquí” a las ficciones y entender que el sacrificio, esfuerzo, lágrimas y sudores ahora es cuando empiezan, y tenemos que cruzarlo, ya no podemos ignorarlo y echarlo a un lado.

Con los dígitos de la moneda, terminan de quitarnos la patria. Proclamarla no es tenerla. La patria está en las manos, coraje de cada mujer y hombre de este pueblo. María Corina Machado nos dice cómo rescatarla, reconstruirla y sacarla adelante.

Hacerla nos toca a nosotros. Tengan la esperanza y fe como bandera, si quieren y lo desean, como oración, tema de conversación. Pero mantengan con fuerza en el corazón, manos, mente y sonrisa, la auténtica verdad del venezolano. La venezolanidad y pedantería de ser venezolano.

 

@ArmandoMartini